Alma gemela

By WriterEK

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Eres una puta. Eres el puto amo. Eres una zorra. Eres un machote. Eres una regalada. Eres un campeón. E ah... More

El comienzo de todo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo quince. 》》 Primera parte.
Capítulos dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo Veintinueve

Capítulo catorce

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By WriterEK

Como era de esperar, era Melany.

Dylan la observó sin entender su presencia, sin embargo, podía ver lo agradable que era para él verla.

Tomé mi plato de comida, mis cosas, las cuáles había dejado tiradas en el sofá, yendo hasta mi habitación. No quería incomodar a nadie, y muchísimo menos hacer del mal tercio.

Cerré la puerta de mi habitación a mis espalda, sintiéndome un poco extraña con la situación, ¿quién lo diría? Melany en mi apartamento, visitando a mi folla-amigo, para quizás decirle que ella siente lo mismo que él.

Tenía sentimientos encontrados, que sabía perfectamente por dónde iban. Tenía años sin sentirme así, y me atemorizaba volver aquel agujero negro.

No estaba enamorada de Dylan, eso estaba más que escrito, y era obvio. Pero si sentía esa molestia de pensarlo con otra persona, o peor aún, imaginarlo solo hablando con Melany.

Me tranquilizaba pensar que solo podían ser celos de amiga, rabia por Melany, o no lo sé, cualquier otra cosa. No quería sentirme atraída de ninguna manera hacía Dylan, no quería tener ningún sentimiento más allá de la amistad.

Ya ni siquiera quería sexo con él.

No podía estar excitada con una persona que simplemente le gustaba otra, y más aún, si esa otra era Melany.

Todo era muy fácil cuando el no tenía sentimientos por nadie, y yo mucho menos. —menos que menos diría yo.— Era fácil cuando los dos, éramos solo unos hijos de putas saciando necesidad. El deseo.

Pero ya no era así. Ni de cerca lo era.

Y para mí estaba bien, de hecho más que bien.

Podía seguir con mi vida perfectamente, como la habia llevado hasta ahora, y así de paso, me aclaraba que esto, simplemente eran celos de amistad.

Terminé mi almuerzo a duras penas, para poner mi atención en algunos trabajos pendientes de la universidad.

Habían pasado al menos tres horas, en las cuáles terminé dos trabajos, de cuatro. Por un día, estaba bien, ya los otros dos los haría mañana, de igual forma los trabajos eran para la semana que viene. Guarde mis cosas en sus respectivos lugares, para luego ir hasta el baño de mi habitación, y darme una ducha muy necesaria.

Me estaba carcomiendo por dentro el silencio que se escuchaba fuera, tuve que poner de toda mi fuerza de voluntad, para no echar un ojo, como buena cotilla.

Estaba más que aburrida, y unas tremendas ganas de ir al club, me estaban volviendo loca. Como sabía que Jazmín no me querría acompañar, y habían otras personas que estarían disponibles, pero no me apetecía invitarles, me fui por una persona, que quizá me diría que sí.

Envié el siguiente mensaje; ¡Hola James! Hoy no te vi por la universidad, y no pude invitarte personalmente, ¿te apetece ir al club?

Condenada mentirosa. Pensé.

Su respuesta fue casi inmediata; Hoy no tenía clases. Claro que sí, ¿nos vemos en él calle 908 a las 23:00?

Sonreí.

¡Perfecto! —Envié.

No recibí respuesta por su parte, por lo que decidí que lo mejor sería dormir unas horas. Y eso hice.

***

Eran las 21:00 cuando me levanté, sorprendía, por todo lo que me había atrevido a dormir. Normal, después de las dos últimas noches que he pasado.

Con pesadez salí de mi habitación, encontrando el apartamento completamente vacío, solo estaba yo. Decidí dejarlo estar, y acercarme a la cocina, donde me preparé un delicioso sándwich.

Pasadas las 22:30 ya me había duchado, por lo que estaba frente mi espejo, secando mi cabello. Decidí dejarlo liso, y suelto, de manera que muy rara vez lo llevaba.

Me acerqué hasta mi armario, tomando un vestido manga larga, por debajo de mis glúteos, rosado. Acompañado con unos tacones.

Me maquille sencilla, nada que no llevará ningún otro día. Tomé las llaves de mi auto, para luego salir de mi habitación, con la coincidencia, que justo Dylan entraba al apartamento.

Él venía con un bolso en su hombro, me supuse que sería ropa, lo dejó en el sofá, para luego acercarse a mí un poco sorprendido.

—¿Vas a salir?

—Si, voy a disfrutar de vivir unas horas.

Dylan sonrió.

—¿Vas sola?

Negué con la cabeza.

—¿Entonces?

Me enarco una ceja con curiosidad.

—Un amigo de la universidad, James.

Sus cejas se dispararon hacía arriba.

—Vaya, pensé que eras de las que no tenía citas, que simplemente ibas a por ello.

Sonreí al recordar que en el pasado, me soltó un comentario similar.

—No es una cita. Él va a buscar una chica para novia, yo solo voy a buscar un chico guapo con el cúal tener sexo.

—Pensé que eso ya lo tenías en casa.

Por primera vez sentí incomodad al escuchar un comentario así, dirigido hacía mí. En casa tengo, pero aún traicionero que cayó también en las garras del amor.

—En casa tengo, a un chico, que hoy ha recibido a una chica. Y no para sexo precisamente.

Él soltó un suspiró, en el cuál pareció desahogarse. Para luego, encogerse de hombros.

—También le gustó, y quiere ir a por lo serio, yo no sé si estoy preparado para eso.

Como siguiera hablando con él más de cinco minutos, la cabeza me explotaría. ¡Es que no podía comprenderlo!

—Me has dicho que te gusta, Dylan. ¿No es lo que una persona quiere, cuando es correspondido? Ir a por lo serio.

—Y si me gusta pero, ¿soy yo una persona que va a por lo serio? La verdad, tengo que pensármelo.

—Vale, es tu decisión. Tienes toda la noche para pensarlo aquí solito.

Él asintió en mí dirección, tomando de nuevo su bolso.

—Nos vemos mañana, Dylan.

—Hasta mañana Mad, y gracias por invitar a ese tal James, y no a mí.

Dicho aquello cerró la puerta de la habitación de invitados, la cuál ahora sería su habitación.

Sorprendida, me quedé mirando como una idiota la puerta, no sabía que el querría ir al club conmigo. Me acerqué hasta su puerta, y cuando estuve apunto de tocarle con mis nudillos, decidí que lo mejor era irme sin él.

Necesitaba estar alejada de Dylan por unas horas, para aclarar muchas cosas que divagaban en mi mente.

Me giré yendo hasta la puerta, la cuál cerré apenas salí.

***

Estaba en la barra del club, con una cerveza en mi mano, mientras esperaba a James. Él cuál parecía no querer llegar.

Tomé otro trago de mi cerveza, cuando sin querer mi vista cayó en el pequeño letrero del baño, una sonrisa idiota se reflejó en mi rostro, al recordar mi encuentro con Dylan en ese mismo lugar.

Joder.

Me terminé la cerveza en un trago, que quemó irremediablemente mi garganta, una mueca de disgustó se reflejó en mi rostro.

—Creo que he encontrado a la chica perfecta.

Me giré hacía la voz, la cuál provenía de una chica. Una chica rubia, alta, muy alta de hecho. Creo que me sacaba dos cabezas.

—¿Ah si? Pues yo creo que no.

—¿Y eso por qué?

—Soy un jodido desastre.

Ella sonrió, tomando un trago de su cerveza.

—Pues espero que te refieras a desastre en la cama.

La miré entre sorprendida, y divertida. La chica era más directa que yo.

Ella me sonrió, para luego agregar; ¿Porqué me mirás así? Vamos a normalizar el ser directos, y decir lo que pensamos como es.

Me giré completamente hacía ella, interesa en su manera de expresarse con tanta libertad.

—En la cama no soy un desastre, soy un maldito torbellino.

Ella se tomó el atrevimiento de pedir dos tragos, extendiendo uno en mí dirección.

—Me van los chicos. Lo siento.

—A mi también me iban, y mírame.

Tomé el trago de un tirón, mientras me ponía de pie frente a ella. Tomé su rostro entre mis manos, acercando mi cuerpo hasta estar en medio de sus piernas, me acerqué a ella, besando sus labios. Ella acercó su cuerpo un poco más a él mío, intensificando el beso. Podía sentir su lengua cubriendo cada parte de mi boca, y yo seguía su mismo ritmo.

Me alejé al cabo de una segundos, delineando mi labio inferior con mi lengua, para luego volver a mi asiento y mirarle.

—¿Lo ves? Me siguen gustando los chicos.

—Debe de haber un chico en especial, para no haber caído a mis pies con ese beso.

Sonreí apunto de responder, cuando la imagen de Dylan pasó fugazmente por mi mente, por lo que al instante, tomé el tragó que tenía enfrente, borrando cualquier sonrisa existente de mis labios.

¿Pero qué mierda?

Sentí un leve toqué en mi hombro, por lo que me giré, encontrando a James detrás de mí. Me levanté, para envolverlo en un pequeño abrazo.

—Pensé que me dejarías tirada.

—Un problema con el auto, nada que me evitará venir a por ti.

Sonreí, para luego mirar a la chica frente a mí.

—Él es James, un amigo. James ella es..—La señalé en espera de su nombre.

—Marina.

Ambos se dedicaron el placer de conocerse. Pero James agregó algo, con un poco de timidez; ¿No te sabes su nombre, y segundos atrás se estabais comiendo la garganta?

Una risa salió de mis labios, mientras la chica a mi lado, se mordía el labio inferior.

—Me estaba intentado ligar a tu amiga, pero que va, pertenece a los chicos.

—Que se lo he dicho ¿eh, James? Pero ella ha insistido.

—Vale, de haber estado yo, le hubiese aclarado de una vez, que eres mujer de chicos, y de una sola noche.

Marina, tomó otro trago, con una mueca, como quién está frustrada.

—¡De pasada eres de las mías! Nada de relaciones. Dios, eres perfecta.

Le pasé un trago a James, y tomé otro yo, mientras reía.

—Que lo siento. Si tengo otra vida, te prometo que me gustarán las chicas, e iré a por ti.

Ella me sonrió, para luego mirar a James con una sonrisa pícara.

—Aunque siempre estás tú.

James casi escupe el trago que acababa de tragar, para luego mirarla con los ojos abiertos.

—¿Pero no te van las chicas?

Yo me pedí otro trago, mientras dejaba que Marina molestará un poquito a James.

—Existe la bisexualidad, ¿te enteras?

James se aclaró la garganta, un poco incómodo. Yo contenía la risa.

—Pues agradezco tú interés, pero yo no soy chico de una sola noche.

No pude más, y explote en carcajadas, acompañada por Marina.

Los tomé de las manos a ambos, atrayendo sus cuerpos hasta la pista de baile, donde comenzamos a bailar los tres, mientras pedíamos rondas de tragos, y cervezas.

Nadie se pasó con nadie, y se acabó el coqueteo, excepto Marina, quién cada dos por tres segundos molestaba a James.

Marina nos comentó que había venido sola, en plan de ligar, pero se la estaba pasando demasiado bien con nosotros como para alejarse.

Ya siendo más de las tres de la mañana, estando hasta con la mente nublada de la borrachera, Marina se despidió, diciendo que hemos sido lo mejor que se le ha cruzado éste año. Intercambiamos números, aunque no sé muy bien si lo he anotado bien, pero ella de igual forma se terminó por ir.

James estaba inconsciente en un mueble, y a mí no me faltaba mucho por quedar como él, por lo que preferí llamar un taxi, antes de manejar así.

Ya vendría por mi auto mañana.

El taxi nos dejó frente mi departamento, y como pude volví a levantar a James, el a duras penas logró caminar hasta mi piso, donde antes de petmitirme abrir la puerta, se dejó caer en el pasillo. Yo, al verle tirado, comencé a reír como una idiota, negandome a dejarle ahí solito, por lo que bajando mi vestido, me tiré a su lado.

Y dejando la llave en la cerradura a medio abrir, me quede dormida tirada en el piso con James.

***

Escuchaba unos murmullos a lo lejos, que de a poco se comenzaban a hacer más claros. Aunque quería abrir los ojos, no podía, tenía demasiado sueño, y cansancio.

—¿Pero que mirás tú? Jodeer, tira ya mismo...¿No me has escuchado? No te ganes unos guantazos a penas luz del día.

Las voces cada vez se hacían más cercanas, por lo que me obligue a como pude, abrir los ojos poco a poco. Sentí un movimiento brusco, pero ya no sentía esa dureza en mi espalda.

—Un puto día viviendo en este lugar, y ya me he peleado con todo el puto edificio por tu jodida culpa.

Al escuchar la claridad de la voz, logré distinguir que era Dylan, por lo que abrí los ojos de golpe. Me tenía entre sus brazos, mientras me dirigía hacía mi habitación, él no se había dado cuenta que yo había despertado. Cuando se inclinó hacía la cama, para recostarme, enfocó sus ojos en mí.

—¿Como coño te atreves a dormir con un puto vestido en medio del pasillo, donde viven más de cuarenta hombres? ¿Eh? Deja mejoro la pregunta, ¿cómo coño duermes en un pasillo?

Me incliné hasta mi mesita de noche, para tomar una pastilla, pero Dylan la cerró.

—Madison, de cuatro días que llevamos de esta semana, llevas tres tomando aspirinas. Cálmate.

Quité su mano molesta de mi mesita de noche, para luego mirarlo enojada; Pero es que el puto crío, desde que tiene novia, ¿quién se cree? El puto hombre de la moral. No me jodas, Dylan.

Él sorprendido por mi arrebato, se alejó un instante, cuando yo estuve por volver a abrir la mesita, él la cerró de nuevo, con más brusquedad, para luego mirarme enojado; Pues con el tipo que has salido, que sepas desde ya que te dejo tirada, durmiendo ahí sola. No tuvo la decencia de levantarte.

Lo miré enojada, por la manera en la cuál lanzo el comentario. Tan despectivamente.

—Pues me jodo.—Me puse de pie, para encararlo mejor.—La verdad es que no pretendía que amaneciera, y estuviéramos los dos durmiendo abarazaditos.

—No, tu seguramente hubieses preferido amanecer follando.

Apreté los puños para no darle una bofetada. Estaba demasiado enojada y de alguna manera, quería herirlo de la peor manera.

—Exacto, por nada en la universidad me llaman, la que nunca dice no. ¿A que seguramente te suena? Pues la zorra de tu novia, siempre divulga lo peor de mí.

Dylan apretó la mandíbula al escucharme.

—¿Quién te garantiza que ella lo ha dicho? Eres tú quién la tiene en el peor de los escenarios. ¿Tanto te dolió que te dijera tus verdades a la cara?

Me estaba frustrando más de lo que debería. No estaba a nada, de lanzarle mi móvil a la cabeza.

—Melany es una perra que no dice ninguna verdad, Dylan, te enteras ya. Es una idiota que solo espera ver lo peor de mí, para contarlo. Pero claro, tú estás demasiado ciego como para verlo.

Él sonrió sin ganas, para decir unas palabras, que no debieron dolerme tanto como lo hicieron; De hecho si estaba ciego, de cantidades, pero contigo, no con ella.

Lo observé en silencio, mientras que el salía de mi habitación, cuando estuvo por cerrar la puerta, le grité; A ver si te preguntas, imbecil de mierda, quién divulgó en la universidad todo lo que pasó con mis padres.

Y antes de permitirle decir nada, cerré la puerta de mi habitación de un golpetazo, y rápidamente le pasé el pestillo.

Dylan golpeó mi puerta levemente, y escuché de lejos como gritaba; ¡La puta mierda Madison! Me largo a tomar por culo.

Me dejé caer en la puerta de mi habitación, mientras observaba un punto fijo a la lejanía. No estaba por mucho, de tirar el móvil de lleno contra la pared. Estaba enojada, muy enojada.

Dylan sabía sacar lo peor de mí, en cantidades.

Minutos después de solo mirar la pared, tomé mi móvil para ver la hora. Eran las 11:42 de la mañana, me sorprendió lo tarde que era, y que solo tenía dieciocho minutos para estar en la universidad.

Pero que mierda.

***

Eran las 12:16 y apenas venía entrando en la universidad, como era de esperar, no había rastro de Jazmín, por lo que fui directo hasta mi casillero. Iba a dejar pasar la primera clase, no me apetecía en absoluto, ver cálculos.

Cuando tuve lo que necesitaba, cerré mi casillero, tomando camino hacía la cafetería, tenía muchísima hambre. Me acerqué hasta la fila, la cuál avanzó rápidamente, tomé un sándwich, una manzana y un jugo de naranja.

Cuando me giré en busca de una mesa, me sorprendí al darme cuenta que la del centro estaba siendo ocupada por un grupo, un poco grande de personas, en los cuáles estaban involucrados, Dyan, Melany, y a unas cuantas personas de por medio, Ryan.

Una pequeña mano llamó mi atención, y una sonrisa se reflejó en mi rostro cuando identifiqué a James, me acerqué hasta él, el cuál al instante me ofreció sentarme, y eso hice.

—Mad, te presentó a Matías.—Señaló a un chico alto, delgado, de cabello castaño oscuro.—Y ellas son dos gemelas del infierno, Alison y Ana.—Señaló dos chicas, exactamente iguales. Eran rubias, de estatura promedio, y un poco más rellenitas que yo.

—Mucho gusto.—Les extendí la mano a cada uno.—Me encanta su cabello.—Señalé a las gemelas. Ellas sonrieron.—Ya me contaréis una pequeña diferencia, para poder distinguirlas.

Matías comenzó a reír, para luego hablarme; Ya te la contaré yo. Mira, Alison tiene los dientes perfectos, mientras que Ana usa frenos. De nada.

Ana lo miró con mala cara, y cuando estuvo apunto de protestar, yo intervine; Pues mira que yo no uso frenos, pero si ves aquí. —Abrí un poco la boca, enseñando de mis dientes de abajo, uno un poco doblado.—Tengo el diente horriblemente torcido, e igual mis dientes son perfectos, que lo sepas.

Matías me rodó los ojos mientras sonreía.

—Por favor Madison, tu puedes tener los dientes amarillos, e igual seguirás siendo hermosa, ¿pero está? —Señaló a Ana.—Qué va.

Lo observé a él, para luego observar a Ana. Y entonces inevitablemente me di cuenta. A Matías le gustaba la chica, pero seguramente nadie lo sabía, mucho menos ella.

—Mejor te callas come mocos, no quiero que espantes a la primera chica decente que se sienta con nosotros.

Alison estuvo apunto de hablar, pero unas risas a su espalda, la hicieron callar. Un chico, giró medio cuerpo hacía nosotros, mientras que los que lo acompañaban en la mesa, se reían.

—¿Decente, dices? Joder, ¿has llamado decente a la que nunca dice no?

Tanto chicas como chicos, que lo acompañaban en la mesa, siguieron riendo.

Tenía sentimientos encontrados, porque a una parte de mí no le importaba en absoluto, que se estuvieran riendo, por lo contrario, no me faltaba nada para levantarme de mi asiento, e insultarles.

Pero luego estaba esa otra parte, que por muy chiquita que fuera, estaba. Era la parte de mí a la cuál si le afectaban estos comentarios, y por un pequeño instante, me hacían sentir exhibida a la gente.

—Madre mía amigo, ¿no tienes una vida o qué? Digo, para estar opinando en conversaciones ajenas.

Miré sorprendida a Alison, quién fue la que le soltó aquel comentario, a pesar que apenas me conocía de nada.

—¿Vais a jugársela por está? Mira que donde te consigas novio, y lo conozca, no vengas llorando después.

Ana estuvo apunto de hablar, pero tomé su mano, para que no siguiera hablando, no quería que nadie tuviera problemas por mi culpa. Me puse de pie, caminando hasta la mesa de los graciosos, para plantarme frente la chica que hizo el comentario. Ella levantó la mirada a mi altura, con una sonrisa en sus labios.

—Pues mira que si algo me han enseñado mis padres, es el respeto, pero veo que a ti te falta mucho de eso ¿no?

Ella mientras sonreía, se puso de pie, siendo un poco más alta que yo.

—¿Cuáles padres? Es que no entiendo como va tu familia, perdona, ¿tu mamá es el hombre, o la mujer?

Escuché risas a mi alrededor, que no solo venían de la mesa frente a mí.

Lo primero que pasó por mi cabeza al escucharla, fue pensar que yo no merecía eso, no merecía tener toda esta gente burlándose de mí.

Pero luego, me di cuenta que yo no era de esas chicas que se víctimizaban, yo no era de esas que se ponían a llorar delante de la gente, herida. Yo no era de las que se dejaban humillar.

—Mi mamá es a la que le gustán las mujeres, y mi padre es al que le van los hombres. ¿Tú tienes un problema con eso? Porqué mira que esa rabia hacía los homosexuales puede tener un trasfondo, cuidado con eso ¿eh?

Un silencio se instaló en el lugar, la chica dirigió su mirada hacía el chico, el cuál hizo el primer comentario, y éste se puso de pie. Él si que me sacaba al menos dos cabezas.

—No desquites con nosotros tus problemas familiares. Mejor céntrate, en conocer la palabra no.

Una sonrisa cínica salió de mis labios.

—Y le conozco cariño, la he utilizado contigo hace meses, cuando me has invitado al puto cumpleaños de Jackson. ¿Nos acordamos?

Él dirigió una mirada nerviosa a su alrededor, lo había avergonzado mi comentario. Pero al instante borro todo rastro de vergüenza de su rostro, y me lanzo una sonrisa despreocupada.

—¿Todavía nos acostamos de eso, Mad?

—Dímelo tú.

Dicho aquello, me giré para volver a la mesa con James, pero la voz del chico me detuvo en seco.

—Pensé que las putas tenían mala memoria.

Al escucharle decir aquello, me giré para darle la bofetada de su vida, pero alguien se adelantó.

Dylan se fue encima del chico, tomando el cuello de su camiseta con fuerza. Él chico como dije, era alto, pero no más que Dylan, quién cada vez lo retaba más con la mirada.

—Le pides disculpas ya.

Él chico con una sonrisa, negó con la cabeza. Dylan, con su cabeza, golpeó la cabeza de él, cerré los ojos de la impresión, pero al instante los volví abrir. Él chico, lo miró molesto, sin embargo negó de nuevo.

La chica que antes había hablado sobre mis padres, ahora miraba atemorizada la escena, por lo que intervino; Solo estábamos bromeando, Dylan. La cosa no es contigo.

Mi amigo sin despegar la mirada del chico que tenía del cuello, respondió; Sus putas bromas a tomar por culo. La cosa es conmigo.

—Anda Caleb, pídele disculpas a la chica y todo resuelto. —Pidió a su amigo.

El tal Caleb, observo a Dylan con rabia, para luego mirarme a mí, y murmurar; Perdona, solo estábamos bromeando.

Dylan lo soltó al instante con rabia, provocando que Caleb cayera sobre una poca comida que había en la mesa. A los pocos segundos, estuve apunto de acercarme a Dylan, pero Melany se adelantó, llegando a su lado mientras tocaba su rostro, y le hablaba, claro que yo no podía entender nada.

Di unos pasos hacía atrás, para luego girarme hacía la mesa de James y sus amigos, de los cuáles me despedí con una sonrisa incómoda, mientras tomaba mi bolso, y salía de la cafetería a paso apresurado.

De saber que mi día sería así, mejor me hubiese quedado durmiendo.

EK.

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