Capítulo 38

5.5K 545 29
                                    

— ¡Eso no puede entrar en los términos que se establecen! — gritó el representante de los ángeles de la verdad.

— ¡Es imposible que un mortal entre aquí!

— ¡De ninguna manera!

— ¿Un mortal entre nosotros? ¿Qué sigue? ¿Reclutar a mortales para convertirlos en ángeles?

— ¡Y para colmo será líder junto a ella!

— Esto es inaceptable.

La sala estalló en una guerra de gritos que se quejaban de mi condición, sabía que esto saldría mal. Pero ahora, yo era su líder. Y les gustara o no, tendrían que aceptar por lo menos una última decisión.

— Si no les gusta mi última condición — grité calmando los gritos de todos para ganarme sus miradas. — ¡Busquen otro líder que ponga orden!

La sala estalló aún más. Esto se estaba descontrolando y sin duda necesitaba orden para poder explicarles todo el asunto.

— ¡Es imposible! — gritó un ángel de sanación. — Ya te nombraron Ángel Supremo y no se te puede revocar tu puesto al menos que lo heredes.

— Exacto. — dije. — No pienso heredar mi mando, y no tienen derecho a obligarme a hacer algo que no quiero. — escupí. — Tómenlo o déjenlo.

El silencio reinó en la sala. Todos intercambiaron miradas.

— Voten. — mandé para que comenzaran a discutir entre ellos.

El tiempo pasaba lento y mis manos se movían con tal nerviosismo que mis dedos ya tenían calambres. Milton llegó a mi lado y posó una mano con mi hombro.

— Lo estás haciendo bien. Ellos no soportarán otro desastre sin su líder actual, puede que acepten... Pero es un poco, improbable. Se aferran a las reglas aunque se niegan a cumplirlas. — me explicó Milton mientras observaba la sala con detenimiento.

Mi mirada se clavó en mi hermano, quien veía a todos con el ceño fruncido.

Y en otro lado, Crescente me miraba con los brazos cruzados, sus ojos no dejaban los míos, pero su mirada no era fría, al contrario, era blanda y me veía con agradecimiento.

Suspiré. Todos dependían de que este plan funcionara y si no lo hacía, tendría que enfrentarme contra los Arcángeles. Y esa idea, no estaba en mis planes actuales, sería un verdadero caos tener un problema de tal gravedad.

— Gracias. — Milton dio un leve apretón a mi hombro para llamar mi atención que estaba perdida en los ángeles que charlaban con euforia y ganas por negar mi condición.

— ¿Por qué? — volví mi atención a Milton quien veía a los ángeles con la misma intensidad que mis hermanos.

— Por romper las reglas y dejarme con vida. — me miró con cariño en sus ojos. — Si esto no termina bien, Emma, quiero que sepas que me enfrentaré a los Arcángeles junto a ti.

Asentí con los ojos empañados.

Pensar que tenía tanto apoyo de pocas personas me bastaba para mantener mi palabra y luchar hasta el final si era necesario.

— Gracias. — le susurré a Milton cerrando los ojos y dándole una tierna sonrisa. — Ya te la debía. — le di un empujón leve en forma de broma. — Tú renovaste mis alas.

Él sonrió y susurró un "claro" asintiendo repetidas veces con la cabeza con su vista enfocada en todos los presentes.

— Espero algún día llegar a sentir algo por alguien, como tú lo haces por él. — me dijo en un murmullo haciendo que me pusiera a pensar aún más.

Claro, yo haría todo por Jared, de eso no cabía duda.

— Lo harás. — tomé su mano dándole un leve apretón y sonriéndole con ánimo. —¿Crees que digan que sí?

Mi duda y mi nerviosismo no ayudaban nada con la situación.

De tan solo pensar el problema que podía causar, me dolía la cabeza, y estaba empezando a marearme.

Los ángeles en las tribunas no dejaban de discutir. Yo conocía a varios de sus rostros, pero ahora me parecían desconocidos.

— Todo es posible, Emma. — me sonrió alejándose finalmente de mi lado para unirse a mis hermanos, quienes lo saludaron calurosamente.

El tener a Milton de nuestro lado nos daba ciertas ventajas. Por ejemplo, él conocía los puntos débiles de los Arcángeles, porque estaba a punto de convertirse en uno y eso sí ayudaba.

Los ángeles de sanación fueron los que aparecieron en mi vista, como si me llamaran. Todos tenían el ceño fruncido, concentrados. Pero asintieron con la cabeza dando por tomada su decisión. Se voltearon y dejaron a su representante al frente, quien me vio sin expresión.

A los ángeles de sanación, les siguieron los del amor, quienes estaban sin expresión alguna como los de sanación. Después los de la verdad y los ángeles ciudadanos, al ultimo los vengadores.

Volví al estrado conteniendo el aire y después soltándolo. Esperaba no tener que desatar una guerra.

— Pueden dar su veredicto. — dije rogando porque todo saliera bien.

Primero les di las palabras a los ángeles de sanación.

— Estamos de acuerdo. — dijo el representante de ellos. Me dio un asentimiento de cabeza y mi vista viajó a los del amor.

— No estamos de acuerdo. — su representante habló y mis músculos se tensaron.

— No estamos de acuerdo. — dijo el representante de los ángeles de la verdad.

— Estamos de acuerdo. — dijeron los ciudadanos.

2 contra 2 la última palabra la tendrían los vengadores, quienes aún no terminaban de discutir.

Mis dedos se movían nerviosamente esperando el momento en que todo se descontrolara. Por lo menos tendría mi apoyo.

Su representante me dio la cara y observó con detenimiento toda la sala para después volver a posar sus ojos en mí.

Contenía el aire y tensaba mis músculos, si esto salía mal no quería verlo. Cerré mis ojos y esperé sus palabras.

— Estamos de acuerdo. — dijo por fin.

El aire que había contenido se soltó y sonreí apoyando mi cabeza en el estrado.

Jared estaría conmigo.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now