Capítulo 39.

4.9K 172 2
                                    

El auto se detuvo justo al frente de mi casa. No paraba de morder mi labio inferior, hasta casi romperlo. Mis nervios me jugaban malas pasadas en mi mente, y sólo deseaba que no fuera nada malo. Rogaba a Dios para que mi madre estuviera bien.
-Vamos,_____-susurró Louis mirándome con algo de tristeza.
Asentí sin más. Bajé del auto, sin esperar a nadie, y caminé con firmeza hasta la entrada de mi casa. La puerta estaba abierta. Entré a la sala. Nada. Volteé mi rostro hacia la cocina, y comencé a arrastrar mis pasos hasta ésta. Entré, y una sonrisa se dibujó en mi rostro, mis ojos se humedecieron de inmediato. No supe cómo reaccionar, sólo decidí correr a sus brazos. Ella había vuelto.
-¡Mamá!-sollozaba en su pecho-. Lo siento, por favor, perdóname. No quise que esto ocurriera. Te amo, y no quiero perderte...
-Tranquila, amor, estoy bien.
El escuchar su voz me trajo total calma. El nudo en mi garganta se desató de inmediato, y por fin podía respirar en paz ahora que sabía que ella estaba de pie junto a mí. Era como si todas mis pequeñas esperanzas se fueran uniendo hasta formar un campo de protección frente a mis ojos. Como si por fin la lluvia hubiera cesado y el arcoiris apareciera entre las nubes.
Sus manos atraparon mi rostro, y noté que sus ojos estaban igual de rojos que los míos por producto de las lágrimas que no dejaban de caer. Sus labios cubrieron cada centímetro de mi rostro, dedicándome en cada beso una muestra de amor y preocupación.
-Te amo, hija. Me alegra volver a verte.
-Digo exactamente lo mismo, mamá.
Su rostro estaba totalmente sano, con una cicatriz que apenas se notaba por debajo de su barbilla, pero eso nada más.
¿Alguna vez te ha dado esa sensación de alivio porque la persona que creías que no volverías a ver estaba a tu lado? Eso era exactamente lo que yo sentía. Ella estaba conmigo, y eso era todo lo que me importaba. Me había dado cuenta cuán valiosa era para mi vida, a pesar de nuestras tontas discusiones. Yo la amaba. La amo.
-¡Señora Fletcher!-exclamó Louis corriendo a sus brazos.
Como Louis era mi único y mejor amigo, mi madre le tenía un cariño increíble, y lo mejor es que era mutuo. Me aparté, para dejarlos que se abrazaran por un momento, y fue ahí cuando noté la presencia de mi papá. Caminé hacia él en tranquilidad y me aferré a su torso.
-Te detesto-musité.
-¿Te preocupé mucho?-rió.
-Mucho es muy poco, papá-busqué su mirada.
-Nunca más.
Me puse frente a él, mientras que una sonrisa aparecía en el rostro de ambos.
-Nunca más, papá, porque esto nunca volverá a ocurrir, ¿de acuerdo?
-Esa es mi hija-exclamó atrapándome en sus brazos.
Cuatro chicos aparecieron tímidamente por la puerta, como si nunca hubieran visto a una familia abrazándose, y fue ahí cuando corrí hacia Niall. El solo hecho de verlo aún me revolvía el estómago, y amaba sentir eso junto a él. Tomó mi rostro entre sus tibias manos y me obligó a perderme en sus ojos, como siempre. Sonreímos, mientras que las lágrimas dejaban de hacerse paso en mis mejillas. Ahora mi vida estaba completa.
-Te lo dije, amor-susurró a mis labios-. Todo estará bien.
-Todo está bien, Nialler. Todo lo estará si tú estás ahí cuando lo necesite.
-Estaré cuando me necesites y cuando no. Te amo.
-Te amo, hermoso.
Su respiración chocaba contra mis labios, los cuales pedían a gritos un poco de los suyos. No podía vivir sin tener esos labios junto a mí, plasmados en los míos. Ellos eran mi vida, mi droga, mi vicio, tanto como su sonrisa, la que siempre se formaría cuando la necesitara. Por fin posó sus labios sobre los míos. Una tibia y húmeda pelea nos hizo adictos, y no dejamos de besarnos en un buen rato. Sus labios sabor a miel, eso era lo que siempre me hacía sentir bien.
-Ejem...-tosió mi padre, aparentando celos-. En esta casa no hay besos con mi hija por más de dos segundos.
-Lo siento, señor-rió Niall tímidamente.
-¡Niall, estás rojo!-se burló Harry apretando sus mejillas.
-No lo estoy, cállate-musitó nervioso. Era tan hermoso verlo así.
-¿Y quién es este muchachito?-mi mamá se acercó a él para examinarlo más de cerca, sin quitar su linda sonrisa del rostro.
-Soy Niall Horan, un gusto señora-besó su mejilla sin lograr controlar lo rojas que estaban las suyas.
-Su yerno, ejem-Louis fingió toser.
Los ojos de mi mamá se abrieron como dos ventanas sorprendidas por un fuerte viento, y se dirigieron a mí. Conocía esa mirada: "¿por qué sueles hacer cosas sin consultarme?". Me encogí de hombros; no sabía que decirle.
-Así que ______ tiene un apuesto novio con acento irlandés.
-De hecho, lo es-rió Liam.
-¿Ah, sí?-rió ella-. Pues, bien, Niall, no puedo hacer nada contra el amor de un par de jóvenes. Me causaste excelente impresión. Espero que eso no cambie, ¿sí?
-Sí, señora. No la decepcionaré. Su hija no es la chica de mis sueños; es mucho mejor que eso. Es una en un millón. La amo, y no la dejaré ir.
-Tampoco quiero que me lleguen con sorpresas-habló mi padre acercándose a Niall-. Soy muy joven para ser abuelo.
-¡Papá!-no pude evitar que el color subiera rápidamente a mis mejillas. Sabía que mi papá siempre me cuidaba, pero sólo que no frente a mi novio.
-No lo será, señor. Descuide-sonrió.
La sonrisa de ese duende era mi vida, mi razón de ser, y no quería dejar de verla jamás. Yo haría lo posible por mantenerla junto a mí. Quizás él podría merecer algo mucho mejor que yo, pero no quería que jamás encontrara ese alguien. Yo quería ser la dueña de su vida, y quería que él fuera el dueño de la mía. Sólo tenía diecisiete años, pero me sentía realizada. Con él mi vida lo estaba. Con él, con los chicos y mis padres mis vida estaba completa.

Honey Kisses |horan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora