Tres

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Fernando se acercó a mí y puso su brazo alrededor de mis hombros. - Te vi salir como alma que lleva el diablo y le pregunté a Tamara que te había pasado. Dijo que ibas a casa.

— Estoy cansada. Iba a pillar un taxi.

— ¿Pensaste que íbamos a dejar que te fueras sola? Víctor y Tamara estaban saliendo para acompañarte cuando me los encontré. Les dije que yo te acompañaría. No tengo ganas de ver a Teresa besándose con un tío en la zona VIP.

Junté mis labios en una fina línea y puse mi brazo rodeando su espalda. Caminamos intentando encontrar un taxi. Cuando encontramos uno libre, nos montamos y Fernando le dio la dirección. Miré por la ventana durante todo el viaje a casa y después pagamos al taxista entre los dos.

Cuando llegamos al piso, encendimos la luz y no tardé en quitarme los zapatos. Dejé la cartera en la mesa y me tiré en el sofá porque estaba muy mareada. - ¿Quieres una cerveza? - me preguntó.

— ¿Quieres que me quede inconsciente y tener que llevarme a la cama? - dije con la cara puesta en el sofá.

— Te traeré una.

Gemí, no bebería tanto nunca más. Odiaba la sensación de no saber cuándo el mundo iba a dejar de dar vueltas. Tenía aún el sabor del alcohol en la garganta y ahora Fernando planeaba darme una cerveza. - Vamos a la terraza. - me dijo.

Observé su espalda desnuda ir a la terraza y no me quedó más remedio que levantarme poco a poco. Fui hasta allí agarrándome por las paredes y me senté en una silla a su lado. Que me gustaría a mí también quitarme la camiseta y ser libre como él. O estos pantalones ajustados que no dejaban que la sangre circulara por mis piernas.

Puse mis pies sobre la mesa cuando cogí el botellín de cerveza. - ¿Por qué estás triste? - Fernando me tendió un cigarrillo ya encendido y lo acepté.

— No estoy triste.

— Abigail...

— He visto a alguien que hace mucho tiempo que no veía y que no quería ver - le di una calada al cigarro.

Fernando suspiró frustrado - Solo son las cuatro de la madrugada. - miró su teléfono. ¿Solo? Yo llevaba queriendo acostarme desde las once.

— Deberíamos acostarnos - le di una calada al cigarro y se lo pasé.

Fernando se quedó mirándome, después miró mi cuerpo y fruncí el ceño. - ¿En serio quieres hacerlo? - le dio una calada a su cigarrillo.

— Espérate - empecé a reírme cuando me di cuenta que él lo había cogido en otro sentido. - ¡No! Me refiero de irnos a la cama - volví a reír limpiando las lágrimas de la risa.

Fernando también empezó a reírse y nos llevamos un rato hasta que poco a poco paramos. Bebí de nuevo de mi botellín y miré al oscuro cielo. - Me gustaría estar en algún sitio donde se puedan ver más estrellas. - dije.

— Y a mí - Fernando apagó el cigarrillo echándolo en el cenicero. - ¿Nos vamos a la playa? - lo miré. ¿Me lo estaba diciendo en serio? - Desde allí se tiene que ver mejor. Cogeré una toalla. Ponte algo.

Se levantó y me mentalicé que tenía que levantarme a pesar del mareo. Me cambié de ropa, poniéndome unos pantalones cortos y una camiseta. Me puse las sandalias y Fernando ya estaba esperándome fuera.

— ¿Y si llegan y no estamos? - le pregunté agarrándome de su brazo.

— Que nos llamen.

La playa nos quedaba a unos quince minutos. Así que estuvimos hablando de lo guay que sería ver a Dimitri Vegas & Like Mike el día siguiente en Amnesia. Ambos compartíamos gustos por la música electrónica, aunque su DJ favorito era Hardwell. Yo estaba deseando ver también a Martin Garrix.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora