Millionaire: Un embarazo inesperado #1 [BORRADOR]✔️

XXVI

*He corregido una cosilla*

Capítulo 26: Luna de Miel II

Bella

No sé ni cómo he aceptado escucharle.

Si se lo contase a Hannah sé lo que diría y es que estaría convencida de que soy masoca por darle esa última bala permitiéndole volver a romper mi corazón. Sin embargo, tengo muy presente lo que me comentó mi antigua psicóloga en una de mis numerosas terapias: «Si avanzar quieres, dejar atrás el rencor debes». Olvidarlo no creo ser capaz de hacerlo de forma consciente, pero puedo intentarlo para poder sanar.

Camina delante de mí con el teléfono pegado en la oreja y detiene un taxi en el que me pide que suba. La playa en la que estuve está a más de 3 kilómetros de distancia del hotel y con estos tacones agradezco no tener que volver andando. Además, una tercera persona acompañándonos disminuye la tensión del ambiente.

Las preocupaciones no me abandonan, ya no solo es Terrie u Oliver, sino también Axel y los mensajes que ha estado enviando desde que le ignoré la primera vez. Son tan agresivos que el miedo hace de las suyas doblándome en el asiento y echando lo poco que tenía en mi estómago.

Todo esto es un asco.

Oliver deja el teléfono a un lado y pasa su mano por mi espalda, como si tratase de disminuir mi ansiedad, pero solo hace que se incremente ya que mi cerebro reconoce su tacto y con ello me hace revivir el sueño o, más bien, la pesadilla que tuve con él.

Con el estómago dado la vuelta, el sabor del vómito en mi boca y un gran dolor de cabeza, bajo del taxi rumbo a la habitación del hotel para darme una ducha.

¡Oye Bella! ¿Qué es lo que has visto en Grecia?

¡La ducha!

Siendo sincera lo único que he hecho desde que he llegado ha sido ducharme.

El tiempo que gasto bajo el agua es más corto del que me gustaría, pero hay temas que debo tratar antes de responder a Hannah y de llamar a Charlie. Esta vez fui precavida metiendo el pijama desde el principio.

—Soy todo oídos.

Ignoro lo bien que se ve con la camisa desabrochada y la corbata colgando de su cuello mientras se bebe un vaso de licor sentado en el borde de la cama. Su mirada me quema, ya que el muy descarado me observa con un intensidad que asusta. El pijama que llevo es un camisón que me queda en mitad del muslo, dejando descubierto uno de los hombros mientras que mi pelo alborotado, como cosa rara, trata de cubrirlo. Me siento expuesta ante él.

—¿Podrías ponerte algo por encima? —Sus ojos suben a mi cara. —Me es difícil pensar viéndote así.

—Siempre podrías mirarme a la cara —me quejo mientras me cubro con una fina tela.