Sesenta

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Estoy tan nerviosa que ni siquiera puedo estarme quieta mientras llamo a Jorge. Él no tarda en cogérmelo y hablo tan apresurada que él tiene que alzar la voz para que me calle y empiece más despacio.

— Me han enviado un clavel rosa.

— ¿Qué?

Justin está sentado en la cama de la habitación del hotel, mira el folio dónde han pintado una cara triste y mueve el clavel de un lado a otro.

— Estoy en España, estaba en casa de mis abuelos y me ha llegado un sobre dónde había una carta, solo han pintado una cara triste, venía también con un clavel rosa.

Jorge se queda callado al otro lado de la línea y muerdo mi labio inferior intentando aguantar las lágrimas. No puedo estar tranquila, no puedo avanzar y eso me tiene queriendo tirarme de los pelos una y otra vez.

— Pásate por comisaría, estoy aquí.

Cuelgo y miro a Justin. — Me ha dicho que vayamos a comisaría.

— ¿Por qué no lo ignoramos? —pregunta. Parpadeo un par de veces intentando asimilar lo que quiere decirme.

— ¿Qué ignoremos que he recibido un clavel que me solía enviar mi acosador y secuestrador?

— Quizás solo quiere asustarnos, y como ve que lo consigue, sigue haciéndolo.

— Quédate, ya voy yo —le quito la carta y el clavel de las manos y él suspira pesadamente.

— Nena, no estoy diciéndolo con la intención que lo estás tomando —me cuelgo el bolso y me giro—, Carlos está en la cárcel y Ricardo está muerto. Dudo que alguien más esté ayudándolo, quizás ha sido una broma.

Una broma, ¿quién podía ser tan cruel de gastar una broma así? Pienso que mucha gente, sí. Mis manos tiemblan y me siento en el suelo, dejando caer mi bolso.

— Eh, eh —Justin se pone frente a mí y pongo mis manos en mi rostro. Mi prometido me quita el folio y el clavel y puedo tapar mi rostro mejor—. No te pongas así, nena.

Dejo que las lágrimas salgan porque apenas me he permitido llorar y lo hago en silencio. —Abby —Justin intenta quitar las manos de mi cara pero no lo dejo.

— Déjame —las palabras se escapan junto a un pequeño sollozo.

— ¿Cómo voy a dejarte? Cariño, es solo que estoy cansado de esto.

— ¿Te crees que yo no? —levanto las piernas y entierro mi rostro en ellas, abrazándolas con mis brazos.

— Sé que tú también pero... no sé cómo llevar todo esto, solo quiero un poco de tranquilidad.

¿Y yo no? ¿Se pensaba que me gustaba toda esta situación? ¿Qué me gustaba recibir odio? ¿Qué me gustaba estar amenazada? No, claro que no.

Él se sienta a mi lado mientras intento relajarme, y lo hago al poco tiempo. Me levanto y recojo las cosas del suelo. Justin me coge del brazo y lo miro. — Lo siento, es solo que... —asiento, porque es lo único que puedo hacer ahora y me suelto de su agarre.

Me asomo al cuarto de baño y utilizo una de las toallitas desmaquillantes que tengo allí para quitar todo rastro de maquillaje corrido. Me recojo el pelo en una coleta y me lavo la cara después, observando mi nariz y ojos rojos. Me pongo las gafas de sol y cuando voy a salir de la habitación, Justin me sigue.

— No, tu no —lo empujo dentro.

— La última vez que te dejé ir sola después de haber discutido casi te pierdo.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora