Imperium ramal

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No puede ser todo tan mierda. Mis pies no dejan de caminar a paso firme. Quizás debería ir con Kilian, pero sé que verme solo lo estresaría más. Así que me voy a encargar de encontrar alguna solución a todo esto.

La puerta que da a La Orden de los Guardianes es inmensamente enorme y no importa que te veas como una hormiga frente a ella, es imposible que alguien no te vea entrar. Siempre hay guardias frente a ella y ojos en cada ventana, entrada o salida. Está aún más resguardado que el palacio. Así que, necesito una buena excusa para entrar ahí.

—Nill Reed me mandó—afirmo frente al guardia que me observaba con mucho cuidado para grabar cualquier detalle de mí y asegurarse que no tuviese nada peligroso conmigo ni que yo lo fuera.

—¿Su ley?—me pregunta luego.

—¿Ley?—musito ¿De qué está hablando? ¿Qué mierda es ley aquí...?

—Acá está, señor.

Una mano sobrepasa mi hombro y le entrega un papel al guardia que este ojea. Alzo mi vista para ver a Fisgo sonreir amablemente al guardia. Este, finalmente, asiente y nos deja pasar. Caminamos en silencio un par de segundos hasta perdernos en un pasillo vacío. Quiero preguntarle por qué me ayudó, pero se me adelantó:

—¿Qué es lo que buscás?

Desvío mi vista a un lado. No creo poder decirle nada. Es un estudiante de guardián y a quien sea que le vaya con el chisme, podría meterme en problemas y, sobretodo, a Kilian. Así que, me mantengo callada y para que quede claro que diré nada, lo miro directamente a los ojos.

—Vi a Kilian—afirma. Mis ojos expresan la sorpresa—. Se lo veía mal—Contempló el techo buscando el recuerdo en él—. Ni siquiera se paró a verme con desprecio, como lo hace siempre—A pesar de notar su preocupación, no me convence de contarle mis propósitos, pero algo me llama demasiado la atención.

—¿Por qué lo llamas "Kilian"?

Parece que no puede moverse. Fisgo se queda tieso en su lugar intentando procesar mi pregunta.

—Eh...—tartamudea—¿La costumbre?

—¿Costumbre?—pregunto con un tono más alto y una gran sorpresa—¿Pero qué ese nombre no más lo podía decir su novia?—Su expresión me llama ignorante, pero seguo sin entender.

—En serio. Los humanos son muy cuadrados—responde.

—¡Ya! Explícate—insisto.

Suspira profundo y contesta:

—Cuando dos personas se aman mucho, mucho, mucho...

—Ay, Dios—Cubro mi rostro con mis manos sin poder creerlo aún y sin querer escuchar el resto.

—...se llaman por su tercer nombre. Yo era Letio para Ki...Giska.

—No puedo creerlo ¿Eres su ex?—pregunto desconcertada.

—¿Qué tiene?—pregunta con cierto tono ofensivo.

—Que no los veo juntos. Los dos serían como...como...como una bomba explosiva—explico. Fisgo ríe. Parece que todo esto le divierte o lo hacía en el pasado, ya que esa risa se va apagando poco a poco—¿Por qué terminaron?

—Em...Bueno, si Gaizka no te lo dijo. No me tengo que meter. Pero confía en mí. De verdad me preocupa él ¿Cómo pensas ayudarlo?

Pienso un momento con mi vista en el techo ¿Realmente es buena idea confiar en él? Si de verdad se preocupa por Kilian, podría ser de ayuda, pero ¿Por qué él lo odia tanto? Aún así, no sé si encontraré lo que estoy buscando si voy sola. No conozco este lugar como él.

KILIAN: Presas y cazadoresWhere stories live. Discover now