Solo un toque basto para que ella cayera a sus pies, él supo donde y cómo tocar, pero ese solo es el inicio de la historia...
Advertencia: Historia con alto contenido sexual y lenguaje fuerte.
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Sus manos se colaron debajo de mi camisa, tan grandes y ásperas que por poco desfallezco, el contraste de la textura era sorprendente, ambas subieron suavemente por mi espalda sintiendo mi piel. Sus manos debajo de mi sujetador, un clic me liberó de mi seguridad, retiró las tiras del sujetador y deslizó la prenda por debajo de mi camisa, mis pezones sensibles estaban en contacto con la fina tela que él presionaba contra mi piel.
Estaba haciendo de su pelo un desastre, mis dedos se enredaban entre los suaves y finos mechones de su pelo como un medio de aferrarme a él. Durante el instante en que me dejó tomar aire un pensamiento vino a mí: Debí hacerlo en cuanto te conocí, tal vez yo solo hubiera sido un juego, la chica de una noche para él, pero por lo menos tendría el consuelo de que no tenía que preocuparme por nadie más.
A mi mente llegó la imagen de Liam, si hubiera hecho algo con Herb, tal vez no le habría dado tanta importancia a Graham. Despeje mi cerebro, eso no era importante en el momento, solo Herbert lo era.
Me despegó de la pared robándome un suspiro, se desplazaba sin dejar de besarme, volví a estar contra algo, pero de forma horizontal y en esa oportunidad era algo mullido, la cama donde había dormido y de la cual Liam me había despertado con golpes en la puerta.
Mis manos fueron aprisionadas con una sola suya sobre mi cabeza, al fin abandonó mis labios solo para atacar sin piedad mi cuello, cada beso era tierno, como sí memorizara cada parte de mi anatomía, su otra mano invadió el interior de mi camisa, apretó un seno con una fuerza excitante, gemí, las cosquillas invadían mi cuerpo y sentía la electricidad recorrer cada centímetro de mi piel.
—Enlever— le pedí recordando la salida de amigos que tuvimos.
—Eso es todo lo que tienes que ordenar, mi princesa— soltó mis manos un momento y retiró la prenda superior e inferior, solo mis bragas estaban en contacto conmigo.
Antes de que me volviera a tomar control de mis manos baje hasta la pretina de sus pantalones, debíamos estar iguales.
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Restregué mis ojos, el cansancio se había apoderado por completo de mí y escuchar a Emma hablar por horas de Ned y lo perfecto que era no ayudaba mucho, yo necesitaba ser consolada, no humillada por su vida perfecta.
¿Tan buena era para esconder mis emociones o le importaba tan poco para no notarlas?
Me levanté, no me importaba ser grosera o no, debía alejarme de ella rápidamente, nunca antes la presencia de mi mejor amiga me había agobiado tanto, deje a Emma sola y confundida.
Me giré y conecte mi vista con la pared, mis ojos picaban, estaba reteniendo las lágrimas, estaba tratando de ser fuerte como siempre lo había sido, pero estaba agotada, estaba cansada de tener que ser siempre la niña perfecta que no era, estaba cansada de no poder correr a los brazos de mi mamá y pedirle que me consolara porque me habían roto el corazón o porque estaba confundida, simplemente, estaba cansada.
