Capítulo 50

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Jared

Sentí un fuego emanar y quemar en todo mi cuerpo, era irresistible y caí de rodillas en el pasto. Los ángeles aún no habían salido para rodear a Emma, y ella había salido apenas un par de minutos atrás. Pero sentía que algo iba mal y justo cuando caminaba para contárselo a Milton el fuego invadió mi cuerpo.

— ¡Milton! — grité desde mi posición mientras tomaba mi pecho con fuerza.

Milton llegó corriendo junto a Zayd y Mason quienes me ayudaron a ponerme de pie y de repente el dolor desapareció.

— ¿Qué pasa, Jared? — preguntó Mason preocupado.

Nunca le había contado a nadie, que desde que Emma me había reclutado como ángel yo tenía un vínculo especial con ella, prácticamente yo sentía lo que ella sentía, pero no tuve nunca la oportunidad de decírselo... Incluso sentí el miedo que ella sintió cuando me dio un beso y después se adentro en el bosque. Pero después, no sentía nada, como si se hubiera esfumado en el bosque y después la sensación de peligro.

— Es Emma. — dije dejando de sentirla completamente. — No debimos dejarla sola, ya no la siento.

Caminé tomando la espada en el camino y unas navajas aferrándolas a mi cinturón.

— ¿Qué? — dijo Zayd confundido mirándome mal.

— No la siento, antes sentía su presencia, pero ahora nada. Si ustedes no hacen nada, yo iré solo. — fui directo al bosque.

— ¡Jared! — llamó Helen. — Vi una sombra pasar con un cuerpo cerca, pero su pelo es inconfundible... — abrí los ojos con impresión.

— Emma... — sin dudar nada, corrí con un sólo propósito, encontrar a Verno y así preguntarle sobre Emma.

Todos me siguieron, porque era obvio que querrían encontrar a su líder y por lo tanto nuestra creadora. Pasaba de árbol en árbol sin importar cuantas ramas golpeaban mi cuerpo, yo amaba a Emma y no quería perderla.

— Jared. — llamó Karla. — Jared, no tan rápido. — Karla trataba de seguir mi paso porque por obviedad, era la más rápida de todos los ángeles.

— No me importa ir rápido, sólo... Sólo quiero encontrar a Emma. — dije desesperado y con rapidez mis ojos enfocaron el lugar donde Verno descansaba. — Ten. — estampé la espada contra él pecho de Karla y tomé su arco junto a su portador de flechas.

Aterricé en el suelo sin doblegar ni flexionar las rodillas y puse el arco en posición apuntando a Verno y oyendo a los demás llegar detrás de mí.

— ¿Dónde está Emma, Verno? — le grité sin dejar de apuntarla.

Sus demonios rugieron y su cara sólo reflejaba confusión y miedo.

— No sé de que hablas. — frunció su ceño parándose de su asiento y mirando a cada ángel. — ¿Emma?

— No te hagas la inocente, Verno... Ella venía para verte y de repente ya no está. — le grité. — ¿Dónde está?

Verno bajó de su altar y se encaró conmigo pero sin avanzar.

— Jared, calma. — dijo Verno tratando mis movimientos con cautela y cuidado. — Lo que menos quiero es desatar una guerra contra ustedes. — respiró y relajó sus músculos. — Ahora... ¿Emma? ¿Vino a verme?

Al ver su sinceridad me sorprendí pero no lo demostré... Si ella no había dado la orden entonces ¿quién había sido? Bajé él arco y me relajé.

— Hoy en la mañana un ángel fue atacado. — explicó Helen aún dolida con la muerte de Natalia. — Emma lo describió como una sombra negra... Y era claro que era un demonio, y quería algo de nosotros... Pero Naty lo defendió y a cambio su muerte. — dijo Helen tratando de no llorar. — Y como teníamos nuestras dudas, Emma decidió preguntarte por la sombra y el por qué querían ese objeto. — Helen observó con fiereza a todos los demonios presentes. — Pero para que ustedes no tomaran su visita como amenaza quiso venir sola.

Verno alzó una ceja sin comprender aún.

— Pero cuando vino al bosque dejé de sentirla. — le expliqué. — Helen dijo que vio a una sombra semejante a la que asesinó a Natalia llevar un cuerpo consigo y reconoció el cabello de Emma.

Verno bajó un momento la mirada y después sacudió la cabeza y después nos miró con cejas fruncidas.

— No entiendo. — Verno me miró y después a Helen. — ¿Cuál fue el objeto que la sombra quería robar de su posesión?

Helen y yo intercambiamos miradas y después entrecerré los ojos hacía Verno.

— Oh, chicos. No hay razón para desconfiar de mí, créanme es esencial que me especifiquen cual era el objeto que la sombra quería. — nos miró con los hombros tensos.

— ¿Necesario? ¿Para quién? ¿Para ti o para nosotros? — dijo Karla incluyéndose en la plática.

— Para todos... Oh vamos, tienen que confiar en mí, necesito que confíen. — Verno suspiró con cansancio. — Ok... No me dirán ¿verdad? — nos quedamos en silencio dando nuestra respuesta negativa. — Entonces no puedo ayudarles, perdonen.

Se dio media vuelta y volvió a sentarse en su trono de ramas indignada y comenzó a abanicarse con un ramo de orquídeas.

— Jared, necesitamos su ayuda. — insistió Karla. — Tenemos que decirle qué quería, vamos, Jared, ¿quieres encontrar a Emma o no?

La miré obviando mi respuesta. Ella alzó una ceja invitándome a que entonces dijera el objeto.

Sabía que Emma diría y confesaría lo que fuera por tenerme a su lado y besarme de nuevo y yo haría lo mismo.

— Está bien, Verno. — dije resignado y suspirando cansado de pensar tanto y agobiado por no tener a Emma a mi lado. — Cooperaremos, pero tú también tienes que ser honesta con nosotros.

Alzó su mano y la puso en su pecho.

— Les doy mi palabra... Ahora. — se levantó de su asiento y se dirigió a nosotros. — La sombra quería algo en especial ¿no?

Asentí con la cabeza dejándola hablar y su semblante se puso serio.

— La sombra quería algo como... ¿La espada de Emma? — nos miró seriamente.

La sangre se me heló, porque justamente había adivinado sin pensarlo dos veces, y si así era, ella nos guiaría a Emma.

— ¿Cómo... cómo sabías? — dije tartamudeando por su certeza.

— Mierda... — caminó enojada hasta su trono con paso furioso por mi respuesta. — Es Baruck... Mi hermano. — puso su vestimenta de combate sobre sus ropas y ató algo a su cintura junto a una gran espada.

— ¿Sabes dónde está Emma? — dije apresurado. — ¿Ella te dijo a dónde iría?

Verno se restregó la cara con sus manos notablemente frustrada.

— Jared, — ella me miró con culpa en sus ojos. — Emma nunca llegó a verme.

Y mi mundo se derrumbó.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now