Capítulo 31

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Milan

¿Qué carajos hice? No puedo creer que le dije que pasaría solo, es una real farsa porque no quiero hacerlo, mi objetivo era llevarle la contraria a papá, jamás que se lo tomara enserio y aceptara mi estúpida propuesta, sin embargo, el enojo hizo lo suyo.

Casi llorando me fui por una ducha y luego a lavarme los dientes, no quiero poner ni un solo pie en una jodida clínica, me aterra ir y al parecer papá no lo entiende. Respiré profundamente y me hice el enojado porque orgulloso hasta el final.

—¿De verdad te quedarás afuera? —preguntó Miles a papá desde la cocina y me escondí detrás de la pared para oír su conversación—, no puedes hacerle eso...

—¿Yo? Tu hermano lo quiere, Miles, deberías respetar su decisión.

—¿Me quedaré aquí?

—Si, le pediré a algún guardaespaldas que te cuide, en realidad a unos veinte porque contigo nunca se sabe —Miles le sacó la lengua.

—Ja, ja, muy gracioso papá.

—Dime que es mentira jovencito.

—Pues si me tuvieran más paciencia...

—Tus salidas inesperadas son más frecuentes últimamente y no planeo arriesgarme, más te vale que no hagas ninguna cosa peligrosa en mi ausencia Miles Alejandro porque me enfadaré de verdad.

—Uy ya me estas regañando y ni he salido...

—Te conozco tan bien —le desordenó el cabello y luego salió de la cocina rápido por lo que no alcancé a escapar y me quedó mirando sorprendido—. Que bueno que estas listo, voy por el auto.

—Hum, si —rehuí de su mirada.

—No te enojes conmigo hijo, lo que hago es para cuidarte y si llevarte a un dentista es necesario créeme que no dudaré —bufé y salió en dirección a la mesita de las llaves.

Si le respondiera que lo perdono estoy seguro de que sonreiría y me llevaría de todas formas, es que no hay manera de escapar de lo inevitable, lo triste es que yo solito tendré que pasar por ahí y Miles se queda de lo más bien en la casa, pero vale, yo soy el que tiene el dolor... me estoy desquitando injustamente.

—Suerte —mi hermano me tocó el hombro y colocó una mueca.

—No la necesito.

—No te pongas así, por primera vez concuerdo con el ogro.

—¿Justo hoy? Jodete Miles.

—Es que tiene algo de razón. Va para que te quiten el dolor ¿no?

—Y yo le dije que podía esperar —gruñí por lo bajo—, pero no importa. Al parecer no le importa en lo absoluto mi palabra.

—Estas exagerando además no te pasará nada.

—¿Yo? ¿Exagerando? Mira quien habla, el rey de los dramas.

—Cállate Milan, no me fastidies.

—¡Milan te estoy esperando! ¡Vámonos! —cerré los ojos y medio temblando me despedí con la peor cara que pude haber tenido.

No le hablé en lo absoluto, ni caminando hacia el ascensor y mucho menos en el estacionamiento, incluso para que notara el ambiente incómodo y molesto, me fui atrás y no en el copiloto junto a él. No llevé mis audífonos porque no vale la pena en lo absoluto ya que me quitó el celular por unos tres días o al menos hasta que haya pasado las interrogaciones de la escuela. Intenté quedarme tranquilo y no pensar en lo que venía y cerré mis ojos.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora