Alma gemela

By WriterEK

40.6K 2.4K 1.2K

Eres una puta. Eres el puto amo. Eres una zorra. Eres un machote. Eres una regalada. Eres un campeón. E ah... More

El comienzo de todo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulos dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo Veintinueve

Capítulo quince. 》》 Primera parte.

1.3K 80 62
By WriterEK

Cerré la puerta de mi apartamento a mi espalda. Estaba frustrada, hoy si que había sido un día de mierta.

Lancé mi bolso hasta el sofá, mientras emprendía camino para mi habitación, necesitaba ducharme, y dormir lo más que se me permitiera.

No había tardado más de quince minutos en la ducha, estaba poniendo mi ropa interior, cuando alguien tocó mi puerta. A sabiendas que era Dylan, le permití entrar.

Él puso un pie en mi habitación, y al verme semidesnuda, pude notar la incomodidad en su rostro. Incomodidad que para nada existía semanas atrás. Rápidamente tomé un vestido de mi armario, pasándolo por mi cuerpo.

—Te vengo a pedir disculpas. Sé que me he pasado de la raya con lo de esta mañana, no tengo el derecho de meterme en tu vida, tú solo me estas haciendo un enorme favor al permitirme quedar aquí.

Lo observé sin saber que decir. No me había molestado que él me dijera lo de dormir en vestido en el pasillo, era más que obvio que eso nadie lo debía hacer, y otra vez, la borrachera me había pasado una mala jugada.

Más bien pienso que desquite muchas cosas que sentía en ese momento con él. Como el sentirme confundida con mis sentimientos hacía él, el no saber si es una gran amistad, o algo más. Todo lo que últimamente me ha confesado que siente hacía Melany, la cuál indudablemente es una perra.

No lo sé, creo que por primera vez, me dejé ganar por las emociones.

—No tienes que disculparte. Yo no debí reaccionar así cuando tú solo me estabas ayudando, lo siento.—Hice una coleta con mis manos.—Yo si que debo darte las gracias, por lo de la universidad.

—No tienes nada que agradecer. Y lo sabes.

—Claro que sí, me defendiste aún cuando no estábamos muy bien.

—Creo que nuestra amistad sigue más allá de una discusión.

Amistad.

¿Por qué me daba tan mal saber esa palabra últimamente?

A espabilar cariño, que tú no eres así.

—Vale, tienes razón Dyl.

Él se removió incomodo en su lugar, como si quisiera decir algo, pero no se atrevía. Una actitud muy impropia de él.

Toda su actitud era impropia de él últimamente. No era el mismo Dylan descarado, que conocí hace meses.

—Hoy he quedado con Melany, en una cita.

Me sorprendió, no lo puedo negar. Sonreí como quién se alegra, pero la verdad es que, por más que lo intentaba, no podía alegrarme.

—Después de pensarlo toda la noche, me di cuenta que no puedo dejar pasar esta oportunidad por mis inseguridades sobre las relaciones. Tengo que ir a por ello.

—Así se habla cariño. Yo espero que todo les marche como viento en popa.

Él sonrió, metiendo las manos en el bolsillo de su pantalón. Para luego acercarse a mí, más de lo que me hubiese gustado en ese momento.

—Estoy muy nervioso, nunca esperé hacer una mierda así.

—Pues amigo, anda que tú eres un machote valiente, así qué te calmas.

—Una cosa si sé, y es lo mierda que seguramente seré como novio.

Comencé a reír, dejando atrás el mal sabor de boca que mantenía. Miré su rostro, sin dejar de reír, y él hacía lo mismo.

—Aunque tanto ella, como yo, sabíamos que esto no estaba en mis planes. Que puto cliché es mi vida en estos momentos, ¿no te parece?

—No te lo niego, la verdad. El chico mujeriego, se enamora por primera vez. Solo que la chica no es la nerd, claro está.

Dylan comenzó a reír, y yo le acompañe, aunque esta vez era más fingida, que real. No les ha pasado, que se sienten, como si no fueran las protagonistas, de su propia historia. ¿No? Porque a mi sí.

—Vale, creo que debería ir a ducharme, nos vemos más tarde ¿si?

Le dediqué un asentimiento, poco convencido. Él quedó conforme, y con una sonrisa, salió de mi habitación.

Estos nuevos sentimientos, no me están gustando para nada. Que esta persona no era yo. Nunca me sentiría de esta manera tan diferente, por un chico.

Sentía un pequeño vacío en mi pecho, como si me estuvieran quitando algo que me pertenecía. Madre capricho había cogido con Dylan.

¿Tan buenos eran sus putos polvos?

Después de agotar toda mi energía mental, pensando en estupideces, me decidí que lo mejor sería dormir unas cuantas horas.

Eso hice.

Me levanté, y gracias al reloj pude darme cuenta lo mucho que había dormido, eran pasadas las 19:24. Me levanté de la cama, tomando mi bolso, en el cual guardé poca ropa. Con todo arreglado, me dirigí hasta mi baño, donde lavé mi rostro, y mis dientes.

Decidida en no maquillarme, salí de mi habitación, encontrando a Dylan en el sofá, atando sus zapatos. ¿No tenía habitación o qué?

—¿Ya te vas? —Pregunté.

Él me miró sobresaltado, en cuanto reparó en mi presencia, siguió en lo suyo, mientras me echaba miradas.

—¿Sabías que hoy era mi primer puto día de trabajo, y lo olvidé? Gracias a Dios, me perdonaron la irresponsabilidad.

Lo miré de malas maneras, mientras intentaba ocultar una sonrisa.

—No me sorprende para nada, viniendo de ti, la verdad.

Él me observo haciéndose el ofendido, mientras se ponía de pie.

¿Se miraba más bonito que de costumbre con esa camisa de vestir azul, o eran ideas mías? Jooder.

—A tenerme un poquito más de fe ¿no? Solo fue Irresponsabilidad de principiante. —Se acercó un poco hacía mí.—Y respondiendo a tu pregunta, si, ya casi me voy. ¿Y tú vas a salir?

Le echo una ojeada al bolso colgando en mi hombro. Y la verdad era que sí, necesitaba estar rodeada de personas, para no volverme loca esta noche.

—Si, mis padres me han pedido que les visitará.

Condenada mentirosa. Patética.

—¿A estás horas?

—Dormiré en su casa. En mi antigua habitación.

Él me observo con curiosidad por unos segundos, como quién no me cree nada. Sin embargo, no comentó nada al respecto.

—Vale, nos vemos mañana entonces.

—Si, ten bonita noche.

Salí de mi apartamento, sintiéndome un poco ahogada.

Me estaba agobiando la manera en la cuál me estaba sintiendo con esta situación. Nunca pensé, llegar al punto en el cuál tendría que huir, y menos de mi propia casa.

Huir para no sentirme expuesta, para no sentirme sola, para no sentirme más confundida que lo que ya estaba.

Tenía que recordar quién era yo, tenía que reencontrarme y no dudar de mis sentimientos, por un aparecido de hace unos meses. Yo era Madison, la chica que juro nunca más sentir algo similar al amor, o siquiera el cariño hacía un hombre.

Yo soy la puta ama. Joder. Tengo que centrarme y recordar cada sentimiento que me llevo a ser quién soy hoy en día.

La chica que no se enamora. La puta. La zorra. La sin sentimientos.

Pero nunca la idiota engañada, de nuevo.

Golpee levemente la puerta con frustración, para luego a paso apresurado, salir del edificio.

***

Toqué el timbre a pesar que tenía unas llaves de la casa de mis padres. Quería ser, de alguna manera, lo más respetuosa posible. No quería llegar, y encontrar una escena que pudiera hacernos sentir incómodos, a todos.

Pasados unos segundos, quién abrió la puerta fue mi padre, observando mi rostro con expresión de sorpresa. Le sonreí.

—Vale pero, ¿tú quién eres?

—Papá, solo han pasado unos días, tampoco exageres.

Él sonrío, acercándose para envolver mi cuerpo en un abrazo, que gustosa recibí. Lo había echado mucho de menos.

—Te echo de menos papá, creo que incluso más que a mamá, pero no se lo digas ¿eh?

—Y yo a ti hija, no sabes cuánto. La casa está muy vacía sin tu presencia.

Deshice el abrazo, que se extendió más de lo esperado, pero me había encantado. Lo miré a los ojos, para con una sonrisa, decirle; Pues hoy vengo a quedarme. Si no hay problema con eso, claro.

—¿Como piensas que habría problema? Por mí puedes mudarte de regreso, cuando quieras.

Comencé a reír, mientras entraba a la casa, la cuál
se sentía mucho más acogedora que mi departamento. Al poner un pie dentro, comencé a detallara, como quién llevaba años sin visitarla.

—Cariño, ¿quién tocaba el tim..—Se calló apenas reparó en mi presencia.

Corrió hasta mí, con una exageración tremenda, para darme un abrazo, él cuál recibí de la misma forma a mi padre.

—¿Por qué no me has avisado que vendrías? Hija, hubiera preparado tu comida favorita.

—Fue a ultima hora que me han entrado unas enormes ganas por visitarles.

Recibí una mirada reprobatoria por parte de ambos. Joder, me había expresado de la peor manera.

—Quiero decir, es que..—Mamá me interrumpió.

—¿Sabes Madison? Mejor déjalo. Ve a tu habitación a dejar tus cosas, y luego baja para ayudarme con la cena. ¿Vale? Como en los viejos tiempos.

Mi padre y yo le echamos la misma mirada de incredulidad, y mi madre comenzó a reír mientras rodaba los ojos.

—Vale, esos tiempos nunca existieron porque nunca me ayudaste ni a lavar un plato. Ya está. Ahora, sube.

Caminé directo hacía mi habitación, la cuál me dio un gusto enorme ver. Echaba de menos el olor que está desprendía, el color de las paredes, la comodidad de mi cama. Ni para que negar que extrañaba todo.

Tiré mi bolso a mi cama, para acercarme a mi mesita de noche, donde hacía una foto con Jaz. Muy seguramente la había olvido, porque es preciosa, nunca la hubiese dejado aquí tirada. Ya me la llevaré cuando me vaya mañana.

Salí de mi habitación, hacía la cocina, donde me esperaban mi mamá, terminando de cocinar lo que parecía era pasta. Se miraba deliciosa.

—Puedes ayudarme con la mesa.

Hice lo que mi madre me pidió, y a los pocos minutos ya estábamos los tres juntos, cenando la deliciosa pasta de mi madre, como solíamos hacerlo.

Sé que estaba siendo un poco melodramática, al extrañar todo en tan poco tiempo. Pero es como el sentido de pertenencia, eso que has conocido toda tu vida, y tomás como tuyo. Así me sentía yo en está casa. Como si hubiese dejado algo mío, solo por unos días, y regresé a por ello.

Pero ya no es así. Y quiero disfrutarlo, cada segundo que esté aquí visitando a mis padres.

—¿Y tenéis pareja? —Curiosee.

Él silencio hizo presencia en la mesa, durante unos minutos. Miré a mis padres, diciéndoles con la mirada que podían decírmelo, a lo que ellos se observaron entre sí.

—Si, los dos. Mi pareja, es quién tu ya conociste.—Sabía a quién se refería, la pelirroja.—Y la de tú papá, bueno, creo que no le conoces de ninguna forma.

Mi padre negó con la cabeza, con un poco más de incomodidad, que mi madre. Lo miré a los ojos, y con una sonrisa tranquilizadora, le dije; Papá, soy yo. No tienes porqué mostrarte así de incomodo.

Él sonrió suavemente en mi dirección, respondiendo; Sé que eres tú hija, pero puedo imaginar que esto no es fácil para ti. Vaya padres tienes.

Tomé un bocado de pasta, llevándolo a mi boca, para luego, de manera muy mal educada, hablar; Los mejores, de hecho. No les cambiaría por nada, que lo sepas.

Mí acción, provocó una corta risa en ambos, y con mis palabras, una sonrisa apareció en sus rostros.

—¿Saben? En el club una chica se acercó a mí, y tuve que besarle en los labios, para asegurarle que me iban los chicos.

Mis padres me observaron con una mueca en el rostro, para luego ser papá quién comenzará a reír, comentando; Normal, que tu hija te cuentes estás cosas.

—Pues es normal ¿sabes? Sois mis padres, y todos sabemos que yo no soy una chica vergonzosa.

Mi padre se encogió de hombros, mientras asentía levemente, respondiendo; Vale que sí, pero un poquito de respeto a tu padre, que vaya, sea chica o chico, no me gusta enterarme que mi bebé se esta besando por ahí, con quién sabe quién.

Comencé a reír, mientras le dedicaba una mirada significativa a mi madre, pidiéndole ayuda con descaro. Para mi fortuna, ella entendió a la perfección, interviniendo al instante; Deja a la niña Gerard, que ya es toda una mujer. Aunque, ¿sabes? Tanto Dayana, como yo, pensábamos que tú y Dylan, estábais en una relación.

La simple mención de su nombre, causó un revuelo en mi interior, que para nada, me debía permitir sentir.

Sin darme tiempo a nada, siquiera a procesarlo, comenzaba a ver realmente lo que me estaba pasando con Dylan. Y para nada podía permitir que esto siguiera avanzando, más de lo que ya estaba.

No quería sentir de nuevo, la desgracia de querer a otra persona. Y mucho menos, si esa persona en absoluto, me correspondía.

—Somos amigos.

Mi padre me observo arqueando una ceja.

—¿Y por qué lo dices con ese lamento en la voz?

Solté una risa nerviosa, por lo cuál, estuve apunto de meter la cabeza de lleno en la pasta. Observé a mi padre, con ese intento de sonrisa, para responderle, y así mismo, terminar de cagarla; ¿Cuál lamento papá? Estas loco, de verdad.

Me levanté de la mesa, dando un último bocado a mi pasta. Con esto si que prefería huir, antes de que mis padres me agobien con sus preguntas.

—¿Sabéis? Hoy me levanté a eso de las ocho, y mañana tengo universidad, así que subo a descansar.—Me acerqué a ellos, depositando un beso en la mejilla de cada uno.—Me despido desde ya, porque probablemente en la mañana no les vea.

Los dejé a ambos, con una mueca de desconcierto. Pero no me importó para nada, no quería caer en el juego de sus preguntas, donde siempre conseguían sacar lo peor de mí.

Y que va, mucho tendría con el día de mañana.

***

Me levanté, y como lo había previsto el día anterior, no logré coincidir con mis padres para el desayuno. Yo tenía clases un poco más tarde, y ellos trabajó muy temprano, por lo qué nos fue imposible encontrarnos.

Llegué a la universidad, encontrando a Jazmín cerca de la entrada, por lo que al instante me acerqué a ella, rodeando su cuerpo en un abrazo, que de alguna manera, necesitaba.

—Hola guapa. ¿Como nos va?

Ella me observó con una sonrisa extendida por todo su rostro. Confieso, que hasta me dio miedo.

—¡Ya no estoy soltera! —Gritó llena de emoción.—Chase me ha pedido ser su novia, y le he dicho que si.

Sentí levemente como los valores se me bajaron, por nada del mundo quería que Jazmín estuviera de novia con ese chico. No después de saber lo que hacía con Dylan. De enterarme, lo egoísta que es como persona.

Sin embargo, lo mejor sería que no comentara nada a Jaz, por respeto a lo que me había contado Dylan. Ya mejor buscaría yo a Chase, y le pediría contar la verdad a mi amiga.

Jaz merecía saber que su novio era un puto camello.

—¿En serio? No puedo creerlo Jazmín.—Le dediqué una sonrisa.—Ya van a pisotear tu flor, muy duro.

Jazmín al instante me reto con la mirada, diciéndome sin palabras, que no hiciera esos comentarios. Casi quise reírme al verle el rostro, un poco colorado, y de verdad lo hubiese hecho, de no ser por las imágenes frente mi casillero.

Las cuáles evidentemente era un foto montaje, de una chica recostada en un escenario, con las piernas abiertas, muchos billetes a su alrededor, y en su rostro, estaba mi cara.

Escuché el jadeo de la impresión de Jazmín, pero ya yo no podía ver más allá de la rabia.

Me acerqué hasta mi casillero, tirando del papel pegado, el cuál arrugue con mis manos, haciéndolo una bola. Observé el círculo de personas que se había hecho a mi alrededor, sin menor disimulo, observando la escena.

—Estáis de rositas si pensáis que yo seré blanco para su Bullying.—Cada palabra que salía de mis labios, de alguna manera, quemaba mi garganta.—A tomar por culo, que esto a mí no me importa en absoluto.

Y olvidando por completo a mi amiga, salí disparada para mi primera clase.

Me sentía agotada mental, y físicamente. Me estaba frustrando en gran manera, el cambio que había hecho mi vida, de alguna manera, desde que había aparecido Dylan.

Nunca había tenido a mis espaldas, a una persona dedicándome insultos, imágenes ofensivas, o alguna otra cosa. Mi perdición fue mi amistad con Melany, y mi puta relación con Ryan.

Omitiendo claro, personas tan imbeciles como los graciosos del almuerzo, de los cuáles Dylan me defendió. Esas personas estaba demás decir que eran resentidos, el chico, por no haberle aceptado una puta invitación, y la chica, seguramente alguna envidia tendrá en esa cabezota suya.

Aunque de alguna manera me lleva a pensar, ¿qué podrían envidiar alguien de mí? Si falta poco, para que me lleve la mierda.

Tomé asiento en la última fila, dejando caer mi cabeza entre mis brazos. No me apetecía ver la cara de nadie en éstos momentos.

Escuché la voz del profesor, y al instante, me percaté que era Literatura, y yo traía el libro de cálculos. Maldiciendo en silencio, levanté la mirada, observando en mi círculo rostros que no me apetecía ver en absoluto. A excepción de Jaz claro, que me miraba un poco preocupada.

Le sonreí para de alguna manera, tranquilizarla.

—Madison, ¿estás bien? Te ves un poco pálida.—Casi quise maldecir a Jason por decirlo frente a todos.

Una voz femenina a la lejanía, gritó; No sorprendería que estuviera embarazada.

Leves risas se escucharon en el aula, por lo que respiré profundo, para no caer al nivel de nadie.

—Solo no he desayunado, nada de que preocupar. Gracias.

Jason asintió en mi dirección, para luego dedicarle una mirada desaprobatoria a la chica, que había hablado instantes atrás.

Todos comenzaron apuntar lo de la pizarra, pero por alguna razón, a mi no me apetecía hacer nada. Creo que ni siquiera tenía fuerzas para hacerlo.

Estaba demasiado cabreada como para hacer nada.

Jason se acercó a mí, inclinándose a mi altura.

—Si necesitas salir a por aire, está bien.—Murmuró muy cerca de mí.—Ya te pasaré todo mañana por mail. ¿Te parece?

Le dediqué un asentimiento, lleno de agradecimiento. Por lo que tomando todas mis cosas, salí del aula. Me dirigí hacía la cafetería, donde después de obtener mi desayuno, me dejé caer en una mesa.

No quería sentirme de la manera que lo hacía, era totalmente impropio de mí. Pero al final, era consciente, que yo era una persona más, que siente, y vive, y para mi maña fortuna, habían sentimientos que no se podían reprimir, era imposible.

Me sentía totalmente indispuesta a seguir actuando como si nada, mientras estaba sintiendo esto que sentía por Dylan. Los comentarios no me hacían sentir tan mal, o incómoda, como mis propios sentimientos.

Terminé mi desayuno, y me demoré en la cafetería, básicamente lo que se tardó la primera clase. Tomé mis cosas, caminando hasta mi casillero, en el cuál guardé todos mis libros, dispuesta a solo quedar con mi cuaderno para apuntar.

Escuché la voz de alguien a mis espaldas, y en cuanto me giré, me encontré con las dos gemelas. Alison, y Ana.

—Pero que guapa vais.—Les salude con una sonrisa.—Sois lo más bonito que me he encontrado hoy en esta universidad de mierda.

Ellas se comenzaron a reír, mientras me saludaban cada una con un corto abrazo.

—Bonita vas tú, como siempre.—Me halago Alison.

Musite un —Gracias— con los labios.

—Veníamos a invitarte a una pequeña fiesta en nuestra casa.—Esta vez tomó la palabra Ana.—Una editorial ha publicado nuestro libro Alma gemela, y pues, nos emociona muchísimo, y vamos celebrarlo.

—Vaya no sabía que eran escritoras, me encantaría leer su libro, y por supuesto asistir a su fiesta. ¿Les importa si llevó a una amiga?

Ambas negaron con la cabeza al instante.

—Claro, mientras más personas, mejor.—Respondió Alison.—Anota mi número, y te dejo la dirección.

Intercambiamos números, siendo Alison quién me envió la dirección, en ese mismo momento.

—Vale pues, quedamos así entonc..—Me callé apenas vi, lo que hubiese preferido no ver.

En un extremo de la universidad, unas figuras llamaron mi atención. Eran dos personas, que desde lejos, se podía ver que se estaban besando. Para mí desgracia, sabía perfectamente quiénes eran.

Ana y Alison, miraron en la misma dirección en la cuál yo miraba, al ver toda mi atención en aquella esquina, donde se encontraban Dylan, y Melany.

Sentí como si algo dentro de mí se hubiese roto, al ver la escena con mis propios ojos. No quería admitir, que era lo que me dolía tanto, pero ya lo sabía.

La cuestión ya era innegable. Y por más que quise mantener mis sentimientos cerrados, y lo había logrado durante años, nada era para siempre. Pasó, paso lo que tanto temía, lo que tanto había evitado, pasó de la manera más silenciosa posible.

No tuve tiempo de procesar el momento exacto, en el que me comenzó a gustar, y aún no lo sé, lo cuál es lo más gracioso de todo.

El jodido Dylan me gusta.

Joder, el hijo de puta me gusta.

Verlo besándose con Melany, de alguna manera hacía que todo fuera real. Los celos, el disgusto de verle con ella, o imaginarlo con cualquier otra persona, todo era real.

Las ganas de dormir con él, de estar con él, de besarme con él, de acostarme con él. Todo era tan real.

Pero a la vez no.

A la misma vez era tan irreal volver a sentir esto. Esas putas mariposas en el estómago, que me hacían sentir asfixiada.

Aparté la mirada, cuando me fue imposible seguir observando la escena. De alguna extraña manera, me sentía mal, y como si eso no fuera poco, tenía unas enormes ganas de ser Melany en estos momentos.

Me giré un poco agitada hacía las gemelas, llevándome una mirada extrañada por su parte. Les sonreí, para aligerar el ambiente, que repentinamente se había tornado incómodo.

—Me pasáis la dirección ¿vale? ahora debo irme, se me hace tarde para mi próxima clase.

Con una corta sonrisa, me alejé de ellas.

Aunque había sido un día muy de mierda, lo bueno fue que las clases transcurrieron rápido. Él papá de Jaz no pudo pasar por ella, por lo que yo la llevé hasta su casa.

Y para cuando quise darme cuenta, ya estaba entrando en mi departamento, encontrando a Dylan sirviendo el almuerzo.

Él me sonrió dejando caer ensalada en un plato, yo, como toda una idiota, me le quedé mirando. Reaccioné antes que el pudiera comentar nada.

—Me lavo las manos, y vengo ayudarte ¿vale?

Él asintió en mi dirección, por lo que me dirigí hasta el baño, en el cuál lavé mis manos, y mis rostro. Necesitaba espabilar.

Regresé a con él, quién ya estaba sentado en una esquina de la mesa, y para mi mala fortuna, había colocado mi platillo junto a él.

Observe su cabello, y pude deducir que se acaba de dar una ducha, pues esté estaba mojado. Por su ropa, podía ver que iba de salida, por lo que decidí curiosear; ¿Vas a salir?

Él asintió comiendo de su ensalada.

—Hoy es mi primer día de trabajo.—Y con una sonrisa agregó; Y de novio, que lo sepas.

Sentí un vuelco en mi estómago, el cuál quería hacer desaparecer a como fuera lugar. Me obligue a mirarle, y con una sonrisa, responderle; Felicidades. Espero que seas un buen novio.

Él entendiendo mi sarcasmo, dejo salir una suave risa, a lo que al instante volvió hablar; Es extraño como hace dos días, estábamos follando como si la vida nos dependiera de ello, y ahora, yo estoy de novio.

Por mucho que intente retener el comentario, no lo logré. Porque esa era yo. Mejor conocida como la caga momentos, o mejor aún, la impulsiva de mierda.

—Justo eso me he llegado a preguntar Dylan, si cuando estabas conmigo, llegaste a pensar en ella. De ser así, que mierda.

Me levanté de la mesa, caminando hasta la cocina con mi plato en mano. Dylan se levantó al instante, tomándome del brazo. Lo observé a los ojos. No me avergonzaría por decirle algo que siento, y pienso.

—Eres la persona más liosa que conozco, que lo sepas.—Me tomó por la cintura.—Que te enteres, que la primera persona en la vida que ha llamado mi atención de puta madre, has sido tú.

Sus palabras me dejaron levemente sin aliento. La sorpresa fue inevitable en mi rostro, y él al parecer se dio cuenta, porque su expresión cambió a una más seria.

—No estaba enamorado, no tengo ni que decírtelo. Pero si, toda tú provocaba algo en mí, de puta madre.—Me sonrió levemente.—Tú actitud con esa seguridad tremenda, esa boca sucia que tienes al hablar, tu cuerpo, tu rostro, todo. Me volviste loco en todos los escenarios posibles.

Yo solo podía prestar atención a sus palabras.

—Pienso que quizás solo llamo mi atención, el hecho de que tú eres mi versión femenina.—Se encogió de hombros.—Tú eres mi costilla ¿me entiendes? Como mi alma gemela.

Dylan estaba hablando tanto, que de a poco yo ya no sabía que quería decirme.

—Aveces cuando me detengo a pensar, dondo comenzó todo, mi mente viaja hasta el día que pensaste que nos habíamos casado.—Sonrió, como quién viaja en sus recuerdos.—Y terminé por darme cuenta, que estaba perdido por ti, cuando estabas llorando en mi habitación, y nos besamos.

Me acercó un poco más a él.

—Era un fracaso intentarlo, porque para joderme un poco más, te conocía demasiado bien como para saber, que tu nunca me aceptarías.

Me gustas, Dylan.

Lo dije porque lo necesitaba. Necesitaba dejarlo salir, porque de no hacerlo, seguiría quemando mi garganta. Decidí ignorar todo lo que había salido de sus labios, y confesarle mis sentimientos.

Sentimientos que tenía enterrados desde hace años, pero ya no quería tenerlos allí. Sí, amaba la vida que había llevado hasta ahora, y no me avergonzaba en absoluto, pero aveces pasa que espabilas, y te das cuenta lo aburrido que es volver sola a casa, y de repente, ya no quieres hacerlo nunca más.

De repente no quieres acostarte con diferentes hombres, o besar nuevos labios, ya no quieres conocer a nadie más, porque esta esa persona ahí, que cubre todos los rangos.

Está esa persona, que te hace sentir en el cielo, sin salir de la puta habitación.

Y eso podía ser amor, o puto egoísmo por mi parte al decirlo ahora que tiene pareja.

Él me observaba enmudecido, sin tener mucho para decir, mientras a mí con cada segundo, me latía más fuerte el corazón.

Cuando pensé que se iría sin responderme, se alejó un poco de mí, observándome con una expresión sombría. Él parecía no creerme ni una puta palabra.

—Tú eres esa persona que ve caras bonitas, y las almacena con todas las demás que ha visto, a lo largo de la vida. Tal como lo era yo.

Me miró a los ojos, y yo me obligue a mantenerle la vista. A pesar de lo mucho que me estaba costando.

—Pero ahora, no estoy en ese mismo barco Mad. Ahora no sé si solo soy un romántico de mierda, pensando que estoy aquí, para estar con una persona. Esa persona.

Podia sentir lo mucho que me estaban afectando sus palabras, más de lo que debería permitir. Pero me era inevitable, sentir lo que estaba sintiendo.

Y para mi fortuna, o mi puta desgracia, esa persona ahora es Melany.

EK.

Continue Reading

You'll Also Like

15.3K 3.2K 27
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...
2.9M 170K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
1.4M 75.4K 71
-Soy una niña buena- susurro adormilada -claro que sí nena - dice daddy acurrucandonos más en la cama. - ahora toma tu biberón baby- escucho a papi...
35.1K 988 26
Mi vida es una auténtica mierda. O eso pensaba, eso pensaba antes de conocer a ese chico.... En cuanto lo ví... Afirmé que mi vida era una mierda.Per...