Capítulo treintaicinco: ¿Confiesas tu o confieso yo?

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Había pasado una semana desde aquella significativa salida a Hogsmeade. Anastasia estaba contando los días para Navidad ya que iría a la casa de los Weasley, porque no quería estar encerrada en el castillo, aburrida y sin nadie con quien disfrutarlo. Bueno, no iba a ser la única pero conocía pocas personas con quien charlar durante esos días.

Draco, estaba planeando, cada noche, acercarse de la manera más sutil y "sin querer" hacia Anastasia. Pero, obviamente, Aurel se acercaba a ella disimuladamente y con coqueteos, y cada vez que Malfoy los veía, agarraba una rama y lo partía en dos con rabia.

La muchacha miraba al rubio con pena y tristeza, porque recordaba los momentos lindos que pasó con éste, debe ser millones o tal vez menos, no era momento de recordar.

Umbridge era una tortura, un dolor de cabeza con su voz chillona y no enseñaba nada interesante, solo libros de porquería ¿¡Quién quiere libros cuando en Defensa Contra las Artes Oscuras se utiliza la varita y manejo de muñeca?! Yo me retiro, no puedo más, profesora estúpida...

Desde que Harry tuvo ese famoso castigo, Anastasia también lo tuvo. No fue para nada linda ni bonita, fue horrorosa. Una clase, Anastasia se "reveló" contra la profesora y ésta le dio un castigo de tres días. La joven estaba indignada, ya que nunca había tenido mala conducta, bueno, deben ser las hormonas. El castigo consistía de escribir en una carilla de un pergamino, las siguientes palabras: No debo contestarle a la profesora de forma agresiva.

Con esa pluma especial, a Ana, le dejó marcado la mano en la parte superior. Esa noche no durmió por el dolor.

—¿Cómo te ha ido en tu castigo? —preguntó Hermione luego de que Anastasia saliera del salón.

—Bien... bueno, no —musitó mientras se cubría la mano para que preguntaran.

—¿Qué tienes ahí? —pregunto Ron señalando su mano.

—Nada, nada.

—Por favor Ana, no nos tienes... —se calló la boca al instante cuando vio la herida— ¿Te lo hizo ella? —solo movió la cabeza de arriba abajo— ¿No piensas decir nada? —movió la cabeza en negación.

—Anastasia si se lo dices a Draco... —dijo Hermione hasta que le interrumpió.

—Él no tiene que saber nada, ¿para qué? Ya no tiene que ver en mi vida.

—Pero si le dices, el padre puede hacer algo.

—No quiero decirle nada, no le incumbe.

Aurel apareció corriendo por las escaleras, agitado y con una expresión de preocupado.

—Ana... —trataba de respirar lo más normal posible— ¿estás bien? Escuche que tuviste el castigo con Umbridge y quería ver si no te hizo nada.

Hermione y Ron se miraron mutuamente, impactados por lo que un Slytherin acaba de decir. Raro ¿no?

—No te preocupes Aurel, no me ha hecho nada malo —Ron puso los ojos en blanco. Ana lo miró con mala gana y se hablaron por señas.

—¿Segura? —ella se dio vuelta con una sonrisa y asintiendo— ¿Quieres ir afuera? —aquella repitió el movimiento.

Ella saludo agitando la mano a sus amigos, en forma de despedida y sacándole la lengua al pelirrojo. Luego de caminar, llegaron al patio de Transformaciones. Aurel quería ir específicamente ahí para su plan el cual tenía que estar involucrada Ana y que fuera espectador, Draco.

—Segura que no me estas mintiendo? Estoy seguro que esa bestia te hizo algo —aún tenía su mano cubierta por la otra—. Dame tu mano —aquella no quería. El joven la agarro sin su permiso y sintió la herida en sus dedos—. Sabía que te hizo algo —mientras le acariciaba la mejilla, Anastasia tenía expresión de dolor.

Malfoy al ver que Aurel y su "novia" estaban juntos, se levantó rápidamente del banco de cemento que había por el lugar. Estaba por comenzar su manzana hasta que vio una escena algo... desagradable para sus ojos.

Su amigo y la adolescente se estaban besando. Ella no quería para nada al muchacho. Este la beso con fuerza mientras que la otra trataba de librarse de él empujándolo.

—¿¡Estás loco o que te pico?! —dijo gritando Ana cuando se separó de él— Hijo de... —le levanto la mano para darle una cachetada pero antes de que sucediera eso, alguien le tiro una fruta.

—¡Auch! —se quejó el que la beso. Miró hacia dónde provenía la fruta lanzada y era del rubio— Eres tan cobarde que solo me tiras una manzana. Si quieres pelear hazlo como los hombres de verdad, no los maricas.

Draco al escuchar las palabras "cobarde" y "marica" reaccionó sin pensarlo. Se abalanzó sobre el otro y comenzaron una pelea, sin varitas, sin duelo.

—¡PAREN! —les ordenó la espectadora.

Pero ni caso. Estaban concentrados en dejar destruido al contrincante y saber quién iba a la enfermería primero. Alumnos se acercaban a ver, curiosos, otros dos separaron a los dos. Uno de ellos tenía sangre en una ceja y en la comisura de la boca, y otro le salía sangre de la nariz.

—Ya que ahora puedo hablar —dijo gritando— ¡Es hora de confesar! ¿No creen? ¡VAMOS AUREL, CONFIESA DE UNA VEZ PARA QUE MIERDA ESTAS AQUÍ! —se acercó más al otro— ¿Confieso yo o confiesas tú?

Se que tarde un montón y perdon, se que me quieren matar cada vez que subo tarde pero estoy muy ocupada.
Comenten y denle a la estrella.


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