LOST | 2da TEMPORADA

By kidrauhlshawtys

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Holaa❤ Esta es la segunda temporada de "Lost" y espero que les guste muchísimo. Les recuerdo que es adaptada... More

Capítulo 1 "No puedes ser joven por siempre"
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Nota
Capitulo 21 "Saber esperar"
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27

Capítulo 22

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By kidrauhlshawtys

Estaba a punto de quedarme dormida cuando sentí el cuerpo pesado de Justin removerse sobre el colchón con incomodidad. Abrí los ojos de golpe, y un suspiro de alivio salió desde el fondo de mis pulmones al observar que se estaba frotando los ojos, retorciéndose sobre la cama. Me levanté de un salto, agitándome los cabellos, y aproximándome hacia la mesita de noche, sacando una pastilla de una caja de color naranja con las manos temblorosas y agarrando el vaso de agua con fuerza.

Corrí sobre el suelo de madera, sintiendo el frío del mismo helar las plantas de mis pies descalzos, y me dejé caer en el extremo del lado de Justin, mientras él se agarraba la cabeza fuertemente con ambas manos, gruñendo. Abrió los ojos con dificultad, parpadeando repetidas veces, y me miró con los ojos cristalizados.

-¿____? –masculló, respirando entrecortadamente. Dejé el vaso y la píldora sobre la mesita, y situé mi mano en su mejilla, asintiendo.
-¿Cómo te sientes? –le pregunté. Él gruñó.
-Agh, me duele la cabeza –se quejó amargamente. -¿Me he emborrachado?
Fruncí el ceño. –No. Tú… Te desmayaste –le dije, como si fuera obvio. –Estábamos comprando ropa y…
-¿Eh? –frunció el ceño, sentándose pesadamente sobre la cama, apoyando su espalda sobre el espaldar de la misma.
-Sí –asentí lentamente. –Tuviste un colapso y te caíste –le expliqué. -¿No te acuerdas?
Negó con la cabeza. –No.

Fruncí el ceño, y suspiré, alargando ambas manos hacia la mesita. Seguidamente, le extendí la píldora, y él sacó la lengua. Sonreí y la puse encima. Seguidamente, me quitó el vaso suavemente, y apretó los párpados mientras el líquido corría a través de su manzana de Adán, la cual subía y bajaba constantemente, hasta que el vaso quedó vacío. Se detuvo jadeando, y puso el vaso sobre la mesita de noche, frotándose los ojos por segunda vez.

Al captar mi mirada extrañada puesta sobre él, chasqueó la lengua e intentó levantarse de la cama. Lo detuve, poniendo mi mano sobre su pecho y empujándolo hacia atrás. Él paró, y volvió a colocarse donde estaba, sacudiendo la cabeza y emitiendo una mueca de dolor.

-¿Cómo te sientes? –le pregunté, y él sólo negó con la cabeza, con la palma de su mano puesta sobre uno de sus ojos, ejerciendo presión. Cuando la apartó, a gruñidos, suspiró.
-Como si hubiera dormido por un mes –respondió. -¿Cómo me desmayé?
Arrugué la frente. ¿Era esto una especie de broma o algo? Porque no era nada gracioso. –Es que, ¿de verdad no te acuerdas? Me llevaste a comprar ropa interior –hice una mueca. –Luego, por alguna razón, te sentiste mal y te desmayaste. Chaz y Ryan vinieron y te llevamos al hospital. El doctor dijo que era normal debido al accidente, y…
-¿Accidente? –me interrumpió. -¿Qué accidente?
-Justin –le dije duramente. De acuerdo. Esto estaba fuera de control. –Me sacaste a pasear una noche con tu auto. Chocamos. Casi nos morimos. Tú perdiste la memoria.

Click. Una pieza encajó en mi cerebro. Claro. Las personas que pierden la memoria a corto plazo suelen tener dolores constantes de cabeza cuando los recuerdos comienzan a fluir por su cerebro de nuevo, y normalmente no recuerdan lo que ocurrió durante su amnesia. Significaba que…

-¡Justin! –grité, sonriendo, con ganas de llorar de la emoción. -¡Has vuelto! –grité, sollozando de emoción, tumbándome sobre él, y besándolo repetidas veces en la mejilla. Confundido, me rodeó con sus brazos y sonrió.
-Vale. No sé qué mierda esté pasando conmigo. Pero si vas a tratarme así, prefiero quedarme donde estoy –dijo, estrechándome fuertemente entre sus brazos. Me senté sobre él, colocando mis piernas a cada lado de sus caderas, y arranqué mi iPhone de las sábanas, donde lo había dejado, y comencé a marcar el teléfono que ya me sabía de memoria, sorbiendo las lágrimas.
-¡Oh, por Dios! ¡Tengo que decirle a Mari…! –me corté, y miré el teléfono, separándolo de mi oreja. La sonrisa en mi rostro se borró, y sentí un bajón notable de energía. Justin acarició mis caderas, y yo continué mirando el teléfono con la frente arrugada. Estaba repicando. Y se mantendría haciéndolo. Porque ella no contestaría nunca.
-¿Nena? ¿Qué pasa? –masculló, un toque de preocupación en sus ojos. Colgué la llamada, y tiré el teléfono sobre la cama, dejándome caer también. Me acerqué al cuerpo cálido de Justin, y abracé su abdomen con mi brazo, suspirando profundamente.
-Necesito dormir. Es todo –dije suavemente, mirándolo y sonriendo levemente. Pero cuando bajé la cabeza de nuevo, las lágrimas de tristeza amenazaron con brotar de mis ojos. Tragué saliva, bostezando artificialmente hasta que logré que uno de verdad saliera de mi garganta. Mis ojos se aguaron, e inmediatamente sentí los dedos de Justin hacer círculos sobre mi cuero cabelludo, masajeando.

Sorbí las lágrimas y lo miré, sonriendo. –Me alegra que hayas regresado –le dije, y él sonrió también, confundido.
-¿De dónde? –arqueó una ceja, y yo me reí, limpiándome las lágrimas con el suéter tejido que me había obsequiado mi madre como regalo de “despertaste del coma”.
-De un sitio al que espero no vuelvas jamás –le dije, acariciando sus labios. Volví a sorber las lágrimas y me acomodé en su pecho, escuchando los latidos de su corazón bajo mi oreja. –Te acuerdas de mí, ¿verdad?
Arrugó el entrecejo. -¿Por qué no lo haría, bebé?
Vacilé, pensando en decirle, pero luego me mordí la lengua y me detuve. Ahora no. No quería otro trauma que lo hiciera volver al abismo. Le diría, obviamente, pero quizás en otro momento. En unos días, tal vez. Eran demasiadas cosas que su amnesia le impedía ver ahora.
Negué con la cabeza. –Nada –sonreí, y él plantó un beso sobre mi nariz.
-Vale –respondió suavemente. Sorbí por la nariz por enésima vez, y me quedé mirando a un punto fijo de la habitación, concentrándome en la acompasada respiración de Justin y en los latidos de su corazón. Centré mi atención en sus dedos masajeando suavemente mi cabello en círculos, cerrando los ojos, intentando olvidarme de lo que estaba ocurriendo fuera de las cuatro paredes que nos envolvían.

-Justin’s POV-:
Ese día, mientras esperaba a que fueran las dos para recoger a _____ a la Universidad, me apoyé sobre mi moto, preguntándome qué mierda había pasado con mi camioneta y por qué no la veía por ningún lado. Me rasqué la cabeza, intentando recordar algo. Estaba totalmente seguro de que la había comprado.
Me froté las manos sobre los pantalones, inhalando profundamente el aire seco de otro día en Arizona. Fruncí el ceño para soportar el Sol quemándome el rostro en aquella esquina cercana a un bar. Había venido aquí para tomar algo, pero en realidad sólo quería verla a ella. De alguna manera, sentía que, durante mi colapso de un mes, no la había visto en absoluto. Ella no quería decirme nada. Había estado evadiendo el tema durante las últimas doce horas con que en realidad no importaba, y que tal vez me lo diría más adelante, cuando estuviera listo. Pero ¿listo para qué? Yo estaba listo. Siempre estaba listo. ¿Qué tan malo podría ser?
-¡Voy a matarte, maldita perra! –gritó un tipo a lo lejos. Mi oído se aguzó. Cuando intenté escuchar otra cosa, tan sólo fue el viento que comenzó a filtrarse en mi audición. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza. Esto es a lo que llamo estar volviéndose loco.
-¡Suéltame! –chilló una voz aguda, un poco más cerca. Arrugué la frente, apartándome de la motocicleta. Estaba seguro de que había escuchado algo. Entonces, escuché el grito gutural de una chica y luego un golpe seco, y luego unos tosidos agudos y desesperados. Comencé a caminar a través del callejón, aumentando el paso a medida que reconocía la voz de la chica, quien gritaba por ayuda por entre las voces gruesas de varios hombres.
Me detuve frente a un basurero lleno de grafitis donde nadie ponía el pie. Una chica de cabello rubio pálido yacía sobre el suelo, con la nariz ensangrentada, mientras se sostenía el abdomen con los brazos. La chica era Megan.
Me apresuré hacia delante, y aparté de un tirón a uno de los tipos que la golpeaban. Me encontré con un tipo canoso con los dedos ensortijados y una de sus manos metida en el bolsillo de su pantalón de tela gris mientras se fumaba un porro. Claro. Estaba drogado. Pero ¿qué cojones estaba haciendo Megan ahí?
-Oh. Hola, Justin –sonrió. Lo observé fríamente, y él levantó su cigarrillo. -¿Gustas?
-¿Qué carajo estás haciéndole? –espeté, abriendo y cerrando los puños.
-No deberías estar aquí, niño. Si sabes lo que te conviene, claro –arqueó una ceja, y mi mirada se deslizó por los dos tipos que me observaban. Sentí la navaja en el bolsillo trasero de mi pantalón, y agradecí al cielo por eso. Al escuchar esa voz, y ver esos ojos, lo supe. Era el padrastro de ____. Byron, o algo así.
Me reí. –Usted es el que debería estar tranquilito en su casa –le dije, acercándome a él con las manos metidas en el bolsillo.
-Ellas no están en casa –sonrió, encogiéndose de hombros, y llevándose el porro a la boca.
-Eso lo sé –asentí, sonriendo. –Pero un hombre a punto de casarse debe dedicarle más tiempo a su prometida, ¿no?
Se rió, acercándose. -¿Qué quieres, niño? ¿Vienes a defenderla o qué?
Me reí de nuevo. En verdad era gracioso lo idiota que era. No sabía con quién estaba tratando. –Pero claro que vengo a defenderla. A una dama nunca se la deja en apuros.
-Ah, vale –dijo, dándole golpecitos a la punta del cigarrillo. -¿Vas a pagarme lo que me debe?
-Te daré algo mejor –sonreí. Seguidamente, saqué una mano de mi bolsillo y choqué mi puño contra su rostro, haciéndolo caer hacia atrás, chocando contra el basurero de hierro oxidado. Los dos tipos se lanzaron sobre mí. Forcejeé con ellos, agarrando al flacucho por la chaqueta y propinándole dos bofetadas antes de partirle el tabique de un golpe. El cabrón retrocedió, cayendo sobre una pila de cajas de cartón.
El siguiente se abalanzó sobre mí, dándome un guantazo en el rostro. Inmediatamente sentí la sangre caliente inundar mi boca y correrse por mi barbilla. Me levanté, hecho una furia, y palpando mi bolsillo trasero, saqué la navaja lentamente. A continuación, le di un puñetazo utilizando la navaja, haciéndolo retroceder y chillar del dolor como un hijo de puta.
Me di la vuelta hacia Byron, quien sostenía un arma de frente hacia mí. Megan gimió detrás de mí, y retrocedí, alzando los brazos, tirando la navaja al suelo, mientras lo miraba con odio. Él rió con cinismo.
-¿Qué pensará mi próxima hija cuando se entere de que su noviecito está muerto? –sonrió, ladeando la cabeza. Me humedecí los labios, sintiendo el ardor proveniente del mismo dispararse inmediatamente. Entonces, alguien se abalanzó sobre Byron, haciéndolo soltar la pistola y que ésta rodara por el suelo, disparando una vez. Megan gritó y yo me apresuré hacia ella, intentando hacer que se levantara. Su nariz y boca estaban ensangrentadas, y ella temblaba del miedo. Me miró con sus ojos azules como el cielo, al tiempo que se apoyaba de mí para levantarse, haciendo muecas de dolor.
Byron se había ido corriendo como todo un gilipollas, al igual que los dos tipos que, a duras penas, se levantaron. Pero en el suelo quedaba alguien.
Se levantó un rubio moviendo la mandíbula de un lado a otro mientras se la sostenía con los dedos. También se inclinó sobre Megan, ayudándola a levantarse, y yo lo observé con el ceño fruncido. Él me miró, también.
-Cody –mascullé. Él apretó los labios con incomodidad mientras colgaba un brazo de Alison alrededor de su cuello.
-Justin –dijo. Asentí, y sacudí la cabeza, levantándome al tiempo que Megan y Cody a duras penas hacían lo mismo. Tragué saliva, sintiendo el ardor en mi labio. Rocé el dorso de mi puño y observé la sangre correr por mis dedos. Escupí sobre unas bolsas de basura y volví a colocarme la bincha que mantenía mis cabellos apartados de mi rostro. Miré de reojo a Megan, quien estaba dándole un fuerte abrazo a Cody; y luego de asentir, se encaminó hacia un auto plateado aparcado al cruzar la calle.
-¿Dónde estabas? –le pregunté, frunciendo el ceño soportando el Sol calentándome la cabeza. Negó con la cabeza, alborotándose los cabellos, para luego situar su mano pálida sobre su mandíbula, moviéndola de un lado a otro, achicando los ojos.
-Resolviendo asuntos –fue todo lo que respondió, encogiéndose de hombros. Asentí, y me volví sobre mis talones, escupiendo sobre los botes de basura la sangre que se acumulaba en mi boca.
-¿Y bien? –pugnó. Me di la vuelta, cruzándome de brazos.
-¿Y bien, qué?
-¿No le vas a decir a ____?
Suspiré. Mierda. No había pensado eso.
-No lo sé –musité, humedeciéndome los labios ensangrentados y tragando saliva. La verdad es que ese tipo, Byron, nunca me había gustado en lo absoluto. Y estaba el cien por ciento seguro de que ____ lo detestaba mucho antes de que el viejo se quedara observándola como si quisiera matarla a cuchillazos. Yo había estado seguro de que el tipo se traía algo, pero, oh, vamos, ¿traficante? ¿Mafioso? ¿Posiblemente un gángster? O sea, ¿qué coño estaba pasando en la vida de Skylar que no podía conocer a alguien normal? Tal vez ella se preguntara lo mismo.
Cody me dio unas palmaditas amistosas en el hombro y me di la vuelta para mirarlo. –Viejo, yo entiendo. ¿No ves que yo también tuve que salvarle el culo a Megan? Estas chicas son unas pasadas. Y si la amas, seguramente que se lo dirás, ¿vale? Porque no creo que se lo tome muy bonito si lo descubre ella sola.
-Tú no lo entiendes –suspiré, dejándome caer en el suelo. Cody se puso de cuclillas, pero terminó acomodándose a mi lado, frotándose la barbilla. –____ es el tipo de persona que se pone histérica con cualquier cosa, hombre. Podría mandar toda nuestra relación por el caño si se lo digo ahora. Todo va tan bien.
-Confianza –dijo de golpe, chasqueando los dedos y apuntándome. –A lo mejor ella confía en ti, te abraza y luego follan.
Solté una risita y apoyé la cabeza sobre la pared. –Vale.
Seguidamente, cerré los ojos, escuchando los pasos de Cody alejarse conforme pasaban los segundos, y luego el motor de un auto encenderse y una puerta cerrarse. Respiré hondo, sin tener idea de qué diablos iba a hacer ahora. Tal vez podía convencer a ____ de huir del país o algo así. Sinceramente, me resultaba imposible encontrar a una sola persona que no pareciera como si iba a matarnos a ambos.
Mi teléfono vibró en mi bolsillo, y lo saqué con pesadez, recorriendo la herida del labio con los dientes y escupiendo al suelo la sangre restante. El remitente era un conjunto de números y símbolos extraños, pero lo suficientemente extraños como para darme una pista de quién se trataba.
“Maté a Marie, y ahora no tengo problema en ir por ustedes. Después de todo, sólo son un puñado de piezas de mi juego de ajedrez”.

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