"¿Qué coño te crees que haces?"
Por primera vez me levantaba con energía un lunes, suficiente energía que fundir con Justin Bieber. Y no en el buen sentido. Quería hacerle cosas violentas y gritarle lo muy capullo que había sido.
Romperle una copa: una miserable copa. Y él me la había de vuelto como si hubiera destrozado su tesoro más preciado. Lo mejor de todo es que yo ni siquiera rompí la copa aposta. Claramente tenía ganas de molestarme como hacia siempre y esta había sido su nueva hazaña.
De esta no se iba a librar, iba a encontrar la forma de vengarme.
Recogí mi archivador y el libro de literatura, ya que hoy teníamos examen y así podría repasar en el primer recreo.
No me senté en la mesa a desayunar como solía hacer todas las mañanas, puesto que me sentía incomoda con mi madre. No quería pensar que estaría pensado ella de mí después de ver a su hija con tres películas porno y demás. Así que cogí rápidamente una manzana para desayunar por el camino.
-Bianca, espera. -me dijo mi madre, cuando iba a salir por la puerta-. Cuando llegues de clase tú y yo tendremos una conversación. -asentí, agachando la cabeza-. ¿Quieres que te lleve a clase con el coche o prefieres ir andando? tu padre se ha ido esta mañana con la limusina.
Opté por ir andando, y bastante deprisa, puesto que ya llegaba tarde. Andaba rápido y paraba, pues sentía que la manzana se iba a colar por otro lado de mi garganta. Sí, recé porque nadie se estuviera fijando en mí, puesto que era una escena ridícula.
Estaba apunto de entrar por las puertas de Constance y mientras leía los mensajes que tenía.
De Rebecca: ¿Estas mala? ¿que te pasa? ¡Que tenemos examen petarda!
De Lisa: Como no estés en clase en menos de treinta segundos no te dejaran entrar. ¡¡Tardona!! que luego me dices a mí... jajaja.
Me reí con sus mensajes, y me tragué el ultimo trozo de manzana.
Entré rápidamente por los pasillos y subí las escaleras para ir a laboratorio en el que hoy teníamos clase de biología. Unos metros antes de llegar a la puerta de clase paré, me coloqué bien la mochila y me subí bien las medias hasta las rodillas. Cuando levanté la cabeza vi como Amanda salía del aseo. Desvié la mirada enseguida, no la quería ni ver.
-Espera,Bianca. -dijo Amanda, tan amablemente que me resultó difícil reconocer su voz.
-Llego tarde. -la ignoré.
-Vale -cogió mi brazo-, pero espera un segundo, por favor.
Suspiré con pesadez y la miré.
-¿Que quieres?
Amanda suavizó su ceño y lamió esos carnosos labios embarrados en gloss.
-Solo quería... pedirte perdón. -alcé una ceja, incrédula-. Desde que llegaste no he parado de tomarla contigo, cuando... tú realmente no tienes la culpa. Simplemente la tomé contigo, tenía impotencia porque el estúpido de Justin ya iba detrás de ti como hace con todas. -sus palabras parecían sinceras-. Solo quería disculparme por todo lo que te he dicho, y... quizás podamos volver a ser algún día las amigas que eramos antes, de pequeñas. -sonrió levemente.
-Yo... -la miré-. también siento lo que te dije en el Brunch de Jeremy Bieber, solo me sentía mal pensado que tú me tenías tanto odio cuando habíamos sido tan amigas antes.
-Lo sé, fui una idiota. -suspiró-. ¿Sabes? mañana es mi cumpleaños y esta noche saldré con mis amigas a celebrarlo. Quizás quieras venir... -sonreí.
-Claro, pero... ¿un lunes?
-Nueva York nunca duerme, querida. -sonrió-. ¿Vendrás? -asentí-. Bien, te espero sobre las once en The Brols. -me lanzó un beso en el aire y se marchó.
Sonreí, así era Amanda, incluso de pequeña era así. Pero me alegraba el hecho de que hubiéramos arreglado, más o menos, las cosas entre nosotras.
No intenté entrar a la primera clase, pues con media hora de retraso ni aunque fuera Barack Obama me dejarían. Fui a la biblioteca y para mi sorpresa ahí estaba Marco, leyendo algo con unos auriculares. Él no se dio cuenta de mi presencia, así que ande por detrás suya y coloqué mis manos de repente en sus hombros, soltando un "¡¡BUU!!"
-Ey graciosilla. -sonrió al verme-. ¿Que haces aquí? ¿Ya te han echado? -me miró con burla.
-Eh, anda, que a mi no me echan nunca.
-Bueno, bueno. -se burló. Golpeé su hombro.
-He llegado tarde, ¿y tú?
-Igual. -hizo una mueca.
Al cabo de casi media hora, estaba teniendo una conversación tan entretenida y risueña con Marco que casi me había olvidado la putada que me había hecho Justin, pero pasó por mi mente, y se la conté a Marco.
-¿En serio hizo eso? -se echó a reír-. Que capullo, es que es para matarlo.
Le miré mal.
-A mi no me hace gracia, mis padres me han castigado dos semanas.
Él mi miro a los ojos, intentado no sonreír.
-Va tonta -me dio un pequeño abrazo-, no será para tanto.
-Ugh, déjame. -me reía por dentro, por lo mono que resultaba ser a veces Marco.
El timbre de la siguiente hora comenzó a sonar.
-Anda vamos a clase.
-De eso nada, voy a cortarle los... -tragué saliva-. a Justin.
Narra Justin.
Estaba tranquilamente apoyado sobre la puerta de clase y veía por el rabillo del ojo como Bianca se acercaba a mí con paso firme, toda encabronada. Se plantó delante de mí. Y yo, como todo un caballero, la saludé.
-Ey preciosa, no te he visto a primera. -comencé.
-Ojala no me tuvieras que ver en lo que queda de curso. -espetó-. ¿Pero como eres tan capullo? -alzó la voz.
Y me reí.
Los primeros dos botones de su camisa estaban desabrochados y me dejaban ver el comienzo de su pecho. Mientras yo divagaba como podía pasar mi lengua por ahí, ella gritaba y gritaba.
-Vamos Endell, que no fue para tanto.
-¿Que no fue para tanto? -tensó la mandíbula-. ¡Mis padres me han castigado dos semanas!
-Resistirás. -me burlé.
Ella se acercó a mí, tanto que nuestros pecho casi se rozaban.
-Escúchame, te juro... -me miró a los ojos-. te juro que esta te le pienso devolver. -sonreí lentamente.
-¿Sabes lo sexy que llegas a estar cuando te enfadas? -rodó los ojos, empujando mi hombro antes de entrar a clase.
Me senté por el final, ya que teníamos examen con la jodida profesora de literatura.
Unos minutos después de que repartiera el examen, sonreí al ver que tenía las respuestas adecuadas. Revisé el terreno y la profesora estaba concentrada mirando su portátil. Saqué las pequeñas hojas de mi bolsillo y las coloqué rápidamente bajo el examen.
Solo veinte minutos después estaba a punto de acabar. Me quedan tres preguntas por responder y eso lo haría rápido.
-Profesora. -dijo Bianca. Y solo pude pensar "ya está la pesada, otra vez preguntando" terminé de copiar la pregunta siete, cuando ella continuó hablando-. Justin Bieber se está copiando.
E hice un ruido raro, entre una tos y un atragantamiento con mi propia saliva. Tuve que pasar por varios periodos de aceptación hasta que me di cuenta que la jodida de Bianca se lo había dicho a la profesora y está señalaba en mi examen un cero, en rojo y bien grande.
Ni siquiera me dio tiempo a deshacerme de las pequeñas hojas. Fue una auténtica pillada.
-Tiene la evaluación suspendida, señorito Justin Bieber. Puede marcharse de mi clase.
Recogí mis cosas con toda la mala ostia que tenía en ese momento y salí dando un portazo.
Una evaluación suspendida con esta jodida profesora significaba un examen de recuperación a final de curso, y un examen de recuperación con esta jodida profesora significaba palmarla. Cómo en la Segunda Guerra Mundial, ahí no me salvaba ni Dios.
Maldita Bianca Endell.
Esperé un buen rato en la salida del instituto a que ella saliera. Y cuando la vi, por un segundo se me fue la cabeza mirando el inició de sus piernas.
La cogí del brazo cuando estaba apunto de salir y la empuje contra el muro que estaba a la salida de Constance.
-¿Que coño te crees que haces? -le dije.
-¿Que? ¿no te gusta que te paguen con la misma moneda, imbécil? ¡Porque yo solo te rompí la puñetera copa, y sin querer! Ahora me da vergüenza ajena mirar a mi madre. Es que ¿¡como se te ocurre!? -me gritó, y lo reflexioné. Puede que tuviera razón, pero en ese momento ya estaba tan perdido mirando su boca, que de nuevo, ni escuchaba toda su palabrería-. ¿Me estás escuchando, imbécil?
-Cariño, -continué con tono irónico-, ¿sabes la que me va a caer cuando les diga a mis padres que me han suspendido literatura por copiar?
-No, no lo sé. Pero espero que te caiga una muy gorda. Que te castren y te encierran por imbécil. -me reí ante la tontería, muy graciosa, todo hay que decirlo, que acababa de decir. La miré a los ojos alzando las cejas, y aunque su cara representara enfado, sus ojos me decían que quería reírse también.
-En fin me voy, no quiero perder más el tiempo contigo.
Se alejó por la calle, y antes de que esto acabara peor, aclaré:
-¡Eh!, Bianca, ¿Estamos en paz?
-¡Eso espero! -sonreí de lado.
Carácter no le faltaba, y eso me encantaba.
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Siento haber tardado tanto: tenía el ordenador roto y, de todas formas, tenía miles de exámenes finales, como vosotras supongo, espero que os hayan salido genial!!!
Y bueno, a partir de ahora, nos espera un largo verano de Love in New York. La cosa ya se está poniendo interesante... ¿no? ¡¡Os va a encantar!!
Nos vemos pronto.