Alexander Blake
Estaba en mi casa a punto de darle la comida a mi hija cuando escucho música.
- ¿Qué demonios? – susurre asomándome por la ventana
- ¿Quiénes son? - señalo Cailin a todos
-Mariachi- susurro para abrir la puerta
Para mi asombro tenia un gran ramos de rosas blancas.
Sabía a la perfección quien era y lo mataría cuando lo vuelva a ver.
No entendía porque hacía todo esto más que los mariachis cantaban canciones que ni al caso.
Por ejemplo, los escuche cantar el mariachi loco quiere bailar, la bikina, recuérdame y México lindo y querido.
Cailin las bailo toda logrando que sonriera.
-Gracias- sonreí cuando los chicos se despidieron
-Primera vez que me traen una serenata así- susurre riendo
Entre con el ramo de rosas para poderle darle la cena a mi hija.
Mientras ella comía lo llame.
Llamada
-Dime que te gusto mi serenata- reí automáticamente
-Jonathan eso no es una serenata ya que debía ser por la noche y no a las 5 de la tarde, segundo esas canciones no ayudaron mucho- intente sonar lo mas indiferente
-Pero logro que me llamaras- acaricie mi cien al descubrir lo que el deseaba
-Debes hacer más puntos Bruce- susurre intentando sonar molesto
-Si quieres voy a tu casa y nos acostamos a dormir juntos- cerré mis ojos para no mencionarle la madre
-Además no me gustaron las flores- aclare y corte la llamada
Fin de llamada
Jonathan siempre fue igual cuando hacía algo mal lo arreglaba enviando lo que menos te imaginabas.
Hay tantas canciones que puede dedicar para pedir perdón.
Ejemplo Chayanne un siglo sin ti.
Si quería mantenerse en México tiene a el grupo Camila con la canción Perdón. O una de Juan Gabriel que se yo hubiera investigado bien.
-No se como te traje a la vida con tanto imbéciles en este mundo- reí limpiando la boca de mi hija
-Papi ¿Por qué esos señores cantaron ahí? – señalo la puerta
-Tu tío Jonathan Bruce se cayo al nacer y esta medio tonto- explique riéndome
-Bendito papi, no le digas así- reí ante su reacción
-Si terminaste ve a jugar un rato- sonreí para verla correr
Tome los platos sucios y limpie toda la cocina.
Madison no respondía mis mensaje, pero en un momento mi celular había sonado.
Lo busque y para mi sorpresa ella me había enviado una foto de Leo muy hermoso, peor había ignorado mi mensaje.
Intente llamarla, pero me enviaba directo al buzón.
-Ni modo- susurre para ir a la sala
Me sentía cansado no lo negare, pero a la misma vez sentía deseos de besar a Madison.
Con Cailin vi un rato las noticias debía tener en claro que estaba pasando en el país.
Luego vimos un episodio de sus muñequitos favoritos.
-Vamos es momento de ducharte- apague el televisor y la lleve a su habitación
Como siempre comencé a prepara su baño.
Lo primero es llenarla a la mitad para que tuviera una capa gruesa de espuma.
-Cailin- la llame mientras cerraba la pluma
-Voy- respondió para luego entrar en el baño
Le quite su ropa y la entre en la bañera.
-Ya sabes solo 10 minutos- coloque una alarma para volver entrar cuando esto pasara
Siempre intentaba darle su privacidad para que jugara con la burbuja a su antojo.
Limpie un poco su habitación para prepararlo para que durmiera tranquila.
Luego elegí su pijama de la noche y su pequeña ropa interior.
Todo ahora era de unicornios por lo que intente combinar todo.
Cuando escuche la alarma entre al baño.
Cailin ya había dejado que el agua se fuera así que volví a abril la pluma para limpiarla y dejarla sin jabón en su cuerpo.
- ¿Te divertiste? – sonreí al verla feliz
-Si- contesto sonriendo
La seque con su toalla y le coloque su ropa.
-A lavarse los dientes- Cailin se subió a un pequeño escalón que le había comprado para lavarse los dientes
Estaba orgulloso de como mi hija iba creciendo día tras día.
Me quede con ella hasta que se quedo completamente dormida.
Luego fui a mi habitación para prepararme para dormir.
~
Al día siguiente mi mañana fue como siempre.
Prepare el desayuno para mi y para mi hija, y luego la lleve a su colegio.
-Buenos días- salude a algunos de mis empleados
-Amor- sentí los brazos de Mark abrazándome por la espalda
-Mark- cerré mis ojos mientras esperaba el elevador
-Si no estuvieras casado, pensaran que somos pareja- reí para no golpearlo
-Siempre serás el primero en mi vida bebe- me soltó para pararse a mi lado
-Pues fíjate que anoche otro me llevo serenata y un ramo de rosas, creo que estas perdiendo amor- subí al elevador aguantando mi risa
- ¿Quién es la zorra? – reí fuertemente logrando que mis empleados me miraran raro
-No se metan- intenté estar serio, pero no pude
-Diría zorro, tu lo conoces- susurre para que él solo me escuchara
-Lo matare, tu eres mío- definitivamente Mark tenía una novela en su mente muy diferente a la mía
- ¿Qué canciones te dedico? – reí mientras saludaba a Isabel para entrar a mi oficina
-Las peores para una relación, bueno para más decirte una es sobre la muerte de que si me muero que me entierren en México, algo así no me la se bien- reí sentándome en mi escritorio
-Es un imbécil- bufo mientras escribía algo en su celular
De la nada se escucho una música.
-Ven- me tomo de la mano para ponerme de pie
Rápidamente comencé a reírme
-Te la dedico amor- reí a carcajadas
Agradecía al universo haber dejado ayer los cristales oscuros para que nadie nos viera haciendo esta payasada.
-Soy el mejor para ti- susurro mientras nos movíamos
No podía dejar de reír.
-Tenía que ser esta canción- reí al escuchar la voz de Justin Bieber, Dan y Shan.
-Hemos pasado más de 1,000 horas juntos- reí demasiado fuerte
-Tras que me la dedicas no sabes que el titulo es 10,000 horas- golpee su frente
-Creo que en mi otra vida en donde soy mujer eres mi esposo- volví a reírme
-Idiota- me separe para irme a mi silla otra vez
-Así me amas bebe- me lanzo un beso
Ya me dolía la panza de tanto reír.
-Espera las flores amor, pronto llegaran- me señalo para salir
-Ya puedo entrar- asomo su rostro mi secretaria
-Si- reí de solo pensar que nos vio en el acto mas gracioso de la historia.
-Si no estuviera casado pensaría que son parejas- susurro mientras abría mi agenda
-Lo mismo le dije- reí para mirarla
-Hoy tiene cinco reuniones, debe aprobar la venta de los perfumes en un nuevo país y por último le recuerdo que mañana tiene la actividad familiar en el colegio de Cailin. ¿Desea que le pregunte a su madre si lo acompaña? – lo pensé no sabia si llamar a mi madre o a Madison
-Tranquila yo me ocupo de eso- sonreí
-Bueno le avisare 10 minutos antes de sus reuniones- cerro la agenda
-Muchas gracias, Isabel- sonreí para que ella saliera
Me quede un rato solo en la oficina, para luego ir a la reunión.
Las primera dos eran corridas, pero fui interrumpido.
-Señor Blake lamento molestarlo, pero llego el cartero y debe recibir un paquete- entro nerviosa Isabel
-Discúlpenme- me puse de pie y salí de la reunión
Coloqué mis manos en mi bolsillo y seguí a Isabel.
Mi boca a medida que me acercaba se abría cada vez mas.
- ¿Señor Blake? – me señalo
-El mismo- no podía creer lo que tenía
-Firme aquí- me paso un celular en donde firme rápidamente
-Gracias- mire el ramo de flores gigantesco
Tome una nota que tenia.
Nota
"Dile al imbécil ese que eres MIO. Le perteneces a Mark Smith bebé"
Reí a carcajada.
-Déjalo en mi oficina- le deje el ramos a Isabel y me lleve la nota
Al volver a la reunión levante la nota para que Mark supiera que había recibido bien su mensaje.
Luego guarde la misma dentro de mi saco.
Cuando terminé con las reuniones volví a mi oficina.
El gran ramo estaba en el sofá y no podía dejar de reír.
Mark podía ser tonto, pero cada día me impresionaba más.
Me entretuve haciendo un contrato hasta que me interrumpió Isabel por el intercomunicador.
-Señor Blake, la señorita Clayton lo busca- me sorprendí de estuviera aquí
-Déjala pasar- respondí mientras me arreglaba un poco
-Buenas- sonreí automáticamente de ver a Leo caminar
Cuando me vio corrió hacia mi escritorio, aunque se tropezó en el camino.
-Campeón- lo tome en brazos para besar
- ¿Y eso? – su rostro estaba completamente seria mientras señalaba el ramo en el sofá
-Celos de alguien- quería ver su rostro
-Vale- cruzo sus brazos enojada
-Es el tonto de Mark- reí, pero ella no cambio su cara
- ¿Por qué andas por acá? – la mire
-Necesitaba hablar contigo- susurro
-Yo también, ¿quieres almorzar juntos? – me coloque de pie
-Si- sonrió
-Vamos entonces- tome mi celular para salir junto a mi hijo
Madison con ese pantalón apretado a su figura y la camisa corta me daban ganas de hacerla mía como la última vez.