XXXVIII

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Capítulo 38: Crónicas de una muerte anunciada

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Capítulo 38: Crónicas de una muerte anunciada.

Oliver

Impotencia.

Es la única palabra para describir todo esto.

Aparto el pie del charco de sangre y me muevo por la casa en busca de algo que pueda decirme que mierda pasó aquí. Un detalle, una pista... algo que me ayude a dejar de pensar en todas las cosas malas que pudo pasarla. Porque me niego a creer que... no, es que no quiero ni imaginarlo.

El pecho me sube y baja a gran velocidad mientras entro y salgo de las habitaciones, mi mente va más acelerada que de costumbre y siento como una vorágine de miedo empieza a calar por los poros de mi piel. ¡No hay nada! Nada que me ayude a calmarme y es por eso por lo que decido regresa al salón.

Agustín está en el pasillo de la casa, con el teléfono pegado a la oreja mientras que yo me paro frente al mueble de la televisión cuando algo capta mi atención. Me arrodillo frente a la puerta de cristal y veo una bola de pelo negra, ahora manchada de un color carmesí, temblando. Tiro de la manilla, pero esta no cede.

—Señor... —Muevo la mano interrumpiéndole.

Giro mi cuerpo 180 grados y dejo caer el codo en contra del cristal que mantiene encerrado al gato. Debo dar tres golpes para poder sacarlo. El felino no espera a que lo deje en el suelo para salir corriendo hacia la cocina, en donde comienza a girar alrededor del charco.

—Señor —insiste Agustín —. Llamó la señorita Hannah Zorn.

—Dígale que no la he encontrado.

—Ella llamó para decirle que sabe dónde está —el tono de voz con el que lo dice no deja lugar a dudas para saber que algo muy malo ha debido pasarle —. La señorita Bella se encuentra ingresada en la UCI del hospital, al parecer... los médicos no creen que sobreviva. Ni ella, ni el bebé.

La ira hace que arrase con todos los muebles de la cocina, que rompa la vajilla y que pisotee las fotografías que hay colgadas en el frigorífico. «Hijo de puta». No hay que ser un genio para saber que el único responsable de esto es él.

Dejo que Agustín me lleve al hospital. No entro por la puerta principal, sino que me hago paso por la puerta de emergencia, la misma que usan los médicos para salir a fumar. Reconozco a Gerard hablando con Louis en el pasillo de los despachos y los dos se sorprenden cuando me ven tan furioso. Tratan de detenerme, pero me deshago de su agarre con suma facilidad.

—¡Espera Oliver! —Especta Louis, persiguiéndome. —¿A dónde vas?

—¡Necesito saber cómo está! —Le grito sin detenerme. —¡Así que apártate si no quieres que te golpee!

Gerard se me cruza bloqueándome el camino y me agarra del brazo llevándome a su despacho. Louis viene detrás y no me importa que varios médicos hayan sacado sus gordas cabezas feas para saber por qué son los gritos.

Millionaire: Un embarazo inesperado #1 [BORRADOR]✔️Where stories live. Discover now