Capítulo 40

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-¿Qué opinas de este?
Le pregunto, señalando un vestido de mi gusto, negro, suelto y formal para la ocasión. Ella lo observa y no duda en negar mientras arruga la nariz.

-Es muy suelto- me dice- Quiero algo más lindo- agrega- ¿Puedes elegir mi ropa interior?

Trago saliva.
Mirándola con algo de sorpresa.

-¿En serio?

-Sí, no tengo más- responde- Los policías ni siquiera se molestaron en dejar eso.

Evito su mirada solo para evitar volver a sentirme avergonzado. Y es que ella no dejaría de recordarme la semejante mierda que causé. Y no la culpo por ello.

Pero sin embargo me aterra el hecho de no poder volver a encontrar una estabilidad mental a su lado. Por el bien de nuestro hijo, y el nuestro.

-Compra todo lo que necesites- busco mi billetera entre mis pantalones y no dudo en darle la tarjeta color dorada que tengo en esta. Una de las cuentas de ahorro que tengo que no suelo usar casi nunca. Dinero que en cualquier momento iba a gastar en alguna pachotada innecesaria- No te abstengas, 2634.

-No lo iba a hacer- contesta, tomando la tarjeta entre sus manos y volteando nuevamente hacia la sección de vestidos que estaba viendo antes.

-¿Te parece si nos vemos en el auto?

Le pregunto. Intentando no hacerla sentir incómoda.

-Pensé que ibas a elegir mi ropa interior.

-Lo haré pero recuerda que debemos de cuidarnos... no seremos bien vistos sin nos ven juntos y comienzan a tomarnos fotos.

Rueda los ojos y procede a ponerse mis lentes de sol que lleva en la cabeza y comienza a caminar lejos de mí, hasta que desaparece.

Y yo hago lo mismo solo que a la dirección contraria. Observo todos los puestos de lencería del centro comercial en la que estoy, y entro a la más llamativa y típica a nivel mundial. Sus colores rosa y negro me hacen darme cuenta de donde estoy.

-Buenas tardes, es un placer atenderlo, ¿qué está buscando? Tenemos productos corporales, faciales...

-Lencería- respondo, captando la mirada de la señorita que hace segundos yacía con la mirada hacia la pantalla de su teléfono.

-Perfecto- sonríe, guardando su teléfono entre sus jeans negros- ¿De casualidad usted no es uno de los Lynch?

Asiento.
Intentando no notarme incómodo. No se como pensé que no iban a reconocerme luego de semejante escándalo que hubo y todo el país sabe por las noticias diarias.

-Ví su caso por noticias y me parece genial que ese anciano esté pagando las consecuencias por lo que le hizo a su padre- suspira- Venga por aquí.

La sigo, intentando no pensar mucho en sus palabras y comienzo a mirar toda la tienda, tratando de prestar atención en cada detalle de esta para poder comprarle a _________ todo lo que posiblemente pueda gustarle.

-Tenemos todo este pasillo- me dice, señalando todos los conjuntos qué hay en varias paredes de la tienda- ¿Es para su novia?

Decido ignorarla solo para que deje de hacerme preguntas en las cuales puedo terminar comprometido. No es que sea una celebridad, pero cuando casos como estos, llegan a transmitirse en televisión, puedes recibir muchas extorsiones por parte de terceras personas.

-Este- tomo un conjunto de lencería verde entre mis manos- Y este también.

-No son la misma talla- procede a arrebatarme entre las manos uno de los sostenes que había elegido- ¿Sabe que talla es?

Frustrado; Ross LynchWhere stories live. Discover now