Capítulo 36.

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"Isn't that what you wanted?"


Esta era la penúltima clase del día, y sinceramente me sentía como si tuviera siete ladrillos de cemento encima. Hoy me sentía pésima, ¿sabéis de eso días, en lo que todo se te hace un poquito más grande y sientes ganas dormir, estar sola, y pensar en todo y a la vez en nada? Pues hoy tenía un día de esos. 

Por una vez en mucho tiempo Justin no tenía la culpa de lo que me pasaba porque, literalmente, pasaba de mí. Y no de una forma provocada, era como si no me viera, ni siquiera me miraba, y al parecer se había tomado muy en serio nuestra discusión del otro día. Le dije "¿Por qué no me dejas jodidamente en paz?"  y al parecer me había hecho caso. Ni siquiera me estaba ignorando, simplemente era como una más, no le importaba que yo estuviese ahí o no. 

-Estás empanada. -me susurró Marco al oído. 

Le miré, desquitando todos los pensamientos de mi cabeza, y sonreí. 

-Que va, es que esta clase es un tostón. 

-¿Decía algo, señorita Endell?

-No, nada, disculpe. -probablemente me puse roja de la vergüenza. 

Marco escondía una sonrisa entre dientes y yo golpeé su hombro. Terminó la ultima hora y todos salimos disparados de clase, estaba muerte de hambre, y de asco, no aguantaba más este día. 

-¡Bianca! -fruncí el ceño sin girarme y seguí andando rápidamente. Antes de salir por la puerta me agarró con suavidad de la muñeca y sabía que era él por el suave tacto de su piel, por lo que sentía cuando me toca.

Me di la vuelta y le miré de arriba a abajo en un solo segundo, no le mantuve la mirada porque no me atrevía. Dio un paso atrás y me mostró el cuaderno que lleva en la mano.

-Se te ha caído.

La decepción se acumuló en todo mi cuerpo, y hasta me sentí estúpida. 

-Gracias. -musité. 

Él asintió y se marchó sin más. 


Me gustaría decir la típica frase de "los días pasan volando" pero el caso es que esta semana se me ha hecho eterna, así que cuando llega el viernes no quepo en mí de felicidad. Ni siquiera tenemos un plan especial para hoy, pero estoy deseando despejarme y salir de mi cuarto: concretamente de los dos metros cuadrados que ocupa mi escritorio. Por un rato en toda la semana, necesito levantar la vista de todos los libros, de historia, de matemáticas... y salir. 

Vamos a cenar a casa de Lisa, ya que nos ha invitado porque sus padres están de viaje y tiene la casa sola. Aunque, en secreto, a mí me ha confesado que pasadas las horas, va a estar deseando echarnos de allí porque quiere llamar a Lucca para que pase la noche con ella en su casa. Eso suena tan bien, que hasta me alteró como si estuviera contándome la mejor película de amor. Su historia con Lucca es tan inestable y pasional y... parece que se quieren tanto mutuamente, que lo envidio muchísimo. 

Termino de ducharme y me pongo una falda estrecha y corta de color negro, unas medias y unos botines también del mismo color, junto con una blusa sencilla y holgada. Me dejo el pelo suelto y salgo de mi cuarto, cojo mi abrigo gris que está colgado en el perchero de la entrada y me voy. No me despido ni de mi madre ni de mi padre porque, con mi padre no se puedo hablar cuando está trabajando en su despacho, y con mi madre estoy seriamente enfadada después de que fuimos a casa de los Bieber y ella siguiese sin contarme nada al respecto. 

Pero en fin, borro todos esos pensamientos de mi cabeza, cojo la limusina y en menos de diez minutos llego a casa de Lisa, que vive más o menos cerca de mí. 

Love in New York. {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora