"You think that i don't realize, but i see like you look at her."
Las semanas del primer mes del año estaban pasando volando, casi estábamos en Febrero, y los primeros desfiles de la semana de la moda de Nueva York habían comenzado. Esta ciudad era un completo chute de alegría continuo, nunca paraba, siempre había algo que hacer, algún evento perfecto que disfrutar. La semana de la moda era otro nivel, hacía tanto que deseaba estar en Nueva York para poder estar en ella, que casi no me lo creía.
Lo mejor de todo, es que mi madre, la gran modelo Miranda Endell Triz, desfilaba este miércoles para una de las firmas, por lo que había conseguido pases en primera fila para uno de los desfiles más importantes.
Corrí para no llegar tarde a la primera hora de clase, y poder tener unos minutos antes con las chicas. Llegué a la entrada de Constance y me encontré a Justin fumando, apoyado sobre el muro.
-Buenos días Endell.
-Lo eran hasta ahora.
Pasé por su lado, sin querer prestarle más atención. Las dos ultimas semanas habían sido muy monótonas con Justin: a penas hablábamos, solo ciertos comentarios simples e irónicos, miradas extrañas y frías. Y a pesar de que había hecho mi mejor esfuerzo para evitarle, y lo había conseguido por fuera, en mi interior me sentía extraña y rara, incluso vacía. Supongo que me había estado comiendo demasiado la cabeza.
Vi a Lisa sentada en las escaleras principales junto con Becca.
-¡Tengo una sorpresa! -les dije, entusiasmada.
-¡Y yo otra! ¡Vas a flipar! ¡Te va a encantar! -ambas contenían sonrisas.
-Suéltalo. -le pedí.
-Tú primero. -nos reímos.
-¡Mi madre nos a conseguido la primera fila en el desfile! -ellas casi chillaron.
-Por Dios, dale mil veces las gracias a tu madre, ¡¡Ahh, que bien!!
-¡Os toca!
-Tenemos pases para la fiesta de Marc Jacobs de después del desfile, este miércoles.
Mi boca calló al suelo.
Marc Jacobs era un diseñador estupendo, el cual me encantaba.
-¡No puede ser!
-¡SÍÍÍ!
Pasando un estupendo día, comentando entre los diferentes diseñadores que íbamos a ver, lo que nos pondríamos para el desfile, y para la fiesta, pasamos el día, con las ganas intencionadas de que por fin fuese miércoles por la tarde.
Estaba completamente lista, entusiasmada y arreglada, y una limusina en la que iban Lisa y Becca estaba a punto de pasar a por mí.
Había optado por un vestido corto, de color ocre y cuello de circunferencia sin mucho escote, con algunas piedras al tono del color. Unos tacones finos, y sencillos atados al tobillo, de color perla. En cuanto al maquillaje, había potenciado los ojos, y había dejado más claros mis labios. Mi pelo caí en hondas básicas.
Lisa y Becca estaban espectaculares, preciosas. Becca había escogido una falda de seda negra y una blusa blanca junto a unos tacones parecidos a los míos y un recogido en el pelo, y Lisa llevaba una vestido blanco y azul, con una diadema a juego en el pelo que le quedaba genial. Ya en la limusina, de camino al centro de Nueva York, habíamos estado riendo y tomando algunas copas de champán.
