Capítulo 33.

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Ya estábamos en casa. ¿Qué se supone que íbamos a hacer? ¿Mirarnos con cara de nada toda la tarde sentados en mi cama? Yo debía hacer algo; algo que me distrajera, que me hiciera olvidar a mi madre por un momento. ¿Pero qué estoy diciendo? ¡Jamás podría olvidar algo como eso! Mi mamá estaba en COMA. No podría salir a divertirme como si el día estuviera hecho de Nutella y Mantequilla de maní. Me levanté de la cama. Me emputecía el silencio, más aún si era así de incómodo.
-¿Dónde vas?-preguntó Louis.
-A tomar agua. ¿Acaso cuestionarás todo lo que hago?-y seguí mi camino.
Odiaba ser así de idiota cuando mi cabeza no podía más, pero las palabras salían solas, y esperaba a que Louis comprendiera mi ánimo. No estaba para nada bien, y no era el momento para estarlo. Arrastré mis débiles piernas hasta el cuarto de baño, y antes de alzar la vista hacia el espejo, sequé un par de lágrimas que estaban a punto de caer. Observé mi reflejo. ¡Guau! Ojos hinchados hasta más no poder, nariz roja como un tomate, y mis labios sin color alguno. En serio estaba destruida, tanto por dentro como por fuera. Cerré la puerta, esperando que así los chicos no escucharan mis sollozos.
-Vamos, ______, eres fuerte-susurraba al espejo-. Ésto no te la puede ganar. Tu madre saldrá de todo... ¡dios, ¿qué digo?! está en coma...
La voz se me quebró de inmediato. Mis pies no pudieron más y terminaron por hacerme caer en un rincón del baño. Cubrí mi rostro, intentando no mostrarle al mundo lo débil que en realidad era. ¿Acaso había algo peor que no poder dejar de gritar en soledad lo culpable que me sentía? Todo era mi culpa. Que mi mamá estuviera en coma era mi culpa. Haberme ido sin decirle era mi culpa. Siempre todo fue mi culpa.
-_____, ¿estás bien?-escuché la voz de mi novio al otro lado de la puerta.
-¡No, Niall, no lo estoy!-grité con la voz ronca, sin descubrir mi rostro.
La puerta se abrió de un golpe, y en seguida Niall ya estaba arrodillado a un lado mío, mientras que sus brazos me brindaban la protección que realmente necesitaba. Mis sollozos se hicieron más agudos; era primera vez que lloraba delante de alguien que no fuera Louis, pero no me sentía nada de mal, pues Nialler, aparte de ser mi novio, se convirtió en mi segundo mejor amigo.
Tomó mi rostro entre sus manos, y nuestras frentes estaban ya unidas, mientras que nuestros ojos se comunicaban a la perfección.
-Escúchame, amor-susurró.
-Lo hago-bajé la vista, la cual volvió a subir por producto de su índice en mi barbilla.
-Sé exactamente como te sientes. Mi padre estuvo a punto de morir por un pre-infarto. Estuvo hospitalizado una semana. Me sentía igual que tú, bonita, pero ahora Bobby está de lo mejor. Sé que tu madre tendrá la misma suerte...
-¿Qué pasa si no?
-¡Hey!-sonrió-. Tiene que conocer a su yerno.
Reí. Eso me hacía falta: una sonrisa que Niall lograra sacarme. Envolví su cuello con mis brazos, sin antes robarle un fugaz beso. Nuestras sonrisas se hicieron una sola, y un abrazo nos unió mucho más. Sabía que él me entendía. Y ahora sabía que mi mamá sería capaz de salir de todo ésto.
-¿Bajemos un momento?-me suplicó en una mirada.
-Sería lo mejor-sonreí.
Nos incorporamos nuevamente, y nuestras manos se entrelazaron con lentitud, dándole un aire de esperanza a esta situación, la cual realmente había nacido en mi corazón.
-¿Está bien?-salió Louis de la habitación en dirección a nosotros.
-Yo diría que mejor que antes-Niall me dedicó una sonrisa al momento en que esas palabras cruzaron sus labios.
-¿Nutella?-propuso Louis en una gran sonrisa.
-Nutella-asentí.
Sí. Esto sería excelente para mi estado de ánimo. Estaba segura de que el azúcar me había disminuido un poco, así que algo de crema de cacao con avellanas no me haría nada mal. Quizás, después de todo, mi mamá era tan fuerte en el hospital como yo aquí en la casa.

Honey Kisses |horan|Where stories live. Discover now