Ocho.

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— Oh bueno, Jacson está conmigo, le pedí que me acompañara, y alquilamos un coche, después solo tuvimos que poner el GPS, además, Jacson sabe español - entramos en el ascensor.

— Vaya —murmuré—. ¿Y por qué estás aquí? ¿No tienes ganas de volver a tu casa?

— Sí, claro que tengo ganas, pero prefería venir a verte, y ya después volver a Los Ángeles —salimos del ascensor.

— Esta bien.

Salimos de portal y nos encontramos a Jacson apoyado en una furgoneta negra.

— Hola —saludé.

— Hola —sonrió.

— ¿Vamos en coche a McDonald's? —me preguntó Justin.

— Esta bien, andando tardo unos 20 minutos. —Justin me abrió la puerta de atrás y me monté sonriendo. Después se montó él.

— ¿Tú me guías? —me preguntó Jacson.

— Sí, es fácil —dije poniéndome el cinturón en el asiento del medio para poder guiarle mejor.

No tardamos mucho en llegar. Jacson aparcó y nos bajamos.

— Lo bueno de este McDonald's es que no hay mucha gente —le toqué el brazo—. Así que no tienes que preocuparte. Solo preocúpate de mi amiga —le sonreí—. Por cierto, ¿Qué haces con una sudadera puesta? Vas a morirte de la calor.

— Estoy bien —se encogió de hombros.

— Eres un poco raro —empecé a caminar.

— Yo no soy raro —se puso a mi lado.

Miré hacia atrás para ver a Jacson mirando a todos lados.

— Claro que sí, y dile a Jacson que se relaje, no creo que aquí haya paparazis. Es un pueblo, aquí no vive ningún famoso.

— Pues es un pueblo grande. Nos hemos perdido al ir a tu casa.

— Me imagino —empujé la puerta del McDonald's y allí me encontré a Marta sentada en una mesa mirando su móvil—. Es ella. Espera aquí, no se su reacción al conocerte, no quiero que todo el mundo empiece a mirar —Justin asintió y se giró para hablar con Jacson. Me acerqué a Marta y ella levantó la vista de su móvil.

— Ya era hora —se levantó para saludarme.

— Oh, lo dice la que se retrasó un día cuarenta minutos - alcé una ceja y ella sonrió.

— Ya me disculpé por eso.

— Si, y yo pensaba que iba a matarte, pero ese no es el caso, siéntate —la senté para que estuviera de espaldas a Justin—.Tengo que presentarte a alguien - en ese momento su cara cambió.

— ¿A quién? - dijo nerviosa.

— No se tu reacción, pero intenta comportarte lo mejor que puedas, no podemos llamar la atención.

— ¡Ay dios! —dio un pequeño gritito—. No me digas que está aquí - dijo mirando a su izquierda. Le giré su cara hacia mí.

— Respira —ella asintió y respiró hondo.

Levanté la cabeza para llamar a Justin pero... ¿Cómo lo llamaba? — Mmmm.... ¿Drew? —hice una mueca y Justin se giró extrañado. Le hice una seña para que se acercara mientras él sonreía divertido.

— Hola —dijo cuándo se acercó a nosotras.

Marta se echó hacia un lado en el asiento y se quedó en shock. Justin me miró y se quitó las gafas.

— Ay dios mío —susurró en español.

La vi aguantar su oxígeno y una sonrisa de tonta se le quedó en su cara.

— Marta respira - susurré.

— Ay por dios, que es Justin —puso la mano en su boca. Justin sonrió abiertamente—. No puedo creerlo, que lo tengo en frente —se levantó.

— ¿Qué ha dicho? - me preguntó Justin.

— Ella no se lo cree - sonreí.

— ¿Puedo abrazarte? - dijo Marta tartamudeando en inglés.

— Claro —Justin abrió sus brazos y la estrechó contra él. Cogí el móvil de Marta y saqué una foto mientras eso sucedía.

— Te amo —dijo separándose de él.

— Te amo también - dijo Justin en español.

— Me va a dar un infarto —Marta se puso la mano en el corazón —Ay dios —dio pequeños saltos. Y reí—. Vale, vale, tengo que relajarme. —Respiró y miró a Justin—. Es que no puedo creerlo —Volvió a respirar— ¿Puedo abrazarte de nuevo? —le dijo en inglés. Justin rió y volvió a abrazarla—. Gracias, gracias —intentó tranquilizarse cuando se separó de él—. Vale, voy al baño a gritar, ve pidiéndome el helado —se marchó andando nerviosa y rápida al baño.

— ¿Dónde va? —me preguntó.

— Va a gritar al baño —le sonreí—. ¿Qué quieres?

— Mmmm... No lo sé. ¿Qué vas a pedir tú? —miré los carteles de helados.

— No lo sé —admití.

— Pídeme lo que te vayas a pedir tú —me sonrió.

— Esta bien —me dirigí al mostradores.

Solo había dos personas sentadas en unos asientos comiéndose un helado.

— Oh, Abby, toma el dinero —dijo sacando su cartera.

— No —le sonreí—. Invito yo.

— ¿Qué? No, invito yo —me lo volvió a dar.

— Te dije que no, que lo hago yo —retiré su mano.

— No, en serio, no gastes tu dinero, utiliza eso para otra cosa, yo no sé dónde gastar tanto dinero, así que deja que invite —lo miré y suspiré.

— Está bien.

Después de comprar cuatro McFlurry, ya que también le compré uno a Jacson nos sentamos y Marta no tardó en llegar, con sus ojos un poco rojos.

— Lo siento —se sentó a mi lado.

— No importa ¿Estás mejor? —le preguntó Justin.

— Creo que sigo un poco en.... shock —le sonrió.

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Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora