Capítulo 4

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Miles

Estos últimos días he tenido el privilegio de faltar a clases y quedarme en cama. Maya me consintió como siempre y las cosas dulces no faltaron. Estuve en un paraíso de queques, galletas, tartas y mimos de su parte por lo que no me sentí para nada solo. Aunque en el fondo pero muy al fondo quería recibir un poco de cariño de otra persona.

La cabeza aún me duele pero no tanto como ese día, las mis heridas sanaron en su mayoría pero quedaron unos moretones que tardarán un poco en desaparecer.

—¿Qué haces fuera de la cama? —Di un brinco cuando me sorprendió papá a mis espaldas.

—Nada —respondí susurrando—, nada que te interese.

Acumulación de rabia ¿Qué esperaba?

No lo veo nunca en casa, pareciera que no existe una relación padre e hijo en aquí. Siento que me ignora, pasa absolutamente todo el jodido día en su despacho o saliendo a juntas que para él son importantes. Es más, escuché hace unas horas que tiene un viaje mañana y no ha podido decírmelo.

—¿Es necesario responderme de esa forma, Miles?

—Muy.

—Deja ese comportamiento —habló agotado—. Ve a la cama y apaga las luces que es tarde. No olvides tomarte los medicamentos.

— ¿Ahora te importo? —dije desafiante— ¡Pues que te valga mierda como estoy, me quedo aquí y punto!

—Escúchame bien jovencito, aquí nosotros dos no hemos hablado por una clara razón, espero que obedezcas mis órdenes y las del médico así que te vas a dormir pero ya.

—¡Son las nueve de la tarde, no tienes derecho!

—Que sean las diez —apreté los dientes—. A dormir dije.

—¿Por qué tienes que ser tan molesto?

—No te mandas solo, si te digo algo es por su bien —Maya apareció en el pasillo y me quedé en silencio.

— Miles, ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo le pregunto yo —sonrieron.

No entiendo el por qué se pone de su lado, debería ser todo lo contrario. Mirando el piso y sintiéndome como un perro regañado pasé por el lado de ambos en dirección hacia la sala.

Si esperaba que siguiera sus estúpidas órdenes se equivoca.

— Señor Alexander, hice lo que me solicitó. Le dejé organizado el horario semanal de las comidas por si acaso esta semana, también lo del calendario, está en la cocina con cada examen que rinde Miles en el mes y una copia en su despacho.

—Te pasaste Maya, muchas gracias. Disfruta las semanas de vacaciones que te las mereces.

—Gracias —abrí la boca sin creer lo que estaba escuchando.

—¿Qué tonterías? —corrí escaleras abajo— ¡Quieren controlar mi vida!

—¡Miles Campbell vuelve a la cama en este instante!

Desesperado fui a ver el supuesto calendario y efectivamente era verdad. Descubrieron todo lo pendiente maldita sea, llevo alrededor de ocho exámenes atrasados y esas citaciones las había estado escondiendo todo este tiempo.

Me acaban de traicionar, repito, Maya me acaba de traicionar.

Mi mochila estaba en la mesa con todas las comunicaciones, debí botarlas, no alcancé y ahora estoy condenado.

—Lo repito una vez más y te vas a dormir calentito si sigues.

—Puedo explicarlo.

—Mañana lo hablamos, a dormir.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now