Capítulo 12

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Capítulo 12

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Cuando el sol comienza a lanzar rayos de fuego hacia mis ojos a través de la ventana, despierto con la temperatura de mi mano por las nubes.

—No, no, no—me lamento y hundo mi rostro en el colchón—. Se supone que debería estar despierta para recibirte.

Una débil y gruesa risa me altera. Corro a buscar los nuevos vendajes y el ungüento para cambiarlo.

—Está limpio, tranquila—dice con la voz muy baja—. Una señorita vino a cambiarlo.

—Lo siento. No tienes que hablar, ¿si? No lo hagas si te duele.

—Es el brazo, no la garganta, princesa.

—Ya sé, pero estás débil.

—De hecho me siento muy bien. Listo para la acción.

—Kilian, relájate. Debes recuperarte—insisto para luego tocarle la frente, pero no siento fiebre. En realidad, parece estar bien, a excepción de su voz y el gran vendaje en su brazo izquierdo.

—Tienes razón—dice de repente con la voz quebrada. Se agarra el brazo y empieza a gemir de dolor—. No creo poder superar esto. Duele demasiado.

—Tranquilo, tranquilo—Me levanto de inmediato y veo a mi alrededor, pero nada de lo que está en la habitación me trae una respuesta—. Iré a buscar a Nill.

—De hecho, yo sé lo que necesito—exclama.

—¿Qué cosa?

—Acércate—Me acerco a él—. Más cerca—insiste. Obedezco—. Más—Me roba un beso—¡Listo! Solo eso necesitaba para levantarme.

—¡Idiota! ¿Sabes lo preocupada que estoy?

—¿Sabes que aquí llamarle idiota al príncipe es ilegal?

—¿En serio?

—Sí, pero tú puedes hacerlo porque me exitas.

—¡Kilian!

Se ríe a carcajadas mientras un fuerte rubor me cubre toda la cara.

—¿Sabes? Podríamos pasar el día juntos. No tuve la oportunidad de mostrarte el reino—me dice mientras se incorpora y apoya con suavidad sus manos en mis caderas.

—Me encantaría—respondo para que luego sellemos el trato con un beso.

De inmediato, la puerta se abre con lentitud, como siempre, alguien entra. Es Nill, quien parece tener el rostro mucho más iluminado que ayer.

—Dos cosas—anuncia mientras deja un cambio de ropa bordó sobre la mesa en medio de la habitación—: Primero, alteza, quiero ver si se encuentra en buen estado para concluir nuestro trabajo. Segundo, esta ropa es para Chiara. En cinco minutos, menos si es posible, te quiero en el salón de entrenamiento para guardianes en la Orden, ¿entendido? Vas a empezar tus lecciones ahora.

—De acuerdo...

—Ahora retirate que tego que cambiar al príncipe y conozco la mente humana.

—Por mí no hay problema—afirma Kilian.

—Ya quisieras—le contesto mientras tomo mis ropas y me voy a mi cuarto.

No solo llego tarde, sino que interrumpo a un grupo de lo que supongo serán guardianes en entrenamiento que están meditando en un círculo cerrado. En el centro se encuentra Filoas. Hacía bastante que no lo veía. Lleva un chaleco de tela fina y roja, pantalones apretados y un cinturón con un imperium de la verdad en él que parece encapsulado en vidrio. Me acerco con cuidado y sutileza, y me siento en el hueco vacío que hay. Instantáneamente, todos voltean a verme.

KILIAN: Presas y cazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora