Capitulo treintaidos: Actuemos por nuestra cuenta.

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Un simple castigo puede ser superado, pero... ¿con Dolores? Ja, no crean que es fácil. Harry Potter ha tenido su primer castigo con la profesora de Defensa contra las Artes Oscuras y fue con dolor. Aun no me ha castigado, por suerte.

Mi amigo, me ha dicho que tenía que escribir la misma frase: "No debo decir mentiras". Pero descubrí algo más... le ha dejado una marca en el dorso de la mano derecha con la mismas palabras que él había escrito en el pergamino.

A Ron lo eligieron como guardián del equipo de quidditch, festejó como loco, ya que lo estaba esperando desde hace rato.

Una mañana, Hermione quería repasar El profeta de arriba abajo para encontrar el artículo de Percy mencionó en una carta. Sin embargo, cuando la lechuza que se había llevado acababa de levantar el vuelo, Hermione soltó un grito ahogado. Dejó el periódico en la mesa para que los demás lo veamos y era una gran fotografía de Dolores Umbridge con el titular:

EL MINISTERIO EMPRENDE LA REFORMA

EDUCATIVA Y NOMBRA A DOLORES UMBRIDGE

PRIMERA SUPREMA INQUISIDORA

—¿La profesora Umbridge "suprema inquisidora"? —repitió Harry, desconcertado. La tostada que estaba comiendo se me cayó de los dedos—. ¿Qué significa eso?

Hermione leyó el artículo en voz alta y luego, al terminar, nos miró.

—¡Ahora ya sabemos por qué nos han puesto a esa Umbridge! ¡Fudge aprobó el Decreto de Enseñanza y nos la ha impuesto! ¡Y ahora va y le da poderes para supervisar a los otros profesores! —Hermione respiraba muy deprisa—. No puedo creerlo. ¡Es un escándalo!

—Ya lo sé —coincidí.

La cara de Ron se dibujó una sonrisa.

—¿Qué pasa? —preguntamos Harry, Hermione y yo al mismo tiempo.

—Es que me muero de ganas de ver cómo supervisan a la profesora McGonagall —dijo Ron alegremente—. Umbridge va a enterarse de lo que es bueno.

—En fin, vámonos —propuso Hermione poniéndose de pie—. Si piensa supervisar la clase de Binns, será mejor que no lleguemos tarde...

Antes de que me retirara del Gran Salón, alguien me agarro de la muñeca, gire la cabeza y era Draco. Hace bastante tiempo que no lo veía, demasiado.

—Hey, ¿acaso ya te has olvidado de mí? —preguntó preocupado.

—No, claro que no —le di un beso en la mejilla—. Solo... que he estado ocupado con esto de las clases. Ya sabes como soy.

—Esta vez lo dejo pasar. ¿Te parece ir a....? —una voz chillona le interrumpió.

—Hola Draco —le saludo Catherine—, acuérdate que nos sentamos juntos en Pociones.

Mire primero a ella, luego a él. No me ha dicho nada, ni si quiera me pidió permiso. Mi rostro fue cambiando, de sorprendida fingida a sarcástica.

Obviamente me puse celosa, más celosa de lo común. ¿Me ve cara de tonta o qué?

—Ah, bueno... entonces, me sentaré con Aurel en la clase de Pociones, si no te molesta —dije cruzando mis brazos.

—Claro que me molesta, pero Anastasia —no lo dejé terminar.

—No, deja. Me hubieras dicho, no se... hace un par de días o horas y no así de sorpresa.

—Es solo una clase, Anastasia.

—No claro, lo mismo te dije a ti la anterior vez que me senté con un amigo tuyo. Me dijiste que tenía que pedirte permiso para sentarme con uno de ellos. No sé si lo recuerdas —se quedó callado—. Tengo que ir a clases, con permiso... —me solté de su agarre de mi muñeca.

A veces pienso que no ve que me pongo celosa cuando Pansy se le acerca o una chica cualquiera se le tira encima. Ya lo he hablado con él, pero parece que tiene oídos sordos.

Catherine se le ha estado encimando demasiado, para mi vista. A penas, con Draco, podemos cruzar un par de palabras porque viene la rubia chillona a pedirle o recordarle alguna cosa.

Había llegado la hora de tener Pociones. No miré a Malfoy durante toda la clase, obviamente seguía enfadada.

—¿Qué te ocurre, Anastasia? —preguntó Aurel al verme con el puño cerrado.

—No, no es nada. Pregúntaselo a tu hermanita que esta tan encariñada con mi novio.

—Oh, ya se... ¿celos?

—No pf, para nada.

—Tranquila, lo hablaré con ella —puso su mano derecha arriba de la mía y sentí la mirada del rubio mirándonos.

—M-me parece bien —aparte mi mano de la suya y le sonreí.

Eso de la medianoche, llego Harry de su castigo. Lo estaba esperando junto con Ron y Hermione. Volvió con la mano ensangrentada.

—Sigo pensando que deberías quejarte de esto —afirmo Ron en voz baja.

—No —contesto Harry.

—Esa mujer es repugnante —afirmó Hermione con un susurro—. Repugnante. Cuando entraste estaba diciéndoles... qué tenemos que tomar cartas en el asunto.

—Yo propongo que la envenenemos —sugerí.

—No, en serio... Tendríamos que decir algo sobre lo mala profesora que es y sobre el hecho de que con ella no vamos a aprender nada de defensa —propuso Hermione.

—Pero, ¿qué quieres que hagamos? —le pregunté con un bostezo—. Es demasiado tarde, ¿no? Ya la han dado el empleo, y ahora no se va a marchar. De eso se encargara Fudge.

—Bueno... —dijo Hermione—, se me ha ocurrido que a lo mejor ha llegado el momento... de que actuemos por nuestra cuenta.

—¿De que actuemos por nuestra cuenta? —repitió Harry.

—Me refiero a... aprender Defensa contra las Artes Oscuras nosotros solos.  

¡Hola! Le dejado con un poco de peleas o salseo, o como le quieran decir.

Muy pronto voy a hacer un "50 cosas sobre mi" donde van a saber más de mí.

Denle a la estrella y comenten si les gustó.

¡Adiós! 


Compartiendo el Mundo (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora