Capítulo 4.

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"Aquí funcionamos así, resplandece la superficialidad. "

El desayuno que se alzaba ante mis ojos me ponía aún más nerviosa, y  es que todo se relacionaba con que hoy era el primer día. Mi primer día de instituto. 

Croassant, tres clases de zumos, fresas, cerezas, tostadas, galletas recién hechas. Para mí, exagerado. En el internado, aparte de despertamos mucho más pronto, desayunábamos zumo o leche, y algo para acompañar. Según el día. 

—Mamá, es mi primer día de clases, no me voy a la guerra. 

Ella ser rió. 

—Solo quería que empezaras con fuerza. —tomó una tostada—. El uniforme te queda genial. 

—Ya, sí, gracias. —rodé los ojos—. ¿Y papá?

—Ya se ha ido, tenía mucho trabajo. 

Terminé de desayunar rápidamente, lo ultimo que quería era llegar tarde. Salí a la puerta de casa y vi la limusina aparcada enfrente. 

—¿No... hay un coche más... discreto? —mascullé.

—Tu padre se lo ha llevado esta mañana. —mi madre sonreía como una adolescente—. El chófer te recogerá a la salida. Te quiero cielo, ten un buen día. —me mandó un beso.

No sé cuanto tiempo pasó desde que subí a la limusina hasta el momento en el que paró justo enfrente del instituto, pero se me hizo extremadamente corto. Mis manos sudaban y no paraba de beber agua de la pequeña nevera de la limusina.

—Señorita, si no baja ya, llegará tarde. —me informó el conductor, mirándome por el retrovisor.

—Eh... sí, sí, ya voy.

Me miré en el reflejo del cristal tintado y coloqué bien las ondas de mi pelo castaño claro. Estiré mi falda y ajusté mi corbata. Me colgué la mochila al hombro y salí de la limusina.

Buena serte, Bianca

Cuando entré por la gran puerta del Constace Billard, quedé impresionada. Tenía un pequeño patio en la entrada, con algunos arboles a cada lado de las escaleras principales de la entrada, las cuales tenían dos sentidos, abriendo paso a la derecha y a la izquierda. Sin olvidar el centro, donde estaba la gran puerta de madera que te dejaba entrar al instituto. Sin duda la elegancia y apariencia que tenía la fachada era digna de los rumores sobre esta maravillosa y costosa institución. Nada parecido a lo que yo imaginaba, me había sorprendido para bien. Entré dentro y di con la secretaría. 

Su decoración era la típica de un instituto, pero un poco más elegante. Una gran mesa llenada de papeles y carpetas, y varias sillas alrededor. Una maquina de café, y otra de agua. En la pared había algun cuadro y un calendario. 

Me acerqué al mostrador. 

—Hola, soy Bianca Endell Triz. 

—Oh, sí, la alumna nueva, ¿verdad? —sonrió, parecía una mujer agradable—. Tu matricula esta terminada ya, a pesar del papeleo de ultima hora. —sonrió—. Aquí tienes tu horario —me entregó un papel—. Ven, te enseñaré el instituto. 

Salimos caminando tranquilamente y me enseñó el gran patio con una pista de baloncesto y otra de tenis en el exterior. Fuimos al gimnasio, donde estaban dando clase, y después me enseñó los vestuarios. Unos minutos más tarde me hallaba sorprendida por la gran piscina climatizada. Guau, era genial. Salimos de allí y fuimos de vuelta al instituto. Un enorme pasillo, en el que se alzaban arcos de medio punto, con taquillas a sus lados, y puertas de madera oscura, que era donde se impartían las clases. 

Love in New York. {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora