Solo un toque basto para que ella cayera a sus pies, él supo donde y cómo tocar, pero ese solo es el inicio de la historia...
Advertencia: Historia con alto contenido sexual y lenguaje fuerte.
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Negué con la cabeza, seguro había escuchado mal, el encapuchado no entraría para no hablarme ¿o sí?
—Seguro estás mal, Emma, aquí no ha entrado nadie— bueno, Liam, pero él se había ido minutos atrás.
—Yo estoy segura de lo que vi, no me digas que me estoy volviendo loca porque yo sé exactamente lo que vi— me contestó enojada, no era mi problema que tan frustrada se sintiera, yo no había visto a nadie.
—Lo que digas— la ignoré y comencé a digitar, no tenía tiempo de discutir ni quería hacerlo, tampoco quería tirar malas vibras, ella era feliz y eso debía bastarme, era mi amiga, tenía que dejarla ser feliz, Ned la hacía feliz.
—¿Qué te pasa?— sonó preocupada.
Su tono de preocupación le grito a mi instinto que comenzará a soltar todo lo que me tenía frustrada, pero no lo haría, era algo que quería mantener como mío, no quería darle el poder a nadie más de herirme.
—Nada Emma, solo estoy un poco estresada por entregar el trabajo de grados, solo eso, estoy corrigiéndola, y aún no sé cómo voy a hacer para impresionar a todos con ella— de alguna manera era cierto, no totalmente, pero lo era.
—Ah— susurró —Cierto, yo no lo he terminado, pero estoy segura que los conquistas, lo hiciste con Graham, lo harás con unos viejos amargados— un chuzo en mi corazón, era como si me hubieran enterrado una aguja en medio del pecho, no quería pensar en Liam.
—Gracias— medio le sonreí y me concentré en terminar la tesis, debía entregarla al siguiente día para que examinaran los errores, corregirlos y hacer mi presentación de ella en dos semanas.
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Era el día del juicio, mi tío estaba parado frente a mi pidiéndome asistir al juicio, yo seguía en mi posición de no asistir, no iba a vivir lo mismo dos veces y más con el agravante de que Liam Graham iba a estar ahí, sería el abogado de mi madre, mi enemigo; no quería ver eso, había estado evitando a todos solo con la intención de protegerme y había funcionado muy bien hasta el momento.
—No iré, tío, y no hay manera de que cambie de opinión— me tiré a la cama, para mi el tema ya estaba zanjado.
—Amelie, huir de tus problemas no los hará desaparecer— dijo él con voz severa.
—No— estuve de acuerdo —Pero no has escuchado por ahí, ¿Qué los problemas hay que evitarlos?— quise reír ante sus expresión de desespero, últimamente sacaba a todo mundo de casillas.
—Como quieras— tomó el puente de su nariz entre sus dedos —Haces que me dé dolor de cabeza con una facilidad pasmante— bufó —Te quiero princesa, te avisaré de cómo va todo en cuanto salga— asentí sin muchas ganas de saber lo que pasaría o no.
—Yo también te quiero tío— giré para quedar sobre la parte derecha de mi cuerpo.
De repente su mirada se ensombreció, su semblante se volvió serio, algo lo preocupaba, algo no lo dejaba irse.
