Suspiro, una y otra vez. Tratando de no sentirme mal ante el nuevo titular de los periódicos. Maldición, no pensé que todo esto fuese a propagarse tan rápido.
"Hija del empresario Robert Thomas, es consumidora y necesita rehabilitación"
"Padre descuidado"
"¿Drogándose en el mismo techo de sus padres?"
No cabía duda alguna de que había destruido de cierta forma a Robert. Pero también a ____________. Y honestamente, eso no estaba en el plan.
¿Cómo se sentiría ella ahora?
Le escribí a penas Riker entró por la puerta principal de la sala principal con tres periódicos con el mismo contenido con una sonrisa de oreja a oreja. No pensé que todo esto fuese a suceder tan rápido.
Pensé que Germán al menos tendría un poco de más compasión ante una adolescente de dieciséis años.
Pero bueno, cuando se trata de dinero, algunas personas se ciegan, además, la pena que siento por ____________ fue algo imprevisto que fui sintiendo a mediados la conocía... si nunca la hubiese conocido con el corazón no estaría así en estos momentos.
Como decía, le escribí miles de mensajes preguntándole como estaba desde que me enteré que la noticia ya estaba en todos los periódicos de Estados Unidos; no me respondió, ni tampoco me leyó.
Y eso me aterra.
Si Robert fue capaz de matar a mi padre, por supuesto que es capaz de pegarle a su propia hijaz, y mucho más teniendo en cuenta de que se acaba de enterar de que es consumidora, y por periódicos, no por ella.
Es por lógica.
Muevo mis pies impaciente.
¿Por qué los minutos tienen que pasar tan lento?
Observo la escuela de _____________ con atención, faltan exactamente cinco minutos para la salida. Recorro la calle con mi mirada, no hay autos que se familiaricen con ella o con su familia.
Lo cual es un punto a mi favor.
Pero, si es que no ha asistido a la escuela.
Todo se iría a la mierda.
Luego de unos pequeños minutos de ansiedad, la campana de la escuela suena, dejando ver al instante a varios estudiantes. Ninguno que pueda reconocer.
Muerdo mi labio inferior.
–_____________ por favor...- susurro– Necesito saber que estas bien.
Observo a cada estudiante salir de la escuela hasta que ya no salen más. Decido quedarme allí estacionado, ya que podría ser que salga tarde o algo por el estilo.
Demonios.
¿Por qué me siento tan culpable?
Salgo de mis pensamientos cuando una mano toca el vidrio de la ventana de mi auto. Volteo de inmediato. No es ella. Es un chico que tiene el uniforme de la escuela, es muy blanco, y tiene los ojos color café.
Volteo hacia el frente, mientras bajo el vidrio de la ventana con el botón.
–¿Ross?- me pregunta.
Trago saliva.
De saber que puede reconocerme y decirle a _____________ quien soy me pone los nervios de punta aún más, como si eso fuese posible.
–¿Te conozco?
–Soy un amigo de ____________- me dice– Se comunicó conmigo por la mañana y me dijo que hoy saldría contigo por la tarde, me dijo que la esperes en Robles 435.
Asiento.
–Gracias.
Murmuro, para luego subir la luna del auto como un loco desquiciado. Creo que debería empezar a venir encubierto todos los días para evitar los nervios.
-
¿Por qué decidió esperarme por aquí?
Es una calle bastante peligrosa, podría pasarle algo, es más, estoy seguro que me pasara algo a mí si me quedo hasta tarde esperándola.
Pero a la mierda con eso.
Necesito saber cómo está.
Me estaciono justo en la cuadra donde me indicó su amigo... un minuto, yo le estuve escribiendo desde hoy por la mañana, y no llegó a comunicarse conmigo, ¿cómo pudo comunicarse con su amigo entonces?
¿Será que no quiere hablar conmigo?
¿Y si ese amigo es algo más que su amigo y me esta engañando?
¿Qué?
Ni siquiera somos novios, y no lo seremos.
Quizá si la hubiese conocido en otras circunstancias todo sería diferente... bueno, aunque quizá de alguna forma yo pueda...
El fuerte llamado de mi nombre me hace salir de mis pensamientos. Salgo de mi auto. No sin guardar las llaves dentro del bolsillo de mis pantalones.
A penas salgo de mi auto, veo la silueta de _____________ acercándose hacia mí, camina lento, parece exhausta.
Esta vestida con un jean color mezclilla, un crop top blanco, y unas botas, su cabello está ondulado, y pareciera de que no ha dormido en horas.
–¡Ross!
Vuelve a llamarme.
Me acerco hacia ella de inmediato.
Cuando estoy al frente de ella, la abrazo, con fuerza.
Sintiendo como mi corazón comienza a aliviarse.
Ella está bien.
–Me preocupé mucho por ti, pensé que te había pasado algo- susurro, manteniendo su cuerpo contra mí– ¿Por qué no me contestaste los mensajes?
Al separarse de mí, puedo darme cuenta que tiene una ligera sombra en el ojo izquierdo, y un rasguño en el labio.
Maldita sea.
–¿Te golpearon?
Pregunto tontamente haciendo que asienta, vuelve a abrazarme, puedo darme cuenta que esta llorando.
–Tranquila- susurro, besando su cabello– Ya pasó.
–Me echó de la casa.
Solloza.
Frunzo el ceño.
–¿Qué?
–Me echó de la casa- vuelve a repetir, con la voz rota– Me dijo que no volviera hasta que todo el escándalo termine.
Trago saliva.
–¿A dónde piensas ir?
–No lo sé, necesito tu ayuda.
Se separa de mí, mirándome con esos preciosos ojos celestes brillosos por las lágrimas. Suspiro.
No puedo llevarla a mi casa.
Pero si a la cabaña que tenemos en la playa...
Claro, es perfecto.
–Te ayudaré- le afirmo, tomándola de la mano– ¿Tienes tus cosas?
–Solo llegué a empacar esto- señala la mochila que está en la pista.
Suspiro.
Robert es un reverendo imbécil.
Si tuviese una hija que tiene problemas con las drogas, jamás me atrevería a golpearla y a echarla de casa, trataría de ayudarla a que supere su adicción y a que me diga porque inició con todo.
–Vamos a mi auto- susurro, pegando su cuerpo al mío, le dejo un beso en la cabeza, haciendo que me mire.
Sus ojos están tan rojos que me dan unas enormes ganas de llenarla de besos, de tratar de hacerla reír para que por lo menos se le pase.
–Gracias.
–No tienes por qué darmelas- la abrazo, tomando la mochila que dejó en el piso– ¿Asistirás de igual forma a la escuela?
Niega con su cabeza.
–Creo que con todo este escándalo me expulsaran- trago saliva, la bonita desliza sus brazos por mi torso– Pero no hay nada que no se pueda solucionar con el dinero de mi padre.
Río.
Sabiendo que es completamente cierto.
Varias veces había tenido problemas en aquella escuela, no tan fuertes ni públicos como el de _____________ pero varias veces me habían encontrado teniendo sexo en cubículos del baño con chicas, amenazaban con expulsarme, pero nunca sucedía ya que Riker, quien siempre tuvo la contraseña de una de las cuentas de mi padre, se encargaba de darme dinero para que todo se mantuviese secreto.
Supongo que ella haría lo mismo.
La guío hasta llegar a mi auto, abro la puerta de copiloto, y le doy pase a que suba. Cuando lo hace, cierro la puerta y entro en el asiento del conductor, colocando su mochila en los asientos de atrás para que podamos estar más cómodos.
Pongo una de mis manos sobre su rodilla izquierda.
–Te prometo que todo va a estar bien- suspiro– ¿Es la primera vez que te golpea?
____________ niega, bajando la mirada.
–También quiere que desaparezca justo por eso, porque sabe que varios periodistas van a estar en mi casa preguntando por mí y por la atención que mi padre me brindada y no quería que vieran lo que me hizo.
Aprieto los puños.
Cobarde de mierda.
–¿Por qué no lo denuncias?
–No lo sé- suspira, acomodándose en el asiento– He pensado hacerlo varias veces pero nunca me atrevo.
Me relamo los labios.
Seria una buena idea si llego a convencerla que denuncie a su padre, él perdería todo yendo a la cárcel, y no le haría ningún daño.
Ya que de todas formas estaría logrando mi cometido, no de la misma forma pero por lo menos no le haría daño a _____________.
-
Aquí es.
Le digo, abriendo con mi llave la cabaña a la que no venía hace casi tres años.
___________ entra, mirando todo con asombro. Río ante su expresión.
Papá se encargó de decorar toda la cabaña con adornos caros y muebles excesivamente lujosos, ya que nos contó que antes de que nosotros nacieramos, papá le obsequió esta cabaña a mamá y quería que tuviese lo mejor, lo que se merecía, según él.
Mamá...
–Es hermosa- la bonita interrumpe mis pensamientos– ¿Deberás puedo quedarme aquí?
Asiento.
Sin ningún problema.
–¿Te quedarás conmigo?
No lo había pensado.
Pero sería algo bueno para ambos.
Podría hacerla sentir mejor.
Y por otra parte, quizá logre convencerla de denunciar a su padre.
–¿Quieres que me quede?
Le pregunto, casi sonriendo.
____________ voltea, mirándome con esa preciosa mirada intensa, se acerca hacia mí y me da un pequeño beso en los labios.
–¿Eso responde tu pregunta?