Capítulo 83

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Jared

Emma miraba horrorizada arriba donde Aine y Elián yacían colgados, de sus cuerpos comenzó a gotear sangre y sus carnes parecían desgarradas.

La sangre me hirvió al ver cómo Emma caía de rodillas y sus lágrimas resbalaban por sus mejillas.

¿Qué se suponía que era esto? Recuerdo muy bien la historia de Emma y la que Verno nos contó mucho después... Daide era un caído y Jonathan era un mortal con poderes heredados por el mismísimo Asmodeus. ¿Era probable que ellos hubieran sido convertidos en demonios?

—¡Es una trampa! — bramó Nerea lanzándose contra Emma y tomándola de un brazo para llevarla con ella al mismo tiempo que las dos cruces caían y se rompían en miles de pedazos dejando humo a su alrededor.

— Bienvenidos sean a Edom, seres del cielo. — surgió Lilith de entre el humo y los escombros desaparecieron sin dejar rastro de Aine y Elián. Una ilusión sin duda.

La súcubo más conocida entre mortales y demonios se presentaba cual reina, sin embargo Edom pertenecía ahora a Verno pero era más que obvio que su madre se daría su reconocimiento. Lilith lucía un provocativo vestido ceñido a su cintura y de color negro brilloso lo cual hacía resaltar su pálida piel.

—¿Madre? — dijo Verno confundida y Nerea gruñó a mi lado. —¿Qué es todo esto? — exigió saber y su madre chasqueó los dedos.

Su acción hizo que Daide y Jonathan volvieran a la normalidad pero con las mismas prendas que tenían hace unos momentos. Los padres de Emma sonreían aún así como si fuera una verdadera sopresa para sus hijos.

— Es una fiesta, cariño. — Lilith llegó frente a Verno y besó su mejilla sin un poco de amor. — Aroc me avisó que alguien había abierto un portal para las puertas de Edom y supe en un instante que eras tú, no dudé en invitar a todos nuestros conocidos e incluso a tu tío favorito. — señaló a Jonathan sin despegar la vista de su hija quien la veía tratando de digerir la información que su madre soltaba de golpe. — Y por supuesto a Daide. — soltó con aburrimiento, carraspeó para que no se notara mucho e hizo un movimiento hacia Verno para que se acercara a ella. Verno se acercó sin saber el porqué y Lilith quedó a milímetros de su oído. —¿Lo conseguiste? — Verno levantó su vista hacia su madre y susurró de vuelta.

—La suprema lo tiene, no tengo ni idea de cómo lo obtuvo. — fruncí el ceño y Verno lo notó sonriéndome sin vergüenza.

Los ojos de Lilith brillaron y observó con atención a Emma y después a Nerea quien negó en dirección a Lilith y tocó el filo de su espada.

— Tienes que quitárselo de una manera u otra. — le gruñó mientras pasaba por su lado y se dirigía a los ángeles. — Pónganse cómodos y disfruten de Edom, ya les asignaré una habitación cómoda para cada uno.

— Muchas gracias, Lilith. — Emma se levantó del suelo y sacudió su ropa observando a la súcubo que la veía con atención. — Pero no nos quedaremos mucho tiempo aquí, serán unas cuantas horas.

—¿Pero que dices, niña ingenua? — se burló con sutileza. — Ya es de noche.

— De donde yo vengo es de día, si me permites. — Emma avanzó hacia las puertas del castillo y salió hacia el puente.

La seguí indicando a Milton que mantuviera los ojos en los ángeles y más que nada en Verno. Nerea me siguió al igual que Helen y Pamela.

—¿Cuál es el plan? — dijo Nerea cuando llegamos al lado de Emma quien observaba la gran E que se formaba en el castillo.

— Necesito encontrar la otra pieza y hacerla encajar con la espada, por ahora ustedes me harán guardia. — mandó. — No. Es mentira. Ustedes cuiden de los hombres allá adentro, Lilith y Verno tienen el don de la seducción. Ya sé donde está la piedra— sus ojos se fijaron en mí y comprendí su punto. — Nerea vienes conmigo, ustedes se quedan l cargo.

Helen y Pamela asintieron y se encaminaron al castillo.

—¿Y ahora? — dijo Nerea.

— Regresemos al lago, necesito abrir un portal al mundo mortal y encontrar a Aine y Elián. — Emma se encaminó y nosotros íbamos tras ella.

— No entiendo de qué puede servirnos eso. — se quejó Nerea.

— Elián tiene años de experiencia, nos ayudará a descifrar el poema, mientras que ellas los entretienen Jared conseguirá la piedra que falta. — se volteó a mí y asentí. — Sólo que hay un pequeño problema.

— ¿Problema?— fruncí el ceño y Emma observó el castillo detrás de nosotros.

— La piedra que falta está en la corona de Lilith. — miró mis ojos y ví cómo Nerea miraba a Emma como si estuviera loca.

—¿Amas a Jared? — dijo Nerea horrorizada. — Cariño, para tu vuelo ¿quieres? Esa súcubo de allá no es cualquier reina. Por lo general cuando una reina súcubo pierde o rompe su corona manda a hacer otra pero Lilith es una diva ¿entiendes? La piedra que adorna su corona se la obsequió su rey, si tratas de quitársela terminarás quemándote en el Infierno. — explicó desesperadamente mientras ponía su espada en su espalda.

Emma resopló y pensó un breve momento.

— Ya está. Iremos a buscar a Elián, regresamos a Edom, le quitaré la piedra a Lilith y seguiremos lo que diga Elián. — dijo Emma y Nerea negó con la cabeza. —¿Y ahora qué? — suspiró.

— Tu plan es perfecto, excepto por un pequeño detalle. — Nerea se quedó en silencio un rato y habló. — Quieres volver a Edom sin tener un portal abierto.

Nerea tenía razón, al abrir portales a dimensiones demoníacas se necesitaba por lo menos un demonio o una súcubo y no teníamos ninguno de los dos.

— Yo lo abriré.

Todos volteamos a ver a la persona que había emitido tal voz. Su pelo largo ondeaba con la tranquila brisa del lago y su expresión era totalmente indefensa.

—¿Tú? — preguntó Nerea cruzando los brazos sobre su pecho.

— Si eso me ayudará a acabar con Baruck, juro que moveré cielo y tierra para mantener el portal abierto.

Emma observó a Verno con detenimiento como si calculara todos sus pensamientos. Algo me decía que su otra yo le hablaba por su mente y al final Emma suspiró al razonar que era nuestra última alternativa y lo único que teníamos que hacer era confiar en la súcubo.

— Si se te ocurre hacer una sola sorpresa de más juro que no esperaré a tener la piedra, te haré pedazos con o sin el poder de la espada.

Verno asintió con la cabeza y Emma se acercó al lago.

Sto inferi portas caeli domus, et aperta janua mortalibus summum officium suscepit.

El lago comenzó a formar olas enormes hasta finalmente convertirse en un casi transparente vórtice.

Del Inframundo me presento, las puertas del cielo mi vivienda, la puerta de los mortales he abierto, el cargo lo acepta la suprema.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now