Los diarios de Jehane de Caba...

By katiealone

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«Había una vez una orden de caballeros que protegían a una dama. Había una vez una dama que se convirtió en i... More

Dedicatoria
Epígrafe
Los diarios
Sinopsis y personajes
1.- Secretos
2.- El día en que todo empezó
3.- Antoine, el que todo lo sabe
4.- Una visita interesante
5.- Los chicos de la orden
6.- Rumbo oriente
7.- Problemas en la escuela
8.- Actea
9.- Una buena pista
10.- El palacio de los espectros
11.- Novedades de terror
12.- Provenza
13.- La gente del futuro
14.- Primera profecía
15.- Más secretos
16.- Los herederos de Trencavel
17.- Visitantes inesperados
18.- Los años infelices
19.- Desesperación
20.- Falsa felicidad
21.- El niño de las profecías
22.- Años de olvido
24.- El día de la verdad
25.- Ahora o nunca
26.- Tiempo de cambio
27.- La controladora
28.- La verdad inventada
29.- Promesa
30.- La ira de los dioses [Parte 1]
30.- La ira de los dioses [Parte 2]
31.- Memorias [Final]
📜 Notas finales 📜
Epílogo
📚 Otras historias de la autora 📚

23.- Todo tiene su tiempo

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By katiealone

La noche anterior terminó de leer en casa la última traducción de las memorias de Jehane. Una parte que, por cierto, no se la entregó el Jerome real. Cuando llegó a casa encontró en el buzón un sobre que sobresalía. Solo por curiosidad lo sacó, y sintió un temor súbito. Pensó que había sido suficiente con todo lo que Nikkos le contó, pero el inmortal había dejado un sobre para él con información adicional. La escondió entre sus cosas, y entró a casa.

Mamá lo esperó angustiada, y la entendía, era tarde. Al verlo, se agachó para estar a su altura y lo abrazó fuerte. Notó su miedo, mamá no estaba enojada. Solo muy asustada porque creyó que se había perdido o que le pasó algo. Al separarse notó lágrimas en sus ojos, mismas que se apresuró a secar.

—Tranquilo, ya lo sé todo —murmuró su madre mientras acariciaba sus mejillas.

—¿En serio? —preguntó sorprendido, le tembló la voz. ¿Acaso la orden descubrió lo de su charla con Nikkos?

—Si, Andrea me lo contó. Sé que vieron lo que le pasó a la madre de Silvain. Te asustaste, ¿verdad?

—Ajá... —contestó en voz baja. Eso lo tranquilizó, porque si descubrían lo de Nikkos estaría en verdaderos aprietos.

—¿Dónde estuviste? Andrea dijo que se despidió de ti en el paradero de buses.

—Si, pero el bus tardaba en llegar y me cansé de esperar. Vine caminando, también estuve sentado en un parque. No sé, no dejaba de pensar.

—Amor, no vuelvas a hacer eso —dijo mamá, no dejaba de acariciar sus mejillas—. Me voy a morir sin ti, no podría soportarlo. No salgas solo, y siempre reporta tu ubicación a la orden. Me asusté mucho.

—Lo siento, mamá. No lo pensé, solo tenía miedo —se excusó, ella volvió a abrazarlo.

—Ya pasó, lo importante es que estás bien. —Él asintió. No creía estarlo, siendo sincero.

Al llegar a su habitación, escondió el sobre que le envió Nikkos. Cenó con mamá, ella lo estuvo vigilando con disimulo. Tuvo que esperar hasta la madrugada para poder leer. Sacó el sobre, buscó una linterna y se metió debajo de la manta.

No supo cómo sentirse. Le dio mucha pena Jehane, saber que la tuvieron secuestrada tanto tiempo y le hicieron cosas malas. 

Le estremecía leer las partes en que ella le hablaba. A Alain le parecía leer una carta de alguien muy familiar, como si lo conociera. Y conforme leía, ella le parecía cada vez más cercana. Al principio no se esforzó por imaginarla, pero poco a poco se formó una imagen de ella en su mente. Tuvo que ser una chica muy linda. Quizá no muy alta, pero sí muy fina y educada. Había leído de sus cabellos dorados, y aunque nadie se lo dijo, la imaginó de ojos azules.

Después empezó a imaginar su voz. No podía ser como la de mamá, porque mamá tenía más de treinta. En su mente le dio una voz parecida a la de Andrea. ¿Acaso estaba en lo correcto? ¿Así fue su voz? ¿Y si Jehane también lo imaginó a él? Ella lo dijo en sus diarios, que supo que algún día sería un hombre, pero le gustaba pensarlo como a un niño.

Pronto la vida de Jehane daría un giro. Volvería a Provenza, y quién sabe lo que iba a encontrar. O si le dejarían leer eso, pues la orden cada vez le ocultaba más cosas. No estaba preparado, seguro pensaban eso. ¿Le iban a ocultar que los inmortales se llevaron a Jehane y le hicieron cosas malas? ¿Que la controlaron? ¿O le darían una versión resumida? 

Y así como Jehane tuvo cosas que hacer, él también. Alain se quedó quieto con la biblia abierta frente a sus ojos. En casa tenían una, pero si mamá lo veía buscando información iba a sospechar. Así que esperó llegar a la mansión Maureilham ese día para hacerlo. Llegó más temprano que nunca, fue rápido hacia la biblioteca donde siempre estudiaban y se apresuró en buscar la parte que Jehane citó en sus memorias. Eclesiastés 3. Lo único que le gustaba a Actea de la biblia. Lo encontró, y empezó a leer.


Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:

Tiempo de nacer y tiempo de morir;

tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar y tiempo de curar;

tiempo de destruir y tiempo de edificar;

tiempo de llorar y tiempo de reír;

tiempo de lamentar y tiempo de bailar;

tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas;

tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;

tiempo de buscar y tiempo de perder;

tiempo de guardar y tiempo de desechar;

tiempo de rasgar y tiempo de coser;

tiempo de callar y tiempo de hablar;

tiempo de amar y tiempo de aborrecer;

tiempo de guerra y tiempo de paz.


"Todo tiene su tiempo", se dijo pensativo. Nunca había escuchado eso, ni siquiera se consideraba religioso. Pero le gustó, porque todo le pareció muy cierto, incluso para los inmortales. 

Sabía que Actea nunca se sintió importante, y por eso escapó de ellos cuando llegó el momento. Y Bruna estuvo esperando por siglos hacerse fuerte y enfrentar a Esmael. Todo a su tiempo. Como lo que iba a pasar en unos años cuando naciera la inmortal ocho. En un tiempo todos podrían morir.

—¿Qué lees? —Casi grita, se quedó pálido cuando reconoció una voz infantil a su lado. Tan concentrado estuvo que ni cuenta se dio que Julius llegó—. Ah... La biblia, ¿por qué lees eso?

—Es... Es una cosa de la escuela —explicó nervioso. No quería que nadie lo descubriera para evitar preguntas, y justo lo pescaba el niño.

—Bueno —le dijo Julius tranquilo sin cuestionárselo mucho—. ¿Puedo leer?

—Mejor no. —Pero igual lo hizo. Julius se apoyó sobre la silla y se elevó unos centímetros para ver mejor. Alain quiso cerrar la biblia, pero Julius no lo dejó.

—Oye, es como la canción.

—¿Qué canción? —le preguntó extrañado.

—La de The Byrds, "Turn, turn, turn". ¿No la has escuchado? —Él negó con la cabeza.

—¿Cómo es eso?

—Espera, te enseño. Al abuelo le gusta, es de sus tiempos cuando era joven y se iba de fiesta. A mí también me gusta mucho, la música del abuelo es genial.

—Jul... —Quiso pedirle que le explique más, pero el niño ni siquiera esperó para alejarse corriendo de él.

Al otro lado de la biblioteca había un tocadiscos de esos antiguos. En casa tenían uno que perteneció al abuelo, pero nadie lo usaba. Julius sabía dónde buscar, y se notaba que había usado ese aparato varias veces. En un estante más allá, en un rincón al que apenas le había prestado atención, había una colección de discos de vinil.

Alain cerró la biblia y la dejó a un lado para ir al encuentro del niño. Este buscaba tranquilo entre los discos hasta dar con uno en particular. En letras blancas leyó el nombre del grupo, y también el de la canción. El disco era azul y mostraba a un grupo musical de cinco hombres. Todo se veía muy antiguo, de los sesentas tal vez.

—Es lo mismo, Alain. Te juro —declaró Julius muy sonriente. Con cuidado, sacó el disco de la funda y lo colocó despacio en el tocadiscos. Sin dudar, encendió el aparato—. ¿Sabes inglés?

—Si, claro. —O eso creía. Estuvo practicando con mamá, pero no era bilingüe. Al menos podía entender las letras de las canciones y las voces de los vídeojuegos, eso era lo importante.

Pronto una música melodiosa y de esas antiguas empezó a sonar. Sesentas. La época favorita en la modernidad de Actea, eso le dijo tío Jerome. Había fotos de ella pasándola bien en aquellos años, en conciertos y fiestas. Así que Alain le prestó atención a la canción apenas escuchó To everything turn, turn, turn. There is a season turn, turn, turn. And a time to every purpose under heaven...

Lo único que agregaron los cantantes a Eclesiastés 3 fue "Turn, turn, turn", porque el resto era  igual a lo que leyó en la biblia. Y tuvo que reconocer, muy a su pesar porque a él no le gustaban esas cosas de abuelos, que la canción estaba muy bonita. Pegajosa y suave. Frente a él, Julius cantaba bajito. Él se la sabía completa en inglés, y Alain descubrió que en realidad no era muy difícil aprenderse esa canción. Que incluso podría escucharla varias veces al día sin aburrirse.

La canción no había terminado cuando Andrea y Silvain entraron a la biblioteca. La música sonaba fuerte, y los chicos los miraron con cierta sorpresa. Segundos después vio a Silvain arrugar la nariz con desagrado, Andrea solo parecía extrañada.

—Quita esa música de anciano —les pidió Silvain. Pero Julius no obedeció, solo bajó un poco el volumen.

—Mi abuelo dice que la música de esa época es la mejor música del mundo y que todo lo que suena ahora en la radio es puro ruido sin sentido —respondió Julius, indignado. Andrea contuvo una risa.

—Con el respeto que se merece, nuestro querido gran maestre es todo un anciano. Ese es un hecho irrefutable. Aléjate, Bordeau. Te va a pegar los gustos de abuelo —continuó Silvain. Ofendido en sus gustos musicales, Julius detuvo la música y guardó el disco de The Byrds.

—Ustedes no saben nada de música —declaró con indignación. A Silvain se le escapó una carcajada.

—La música de los sesentas es interesante —admitió Andrea—. No es que me guste, tiene sonidos muy raros.

—Psicodélicos —aclaró Julius—. Pero ustedes no entienden de música buena. 

Rieron otra vez. El pobre niño estaba de lo más indignado, y aunque a Alain le gustó la canción de The Byrds, en realidad no se iba a hacer un fan de los sesentas de la nada. Julius solo escuchaba esas cosas por su abuelo, no había nadie más joven en casa que le enseñe música actual.

—Buenas tardes, muchachos. 

La voz los tomó por sorpresa. Era Jerome, el verdadero. Verlo lo puso algo nervioso, Nikkos imitaba muy bien a las personas. ¿Y si era el inmortal? ¿Y si seguía fingiendo ser Jerome? No sabía ni cómo actuar.

—¿Pasa algo? —preguntó cuando los vio en completo silencio.

—Nada —contestaron los tres a la vez.

—Perfecto. Ya que están los cuatro aquí, será mejor que empecemos pronto. He recibido la orden de nuestro gran maestre de revisar con ustedes algunos datos sobre las memorias de Arnald, entre otros documentos —les dijo Jerome. Durante todo ese tiempo nadie fue a darles lecciones, ¿no era raro? ¿Y si era Nikkos?

—¿En serio? ¿Y de qué? —preguntó Silvain extrañado—. Ya he leído esas memorias como tres veces.

—Y yo ya las terminé —agregó Alain.

—Vamos, chicos —les dijo sonriente—. En base a esos documentos vamos a perfilar a los inmortales. Eso, sumado a los hallazgos en los diarios de Jehane, nos da una visión más clara del comportamiento de estos seres. Es bueno tenerlo en cuenta, es necesario conocerlos mejor de acuerdo a toda la evidencia que tenemos.

—Pues mi padre los conoce bien, ¿no? Se la pasa siguiéndolos por todos lados —le dijo Silvain—. Y creo saber cómo son ellos en verdad.

—Ah, qué bueno que tú lo sabes, porque nadie de la orden lo tiene claro. Quizá puedes ilustrarnos —replicó Jerome—. Solo tenemos referencias, suposiciones, patrones de comportamiento. Ninguno de nosotros ha tenido contacto directo con alguno de ellos.

—Mamá sí —dijo Silvain con resentimiento. 

Solo escuchar que la nombró le recordó la escena que vio en la noche. La señora Chastain gritando desesperada, rompiendo tazas y platos, llorando nerviosa porque le contó algo a Bruna y traicionó a la orden.

—Hablando de tu familia, tú también conoces a alguien a quien sí le fue bien —continuó Jerome—. Tu padre ha tenido contacto indirecto con varios de los inmortales, y es el único al que se le ha acercado Bruna sin hacerle daño. Estamos seguros que ellos saben quién es él, que tienen cierta familiaridad con François. ¿Por qué no le hacen daño? ¿Por qué lo toleran? ¿Qué deben hacer ustedes si tienen un encuentro directo con un inmortal? No digo ahora, pero quién sabe. Alguien como Nikkos podría acercarse a cualquiera sin que nadie se dé cuenta, ¿y cómo actuar en ese caso?

—Excelente pregunta —murmuró él. 

Como que muy tarde le llegaba la explicación. De haberlo sabido, se hubiera comportado mejor con el inmortal, quizá hasta pudo negociar de otra forma. No lo sabrían jamás, Alain era el miembro de la orden que había tenido contacto directo con un inmortal y salió ileso. Ni siquiera el padre de Silvain lo logró, aunque de pronto lo dudaba. Nikkos parecía conocerlo bien, quién sabe se le haya acercado antes.

—Gracias por tu interés, Alain —continuó animado Jerome—. Vamos, chicos. Tomen asiento. Tengo una novedad interesante que contarles, y la razón por la que estamos aquí.

—Bien —murmuró Silvain. No parecía nada contento en realidad, y Alain lo entendía. De hecho, notó las ojeras en su rostro, los ojos hinchados. Había llorado mucho.

—Ya voy, señor Jerome. 

El primero en moverse fue Julius. El niño caminó hacia una mesa rectangular y se sentó. Sacó un lápiz y cuaderno, parecía un estudiante aplicado listo para tomar nota de las lecciones. A paso lento, los demás lo imitaron. El único que quedó en pie fue Jerome. Él también había llevado un cuaderno con anotaciones.

—Empecemos —dijo Jerome rompiendo el silencio—. Antes que nada, deben saber una cosa. Ya es seguro, y por eso lo estoy comunicando. La razón por la que el padre de Silvain volvió a París hace unos días fue porque pensó que seguía a Ismael.

—¿Pensó? —Silvain levantó la voz, el resto se veía bastante sorprendido. Él tuvo que fingirlo.

—Si. Primero estuvo siguiendo a Bruna, considerando lo que acaba de hacer con los diarios de Mireille es necesario para descubrir qué planes tiene —asintieron, eso era lógico—. Pero ella volvió a una de sus residencias en Montreal, y no se ha movido de ahí. Tenemos personal vigilando su correspondencia y movimientos, nada que requiera la presencia de François. Hasta que recibió la visita de Ismael. Cuando este se retiró y se supo que su destino era París, se activaron las alertas. Él vino de inmediato y nos informó, pero al llegar a la ciudad lo perdió de un momento a otro.

—¿Entonces perdieron a Ismael? ¿Eso no es peligroso? —comentó Andrea preocupada—. Digo, es Ismael. Y en París están los diarios de Jehane, no me inspirada nada de confianza.

—La cuestión es que no se trataba de Ismael, era Nikkos. —Alain miró a un lado. Trató de controlarse, ¿y si la orden ya sabía que hablaron?

—¿Cómo lo saben? —preguntó él con interés.

—Porque es una actitud típica de Nikkos que François conoce bien —respondió Jerome muy seguro. A ese punto, Alain empezó a temer que lo tomaran por traidor a la orden si es que sabían la verdad de su encuentro—. Imitó a un inmortal que consideramos peligroso para llamar la atención, apartó a Bruna del foco de atención. Distrajo a la orden pensando que teníamos que enfrentar una alerta roja en la ciudad para luego desaparecer. François vio a Ismael entrar a una de las salas VIP del aeropuerto y nunca salió de ahí. No es la primera vez que lo hace, así que estamos seguros de que o bien Nikkos está aquí, o ya se fue.

—Quizá solo quería distraerlos como dices —le dijo Silvain pensativo—. Todos estaban concentrados vigilando a Bruna y de pronto no, alguna jugada habrá hecho.

—Exacto —continuó Jerome—. Si se fue, bien por todos. Si no, deben estar alertas. Un encuentro con algún inmortal se dará tarde o temprano. Y por eso vamos a repasar los rasgos principales de cada uno de ellos, comportamiento y ocupación actual. ¿Están listos?

—Muy listos —afirmó Julius entusiasmado. Ojalá él pudiera emocionarse por esas cosas en lugar de sentir miedo de que Nikkos lo vuelva a secuestrar.

—Empecemos por Esmael. 

Jerome tenía un portafolios que abrió delante de ellos. Tenía una carpeta con fotos de ese inmortal y les alcanzó una a cada quien. Alain lo miró de cerca con desagrado. Era una foto algo borrosa y lejana, pero estaba seguro de que podría reconocerlo donde sea. Desgraciado, ¿cómo pudo hacerle eso a Jehane? Apartarla de todo lo que amaba solo por un capricho.

—Esmael, como bien saben, es casi un guardián de la eternidad. Fue convertido entre el neolítico y la edad de bronce, probablemente hacia el 2980 ac. ¿Por qué saber eso es importante? Porque su mentalidad base proviene de aquellos años. Es el rasgo principal de la personalidad.

»Él nació en Sumeria. Esmael llamaba a los guardianes de la eternidad "aquellos que vinieron del cielo", y mucha gente de aquella civilización los identificó como sus dioses. Incluso él. ¿Y cómo eran los hombres del neolítico? Violentos, guerreros, valoraban la fuerza y el poder otorgado por sus supuestos dioses. Esmael siempre se ha considerado un privilegiado. Alguien digno de su poder, el dueño de todo, heredero legítimo de esta tierra. Comportamiento que se ha afianzado gracias a los poderes que tiene.

»¿Cómo es su actuar en general? Gracias a las memorias de Arnald y los diarios de Jehane, sabemos que es alguien manipulador. Nada puede escapar de él y hace su voluntad siempre, pasando incluso sobre los inmortales bajo su protección. Deben tener claro que para los inmortales el tiempo no pasa igual, y por eso su mentalidad base se mantiene. Esmael viene de un tiempo donde la violencia era normal. El matriarcado prehistórico ya no existía en sus años, por lo que las violaciones, abusos, incesto y cosas que hoy en día consideramos aberraciones para él son conductas normalizadas.

—Vaya... —murmuró él, interrumpiendo sin querer aquella narración. Eso explicaba su comportamiento con Jehane. Para él nunca fue malo lo que hizo, como si estuviera en su derecho de llevársela solo porque le gustó.

—¿Y cómo podríamos defendernos de él? —Cuando Andrea habló pudo notar que su voz tembló—. Quiero decir, ¿qué hacer con alguien así? Suponiendo que me vea y le guste, yo... —apartó la mirada, y Alain notó a Silvain incómodo. 

Él no solo se incomodó, también sintió un súbito odio a Esmael. No iba a dejar que le hiciera a Andrea lo mismo que a Jehane. Jamás, ni a ella ni a ninguna de las chicas de la orden.

—Es poco lo que cualquiera de nosotros podría hacer. En caso de un eventual encuentro con él, se recomienda no caer en provocaciones, ni amenazarlo. Solo fingir ceder a sus requerimientos, y si es posible, aprovechar en llamar la atención. Esmael mantiene un perfil bajo, detesta la exposición. Alertar a personas alrededor, de ser posible, puede dar tiempo de unos segundos para escapar.

—Qué alentador —murmuró Julius. 

Quizá no pretendió sonar tan sarcástico, pero así lo escucharon todos, y sin querer se les escapó algunas risas. Qué bueno, así se aliviaba la tensión. Notó también que Julius había tomado nota de todo lo que dijo Jerome, así que él apuntó rápido algunas cosas. El año de conversión, por ejemplo. Luego buscaría libros sobre Sumeria.

—Seguimos con Isethnofret. —Cuando Jerome dijo eso, notó a Julius bajar la mirada, incómodo. El hombre les dio fotos a todos, menos al niño. Mejor así, que no vea a la asesina de sus padres—. La egipcia se convirtió alrededor del año 2680 ac. Iseth era una sacerdotisa del templo de Isis. Su vida estaba consagrada a la adoración de la diosa, y no solo eso. Isethnofret significa "la escogida de Isis", porque ella no era una sacerdotisa cualquiera. Se le consideró sagrada, con poderes sobrenaturales. Y de hecho los tenía, eran sus habilidades de encantamiento y transformación de la materia.

»Para su desgracia, no era un buen tiempo para las mujeres como ella. La guerra entre egipcios e hititas acabó con el ataque, saqueo y destrucción del templo en el que servía. Al igual que muchas de sus hermanas, Iseth fue violada por varios soldados. Mientras que todas las mujeres del templo fueron asesinadas, ella sobrevivió.

»¿Qué podemos decir de Iseth? Aquella experiencia la marcó el resto de su vida. Acostumbrada a la compañía solo de mujeres y después del abuso, empezó a sentir odio por los hombres. Isethnofret no tolera a los hombres, solo se rodea de mujeres y su pareja más estable es Actea. De los presentes, solo Andrea podría salir ilesa de un encuentro con Isethnofret si logra caerle en gracia, los demás estaríamos condenados a la muerte. Ni siquiera se detendría en escucharnos. 

—¿Y cómo podría caerle en gracia a alguien así? —preguntó Andrea mientras tomaba nota.

—Solo siendo amable —contestó él sin querer. Cuando notó que todos guardaron silencio y lo observaban empezó a ponerse nervioso. Quizá no debió decirlo—. Ehh... Es que Jehane escribió que la trataba con cortesía y la inmortal era amable, así que eso supuse.

—Gracias por la intervención, Alain —le dijo Jerome, sonriendo de lado—. Es lo que iba a decir. Para ganar tiempo con Iseth se debe ser amable, no invasiva. Sobre todo eso, no le gusta que violen su privacidad. 

Nadie hizo ningún comentario más porque sabían que esa fue la causa de muerte de los padres de Julius. 

—Bueno, ya sé a quién no voy a perseguir jamás —intentó bromear Silvain.

—Hay rastreadoras asignadas para la egipcia, preferimos no arriesgarnos. Por otro lado, deben recordar que ella tiene enemistad con Ismael. Quizá pueda perdonarles la vida si se muestran como enemigos de este. Pero también es fiel a Esmael en todos los sentidos. Nada que ella interprete como una amenaza a Esmael será perdonada —asintieron. La gente de la orden vivía diciendo que Bruna era la más peligrosa de todas, pero la verdad esos primeros dos sonaban terribles—. Vamos al tercero, Nikkos. 

Alain miró de lado a Jerome en busca de alguna señal que revelara que no se trataba de él. Tal vez se eche flores, tal vez no sea objetivo. Prestaría atención en caso dijera cualquier palabra que le haya escuchado al inmortal.

—El cambiante nació en Creta en pleno apogeo de la civilización, y tuvo que abandonar la isla debido a un desastre natural, actividad volcánica siendo preciso —les dijo Jerome mientras les tendía las fotos a todos.

—No me acordaba —comentó Julius con gracia—. Es que es raro verlo, siempre se cambia de cara.

—Sí, es raro —murmuró él mientras lo miraba. En esa foto tenía el cabello más largo, era la única diferencia.

—Nikkos se convirtió en el año 1530 ac. De humano sirvió al rey cretense, se podría decir que fue un filósofo. Era consejero, estudioso, guardián de los tesoros. Así tuvo acceso al Grial. Él identificó a los guardianes de la eternidad como dioses, y a los inmortales como hijos de estos.

»Nikkos siempre fue una persona sociable, y aparte de sus estudios disfrutaba de la música y danza. Tocaba la cítara. Si bien tuvo una niñez desgraciada, luego se acostumbró a las comodidades de la corte. A lo largo de los años, Nikkos ha demostrado ser aficionado al estudio. Eso queda claro en las memorias de Arnald, y en los diarios de Jehane recurren a él en busca de tratados médicos. Ese es su pasatiempo principal, el estudio de la actividad humana, ciencia, historia, sociología, etc. Tiene todo el tiempo del mundo para eso.

»¿Cómo hacerle frente a Nikkos? No es agresivo. Por lo general es el más pacífico de los inmortales, no atacará a menos que sea necesario. Es posible negociar con él, ya que a pesar de ser fiel a Esmael, mantiene contacto con el resto de inmortales, en especial con Actea. Nikkos jamás se acercaría a dar información, al contrario, sería para buscar algo de ustedes. Por eso les alcanzaré un folio de preguntas y respuestas clave que tenemos para reconocerlo antes de hablar con cualquiera que intente sonsacarles algo. La estudiarán, y luego hablaremos eso.

—Ya veo...—murmuró él. Ojalá le hubieran dado eso antes, aunque estaba seguro de que no serviría de nada. Y Jerome se equivocaba en algo, Nikkos se acercó a darle información, a favorecerlo. A ese punto ya estaba seguro de que Nikkos no estaba ahí en ese momento.

—Ya me hacía falta algo como esto —dijo Silvain mientras observaba la lista—. Igual la preguntaré a mi padre.

—Qué miedo, imaginen decirle cosas a ese, ojalá nunca lo vea —agregó Julius—. Y si se mete a la orden, ¿lo atraparíamos?

—Lo intentaríamos. Nikkos es astuto, se las ha ideado para librarse de nuestros rastreadores muchas veces. En caso de peligro, pueden atacarlo con alguna arma de largo alcance. Es preferible mantener la distancia para evitar el encantamiento. 

Jerome tomó otra vez el folio y buscó más fotos. Notó que de pronto Julius lucía entusiasmado, se formó una sonrisa en su rostro.

—Ahora nos toca...

—La novia de Julius —interrumpió Silvain, haciendo enrojecer al niño.

—¡Por qué eres así! ¡No me molestes! —gritó el niño, indignado. Había enrojecido de vergüenza, y en serio que Alain no se quería reír tanto, pero Julius se ponía muy gracioso cuando se trataba de esa inmortal.

—Seguimos con Actea. —Jerome levantó un poco la voz para poner orden, pero las risitas no se detuvieron hasta segundos después—. La primera inmortal nacida después de Cristo, en el año 415. Fue una esclava de origen britano que acabó siendo comprada en el mercado de Alejandría por Teón de Alejandría, padre de la filósofa Hipatia. La compró para su hija, y de esa forma recibió una educación inusual para alguien de su condición.

»Actea le guarda un gran afecto a Hipatia aún hoy, y eso es porque esta jamás la trató como una esclava. Compartía con ella sus dudas, estudios. La ejecución de Hipatia fue un gran golpe para ella, lo que la llevó a detestar a la cristiandad, algo que mantiene en la actualidad. Ha admitido incluso ser responsable del surgimiento del islam y precursora de la primera cruzada. Su aversión a la iglesia católica es bien conocida, y es preferible no tocar temas religiosos en su delante.

»¿Cuál es el comportamiento de Actea? La filósofa Hipatia despertó su curiosidad, pensamiento  analítico. No solo eso, al ser una esclava se relacionaba con las personas de su condición, con el pueblo. No es soberbia, las memorias de Arnald y Jehane la han descrito como una inmortal que se adapta con facilidad a la gente. Es cierto que la civilización occidental no es de gusto, por eso evita las grandes metrópolis. Prefiere oriente, América latina, África. Las tradiciones, el arte, la música. ¿Podemos decir que tiene un comportamiento pacífico? En general sí. ¿Podemos confiar en ella? No.

La incomodidad se hizo presente. Nadie se miraba, pero todos ahí sabían del plan, de la única forma que tenían para aliviar a la madre de Silvain. Ella era la alternativa, y saber todos esos datos de ella al principio lo animaron. Además, Alain sabía que Actea fue buena con Jehane, que no se sentía integrada a los inmortales, que Esmael la trató mal. Actea vivía por su cuenta, era libre, ¿por qué no podían confiar en ella?

—Sé que Actea parece la más humana y libre de los inmortales, quizá sea cierto. Pero sigue siendo una de ellos —explicó Jerome—. No los favorece, pero tampoco los atacaría. La orden tiene como estrategia ganarse a Actea para ponerla de nuestro lado cuando llegue el momento, algo que quizá ustedes tengan que hacer. Y aunque la tengan de aliada, no pueden confiarse del todo en ella. Actea es pareja de Isethnofret, mantiene una estrecha relación con Nikkos, habla de vez en cuando con los demás. Quizá sea capaz de traicionar a Esmael y Bruna, pero no a los demás. Es por eso que siempre hay que mantener los ojos abiertos con ella. Aliada si, pero jamás parte de nosotros.

—Bueno...—murmuró Julius desanimado—. Seguro que se hace mi amiga. A los dos nos gusta Janis Joplin. He visto sus fotos en el concierto. —No fue una broma, el niño lo dijo muy en serio.

—Amiga no, Julius. Nunca lo olvides. Es importante que tú, nuestro futuro gran maestre, lo tenga claro. 

Julius asintió a duras penas. Nadie se veía muy conforme con eso, considerando que en veinte años ellos estarían a cargo de la orden. Jerome hablaba en nombre de la generación actual, quería que hicieran las cosas a ese estilo. Alain no estaba muy seguro de que eso fuera a pasar.

—Si, está bien —le dijo el niño—. Ahora toca...

—Bruna —completó Silvain de mala gana—. No sé qué podrían decirme de ella que no sepa.

—Quizá estás familiarizado con su comportamiento actual —dijo Jerome al tiempo que les alcanzaba fotos de la inmortal. Mismas que Silvain recibió con molestia—. Y, de hecho, es la inmortal de quien más sabemos. Su vida humana se narró en las memorias de Arnald, y su comportamiento en los primeros años de transformación fue documentada por Jehane.

»Como ya saben, Bruna se transformó en el año 1209, y fue una conversión involuntaria. Bruna fue criada como una dama de fines de la alta edad media. Desde pequeña se le formó con el ideal del amor cortés, la delicadeza femenina, la distinción entre su clase privilegiada y los villanos. Esa es parte de una esencia que se mantiene en la actualidad, perteneció a la élite de Languedoc, de la nobleza. Y por eso mantiene su distancia con los comunes. Sin ser soberbia, no suele mezclarse entre gente humilde y bajos niveles económicos.

»Es importante tomar en cuenta la represión que vivió en su humanidad. Sometida primero a su padre, a su marido y luego a la orden, ha encontrado en su poder una forma de liberarse de aquellas trabas sociales. Piensen en una mujer que pasó una vida aguantando la presión social, los estándares de belleza, las normas de cortesía. Importante para la orden en su momento, pero a nivel social siempre una persona relegada. Si bien es cierto que su transformación fue involuntaria, aprender a usar su poder la ha elevado en una condición superior de la que hace uso sin culpa en la actualidad.

»Bruna se dedica a la industria del espectáculo y la cultura. Tiene acciones en cines, productoras, editoriales, teatros y discográficas. También se encarga del mantenimiento de monumentos franceses, restauración y museos.

—Dime que no tiene nada que ver con Marvel —interrumpió Silvain fingiendo preocupación, lo que le arrancó una sonrisa a Jerome.

—Tiene acciones en Disney. También les alcanzaré la lista de empresas e instituciones en las que Bruna tiene participación, es importante tenerlo en cuenta.

—Ah si, mamá se encarga de eso —comentó Andrea—. Vigila todos sus negocios, competencia, inversiones. Le encantan esas cosas.

—Exacto. Es así como debe de ser. Saber en qué invierte su dinero es importante para nosotros, eso nos ayuda a predecir sus planes.

—Pero ¿qué quiere Bruna en verdad? —preguntó él—. Silvain dijo en la reunión de la orden que quería morirse, ¿y es cierto eso?

—Que no quería transformarse es una gran verdad —respondió Jerome—. Perdió a todos los que amaba, y sabe que ellos existen de otra forma. ¿Quiere reunirse con ellos? Es lo que pensamos. Es lo que nos dijo la profetisa que ayudó a reunir la orden. Que ella tendría una posibilidad de morir, y de llegar a ese punto escogería la opción. Pero también tiene enemistad con Esmael.

»Esperó por siglos ser lo suficiente fuerte para enfrentarlo y alejarse de él, y lo logró poco después de la primera guerra mundial. Podemos decir que hay dos objetivos. Uno, morir. Dos, arruinar los planes de Esmael. Lo que ha hecho, esto de exponer las memorias de Mireille, es de seguro una forma de atentar contra los planes de Esmael. Lo único que podemos hacer ahora es observar sus movimientos.

—Y esperar que se maten entre ellos —completó Andrea. Los demás rieron por lo bajo.

—Ojalá, eso sería estupendo —bromeó Jerome. 

—¿Ya nos toca Luciano? —preguntó él con interés. Era poco lo que sabía de los dos últimos inmortales, eso porque nadie los nombró siquiera en las memorias, tal vez solo estaban en las profecías a las que no tenía acceso.

—Exacto, hablemos del chico del renacimiento —contestó Jerome. 

Les dio las fotos, y Alain aprovechó para observarlo de cerca y mejor. Se veía alegre, se divertía. Le recordaba un poco a Actea en esa foto en el concierto. Se preguntó si tal vez en el fondo era alguien como ella, si se podría confiar en él.

—Luciano nació en Florencia, y fue hijo de banqueros acaudalados. Siendo niño ocasionó un incendio por accidente con consecuencias trágicas. Su familia murió, y él quedó como el único heredero del banco. Nunca tuvo interés en las finanzas, al recibir su herencia perdió y malgastó todo. Le gusta el arte, era escultor y pintor, también componía canciones. Se ganó la simpatía de Lorenzo de Medeci, este fue su mecenas.

»Su transformación se dio en el año 1479, después del asesinato de Lorenzo. Al parecer este hombre compró los documentos del Grial, Luciano los puso a salvo cuando sucedió la conjura de los Pazzi. Pero ¿cómo un joven artista acabó descifrando el Grial? Bruna lo ayudó. Luciano no tenía el más mínimo interés en descifrar documentos antiguos, pero ella le reveló su naturaleza y le pintó maravillas de la inmortalidad. Ella quería que Luciano se transformara, y este lo aceptó de buena gana.

»Luciano tiene un poder increíble de control sobre el elemento fuego y el calor. Su poder de ataque es envidiable, es el único que tiene un poder ofensivo rápido y práctico. Le llaman el piromante. Tal vez para Luciano la inmortalidad no es una condena, y Bruna no es una enemiga peligrosa. La protege, y ella también lo hace. Por eso, cuando Bruna abandonó a los inmortales, este la siguió sin dudarlo. Deben tener claro que él es fiel a Bruna, y jamás haría nada que la dañara.

»Este inmortal tiene gustos peculiares. Ama el arte y la modernidad, la música y el mundo artístico. Se he relacionado y se sigue relacionando con artistas, está ligado a las inversiones de Bruna. Por su cuenta, tiene inversiones en industrias de tecnología y telecomunicaciones. No siempre está en compañía de Bruna, esta le permite ser libre mientras le rinda cuentas o reporte sus actividades. Seguirlo a él, es seguir a Bruna. Y es mucho más fácil hacerlo, pues él suele ser descuidado en ese aspecto. Como si no le importara.

—Papá dice que es el inmortal de "iniciación" para los rastreadores —comentó Silvain—. Si consigues seguirle el rastro a Luciano sin que te queme, ya estás listo para los demás.

—Exacto —confirmó Jerome—. A él le gusta la exposición, no le importa ser fotografiado. Pero tampoco conviene molestar a alguien que puede convertirte en una antorcha humana solo con chasquear los dedos. —Alain asintió—. Por último, tenemos a William. El último inmortal —les alcanzó fotos nuevas. Al contrario de Luciano que se sobreexponía a las cámaras, William parecía distante. Se trataban de fotos furtivas—. William se transformó en el año 1784 en Washington, es el único inmortal nacido en el nuevo mundo. Su lugar de origen es el que hoy se conoce como el estado de Alabama.

»Al igual que Actea, William fue esclavo. Sus amos lo enviaron a luchar en la guerra de independencia norteamericana, fue ahí que ganó su libertad. Luego, pasó al servicio de un oficial del ejército, era este quien poseía el Grial. Al igual que con Luciano, Bruna influyó en su transformación. No tenemos detalles, pero es lo que se sabe.

»El poder de William radica en su capacidad de romper las barreras entre mundos y poder comunicarse con entidades diferentes. Con almas, por así decirlo. Le dicen el médium porque contacta con ellos. Pero eso no es todo. Este tipo de contacto con entidades incorpóreas le permite tener información de las personas, y usarla en su contra. Empleando encantamiento y revelando datos perturbadores, puede torturar generando miedo y desconcierto. Podemos decir que es una forma de tortura psicológica. Es su forma de defenderse, ya que de por sí él no tiene ningún poder físico de ataque.

»¿Cómo es William? A diferencia de Bruna, no es elitista. Tampoco aprecia el mundo artístico como Luciano. Él tiene objetivos más altruistas. No ha olvidado sus años de esclavitud, y ayuda a su gente en lo que puede. Mantiene organizaciones de caridad que se encargan de dar empleo y estudios a jóvenes afrodescendientes de bajos recursos. De cierta forma, está apegado a sus raíces. Debemos tomar en cuenta de que es relativamente joven si lo comparamos con el resto de inmortales. No ha dejado del todo su humanidad. En un eventual encuentro con él no podemos mentirle o lo sabrá, y será peor. Consideramos que es posible negociar con él, pero debemos tener cuidado con sus provocaciones. Usará nuestros puntos más débiles para dañarnos. No hay un límite para él en cuanto a comentarios hirientes que desestabilicen a su oponente.

—¿Y eso cómo lo saben? —preguntó Alain—. ¿Alguien de la orden ha tenido un encuentro con él?

—No exactamente. Otros rastreadores han conocido gente que lo contactó. Hace unos años uno de los nuestros grabó una conversación entre William y un político conservador. Por eso sabemos la forma en que se comporta.

—Entiendo —murmuró. Genial, un tipo que torturaba con tus secretos. Otro tipo que te encendía fuego. Qué buena protección se buscó Bruna para que la resguarde—. Solo quiero saber si hoy hablaremos de Ismael —continuó él—. Nunca hablan de él, como si no fuera importante. Pero mató a mi padre, y yo quiero saber.

—Y hablaremos de él —respondió Jerome para su sorpresa—. Es lo justo, mereces saberlo. Acá tienes una foto de él, obsérvalo.

Alain miró sin parpadear al asesino de su padre. Un tipo que no aparentaba más de treinta años, que vestía sotana como un cura y mantenía un gesto imperturbable. Sabía cosas terribles de él, incluso que tenía enemigos dentro de los inmortales. Ese miserable que podía pasar como un sacerdote cualquiera asesinó a papá. No podía olvidarlo, y necesitaba saber todo de él. Quizá hacía un tiempo lo dijo a la ligera, pero ya lo tenía claro. No descansaría hasta acabar con él algún día.

—Ismael se transformó en inmortal a la par que Esmael. Se las ideó para hacerlo en realidad, ya que él no fue elegido por los guardianes de la eternidad. Así fue que lo nombraron guardián del arma del fin, para de esa forma darle sentido a su existencia y que sea útil.

»Así que ese es su objetivo final, que el arma pueda usarse y así destruir este mundo. No sabemos a qué tipo de humillaciones fue sometido durante su vida humana, pero fue todo eso lo que marcó su odio a nuestra especie. Al igual que su hermano, está desprovisto de toda humanidad y piedad. Lo digo porque yo mismo lo he enfrentado, y es imposible intentar obtener ventaja para salvarse de él. Juega contigo, no perdona. Es cruel, insensible, lo consideramos un psicópata. Quizá siempre lo fue, pero con la inmortalidad estos rasgos empeoraron.

»En general Ismael mantiene un perfil bajo hasta que llega la época de transformación de algún inmortal. En busca de asegurar que todo salga en orden, interviene de forma indirecta para conseguir el objetivo. Luego desaparece, no interviene más porque deja de ser su asunto.

»Para divertirse, Ismael suele jugar sucio. Y no olvida. Hace siglos amenazó a Jehane con robarle sus diarios, y eso hizo. Si alguna vez dijo que destruiría a una familia por generaciones, lo cumplirá. El dolor y el infortunio ajeno son un placer para él. Quizá por eso mató a tu padre, Alain. Porque llevábamos ventaja, nos hizo creer que todo estaría bien. Esperó a ver el rostro feliz de Jean-Paul después de recuperar los diarios de su ancestro solo para destruir sus ilusiones segundos después.

»A veces pienso si tal vez las cosas hubieran sido diferentes si él no hubiera sonreído. Si Jean-Paul se hubiera mantenido imperturbable hasta alejarnos del todo. Pero lo mató para verlo destruido después de que obtuvo los diarios, y me dejó vivo para que me culpara el resto de mis días por no salvarlo. Él es así, y deben huir a toda costa de Ismael. Nunca tendrían oportunidad.

Cuando Jerome terminó de hablar Alain se secó las lágrimas. No pudo evitarlo, era la primera vez que le contaban de esa forma lo que pasó con papá. No quería ponerse a llorar como un niño pequeño delante de todos. Si hubiera estado a solas de seguro que sí lo hacía. Llorar y gritar, porque a su papá lo mató un tipo cruel y caprichoso. El peor villano. ¿Cómo podía existir alguien tan malo? Siempre los villanos le parecieron una cuestión de película y fantasía, pero no era así. Ismael era lo peor que existía sobre la tierra, y lo odiaba cada vez más.

—Tranquilo, Bordeau —le dijo Silvain poniendo una mano en su hombro—. A ese lo vamos a partir en pedacitos, te lo prometo.

—Cuando sea gran maestre diré así "Ismael es malo y todos tiene permiso de hacerle cosas malas" —anunció Julius. Eso solo le arrancó otra lágrima.

—Mamá tiene acceso a la data de sus inversiones. Quizá alguien pueda hacer que sus empresas quiebren por accidente —agregó Andrea. En ese momento sintió ganas de llorar otra vez. Más que eso, de abrazarlos a todos por tratar de hacerlo sentir bien a pesar del dolor que sentía.

—Gracias, chicos —respondió él mientras se secaba las lágrimas.

—Siempre recuerda eso, Alain. Nos tienes a nosotros pase lo que pase —añadió Jerome sonriendo de lado. Le acarició el cabello, y eso acabó por calmarlo.

Jerome repartió los documentos que mencionó. Sobre las empresas de Bruna, sobre las residencias habituales de los inmortales, las inversiones de Luciano, de Iseth, los viajes de Actea, las preguntas para prevenirse en caso Nikkos volviera a acercarse. Tenían varios días para estudiarlo y luego, supuso, les tomarían una lección. El tiempo había pasado como volando, y cuando se dio cuenta ya era hora de volver a casa. Además de sus deberes con la orden, tenía tareas de la escuela que no podía incumplir.

Se despidió de los chicos. Antes de salir llamó a mamá para avisarle que estaba en camino, en esa ocasión le dio dinero para el taxi. Supuso que ella seguía asustada por esa noche que tardó en llegar y lo vigilaría de cerca por un tiempo hasta que se le pase. Se pasó el camino leyendo algunas de los papeles que le dio Jerome, y más rápido de lo que esperó llegó a casa.

Muy tranquilo, Alain caminó hasta el pórtico. Revisó en buzón por si acaso, pero solo encontró el recibido de luz, y la cuenta de una tarjeta de crédito. Tomó los sobres y pasó a la sala.

—Mami, ya estoy en casa —anunció en voz alta al tiempo que dejaba la mochila a un lado y se quitaba el abrigo—. ¿Mamá? —extrañado, Alain caminó hacia donde escuchaba ruido, el despacho de papá. Tocó la puerta y segundos después su madre abrió. No estaba sola.

—Cariño, al fin llegas —le dijo sonriente, y se inclinó a darle un beso en la mejilla—. Estaba en reunión con los muchachos de la orden, no te preocupes. Ya están de salida. —Al asomarse, Alain vio a la madre de Andrea y a François Chastain. Qué sorpresa.

—Si, de hecho, yo ya debo regresar a casa. Ustedes saben la razón —dijo el señor Chastain al ponerse de pie—. Adiós, nos vemos luego.

—Espera, te acompaño —le dijo su madre, pero este negó con la cabeza, despreocupado.

—Descuida, conozco la salida. No las quiero interrumpir.

—Hijo, ¿puedes acompañar al señor Chastain? En un momento voy a prepararte una merienda, ¿si?

—Claro, mamá —contestó él. Audra se hizo a un lado y François pasó.

—Hasta luego —se despidió él otra vez. Alain iba por delante, llegó hasta la puerta y la abrió para él.

—Hasta luego, señor Chastain —murmuró él.

—Alain, casi lo olvido —dijo François mientras buscaba algo dentro de uno de los bolsillos de su abrigo—. Es para ti, léelo después.

—Ajá... 

Alain no dijo nada por unos segundos mientras este se iba. Al darle la vuelta al sobre reconoció la letra. Y una frase que lo dejó helado. "Todo tiene su tiempo".

Se quedó paralizado, al buscar a Fraçois en la mirada lo vio caminando casi llegando a la esquina. Este se giró, y antes de perderse en la otra calle le sonrió y le guiñó un ojo. Era Nikkos. No importaban las cientos de precauciones que tomara la orden, él era más astuto que todos juntos al parecer.

Superada la parálisis, Alain cerró la puerta y sin pensárselo más corrió a su habitación. Le puso llave y se apresuró a abrir el sobre. El contenido era una sola hoja, la letra era la misma del sobre.


Me voy de la ciudad, no volverás a saber de mí.

Toma esto como un gesto de buena voluntad de mi parte. Sé que crees en mis palabras. Y sé que no me fallarás.

Le Maurice

228 rue de Rivoli, Paris 75001

Teléfono 44 58 10 55

Suite Le Parisienne


Y eso era todo. Sin comprender bien de qué se trataba aquello, Alain se escabulló nervioso a la habitación de su madre, ahí había un teléfono. Si ella lo descubría con una carta de un inmortal y esos datos se iba a armar la buena. No tenía idea de lo que iba a descubrir, pero igual marcó el número de ese famoso hotel parisino.

—Gracias por llamar al gran hotel Le Maurice, le saluda Anne-Marie, ¿en qué puedo ayudarlo?

—Ehh... Buenas tardes...—dijo algo nervioso—. Quiero comunicarme con la habitación Le Parisienne.

—Claro que sí, ¿con quién tengo el gusto?

—Con Jean-Paul Bordeau —mintió usando el nombre de su padre. Se estaba muriendo de los nervios.

Un momento, por favor —escuchó el teclear de una computadora, segundos después le respondió—. Lo lamento, joven. La huésped aún no ha hecho check-in, ha informado a conserjería que llegará en dos días.

—Ah... bueno —musitó desanimado. Eso no lo llevó a nada.

—¿Desea dejar algún mensaje? —lo pensó. ¿Qué iba a decirle? ¿Y a quién? Se le tenía que ocurrir cualquier cosa.

—Pues... Ehh... Si, si. Puede decirle que Jean-Paul Bordeau volverá a llamarla. Que tiene un mensaje importante de parte de Nikkos. —Sea quien sea, de seguro aquello llamaría la atención. No se le ocurrió otra cosa—. Por favor, es urgente. ¿Puede dejarlo usted misma en la habitación?

—Entendido, joven. Descuide, me encargaré. He ingresado el mensaje para la habitación de la señorita Actea Kensington, que tenga un buen día...

Ni siquiera fue capaz de colgar. El teléfono se le resbaló de las manos y apretó la hoja con los datos que dejó Nikkos. El corazón la latió con tanta fuerza que ni siquiera supo si eso era miedo o pura emoción. Actea llegaría a París en dos días, la esperanza para Silvain estaba por aterrizar. ¿Y cómo les iba a decir a los demás que sabía eso sin delatarse? Rayos.



**************

Auxilio me desmayo xddd la inmortal más querida de las niñas está por llegar a París, preparaos.

Espero les haya gustado el capítulo, este tuvo más datos sobre los inmortales que es necesario saber ❤️

En multimedia, Turn turn turn de The Byrds. Es una de mis canciones favs en el mundo mundial por cierto.

Hasta la próxima ❤️






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