Capítulo 25

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Miles

Nos dio donde nos duele.

El internet. Lo que amamos con el alma y nos conecta con la sociedad fue arrebatado de nuestras pobres manos hasta nuevo aviso y no podemos hacer nada para evitarlo. Es que bueno, ¿quién nos mandó a desobedecerle a Alexander Campbell? Nadie y aquí estamos por eso.

Le pidió al encargado del hotel que hubiera un cambio de contraseña de la red de wifi en nuestra habitación y el plan de celular fue cancelado. Simplemente genial. Por si no fuera poco descubrió que existe una maldita opción llamada "Control parental" y adivinen quien quiso probarla... si, el ya saben quién.

—¡¿Tengo restringido el uso de YouTube?! —grité sin saber que hacer.

—Y un límite de tiempo con el celular —respondió Alexander comiendo el desayuno como si nada hubiera pasado.

—Te pasas papá —continuó Milan.

—¿No les gustaba desobedecer? Ahí está su castigo chicos, nada que hacer.

—Debes estar bromeando...

—Además si están pensando en conectarse a otra red y navegar por Internet lo sabré, me encargué de eso.

—¡Estas exagerando, joder!

—Puede que sí, pero con ustedes nunca es suficiente, no me arriesgaré a que encuentren otra página ilegal y quieran ir a una carrera de autos. Desde aquí se termina eso y lo conversamos

—¿No que era un supuesto borrón y cuenta nueva? —preguntó Milan y le di la razón.

—Si cariño, lo que no hay que olvidar es que están castigados —dictó y siguió comiendo su fruta—. Desayunen que nos espera un largo día.

—Ay no —me asusté—. ¿Dijiste, "nos"?

— Así como oyeron —nos miramos con Milan y colocamos ambos un gran puchero.

—No tenemos ánimos...

—Tampoco yo... —le seguí el juego a mi hermano.

Puede que nos mande a hacer alguna cosa como ayudarle en el trabajo y Dios, es aburridísimo. Una vez Alexander me castigó de esa forma y tuve que ir a ayudarle una semana completa a la oficina donde veía un montón de papeles y debía ordenarlos. Quería huir y eso se me dificultaba con la presencia de Lucas quien me vigilaba cada veinte minutos, aunque recuerdo que a escondidas me llevaba un par de golosinas o Sándwiches para que no fuera tan malo y realmente lo agradezco.

—Bueno... si ustedes no quieren —se encogió de hombros y despertó nuestra curiosidad. Es sospechoso que ceda tan rápido, debe ser algo que nos beneficie.

—Yo creo que los jóvenes deben ir, señor —Lucas habló y queríamos aniquilarlo, le hacíamos señales desde lejos para que cerrara la boca sin embargo el continuaba con su discurso—. Es importante que aprendan que lo que hicieron no fue correcto, con todo respeto.

—Pienso lo mismo que tú, Lucas. Muchas gracias por tu ayuda, me aclaraste la mente.

—¡Pero papá...!

—Ni saben lo que van a hacer y ya se están quejando —sonrió y luego se pudo serio—. Vayan a cambiarse a una ropa cómoda.

—¿Dónde iremos? —hizo como si su boca tuviera un candado y tiró la llave imaginaria lejos de mi alcance—. ¡Noo, la necesitamos!

—Miles... —me habló mi hermano.

—¡Encuéntrala!

—¡Es imaginaria! —me volteó el menor y arrugué las cejas.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now