breezeblocks || rudy pankow

By spookygxrl

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Cuando Emma Stokes se encuentra por accidente con el grupo de amigos de su hermano una situación que puede de... More

prólogo
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
Comunicado
once
doce
trece
catorce
VUELTA
quince
dieciséis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidós
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
epílogo
agradecimientos

uno

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By spookygxrl

arriésgate no poco

Mientras escuchaba la canción "Breezeblocks" de Alt-j, estaba terminando un trabajo de historia. Teníamos que hablar sobre algún personaje histórico y yo había decidido hablar sobre Charles Manson. Simplemente su historia me parecía fascinante, aunque él me repugnaba, era un buen tema del que hablar en un trabajo.

El asesinato de Sharon Tate fue espeluznante y muy poco organizado, pero de todas formas consiguieron aterrorizar a la ciudad de Los Ángeles en los años 60. Charles Manson parecía haber sido el diablo en persona, aunque él afirmaba que era la reencarnación de Jesucristo. ¿Qué se le pasaba por la cabeza a un maniaco como él? ¿Qué le hacía pensar así? ¿Le gustaría ser de esa manera? Era un tema demasiado interesante para mi.

Además del espacio y cosas de la NASA, los asesinos seriales eran uno de mis mayores aficiones de las que hablar o informarme.

Y estarás pensando, esta tía es una friki y demasiado rara. Bueno, no te lo puedo negar, lo soy. Simplemente no lo saco a la luz.

Me llamo Emma Stokes, se puede decir que soy una de las chicas populares del instituto, el cual se ubica en Los Ángeles, más concretamente en Santa Mónica. Salgo con el quarterback del equipo de fútbol del instituto, además de ser elegida como reina de la fiesta de fin de curso del año pasado. Soy bastante normal y simple en clase, soy la típica chica que verás por los pasillos del colegio. Pero en mi habitación, en mi refugio, soy completamente diferente a eso.

Cuando entro en mi habitación, amo aprender cosas sobre el espacio y todo lo que tenga que ver con la astronomía. También estoy obsesionada con el Halloween y los asesinos seriales. Estaba muy indecisa, no sabía si estudiar Criminología y Psicología o Astronomía.

Me quedé a la mitad del trabajo y cerré el ordenador, para después desenchufar los auriculares de él.

Abajo estaban mi hermano y sus amigos jugando a algún juego de mesa mientras fumaban, como todos los viernes. Y todos los viernes yo estaba fuera, por ahí con mis amigas. Pero ese día estaba triste, llevaba una semana así, y no me apetecía.

En cuanto llegué de clase me puse mis pantalones grises de chándal y una camiseta de tirantes blanca pegada. Necesitaba estar cómoda. Estaba triste y decaída, no me apetecía estar bebiendo cerveza por ahí con ellas o cualquier cosa que estuviese relacionada con socializar y moverme.

Así que preferí tumbarme en mi cama toda la tarde comiendo nachos y viendo Netflix. Después hice una actividad totalmente divertida digna de un buen viernes, comencé mi trabajo sobre Charles Manson mientras escuchaba mi canción preferida.

Miré mi móvil, tirado en la cama, mi novio Evan no paraba de enviarme mensajes, ese día todo el mundo me estaba molestando a la mínima, y no tenía ganas de discutir con él sin que tuviese la culpa de nada. Decidí no mirar el móvil y salí de mi habitación.

Bajé las escaleras mientras veía cómo el humo de la cocina salía al pasillo de la entrada. Entré a la cocina con los brazos cruzados y mirada de enfado.

Chase, mi hermano, estaba sentado en el office (era como un sofá pero en forma de "U" y estaba alrededor de la mesa donde comíamos) con su grupo de amigos, mientras jugaban al póker y fumaban sus cigarrillos. Al menos esa vez no se trataba de marihuana.

Chase tenía dieciocho años, y estaba en su primer año de universidad. Era alto, con el pelo un poco largo y castaño claro. Los dos teníamos los ojos un o o achinados, y se podía decir que nos parecíamos un poco. Pero yo era más guapa, obviamente.

Drew tenía la misma edad que mi hermano, también en el primer año de la universidad. Era el chico más listo que conocerías en tu vida, era increíblemente inteligente. Pero todo lo que tenía de listo, lo tenía de creído y de sabelotodo. Tenía el pelo liso y rubio oscuro, además de la piel muy blanca y los ojos azules. Siempre vestía como si se fuese a un bautizo.

Jonathan y Rudy tenían mi edad. Jonathan era el único negro del grupo, y solía ligar mucho por esa razón. Era bastante guapo y siempre había tenido facilidad para hablar con las chicas. Y Rudy también solía ligar, era rubio con ojos azules y tenía un cuerpazo. Conclusión; eran el perfecto dúo de moreno-rubio del que todas las chicas estaban enamoradas. Y algún chico.

Jonathan jugaba al fútbol en el equipo de Evan, y era de los mejores. Sin embargo, Rudy pasaba más de esas cosas. Él era un chico de teatro, pero a la vez era popular y le caía bien a todo el mundo. A veces era el gracioso de la clase y solías verlo con alguna chica de vez en cuando, pero nunca algo serio.

—¿Podéis dejar de fumar de una vez?—Pregunté con una ceja alzada. —Al final me vais a dejar los pulmones negros a mi.

—Mira, Emma —habló Chase—. Debes buscarte un hobby.

—Tengo un hobby.

—Estar triste no es un hobby.

Le saqué el dedo sonriendo y después me dirigí de mala gana al frigorífico para sacar la botella de agua, y después cogí un vaso para echar el agua en él mientras ellos hablaban jugando. Se me ocurrió jugar con ellos para olvidarme un poco de todo aquella tarde.

—¿Puedo jugar? —pregunté acercándome a la mesa con el vaso.

—No. —respondió Chase sin mirarme.

Apreté los labios con enfado, mirándolos a todos. Drew tampoco me miraba, pero Jonathan me miraba como disculpándose. Rudy solo sonreía de medio lado mientras me observaba.

—No es justo —me quejé—. Nunca os pido estar con vosotros, ¿qué más da que me siente una tarde con vosotros?

—Mucho.

Puse los ojos en blanco mientras le daba un sorbo al agua de mi vaso. ¿Seria buena idea tirárselo encima? Seguro que sí...

—Puedes jugar —me dijo Cooper mirándome por primera vez esa noche. Abrí los ojos emocionada—, pero solo si sales tú a pagar la pizza.

—¿Habéis pedido pizza?

No contestaron, eso significaba que sí.

—Chase, ya sabes que mamá no te deja pedir a domicilio si no está ella.

Chase comenzó a imitarme burlonamente con una voz de pito y los demás rieron. ¿Por qué seguía siquiera allí?

—Olvidadlo.

Me di la vuelta, pero entonces Chase me llamó de nuevo. Me di la vuelta para mirarlos.

—Anda, ve a por la pizza y te dejamos jugar.

Lo pensé y me acerqué a él, dejé el vaso en la mesa y le puse la palma de mi mano abierta frente a su rostro. Él me miró con una ceja alzada. Entonces la chocó con la mía con expresión de confusión.

—¿Pero eres idiota?—pregunté frustrada—. Dame el dinero, ¿o crees que lo pagaré yo?

Chase suspiró y le indicó a sus amigos que me dieran el dinero. Yo puse cara de circunstancias mientras todos dejaban un billete en mi mano. Puse dos dedos de mi mano en la frente, para después dirigirlos a ellos en modo de despido.

Salí fuera. Era uno de octubre y las noches habían comenzado a enfriarse. Había una leve niebla y el ambiente era húmedo. Realmente me gustaba el otoño, a ser sincera. Era mi estación favorita.

Entonces escuché un ladrido y no me dio tiempo a reaccionar cuando mi perro Leo salió de casa disparatado. Me dio tiempo a agarrarlo del arnés y lo paré. Era un golden retriever muy cariñoso, pero demasiado juguetón. Me lamió la mejilla y puse cara de asco y la limpié, pero después reí y le di un beso en la cabeza. Después lo obligué a entrar justo cuando el chico de la pizza llegaba en la moto.

Me acerqué a él. Me sonaba muchísimo, aún con el casco puesto en la cabeza.

Me entregó la caja de la pizza y yo le entregué el dinero. El chico se marchó, sin una sonrisa ni nada. Había sido bastante serio y tajante para trabajar de cara al público, y su cara me sonaba demasiado.

Cuando volví a entrar, los chicos reían sonoramente. O más bien los gorilas, porque reían como tales.

Dejé la pizza en la mesa y todos se lanzaron a la caja para coger el trozo más grande.

—¿Puedo jugar ahora?

—¿Sabes jugar?—preguntó Rudy con una ceja alzada, mientras ajustaba su bandana roja que llevaba en el pelo.

Me incliné, apoyando mis codos en la mesa y lo miré fijamente.

—¿Quieres descubrirlo?

Todos hicieron el típico sonido de "Uuhh" haciendo como que tenían miedo, y yo seguí mirando a Rudy, que me miraba con una pequeña sonrisa retadora.

—Claro que sí. Siéntate.

Asentí mientras Jonathan y Rudy se levantaban y me dejaban sentarme en el asiento de en medio. Ellos se sentaron de nuevo de manera que quedé entre mi hermano y Rudy.

Chase barajó las cartas y después las repartió. La tensión era palpable en el ambiente. Comenzamos a actuar por turnos en el sentido de las agujas del reloj. Cuando me tocó a mi, miré mis cartas e igualé a Chase.

—Apuesta —habló Drew—. ¿Cuánto?

—Cinco dólares —dije segura. Todos rieron. —¿Qué?

—Arriésgate un poco —contestó Jonathan—. Suelta unos veinte, anda.

—Luego voy a por el monedero y los pongo, si es que pierdo.

Todos se miraron como pensando que iba a perder. Lo que no sabía Chase era que ese verano me lo pasé jugando las tardes de agosto junto con Madison, mi mejor amiga, al póquer. Me había hecho una pro.

Cuando le tocó a los demás intentaron ir igualando unos a otros, pero yo no podía evitar soltar una pequeña sonrisa que trataba de ocultar, porque sabía que me estaban subestimando y eso jugaba a mi favor.

Una vez igualamos la última apuesta, un tiempo después, llegó la confrontación. Jonathan y Chase ya no estaban activos, y solo quedábamos Drew, Rudy y yo. Comenzaba a ver que ellos notaba que no era tan mala como pensaban.

Mostré mis manos, igual que ellos, y después analizamos nuestras cartas. Conforme fui viendo las manos de los dos, mi emoción fue aumentando a medida que me daba cuenta de que mi mano era la que tenía más valor.

—Full —anuncié soltando las cartas en la mesa.

Todos me miraban perplejos. Literalmente tenían las bocas abiertas de par en par. Me crucé de brazos sonriendo y mirándolos uno a uno.

—Ya sabéis. Toda la pasta hacia mi.

—Wow —habló Jonathan sin dejar de mirarme.

—Nunca imaginé que la princesita nos ganase al póquer —admitió Drew serio, mientras sacaba un trozo de pizza de la caja.

—Ah, ¿que por no ser como tú no puedo ser inteligente?—le ataqué.

—Una chica inteligente no saldría con Evan Collins —Comentó Rudy mirándome fijamente. Lo miré enfadada.

—¿Qué sabrás tú cómo es Evan?

—Lo sé de primera mano. —alcé una ceja—Se ha metido conmigo varias veces, te lo puede decir JD.

JD era el apodo que ellos tenían a Jonathan por las iniciales de su nombre y su apellido, el cual era Daviss.

—¿Y no te defendió?

—Puedo arreglármelas yo solo contra un pringado como él —Rudy estaba calmado, pero hablaba serio, pero yo estaba enfadada.

—A lo mejor deberías cambiar de amigos.

—A lo mejor deberías cambiar de novio.

Todos rieron y susurraron cosas que no quise llegar a escuchar. ¿Que hacía yo allí? No tenía nada que ver con ellos. Maldito aburrimiento. Dirigí mi mano hacia el dinero cuando escuchamos un ruido en el patio trasero. Dejé la mano a medias del camino hacia los billetes y los demás se miraron ente ellos.

—¿Qué ha sido eso?—preguntó Drew, con voz de pito claramente asustado.

—No sé, debemos averiguarlo —contestó Chase levantándose.

Pero entonces las luces de la casa y de la calle se apagaron. Estábamos completamente a oscuras.

—————

¡Hola!! Bienvenidas a Breezeblocks, una historia de ciencia ficción, pero sobre todo, amor. Creo que os va a gustar mucho, y además va a ver mucha acción. También os vais a enamorar más de Rudy, si eso es posible. Así que... ¡hasta la próxima actualización!

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