Capítulo 16

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Milan

Estirarme y estar cómodo, no hay nada mejor que eso. Siento como mis pies tocan las nubes y mi espalda me lo agradece, estar en un agradable colchón, se parece a mi cama.

Mi cama... un momento.

Abrí un ojo y se me fue el aire al ver que efectivamente estaba allí. En mi propio cuarto y con un vaso al lado, en mi mesita de noche.

¿Cómo y cuándo llegué aquí? ¿No se suponía que estaba en el club con Hugo?

Mierda, no se tenían que enterar. Ahora que hago memoria Parker me fue a buscar, ¿habrá sido capaz de decirle a papá? Si pienso lógicamente por supuesto que sí, hay un 99.9% de probabilidades que se lo haya relatado con lujos y detalles condenándome de por vida, pero también está ese 0.1% en el cual confío.

Unos golpecitos hicieron que me levantara de golpe y fue como si tres sacos de piedras se me vinieran encima al mismo tiempo. Que horrible es la resaca por Dios. Me duele hasta el cabello y eso es imposible.

—¿Milan? —es Miles y agradezco que no sea papá—. ¿Estas despierto?

Dudé si contestar que sí o no, pero terminé accediendo por lo que le grité que podía pasar.

—¡Wow! —sonrió con una cara de malicia—. ¿Te escapaste anoche?

—Si no es la gran cosa.

—¡Para mi si, joder! ¡Estoy muy orgulloso de ti! —fingió limpiarse lágrimas falsas—. Por fin aprendes, hombre.

—No estoy feliz de haberlo hecho.

—Y menos lo estarás cuando Alexander probablemente saque el cinto, pero...

—¡¿Qué?! —me mareé más de lo que estaba y fui directamente al baño, corriendo y sin respirar.

—Hey no duele tanto.

—¡No me jodas Miles! ¡Viniste a asustarme!

—A felicitarte, que mal genio —rodó los ojos y lo dejé de mirar por un momento— Eres todo un adolescente ahora que...

Guardó silencio por un segundo y luego continuó.

—¡Que no sabes comportarte! Les diste un infarto a todos, estoy feliz de que no te haya pasado algo hermano —levanté una ceja confundido por su discurso y cuando me volteé estaba Alexander allí.

—¿Con que eso era lo que le querías decir a tu hermano Miles? Porque me parece perfecto, venía por lo mismo que tú —el imbécil sonrió inocentemente.

—Claro, te dejo para que hablen.

Maldito traidor.

—¡Miles, ven! —chillé cuando este se alejó a pasos agigantados.

—¿Cómo amaneciste después de la borrachera de anoche? —mi labio tembló y quise llorar enseguida porque me sentía culpable.

No le respondí. Lo único que pude hacer en un momento como ese fue sentarme al lado del inodoro y mirar el piso. Si decía algo la cagaba y si le respondía queriendo defender lo indefendible me re ultra cagaba.

—¿Y bien? No espero que te quedes callado jovencito.

—Bien, amanecí bien.

—¿Sin resaca? ¿Tomaste la pastilla que te dejé en la mesa?

—Si.

—Me parece bien, ve a darte una ducha y bajas a desayunar.

—¿Está...? —no terminé mi frase hasta que se volteó confundido—. ¿Está todo bien?

Aventuras de un herederoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin