Hace mucho que no solía sentirme tan cómodo con una persona en las noches, hasta que ____________ entró a mí vida. Cuando estábamos en mi cabaña solíamos dormirnos tarde por ver comedias románticas de los años sesenta. Sí, así es, nos gustan las películas antiguas donde las personas solían tener otra perspectiva del amor y afecto hacia los demás.
Y ahora que estamos en París, completamente alejados de todo y todos, puedo decir que esto no puede ser más que perfecto.
No debo de preocuparme a diario por los paparazzis o por disfrazarme, aunque de todas formas no lo dejo pasar. Tampoco debo de inquietarme por la posibilidad de que su padre nos vea o algún hombre o mujer que trabaje para él. Y un sin fin de cosas más que producen que esté en las nubes actualmente.
Ayer, luego del regalo que le hice, decidimos dar unas vueltas más a la ciudad, y luego ir al hotel. Donde tuvimos una preciosa charla que no cambiaría por nada en la vida. Me dijo las cosas que siente por mí, y que tiene miedo a que yo me aleje de ella por su padre, cosa que definitivamente no pasaría.
Conectamos tanto, que en un momento se cruzó por mi cabeza la idea de decirle todo el plan contra su padre, cosa que rectifiqué de inmediato antes de abrir la boca y arruinar todo.
Descubrí más cosas acerca de _____________, es una persona más que sensible, suele preocuparse por lo que las personas de su alrededor digan, y que está harta de su padre. Por supuesto, no hace falta recalcar, que haría hasta lo imposible para rectificara aquellas ideas, y que la protegería de Robert.
El resto de la noche nos la pasamos besandonos y comiendo palomitas de maíz con la intensión de hacer el amor, pero no tuvo ganas ya que hacía un frío de mil demonios. Luego de minutos, se me ocurrió aumentar la calefacción, pero ya estaba dormida. Y no dudé dormir a su lado sin quejarme.
La esperaría las veces que ella quisiera.
Ella antes que todo.
-¿Ross?- su voz me saca de mis pensamientos- ¿Te encuentras bien?
Sus brazos me rodean el cuello, y sus labios besan mi mejilla izquierda. Acaricio sus brazos, sintiendo como se erizan.
-Estaba pensando.
Le respondo, sonriente.
Volteo, y la observo.
Esta ligeramente maquillada, su cabello está atado en una fuerte coleta. Se ve hermosa.
-Me encanta como te queda el cabello sujetado.
_____________ ríe.
Dándome un beso en los labios.
-¿Por qué?
Frunzo los hombros.
-Te ves más sexy de lo normal- ríe- Además, tus ojos se ven más grandes y preciosos.
Vuelve a besarme.
Solo que esta vez el beso es largo, y sé perfectamente hacia donde va cuando siento sus manos en la parte baja de mi albornoz.
Gruño.
Sin dejar de besarla, yo también bajo mis manos, sabiendo que esta desnuda debajo de este, mis dedos tocan con suavidad su monte de venus, haciéndola gemir, como reflejo, abre las piernas, dándome más paso hacia su vagina.
Deslizo mis dedos por esta mientras nuestras lenguas juegan en un delicioso juego placentero. La crema de ____________ no tarda embarrar mis dedos haciéndome saber que está excitada.
Gime.
-Estás muy mojada.
Le aviso.
Separándome tan solo un poco de ella.
Ella asiente, río al ver sus mejillas ruborizadas.
Pero a pesar de ello, _____________ se recuesta en la cama, y abre las piernas, mostrándome su vagina.
-¿Quieres probar?
Pregunta en un susurro.
Respondo poniéndome de rodillas en el piso y tirando su cuerpo hacia mi rostro. En menos de tres segundos, mi boca está enterrada en aquel lugar prohibido.
Paso mi lengua por su húmeda vagina, deleitándome con su sabor a la jodida gloria mundial. Mis manos van hacia su trasero y lo estimulo, tocándolo con el descaro que me hubiese gustado poder tener al momento de conocerla.
Ni bien la ví, le tenía tantas ganas...
Beso una y otra vez toda su vagina, escuchando sus dulces gemidos que tan solo saben excitarme aún más de lo que ya estoy. Paso mi lengua por su clítoris, sintiendo un ligero temblor en sus piernas. Sonrío, sin quitar mi boca de esta.
-Fóllame.
Me dice.
La lamo otra vez, haciéndole saber que me encanta hacer este acto.
-Ross, quiero tenerte dentro mío.
Muerdo sin fuerza alguna su clítoris. Sintiendo su sonrisa en su rostro. Con algo de fuerza apoya sus codos en el amplio y cómodo colchón de la cama y me mira. Sonriente.
-Métemela.
No puedo evitar no reírme.
-¿Qué?
____________ rueda los ojos, y alejándome de su cuerpo con sus pies descalzos, se pone boca abajo. Dejándome una vista extremadamente buena de su trasero bien colocado.
-Fóllame.
Me levanto del piso.
Esta vez, libero mi miembro del albornoz y lo coloco sobre las nalgas de _____________, robándole un suspiro.
-Ross- se remueve, ansiosa. Le doy una nalgada.
-Dime cuanto quieres que te folle.
-Mucho- responde de inmediato. Alza su trasero y se acomoda en la cama, dejando caer todo su peso en sus rodillas y brazos- Vamos, sé que quieres hacerlo.
Vuelvo a nalguearla.
Coloco mi miembro en la entrada de su vagina, e introduzco tan solo la punta.
Un gran gemido sale de sus labios.
-Me estás torturando...
-Te lo mereces por dejarme con ganas ayer- escucho su risa, que acaba cuando introduzco toda mi erección dentro de ella.
Coloco mis manos sobre su trasero, observando las ligeras marcas rojas que hay en este por la fuerza de las palmadas que le dí. Vuelvo a darle una, enterrandome dentro de ella.
-Que delicioso Ross.
Gimo.
Escucharla hablar mientras la penetro es una de las cosas más excitantes que escucharé en toda mi vida.
-¿Te gusta?
-Me encanta.
Menea su trasero hacia mí.
Una y otra vez.
Moviéndose deliciosamente sobre mi miembro, quien lo agradece.
La bombeo con más fuerza.
Solo que esta vez, me apego más a su cuerpo, coloco una de mis manos sobre sus labios, no permitiéndole gemir.
Ella me muerde. Trato de alejar mi mano de sus labios pero ella lo impide, metiendo dos de mis dedos a su boca.
Haciéndome excitarme aún más.
-Dios mío _____________- jadeo- Tienes un culo magnífico.
Siento sus labios succionar mis dedos con una fuerza deliciosa.
Muerdo mi labio inferior.
La nalgueo con mi mano restante.
Comienzo a penetrarla más fuerte aún, sintiendo la fricción de nuestros cuerpos por la velocidad producida.
-Ross, estoy apunto de venirme, sigue.
Y eso es lo que hago.
-Tus deseos son órdenes.
La tomo con más fuerza.
Relajo mis músculos cuando siento mi miembro cubierto de su esencia. Jadeo más fuerte.
-Te toca a ti, lléname Ross.
Mis manos quedan grabadas en su culo.
Y sabiendo esto, no me detengo. No creo que se moleste, es más, creo que le gusta.
Muevo mis caderas con más intensidad, escuchando sus gemidos más fuertes que antes, estoy a punto de relajarme, pero no lo hago al escuchar mi teléfono celular sonar. Gruño, sin darle importancia.
-Déjalo sonar- le digo, teniendo en cuenta que mi teléfono está frente a ella- Que se joda el que llama.
-¿Quién es Germán?
Pregunta ella, entre gemidos.
Maldita sea.
Bufo, y salgo de ella.
Mi humor se va hacia el piso.
-¿Por qué paras?
Me mira, sentándose en la cama. Con mi teléfono entre sus manos. Puedo darme cuenta que ____________ esta a punto de colgar la llamada pero se lo quito de las manos antes de esto.
-Es mi jefe- miento. Ella asiente, tranquila- Dame tres minutos.
Contesto la llamada poniéndome el teléfono en mi oído.
-¿Qué?
Es lo primero que sale de mis labios.
Sintiendo como el mal humor comienza a apoderarse de mi cuerpo.
-Conseguí imágenes y testimonios de personas donde afirman que Robert maltrata a su esposa e hija.
Sus palabras caen como un balde de agua fría encima de mí.
-¿Qué?
Vuelvo a decir.
Sin poder creerlo.
No ha pasado ni un día...
-Lo que oíste Lynch- suspira- Acabo de enviar los testimonios y las imágenes a la prensa, con una denuncia policial anónima, se encargarán de hundir a Robert- mi corazón late como si estuviese en una jodida maratón- No podremos destruirlo por completo ya que su esposa seguramente lo negará, pero la policía lo tendrá en la mira, dándonos pase a destruirlo con respecto al campo laboral, y finalmente, podremos acabarlo con la información que conseguí con respecto a Robert y tu padre, Ross.