Pasadizos secretos y nuevos recuerdos

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Capítulo 4

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Cuando abro los ojos me encuentro con un mundo totalmente distinto al que recuerdo. No había neblina en ningún lado, el sol invadía la brillante habitación llena de colores exóticos. Las personas van y vienen de un lado hacia el otro a gran velocidad y sin detenerse. Todos vestían de tantos colores y llevaban túnicas con estampados hermosos. Solo vine dos veces desde La Guerra de la Primera Muerte y la última vez el lugar aún estaba siendo desinfectado. Pero ahora, en cada esquina del lugar, hay hermosas flores que nunca antes he visto y todas parecen sonreírme. Ya no hay oro en las paredes, en su lugar, los bordes son adornados con tubos por los que corre agua y peces de muchos colores, pero del tamaño de un dedo pulgar. En el centro de la habitación hay un enorme cuadro, aquel que estaba tirado en el bosque la primera vez que me perdí, donde se ve a Kilian de pequeño junto a su familia. No puedo evitar quedarme embobada con esa imagen: Kilian de niño. Es demasiado tierno. Ahora que ya no nos persiguen o que no estoy tan pendiente de Domina, siento que puedo dedicarle a él el tiempo que siempre le quise dar.

Mientras estoy impatada por la hermosura del lugar, unas manos me sorprende al envolver mi cintura desde atrás.

—Tardaste mucho en despertar—Oigo la voz de aquel hombre en mi oreja y siento un beso suyo aparecer en mi cuello.

—¿De verdad? ¿Tú hace cuánto lo hiciste?

—Un buen rato—responde para luego dejar muchos besos más hasta mi mejilla provocándome serias cosquillas.

—Oye, ya. Eres un pesado—me quejo entre risas.

—Aprovecho para amarte antes de que debamos quitarnos las jikkas.

—¿Quitarse qué?

—Esto—Cuando dijo eso volteé a verlo y contemplarlo vestido con una de esas batas, pero la suya era diferente. No la tenía bien cerrada, de forma que sus pectorales se veían sutilmente, al igual que sus clavículas, las cuales eran coronadas por su grueso cuello, el que se había puesto más grueso mientras no nos veíamos. Esa... jikka era blanca con bordes celestes y tenía estampado en negro lunas, estrellas y puntos en círculos repetidas veces; además, era mucho más corta que la de los demás, aunque no me animo a bajar la vista para comprobar si lleva pantalones. Ahora estoy perdida en su mano que sostiene parte de la bata que cubría su pecho mientras, seguramente, explica algo que no logro escuchar—¿Entiendes?

—Sí...interesante—contesto con una sonrisa.

—¿Verdad que sí? Oh, espera. Aquí tengo la tuya—Voltea para tomar una tela doblada en color verde y estampado de rosas rojas y negras—. Puedo pedir una más corta o más larga, como tú quieras.

Me la entrega y puedo sentir la textura más suave que he tenido entre los dedos jamás.

—Es hermosa, Kilian. Gracias.

No tarda en devolverme la sonrisa. Luego, se dirigió al centro de la habitación y alza la voz para dirigirse a todos los presentes.

—Por favor, terminen sus tareas ahora y dejen que Chiara se cambie tranquila acá. Necesita estar a solas—Hacía mucho que no oía su acento tenebiano ¿Debería pedirle que lo use también conmigo? Me gusta demasiado.

Rápidamente, cada individuo terminó lo que estaba haciendo y salieron de manera ordenada; y a lo último, los sigue Kilian.

—Nill ya me explicó el tema de la privacidad.

—¿El tema?—pregunté confundida.

—Sí, eso de que los humanos mantienen su privacidad por siempre y que es por una maldición y todo eso. No te preocupes, ya lo entendí—Mira el lugar, bastante contento con el resultado—. Hay ropas en el armario. Luego traerán tu traje para esta noche, hasta entonces tu eres dueña de todo, puedes ir a donde quieras y...—piensa—. Si necesitas algo solo llámame, ¿si? Bueno, creo que es todo. Puedes preguntarle a quien sea por mí y te guiarán con mucho gusto. Bueno, nos vemos—Se va por la puerta, pero de inmediato regresa—. Te amo.

KILIAN: Presas y cazadoresWhere stories live. Discover now