Capítulo 1 - Antes de verlo

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(Por ella)

Era un verano más frío de lo normal, por esos días en los que recién acababa de salir a vacaciones. En las noches la helada me obligaba a abrigarme con una de esas abultadas cobijas que se quedaban en un rincón la mayor parte del año, y de día tenía que ponerme lo más fresco que encontrara, porque el calor parecía insoportable.

Desde que recuerdo el clima se había gozado de jugar con nosotros, en una ciudad agitada que aparte de lidiar con sus propios problemas, tenía que lidiar con el sol... y con una luna distante cubierta por las nubes la mayor parte del tiempo.

El primer día de verano parecía lo más prometedor hasta entonces. Descanso era todo lo que corría por mi mente, pero no podía sacarme de la cabeza el hecho de que faltar a la escuela me impediría verlo de nuevo.

Hablo de él, cuyo cabello castaño lucía maravilloso cuando lo miraba de soslayo mientras él se recostaba en mi hombro. Se llama Eric, y como un suspiro, sus ojos eran para mí algo efímero que me gloriaba de ver, al igual que su voz, que me encantaba escuchar... No podía creer lo mucho que me gustaba.

Y no dejé de pensarlo en ningún momento. Ayudando a hacer el aseo en casa, hubo oportunidades en las que me hallaba recordando alguna de las remotas conversaciones que compartimos el año anterior; o viendo una película, cuando de pronto el personaje principal se asemejaba demasiado a Eric, con una perfecta tez y una actitud de caballero que siempre anhelaba encontrar en él.

Una noche de insomnio, revisando mi teléfono, encontré nuestro olvidado chat, cuya última conversación (en la que el desgraciado solo me escribió preguntando por una tarea) databa de hace ocho meses. Que perfecta desconocida sería para él.

De pronto, esa noche, me encontré con los motivos suficientes para desistir de dormir, y dejé de lado mi celular para ver al techo de la habitación, una habitación cuyas paredes blancas me recordaban el color de sus dientes cada vez que sonreía, y eso me llevó a las arrugas que se formaban en sus ojos cuando los entrecerraba cada vez que dudaba de una de mis respuestas. El motivo era que él formulaba tantas preguntas durante las clases, que yo llegaba a inventar cosas para probar qué tan profundo era su desconocimiento, pero extrañamente, aun si pretendía que no sabía nada, se daba cuenta de todo lo que le decía en broma, y aquello solo me hacía dudar sobre las verdaderas intenciones por las cuales me pedía su ayuda. Pero si se acercaba a mí porque así lo deseaba, ¿por qué después de la escuela de pronto lo que construíamos sin decirlo se esfumaba?

Inhalé como si fuese solo cuestión de tiempo para volver a verlo corriendo dentro de mis pensamientos, y de pronto no pude resistir el hecho de hablarlo con alguien. Pensé en escribirle a Sabrina, mi mejor amiga, y desahogarme un poco, pero francamente, ella estaba tan cansada de escuchar lo mismo sobre el mismo chico que ya sabía que no me brindaría el consuelo que necesitaba.

Me levanté de la cama y dudé unos instantes sobre despertar a mi madre. Pero la idea se esfumó casi de inmediato, mientras me daba cuenta de que era una tontería y que estaba yendo demasiado lejos como para entenderla por mi cuenta. Entonces solo pude sentarme al pie de la ventana, y hablarle al único que podía escucharme sin juzgar.

"Dios mío - pensé en ese momento durante la noche en el que ya había perdido la noción del tiempo -, ¿podrías hacer que corresponda a mis sentimientos?"

Y entonces, ni siquiera quise suplicar nada más, sintiéndome perdida al ser incapaz de descifrar el misterio de ese amor que me mantenía atada para sí.

Las nubes resguardaban una luna que comenzaba a menguar y el frío que entraba mientras sacudía las cortinas solo me hizo regresar tiritando a la cama. La leve ventisca me arrulló lo suficiente como para adormecerme, hasta que sentí mi celular, que vibró bajo la cobija, mientras yo pedía a gritos que fuese una Sabrina incapaz de dormir.

Lo que somos estando juntosWhere stories live. Discover now