Hoy estaba de muy buen humor, después de que ayer Kyungsoo me dijera que el alcalde le diera el visto bueno al proyecto, me puse en marcha, pensando en cómo utilizar bien los espacios, no era tarea nada fácil, no soy arquitecto pero quería que los muchachos pudieran desarrollar las tareas cómodamente y que no hubiera ningún elemento peligroso cercano.
Me pongo la chaqueta, esperando que mi jefe termine también de prepararse, hoy nos vamos a nuestro querido bar, hemos quedado con Chanyeol y tengo ganas de comentarle la nueva actividad para los chicos, seguro que le gustará.
LuHan sigue sentado en la silla, con el rubik en sus manos, a veces me da un poco de pena que siempre sea de los últimos en dejar el colegio y lamento profundamente que por el trabajo de la señora Park nunca lo viniese a recoger, al menos desde que yo trabajo aquí.
Veo que Kyungsoo se ha sacado la corbata y adopta un aire más informal, pero aún así se nota que es de la capital, con sus zapatos negros de cordones bien cerrados y tan impolutos que brillan con el contacto del sol.
—Vamos —me dice adelantándose, en cambio yo me detengo al ver que todavía LuHan sigue aquí —si quieres quedarte, tengo mogollón de papeleo por hacer —me insinúa reanudando la marcha hacia la salida.
—Es que raro que aún no haya venido su hermana a buscarlo.
—¿Y? Quizá se enrolló en la salida del instituto o muy a malas si en quince minutos no viene nadie, ya llamarán a su casa.
—Si bueno...
—Baekhyun —se me acerca, y esa pose de serio que le caracteriza todavía parece magnificarse más cuando junta sus cejas —no te comprometas demasiado con ese crío, limítate hacer tu trabajo y nada más.
—¡Pero Kyungsoo! —le protesto por ser tan insensible.
—No te lo tomes a mal, es un consejo que te doy. Encariñarse en exceso de nuestros alumnos no es bueno, entiendo que a veces eso es difícil por el trabajo que desempeñamos pero... —parece que por un momento no está aquí, le noto ausente y sus ojos se elevan como si estuviera recordando algo — hay que esforzarse en mantener las distancias para que no te afecte.
A pesar de que es un maestro en ocultar sus emociones, sé que ahora se siente triste, pero prefiero no indagar, no quiero en hurgar en alguna herida de su pasado, sabría que me daría evasivas.
Kyungsoo es callado, habla poco y realmente sé muy pocas de él, cuatro pinceladas de su trabajo en el hospital de Universitario de Seúl como psiquiatra de apoyo en el departamento de Pediatría.
Nada más.
Salimos del colegio, intento seguir su consejo pero algo dentro mí me remueve, posiblemente deseando ver a Hye Sun corriendo por la calle para ir buscarlo, pero sigo caminando y ni rastro de ella, y lo que más me extraña, Chanyeol tampoco está cuando llegamos al bar.
—Caray, aún no vino —me comenta Kyungsoo rascándose la cabeza, opta por una mesa de afuera, él tampoco fuma y detesta el humo.
—Lo llamaré, quizá le surgió algo en la comisaría.
—Ok, yo iré adentro a por dos botellas ¿cerveza? —asiento mientras saco el móvil — porque temo que el viejo Hong nos traiga el pedido dentro de cinco lustros con esa lentitud que le caracteriza.
Me río porque es cierto, incluso un pelín más lento de lo que sería normal aquí, es un anciano que se niega a jubilarse, según él porque sería muy duro aguantar a su mujer 24h, pero por cómo lo veo yo es porque quiere seguir sintiéndose útil.
Su trabajo ahora se limita a tomar nota de las bebidas y poca cosa más, incluso los bocatas que ofrece los traen de afuera, algunos parroquianos me explicaban con añoranza cuando el matrimonio regentaba el lugar, ella estaba en la cocina y él en el mostrador, pero todo aquello cambió cuando su mujer se jubiló hará cinco años.
Sé que quiere su bar, a sus clientes de toda la vida y también que cuando eche el telón, ninguno de sus hijos lo heredará, todos viven fuera del condado de Wando.
Un triste final para un bar que ha visto más de cuarenta años de este pueblo.
Chanyeol no me responde a pesar de que me da tono, veo que Kyungsoo regresa con las botellas, se ven frías por ese hielo resbalarse por sus dedos y las deja encima de la mesa junto con las copas, saca un papel del servilletero y lo humedece en un potecito de antiséptico que siempre lleva en el maletín, limpia las bocas de las botellas y procede hacer lo mismo con las copas.
—Voy a la comisaría, haber qué pasa con Chanyeol —le explico mientras él pone su copa en la mesa y luego la mía a una distancia de 40 cm en línea recta, no termina su ejercicio de perfección hasta que coloca las botellas a 5 cm de las copas respectivas.
—Ya vendrá, déjalo.
—Vamos Kyungsoo, si está aquí al lado —me justifico, aunque en realidad era por si veía a Hye Sun pasar por la calle.
—Como quieras.
Mi simpático amigo saca su móvil y lo enciende pasando de mí. No suele hacerse de rogar, es un hombre de una frase y a veces de una palabra.
Sea como fuera voy a la comisaría y me paso por el colegio, viendo que todavía LuHan está dentro, me siento tentado a entrar y preguntar si ya llamaron a su familia, no quiero que se sienta abandonado, podría ser fatal para su estado anímico.
—Profesor Byun...
Me giro y la veo, me alegro mucho, muchísimo, no sé por qué alegró tanto, la veo sofocada y hasta el rubor en sus mejillas por haber hecho un esfuerzo.
—Hola Hye Sun ¿sucedió algo?
Ella recupera el aire que le falta y le echa un ojo al colegio, tranquilizándose al ver a LuHan dentro.
—Siento llegar tarde, me surgió un imprevisto.
—No pasa nada, no te preocupes, hubieran llamado a tu casa.
—Mi madre aún no habría llegado a casa y mi padrastro se pasa el día en el bar hasta las ocho —me dice mirándome seriamente —profesor Byun... —rompe el contacto visual y hasta parece nerviosa —podría darle mi número por si esto se vuelve a repetir...
Está muy roja y no es para menos, que una muchacha de dieciocho años me esté dando su número daría qué pensar, pero es la sobrina de Chanyeol y la hermana de mi alumno ¿tendría algo de malo?
—¿Tu madre no tiene número de móvil o tu padrastro?
—Por favor profesor Byun, si se enteran que llegué tarde me echarán la bronca, se lo pido por favor.
La muchacha me mira suplicante, con sus ojos bien abiertos, descubriendo que los tiene como el color de la miel, me asombra y hasta cierto punto me siento cautivado por esa extrañeza.
—¿Profesor Byun?
—Está bien Hye Sun —accedo sacando mi móvil y encendiéndolo —tú me dirás.
—Gracias profesor, LuHan tiene razón, usted es bueno, me alegro que mi hermano esté cerca de usted.
No sabía muy qué responder a eso, guardo su número con el nombre de sobrina de Chanyeol, realmente no sé por qué accedí ¿debería preguntarle a Chanyeol más profundamente sobre su familia? ¿había algo que me estaba ocultando?
Le sonrío, agradecido por sus palabras y ella se despide con una inclinación, veo que entra en el colegio y se abraza a LuHan, ahora me siento tranquilo y puedo irme, voy directo a la comisaría a buscar a Chanyeol y la verdad es que intrigado de por qué ni siquiera atendió mi llamada.
No tardo mucho en llegar, la comisaría está a cinco minutos andando a paso rápido desde el colegio.
Veo a Kim Jongdae, un hombre oriundo de Wando-eup, como cada día con su pancarta pidiendo reabrir el caso de su hermana.
Sí, posiblemente el caso de la hermana de Kim Jongdae sea el más importante que haya tenido Wando-eup en años, su desaparición misteriosa que posteriormente se corroboró que fue voluntaria.
La policía cerró el caso a las dos semanas, no había mucho más qué decir la verdad, vieron a la muchacha en compañía de un sujeto no identificado en una grabación que se hizo en una gasolinera, la última antes de cruzar el puente llevaban a la península.
Y allá se le perdió la pista.
Es normal que su hermano niegue la versión oficial de la policía, yo tampoco estaría satisfecho. La gente no desaparece porque sí, pero por desgracia aquellas imágenes dejaron poco margen para la duda y lamentaba profundamente por lo que estaría pasando ese pobre hombre.
Lo saludo levemente con la cabeza, no tenía mucho trato con él, algunos decían que se había vuelto loco y que incluso su propia familia se avergonzaba de lo que hacía.
Pero ahí seguía, cada día con su pancarta para que nadie se olvidara de su hermana.
Era admirable.
Entro en la comisaría, comparándola con cualquiera de Seúl era pequeña, muy pequeña, nada más entrar veías el mostrador y detrás los escritorios de los agentes, Chanyeol está en el suyo, pulsando con sus dedos índices el teclado del ordenador, me sonrío, no se le da nada mal para hacerlo de esa manera, yo no tengo esos problemas, mi madre me apuntó a un curso de mecanografía del instituto cuando era joven y ahora se lo agradeceré para el resto de mis días, me ahorro mucho tiempo a la hora de redactar informes, preparar trabajos o lo que sea sin necesidad de mirar el teclado.
Me resulta tierno ver a Chanyeol cómo va mirando las teclas y cuando termina levanta la vista para leer la pantalla, se nota que no está familiarizado con las nuevas tecnologías pero le pone empeño.
El agente del mostrador me saluda, nos conocemos y le pregunto por Chanyeol, me dice que anda ocupado con un caso especial.
Aquello despierta mi interés y pongo disimuladamente la oreja mientras me apoyo en el mostrador.
—Señora Hee, ya le dije que por cómo lo veo, debería mejor hablar con un mudang, quizá lo más conveniente sea hacer una ceremonia kut.
—¡Chanyeolito! —protesta la anciana —¡¿Por qué vais diciendo por ahí a la gente que estáis para ayudarnos y luego no es verdad?!
Tuve que hacer un esfuerzo titánico para no reírme, primero por cómo lo llamó y segundo por descubrir de qué trataba el caso especial. Chanyeol sigue inmutable, aunque posiblemente por dentro las llamas del Averno lo estén quemando vivo.
Sigue con su pose neutra, sin perder la educación.
—Señora Hee —vuelve a insistir —lo que le está le pasando está fuera de nuestra jurisdicción, es algo que nos supera, necesitamos ayuda de un mudang para eliminar según usted a esa presencia maligna de su casa.
—¡Al menos puedes venir a mi casa y comprobarlo! —le ruega la anciana frotando con sus manos entre sí —¡Hazlo por esta anciana que te cambiaba los pañales siendo bebé!
¡Ah caray! ¿Esa anciana fue su niñera? Estaba intrigadísimo.
—De acuerdo señora Hee, me pasaré mañana por la mañana—le responde resignado, levanta la vista y entonces me ve, sus considerables orejas enrojecen al momento, sabe que por dentro me estoy riendo de lo lindo, aunque como hacía él, guardaba la compostura.
—¿Y por qué no ahora?
—Mi turno terminó hace media hora señora Hee, si quiere le paso el caso a Cho y que la acompañe ahora —le propuso esperanzado para que dijera que sí.
—No no Chanyeolito, mañana pásate por casa y comprobarás que no miento.
—Muy bien, pues lo haremos así.
Parece que la anciana queda satisfecha con eso y torpemente se levanta, Chanyeol la ayuda y le acerca su bastón, incluso la acompaña hasta la salida de la comisaría, se despide de ella amablemente y cuando vuelve a cerrar la puerta, deja escapar un largo suspiro de agotamiento.
—Baekhyun, ni se te ocurra decir algo de lo que acababas de presenciar.
Juro por dios que intento no reírme, pero es inevitable, llevaba demasiado tiempo aguantándome y me dolía hasta la barriga.
—¡Byun!
—Perdón perdón Chanyeol, está bien —procuro calmarme al ver que a él no le hace ni pizca ni gracia —vine a buscarte, Kyungsoo ya está allá.
—Bien, pillo la chaqueta y nos vamos.
Asiento con la cabeza, vuelve a meterse dentro, para arreglar su escritorio, el orden para él consistía en juntar todo el papeleo en uno, así todo parecía más limpio, si Kyungsoo le viera, seguro que le daría un infarto.
—Por cierto, quién era esa señora.
—Era mi vecina cuando era un crío, muchas veces me cuidaba cuando mis padres tenían que irse a trabajar.
—Ah...por eso esa familiaridad...eso de...
—Ni se te ocurra Baekhyun, te saco una cabeza y mi mano es el doble de grande que la tuya.
¡Oh! Creí que estaba bromeando pero dejó bien claro que no cuando me enseñó la palma de su mano, me amedrento y prefiero no seguir haciéndole la puñeta.
Veo que se despide de sus compañeros, se acomoda su chaqueta reglamentaria y por fin salimos a la calle, parece estar de buen humor y se saca un cigarro de su paquete de tabaco.
—Deberías dejar de fumar, es malo.
—Bueno, hay muchas cosas malas en esta vida —inhala ese cigarro sacando virutas de humo —sé que no es lo más sano de este mundo pero es el único vicio que tengo, así que déjame tranquilo.
Caminamos en dirección al bar y creí que era un buen momento para sacar un tema que tal vez me podría ayudar.
—Chanyeol, necesito que me hagas un favor.
—Pues tú dirás.
—Hace dos semanas que nos multaron cuando estábamos en Shinji-myeon. Ji Eun intentó hablar con el agente al cargo pero parece ser que ese tipo no atiende a razones, según él, se notificó la multa a través del servicio de tráfico por Internet y posteriormente por carta, pero Chanyeol ¿Quién cojones mira la web de tráfico de esta isla?
Chanyeol me mira sorprendido, como si aquello fuera un hecho excepcional y rarísimo que sucediera aquí.
—¿Y cómo se llama el cabrón que os multó?
—Kim Minseok ¿lo conoces?
—Ni idea de quién es, posiblemente sea un novato que aún no se ha enterado de cómo van las cosas aquí.
Le doy el alto, mi intención no era librarme de la multa si no pagar el 50% de la misma, al recibir la notificación tan tarde, se nos pasó el plazo y lo veía injusto.
—Sólo quiero hacer las cosas bien Chanyeol, si hicimos mal pagaremos, pero que tampoco nos tomen el pelo.
—Nada Baekhyun, dame la notificación y hablaré con el jefe de la comisaría de Shinji-myeon, es un amigo mío de toda la vida. Yo antes vivía allá y a pesar de que me saque diez años, lo normal es que la muchachada del pueblo se juntase en la plaza central.
—Sí, Ji Eun me comentó que aún lo siguen haciendo.
—Je, hay cosas que nunca cambian.
Le doy la carta notificada y la toma echándola un ojo por encima, farfulla y a pesar que existen dos infracciones, considera que todo aquello es una exageración.
—El tal Kim se va divertir mucho a partir de ahora limpiando las letrinas de la comisaría.
—Eh no...tampoco quiero vengarme, en serio Chanyeol, pagaré lo que es justo y no olvidamos del tema —le vuelvo a insistir, no quiero que nadie me acuse de tráfico de influencias.
—Que te calles Byun, agradece que tienes un buen amigo que puede hacerte este tipo de favores.
A veces me cuesta digerir que me hable con esa dureza, así que opto por asentir y cerrar la boca.
Veo a Kyungsoo en el bar, está tomando el sol con los ojos cerrados y hasta parecía relajado ¿se habrá dormido de tanto esperarnos?
—¡Despierta Kyungsoo! ¡Llegamos! —le chilla Chanyeol con su vozarrón de oso de las cavernas.
El pobre se sobresalta en su silla, apretando con sus manos el reposabrazos, parece asustado y tiene los ojos más grandes de lo normal.
—La madre que te parió Park Chanyeol.
—Sí por ahí anda, disfrutando de su huerto y de su vida de jubilada desde hace unos meses.
Aquí la gente se jubilaba relativamente joven, a los 65 años, muchos castigados por los estragos del mar, incluso con prejubilaciones a los 63 si estaban realmente muy cascados.
A veces me dada de cruces de cómo se podía mantener una isla con tanta gente mayor y con tan poca población activa trabajando.
Kyungsoo poco a poco recobra la compostura, es raro que se altere y lo más curioso es que su cara no es que cambie mucho, solamente es su tono de voz.
—Id a pedir y para mí otra cerveza.
Una vez que por fin nos sentamos con nuestras bebidas —la mía de antes se la tomó Kyungsoo — pensé que era un buen momento de darle a Chanyeol la noticia del taller de jardinería que pronto se pondría en marcha.
—Sabes Chanyeol, la semana que viene vamos a iniciar un nuevo proyecto para los muchachos del colegio, será un taller de jardinería y espero que LuHan pueda asistir.
Él me mira con sorpresa, supongo que en su mente rondan tijeras podadoras asesinas, paletas corta dedos o incluso alambres con espinas que podrían sacarte un ojo.
—Pe...pero eso no es un poco peligroso...
—En absoluto —interviene Kyungsoo para calmarlo —las herramientas que usarán los chicos serán inofensivas, por nada en el mundo haríamos algo que les pudiera perjudicar.
—¿Qué tan inofensiva puede ser una tijera podadera, Kyungsoo? —le pregunta ya sabiendo que estaría pensando en eso, ahora soy yo al que le toca placar sus inseguridades.
—En Internet hay herramientas de jardinería para niños, diseñadas precisamente para evitar alguna desgracia, así que quédate tranquilo.
Pero Chanyeol no las tiene todas consigo.
—¿Así tipo cubo, pala y rastrillo de la playa?
Kyungsoo por fin lo convence con su labia aplastante y además con sus argumentos pedagógicos sin fisuras.
—Es un taller de jardinería, los muchachos deberán aprender a cuidar las plantas, no son juguetes si no herramientas adaptadas para los niños, por ejemplo, las tijeras serán redondeadas, como las que usamos en el colegio, además, me interesa más que trabajen con las manos y que exista una interacción social beneficiosa entre ellos, compartiendo y viendo los frutos de sus esfuerzos.
Aquello le agrada realmente y hasta un sonoro aplauso retumba de golpe ante su entusiasmo espontáneo.
—¡¡Eso es genial!! ¡¡Contad conmigo para lo que sea!! —estalla loco de alegría, levanta su copa de cerveza y nos invita hacer lo mismo con las nuestras —conozco a mucha gente que seguro que nos ayudará, será estupendo.
—Te lo agradecemos Chanyeol —le dice Kyungsoo sonriéndole —como no somos de aquí, temíamos que tal vez la cosa no cuajara bien entre la gente.
—Nada nada, dados por adoptados, la gente sabe que sois mis amigos y con eso basta —nos dice todo orgulloso hinchando su pecho y hasta un rayo de sol se refleja en su placa de policía.
¿Vanidoso? Tal vez, pero aquí los contactos eran fundamentales, y Chanyeol fue el que nos ayudó en cierto modo a ser aceptados y no vistos como unos sujetos hostiles que venían de fuera de la isla.
El kut (en , 긋), es la más importante de las ceremonias del chamanismo. El chamán intercede delante de los espíritus malos para que no traigan desgracias a los humanos, envía a los muertos al "otro mundo", pide la ayuda de los espíritus para los enfermos, y la felicidad y la prosperidad de los habitantes del pueblo o las familias particulares que han solicitado sus servicios. Todo ello acompañado por bailes e instrumentos tradicionales. Los rituales kut constan de 12 partes, que pueden durar desde varias horas hasta unos cuantos días.