Capítulo 24

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Jared había insistido en que le mostrara mis alas, porque quería verlas y quería ver también mi poder de sanación. Así que estábamos sentados en una roca en medio del bosque.

— No funciona como tú crees, tengo que sacar mis alas para poder aplicar mi poder. — me reí ante su cara de decepción.

— Entonces. — se paró y tomó una piedra que tenía un pequeño filo.

— ¿Qué haces Jared? — le dije riendo.

Alzó la piedra y también sus cejas.

No sabía que intentaba hacer hasta que con el filo de la piedra cortó su muñeca y gritó de dolor.

Abrí los ojos como platos y me acerqué rápidamente a él.

— ¡Jared! pero ¿qué hiciste? — lo regañé.

Tomé su muñeca que desbordaba sangre.

— ¿En qué estabas pensando? — lo miré con enojo.

— Tal vez así podrías poner en práctica tu poder antes de que me desangre. — dijo mirándome suplicante.

Lo miré divertida pero de igual manera asustada y revolé los ojos.

Quité mi chaqueta y me quedé con una blusa de tirantes que dejaba descubierta la mitad de mi espalda.

Saqué mis alas con cuidado y miré a Jared que las veía sorprendido. Concentré todo mi poder en mis manos y tomé la muñeca de Jared.

Pasé con cuidado una yema de mi dedo por su herida.

Como era de esperarse se sanó completamente y la sangre dejo de brotar, solo quedaban restos de ella alrededor.

Suspiré exhausta y me senté en la piedra.

Cada vez que usaba mi poder, me debilitaba más. Y una pluma caía.

La pluma estaba ahora en mis manos y no pude evitar pensar que muy pronto mi poder desaparecería por completo.

— Vaya, ¡eso fue sorprendente! — dijo Jared levantándose y mirando su muñeca estupefacto. — Ni siquiera hay rastros de la herida. — dijo muy emocionado. — Es como si...

Dejé de escucharlo porque realmente estaba cansada por sanar su herida.

Fruncí el ceño.

No lo entendía, no entendía el por qué de mi cansancio repentino. ¿Significaba que mi poder se iría al mismo tiempo que mis alas? ¿Tendría que dejar de hacerlo para conservar un poco y usarlo para las ocasiones adecuadas?

Millones de preguntas vinieron a mi cabeza. Levanté mis piernas y las abracé. La más importante de todas...

¿Cuánto tiempo me quedaba antes de tener que arrancar mis alas?

De seguro ya no tenían muchas plumas pero los huecos los cubrían las demás plumas.

—... Tú podrías usar tu poder para curar a muchas personas. — Jared se sentó a mi lado.

— No, Jared. — corté su entusiasmo. — Mi poder se debilita con el tiempo y las plumas de mis alas no tardarán en caerse... — dejé de mirar su cara. — Y luego tendré que arrancarlas, mi poder se irá con ellas.

— Emma... Perdón, no pensé en eso. — me tomó la cara. — ¿Podrías guardar tus alas para poder abrazarte? — sonreí y él también.

Cuando las guardé Jared me abrazó y yo apoyé mi cabeza en su pecho.

Jared me hacía sentir tan bien. No podía permitir que nada le pasara.

(...)

Pasamos un rato más abrazados y en silencio. Yo lo disfrutaba muchísimo.

Incluso nos quedamos a ver cómo el sol nos daba directo en la cara y el paisaje era hermoso. Pero mi vista estaba viendo algo mejor. A Jared.

Cuando el sol se metió, cayó una fina capa de lluvia.

Y escuché los pasos de Steve a pocos metros de donde estábamos. Mi vista se clavo detrás de nosotros.

— Será mejor que nos vayamos, Jared. — le dije sin apartar mi vista del bosque.

Nos levantamos y caminamos hasta mi casa sin dejar de estar alerta de las posadas que nos seguían sigilosamente.

Al llegar a la puerta Mason y Zayd estaban en la puerta, preocupados.

— Zayd. — Mason llamó la atención de mi hermano mayor. — Ahí está.

Zayd me vio con el ceño fruncido y enojado.

— ¿Dónde diablos te habías metido? — Zayd caminó hasta nosotros sin inmutarse de Jared.

— Estaba con mi novio. — le fruncí el ceño a mi hermano.

— ¿Novio? — dijo asombrado mirando a Jared. — Ah... Bueno, eh, te esperamos adentro.

Mason y él entraron a la casa, y antes Mason me miró con las cejas arriba y una sonrisa cómplice en su cara. Revolé los ojos.

— Entonces... — dijo Jared. — Esos son tus hermanos.

Asentí.

— Y tengo que entrar para aclararles lo de "novio"— le dije sonriendo.

Jared sonrió abiertamente.

— Pues podríamos explicárselo dos.

— Me gustaría, pero de seguro quieren decirme algo sobre Daide... Mi madre. — Jared asintió y besó mi cabeza.

— Está bien, pero prométeme que el fin de semana iremos a comer a mi casa, seguro que mi tía quiere conocerte. — me dijo con una sonrisa.

Jared me estaba pidiendo que fuera a su casa.

— Lo prometo. — dije con una sonrisa.

— Está bien. — dijo.

Nos quedamos en silencio un rato. Jared acarició mi mejilla y se acercó para darme un beso.

Me puse de puntillas para alcanzarlo y nos dimos un beso tierno.

— Adiós. — le dije sin separarnos del todo.

— Adiós. — me dijo con una sonrisa.

Bajó el porche y se fue caminando hasta que dobló la esquina y ya no lo vi.

Subí el porche hasta la entrada de mi casa con una sonrisa. Me apoyé en la puerta y mordí mi labio aguantando una sonrisa.

Abrieron la puerta desde dentro y yo caí de espaldas contra el suelo de mi casa.

— ¿Qué demonios? — dije enojada y adolorida.

— ¡Vaya!, perdón, no pensé que estuvieras ahí. — dijo Zayd matándose de risa junto a Mason.

— Qué graciosos. — dije levantándome.

— Así que novio ¿eh? — dijo Mason subiendo sus cejas.

Les sonreí sin decir nada y caminé hasta la cocina tomando un poco de helado de la nevera.

— Emma. — dijo Zayd con tono de advertencia.

— ¿Sí? — dije haciéndome la inocente. — Ay, perdón. — dije divertida. — Es que no sabía que ustedes si podían rehacer su vida y yo no. — dije seria ésta vez.

Los dos se miraron avergonzados tratando de hablar sin entenderse.

Solté una carcajada y me fui a mi cuarto con una sonrisa en la cara.

Jared... Era el único que ocupaba mis pensamientos en ese preciso momento, no tenía ganas de escuchar lo que sea que ellos tuvieran qué decirme, estaba feliz porque me sentía aceptada en éste mundo tan vacío y lleno a la vez.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now