Un Chico Enigmático

由 HarukoMinLee

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Nunca pensó que un accidente cambiaría su vida por completo dándole una segunda oportunidad. *Este trabajo se... 更多

Sinopsis
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19.
20.
21.
Final

15.

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由 HarukoMinLee

Mucho tiempo... Lo sé, pero es inevitable. Está pandemia me tiene en otras cosas y siento que trabajo el doble de lo que lo hacía cuando todo era normal☹️😭
Pero al fin vine y les traigo un capítulo 🤭👍💕
Disfruten...

♾️♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾

Pintaron las paredes del salón de color amarillo suave. Taemin lo llamaba color mantequilla. Minho tuvo que admitir que quedaba bien, pero aún mejor le sentaban a él los jeans ajustados. Minho pintaba con la mente en otra parte, en su fantasía favorita, hacer el amor con Taemin. O mejor aún, exactamente al revés. El deseo lo invadía, cálido y exigente. Taemin se inclinó sobre la pared doblándose por la cintura, muy cerca de su cuerpo.

—¡Maldita sea, Lee! —exclamó mientras los jeans se le ajustaban al poco, pero igual atrayente trasero del rubio—. Es decir, arrodíllate para hacer eso, vas a destrozarte la espalda. 

Aquel regaño sobresaltó a Taemin, que levantó la cabeza. Fue un error táctico si lo que pretendía era conservar intacto su corazón. Choi, con más pintura en la ropa de la que había en la pared, no se había peinado esa mañana y estaba más atractivo que una estrella de televisión o cine. Y esperaba de él sarcasmo y buen humor, podía adivinarlo por la expresión de su mentón. Lee Taemin guiñó un ojo, se sentó en el suelo y le preguntó.

—¿Estudiaste medicina antes de ir a la facultad de derecho o después? 

—Al mismo tiempo —replicó Choi—. Y también salvaba perros, proporcionaba consejos legales gratis y daba clases los domingos.

Ambos se echaron a reír. Luego Minho inclinó la cabeza para dejar que la pintura resbalara por su oreja, soltó el rodillo y lo pisó sin querer, tambaleándose y yendo a caer con un brazo dentro del cubo de la pintura. Los dos volvieron a reír a carcajadas. 

Pasaron la mayor parte del día riendo, haciendo realidad el sueño de Taemin mientras Choi se resistía a la tentación de abalanzarse sobre él para acariciarlo y besarlo. 

—Bueno, y ahora que ya hemos pintado las paredes del salón, ¿no crees que el resto de las habitaciones resultan un poco descoloridas? —preguntó Minho. 

Choi Minho limpió las gotas de pintura que habían caído sobre las ventanas mientras Minhyuk dormía y Taemin se dirigía a unas tiendas a comprar telas, relleno para hacer cojines, una lámpara, una linterna y un juego de destornilladores. Ya que pretendía finalmente revisar el motor del auto. 

—Estupendo —comentó Minho. Eso le permitiría pasar más tiempo con el bebé. 

Por la tarde, tras la comida del bebé, Taemin cosió los cojines nuevos del sofá y los rellenó. La habitación cambió de inmediato, resultando más bonita y acogedora. 

El rubio conocía la diferencia entre una casa y un hogar, y gracias a él Minho había 
aprendido a apreciar la ropa limpia y planchada, guardada en su lugar, y las comidas hechas en casa en lugar de traídas de un restaurante.

Minho sabía muy bien quién era el responsable de todos aquellos cambios, y también sabía que por su parte era incapaz de hacerlo todo solo. Era evidente que necesitaba a una persona como el menor, que conociera los misterios de la vida que a su pesar se le escapaban, los estados de ánimo de un bebé, que supiera de estética y de sentimientos. 

¿Cómo era posible que nunca se hubiera dado cuenta de que la vida era algo más que trabajo? ¿cómo era posible que nunca hubiera comprendido que para criar a un niño hacía falta algo más que dinero y jugar con él?, se preguntó molesto consigo mismo. 

Tendría que haberlo pensado antes. Si alguna vez tenía un hijo quería que disfrutará de un hogar lleno de amor, y eso sólo era posible si tenía dos padres que se amaban. 
Durante un segundo el terror invadió el corazón del moreno. Era imposible que él lo amara. Cada vez que trataba de ayudarlo, Taemin se apartaba de su lado inseguro. Minho recordó los besos compartidos. Quizá fuera cierto, quizá él no fuera del todo indiferente a su encanto pero, ¿cuánto de interesado podía estar?, se preguntó.
 
No se atrevía a dar un paso adelante sin que él lo alentara ligeramente primero, y sin embargo no pensaba en otra cosa más que en poner en marcha su plan y por esa razón Choi arrastró al chico y al bebé al día siguiente a ver museos y a mirar en tiendas de antigüedades. No dejó de hacerle cariños al niño. Cada día que pasaba con Minhyuk aprendía a apreciar mejor la belleza y la complejidad de la vida, y cada día deseaba con más fuerza verlo crecer. Pero tenía que ser aquel niño en particular. Quería seguir siempre unido a aquel niño y aquel rubio que le habían enseñado a vivir, y no obstante las seis semanas acordadas iban desvaneciéndose como el humo. 

Bien, con su profesión se ganaba la vida persuadiendo a los demás, de modo que sólo tenía que ponerse a trabajar con Taemin. 

A la mañana siguiente compraron un cuadro para colgarlo encima de la chimenea y unas cuantas cosas más de un anticuario. Minho había anunciado que deseaba arreglar también el jardín trasero de la casa, pero…
 
—No sé nada de plantas —alegó levantando las palmas de las manos y encogiéndose de hombros. 

Por suerte, en lugar de echarse a reír, Taemin compró todo lo necesario. Por la tarde fue su turno y le tocó cavar y mezclar distintas tierras, y tras la deliciosa cena el patio terminó con muchas flores recién plantadas. 

Pero había un aspecto en el que el plan de Choi Minho había fallado por completo. Valiéndose del consejo del doctor Ravi, Minho había decidido que las tardes tenían que ser horas de descanso para el chico rubio, pero él se había negado. 
O estaba con Minhyuk o estaba trabajando, cocinando, limpiando, o arreglando el famoso auto viejo. 
El único modo de hacerlo sentarse consistía en pedirle consejo sobre lo que creería que diría un jurado en un determinado caso. Y fue una suerte que le pidiera consejo, porque gracias a ello, Choi descubrió un fallo en su razonamiento para el caso de los Woo. El jueves, después de pedirle a Yoona que solucionara aquel fallo, Taemin le contó que iba a la ciudad a comprar una pieza para el auto. 

—¡Tú no vas a ninguna parte, cariño! Prometiste que esta tarde descansarías al fin, y lo que yo tengo que hacer es vender ese cacharro viejo. 

—¿Cacharro viejo? 

Cuando Taemin lo miraba con aquellos ojos brillantes, Choi tenía que meterse las manos en los bolsillos del pantalón para poder resistirse a la tentación de abalanzarse sobre él. Era una suerte que hubiera aprendido la lección con Chung-ha, en aquella ocasión nadie saldría herido debido a una precipitación. Minho estaba decidido a no besar ni tocar a Lee aunque le costara la vida. Y menos aún a hacerle el amor hasta que no hubieran llegado a un acuerdo más estable sobre sus relaciones. 

Sin embargo no estaba prohibido fantasear. 

—¿Sabes lo bien que podría funcionar? 

—¿El qué? ¿El viejo auto? —preguntó Minho. 

—Sólo necesita un poco de pintura y un tambor de freno nuevo. Es por eso por lo que iba a ir a la ciudad, a comprar el tambor. 

Bien, si se veía obligado a pasar al plan B lo haría, buscar en Taemin a una pareja compatible con su carácter, un compañero dispuesto a intercambiar seguridad y apoyo financiero por una familia. Sin embargo hubiera preferido seguir con el plan A, hacerle el amor a Taemin durante los siguientes cuarenta o cincuenta años mientras veía crecer al pequeño Minhyuk. 

—Bueno, ¿puedes hacerlo o no? 

—¿Hacer qué? —preguntó Minho frunciendo el ceño. 

—¿Me estás poniendo atención Minho? Que te digo, ir a la ciudad y asegurarte de que le ponen al auto un buen tambor de frenos mientras yo descanso. 

—Claro que te tome atención, pero no reconocería un buen tambor de frenos ni aunque lo tuviera delante de las narices —contestó Minho pensando que todo plan debía de ser flexible—. Está bien, vayamos juntos. 

El chico parpadeó al ver la sonrisa letal de Choi. Cada segundo que pasaba a su lado resultaba peligroso. Aquella semana había experimentado la tortura más deliciosa que jamás hubiera podido imaginar. Habían bromeado y reído, trabajado y hablado juntos mientras cuidaban de su bebé. Incluso, en algunas ocasiones, Minho lo había mirado con ojos cálidos y muy, pero muy masculinos, haciéndolo sentir el hombre más deseable. 

—¿Y bien? —preguntó Choi con el niño en brazos—. Ninguno de los dos sabemos nada de autos, pero estamos dispuestos a aprender, ¿verdad, pequeño? 

Una vez más Taemin cedió a la tentación de disfrutar de la compañía del mayor mientras pudiera. Pronto estaría solo. Porque tenía que afrontarlo, los hombres como Choi Minho no abundaban. Y él no se conformaría con menos. El tiempo y la distancia sanarían sus heridas. En un par de semanas le diría finalmente adiós para marcharse a cualquier lugar de Corea donde encontrará una oportunidad. Probablemente de vuelta a Mokpo, donde los Kim pudieran ver a su nieto. 

—Bien —contestó Taemin apartándose un mechón de la frente y poniendo luego sus manos en la cintura—. ¿Cuando estarás listo? 

Choi miró el reloj. Y Taemin se quedó contemplando el suave vello de su antebrazo y recordando el poco vello que cubría su abdomen bajo. El deseo se apoderó de él. ¿Cuál sería la reacción de Minho si cruzaba la habitación y tomara su mentón entre sus manos para plantar sobre sus labios un profundo y apasionado beso?

Probablemente se echaría a reír, pensó. 

—Es casi la hora de darle de comer a Minhyuk. ¿Qué te parece si vamos después? 

Minhyuk gimió justo en ese instante, exigiendo la comida. 

—Vaya, conoces bien a tu pequeño bandido, ¿verdad? —bromeó Taemin. 

La sonrisa que esbozó Minho entonces permaneció imborrable en la mente de él mientras alimentaba a su hijo.

Al regresar a la casa se percataron que el teléfono no dejaba de sonar, así que se apuraron a abrir la puerta e ingresar.

—Pues yo insisto en que Minhyuk ha sonreído esta tarde —dijo el mayor mientras se dirigía a contestar al teléfono—. El hecho de que ese hombre del almacén de piezas de autos haya tenido siete hijos no significa que lo sepa todo sobre los niños. 

Taemin contuvo una risa y sacudió la cabeza llevando otra vez el mechón largo a su frente, excitando a Minho de paso. 

—Lo siento, pero Minhyuk es aún demasiado pequeño. Fue sólo un eructo —contestó él.
 
—Pero Minhyuk es un niño muy avanzado para su edad —insistió Minho tomando el auricular—. Si hasta lo ha dicho el médico. 

—Hoy es tu día de suerte, Min —dijo Yoona desde el otro lado. 

—¿En serio? —preguntó Minho. 

Sí, era cierto. Tras buscar el tambor del freno, Taemin y el bebé se habían hecho una revisión en el médico, y éste había confirmado que todo iba bien. 

—Acabo de llamar a la oficina de Chey Tae-won, ¿y sabes qué? El CEO acababa de cancelar una cita, así que está dispuesto a cenar contigo mañana por la noche. 

—¿Mañana? —gruñó Choi molesto, cuando una semana antes aquello le hubiera parecido maravilloso—. Bueno, entonces supongo que será mejor que no falte. ¿A qué hora y dónde? 

—Mantén el entusiasmo, Choi. Es tu oportunidad. La cena será en el Dining Room mañana. Serán tú, el presidente de KS Group's y… —Minho apretó los dientes esperando a que Yoona soltara lo que tuviera que decir—… y tu acompañante. 

—¡Oh, Yoona, puedes subirte el sueldo de mi parte! —exclamó Minho pensando en que el glamour de la vida de Busan quizá ablandara e impresionará a Tae—. O triplica tu sueldo si me consigues a una niñera.

—No seas ridículo —replicó Yoona—. La secretaria del CEO ha dicho que los encontrarás en el bar del Park Hyatt Busan a las ocho, así que yo llegaré a tu casa cerca de las siete o siete y cuarto. Estoy deseando conocer a ese pícaro bribón y a su guapo padre. Incluso escucharé todas las estúpidas instrucciones que quieran darme acerca del bebé. Porque vas a llevarte a Taemin, ¿verdad? 

—Si él quiere… —musitó Choi—. ¿Tomarás la responsabilidad de niñera? 

—No me lo perdería por nada del mundo —rió Yoona—. Tengo que conocer a ese par de ángeles que han conseguido derretir tu corazón. 

—Bien, te veré a las siete. 

Minho colgó el teléfono y subió las escaleras en busca de Taemin, que estaba bañando a Minhyuk. Estuvo a punto de besarlo cuando él accedió a asistir a la cena, y lo besó de hecho cuando él le pidió que cuidara del niño a la mañana siguiente para ir a comprarse un traje apropiado. 

Cuando Taemin volvió de la ciudad con el traje, Minho estuvo a punto de sugerirle que se olvidaran de la reunión con el CEO y pasaran la velada en una de las habitaciones del hotel. Era un idiota. Una sola noche con Taemin nunca sería suficiente. Y no iba a poner en peligro su segunda oportunidad.

♾♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾♂️♾

Taemin quedará impresionado con el glamour de Busan? Impresionado por lo que rodea constantemente a Minho?
Yoona será una gran niñera?

Todas estás preguntas serán resueltas en la próxima actualización 😘💋

A seguir cuidándose mucho 😷💕

Besos y abrazos virtuales 🙌☺️💖

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