Alma gemela

By WriterEK

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Eres una puta. Eres el puto amo. Eres una zorra. Eres un machote. Eres una regalada. Eres un campeón. E ah... More

El comienzo de todo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince. 》》 Primera parte.
Capítulos dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo Veintinueve

Capítulo siete

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By WriterEK

Ya era pasada la medianoche, por lo que preferí no avisar a mis padre e irme, mientras estuviera de vuelta antes del amanecer, todo estaría bien, nadie se daría cuenta de nada.

Al estar lista, tomé mi celular y las llaves de casa, saliendo de mi habitación. Pronto recibí un mensaje de Dylan en el cuál me decía que ya estaba fuera esperando a por mí. Abrí la puerta de casa con el mayor silencio que pude lograr, subiendo pronto al auto del ojiazul.

Lo primero que sentí fue su tentadora mirada sobre mí, más sin embargo, no me recorrió con la mirada como salía hacerlo; y como a mi me gustaba que lo hiciera.

Yo si que lo hice con él, y no pudo gustarme más su atuendo. Que va, ningún atuendo. Era simplemente su puto cuerpo.

—Vas hermosa.

Le sonreí mordiendo mi labio inferior, siempre lo hacía cuando quería provocarle, y casi siempre lo lograba. Hoy no. Él al instante desvió la mirada al camino.

En un silencio absoluto llegamos al club. Madre mía, en lo que llevaba conociendo a Dylan nunca nos habíamos quedado en silencio, ni siquiera cuando teníamos sexo —Menos que menos.— Pero hoy, estaba como en otro planeta. Sin duda, aquí conmigo no estaba, que se los digo yo.

Cuando estacionó, al unísono bajamos del auto. Caminando rápidamente dentro del club, pues por fuera estaba muy solitario todo.

La música era ensordecedora, la gente ya estaba un poco más animada que de costumbre. Todos bailando, besuqueandose como quién esta en su habitación, bueno era comprensible, ya era pasada la media noche. Todo mundo tenía tragos demás.

Con Dylan nos acercamos a la barra, donde una chica nos atendió, sirviendo para nosotros dos tragos dobles. Jooooder.

—¿Con que excusa venimos a un club a estas horas de la noche?

El tomó su trago, haciendo una mueca en el proceso.

—Quería despejar mi mente, y por alguna razón, sabía que tú no me dirías que no.

Sostuve mi trago a la altura de sus labios, con la intención de picarle un poco.

—Nunca le diría que no a tragos gratis.

El sonrió, pero de nuevo, parecía no tener ganas de coquetear conmigo. Ni ganas de estar conmigo, digo.

—¿Me dirás ya qué te pasa o, estamos jugando a que yo me lo adivino solita?

Dylan pidió otro trago, el cuál tomó al instante, si seguíamos en éste paso iba a tener que llevarlo en mi hombro.

Él me miró, y hizo lo último que pensé que haría en un momento así; Me besó.

—Necesito estar contigo. —Murmuró contra mis labios.

Podía sentir el desespero en sus palabras, podía sentir que de verdad necesitaba estar con alguien, y yo estaría con él, pero no de la manera que él quería. Yo cuando estaba con un hombre era por deseo de ambos, Dylan a lo lejos se podía notar que quería desahogarse, y quizás, está era la única manera que conocía.

Eso sí qué daba pena y dolor, la única manera de desahogarse que conocía él, era el sexo. ¿Por qué razón? No tenía apego a nadie, con sus padres, desde luego no lo haría.

—¿Qué pasa Dylan?

—No me pasa nada, solo quiero estar contigo. ¿Quieres ir a otro lugar, es eso?

El tomó otro trago que había ordenado, de un tirón.

—Podemos hablar, si es lo que quieres. Aquí o donde tu quieras.—Al decirle aquello, tomé su mano.

—No quiero hablar Madison.

La molestia en su voz era notable. Él estaba enfadado, o triste, por alguna razón, y la estaba pagando conmigo.

—¿Y se puede saber entonces, para qué me has invitado a salir?

Él sonrió despectivamente en mi dirección, y con el trago en mano sin tomar, murmuró; Para follar.

—¿Te piensas que es lo único en lo que te puedo ayudar? Dylan, pensé que estábamos siendo amigos.

Él tomó el trago, y de nuevo, con esa maldita sonrisa con las que muchas veces me hablaron, solto; No te confundas bonita, solo eres la puta que me he follado con más facilidad en mí vida.

Sus palabras abrieron una brecha incurable en mi corazón. Si, yo era Madison la fuerte, la que nada le dolía, ni le atormentaba, la puta ama, como alguna vez me dijo Jazmín. Pero muy en el fondo, al final era una persona que seguía herida por razones del pasado, del presenté y quizás hasta del futuro, sin siquiera haberlo vivido.

Nunca nadie se había molestado en conocerme, en intentar entenderme. Y cuando por fin llega alguien, que de la manera más retorcida, siento que me entiende, que me conoce un poquito más allá de la fachada, sin siquiera yo haberle dicho nada acerca de mi vida, que por Dios, es tan parecido a mí, que casi creo saber lo que pasa por esa cabezota de mierda. Él justo sale con esto.

Él justo me lanza esa bomba llena de palabras.

Me importa una mierda lo que sus palabras significan, si otra personas las hubiese dicho, quizás no me dolería tanto. Pero viniendo de él, justo de él, las hace más hirientes. Diferentes.

Si una persona que lleva el mismo estilo de vida que yo, piensa eso de mí, ¿dónde me deja eso parada?

Por una razón, tan estúpidamente incomprensible, los ojos se me llenan de lágrimas. Dylan al verme, y caer en cuenta de lo que ha dicho, pasa las manos por su cara con notable frustración.

Tomé mi bolsa, dispuesta a irme, cuando su mano se cerró en mi muñeca.

—Perdón..Perdón.—Murmuró. Pude ver el aura de sus ojos, roja.—Tengo una vida tan mierda, que cuando algo bueno pasa a mi alrededor, no sé como actuar.

Lo miré fijamente, tragando las ganas de llorar que me causaron sus palabras.

—Soy un puto idiota, y no merezco que te quedes, pero te lo pido.—Sus palabras soltaban dagas de dolor.—Eres lo único salvable que tengo a mi alrededor. Con la única que me apetece estar en estos momentos.

Me solté levemente de su agarre, que nunca fue intenso. Tomé el trago que tenía a mí lado, desentensando mis hombros.

—Como me vuelvas hablar así, te dejo sin bolas Dylan, lo prometo. No soy tú puta, ni la de nadie. Yo follo cuando me apetece y con quién me apetece, ya está, no voy por la vida con un precio, por qué de tenerlo, te aseguro que tu no podrías pagarlo.

Él solo se limitó asentir, sin decir una sola palabra. Minutos después de haber estado en silencio, solo tomando tragos, murmuró; Creo que el puto presidente no tendría el dinero suficiente para comprarte. Nadie te merece. Eres demasiado buena para todos.

Lo miré por el rabillo del ojo, mientras el miraba a la chica que nos atendió anteriormente, repartir tragos. Lo más extraños de todo, es que Dylan ni un solo momento la ha mirado con coquetería, por lo contrario, la mira solo como miraría una jodida mosca en el aire.

—Si yo fuera tú, apenas terminé de hablar me hubiese largado, dejando al puto tipo que se atrevió a decirme algo así, tirado. Tu vales más que un jodido diamante, y no mereces que nadie te trate como menos.

Sus palabras me hicieron sentir mejor, para que negarlo. De verdad, me hizo sentir que lo que me dijo anteriormente, lo dijo sin pensarlo.

A darle el beneficio de la duda.

—Me harás llorar ¿vale? Qué ya está, vamos a bailar.

Lo tomé de la mano, y él a regañadientes, sin una pizca de ánimos, se dejó arrastrar hasta la pista de baile.

No sé cuánto tiempo bailamos. El tiempo junto a él, en esos momentos, pasó como una estrella fugaz. Fui testigo de como se olvidó de todo, y solo disfruto. Aquello que al llegar lo atormentaba, ya no pasaba pero madre mía, ni por su lado.

Las luces de la discoteca fueron encendidas, por lo que eso significaba que debíamos irnos. Con Dylan nos encaminamos a su auto, para comenzar el camino a mí casa. Él ya no estaba tan borracho, apenas comenzamos a bailar, se olvidó tanto de los problemas, como de los tragos.

—Llegamos su majestad.

Le saqué la lengua en burla, por su cometario. Tomé mi bolsa para bajarme, pero su mano me detuvo.

—Un besito no se le niega a nadie ¿O si?

Me reí de su comentario, acercandome a él, Dylan me tomó de la cintura, atrayendo mi cuerpo un poco más.

—No tienes remedio.

Y me besó.

Siento que él, disfrutaba el beso tanto como yo, el cuál cada vez se alargaba más.

Tanto, que terminamos teniendo sexo en su auto, frente a mí casa.

—No sé que tienes tú y este cuerpecito tuyo, que cada vez me gustan más.

Yo estaba sobre sus piernas, las cuales solo tenían a su alrededor el bóxer. Miré mi cuerpo, y luego lo miré a él, estaba sonriendo.

—Vete tu a saber.

Dylan mordió su labio inferior, sin saber lo que eso podía llegar a causar en mí. Cada centímetro de mi cuerpo sintió un corrientazo, al verle hacer esa acción, la cuál, por poco le pedía que repitiera para mí.

Pero sus ojos, los cuales no estaban alegres como siempre, me hicieron aterrizar de golpetazo en la tierra. Él estaba disfrutando si, pero no estaba feliz, no se había olvidado de nada de sus problemas.

—¿Sabes Dylan? —Su vista se dirigió a mí. Esos ojos azules, con una mezcla de verde, estaban siendo mi perdición.—Todos merecemos desgaste sexual, no mental.

Él no sonrió con mi comentario, por lo que asumí, que se lo había tomado de la manera en la cuál yo lo había dicho. Con seriedad. Él solo asintió en mi dirección.

Se estiró al asiento trasero de su auto para tomar su camiseta, la cuál yo anteriormente, lancé hacía allá.

Al estirarse, unos colores en su espalda llamaron mi atención. El aire abandonó mis pulmones por completo, por un instante desee estar en un sueño, y por ende, no haber aceptado ir al club con Dylan. Desee cualquier cosa que me hubiese evitado ver, lo que tenía enfrente.

Al tener medio cuerpo inclinado hacía atrás, solo me permitía ver una parte de su espalda. Acerqué mi mano temblorosa hasta uno de los moretones, el cuál tenía un color morado intenso con zonas verdosas.

Dylan al sentir mi tacto, se detuvo. Por un instante no se movió, no me habló, solo se quedó inmóvil. Y yo también.

Me levanté de sus piernas, regresando al asiento del copiloto, eso pareció hacerle reaccionar. Él tomó su camiseta, pasándola por su cuerpo. Cubriendo todo rastro de maltrato.

—Me he peleado. En la calle. Con unos tipos, digo.

Miré sus ojos sin creerle una pizca de lo que decía.

—Por una chica, nada grave.

Por mucho que intento relajar el momento con una risa, fracaso.

—Tú intentó por engañarme a fracasado apenas has dicho que ha sido por una chica.

Dylan mordió levemente su mejilla, no tenía nada para decir.

— Ya. —Murmure asintiendo.—No tienes nada que decirme ahora. Cuando estés listo ya lo harás.

Dylan asintió mirando al frente.

—Creo que ya deberías irte, no quiero que tengas problemas por mí culpa.

Me acerqué a su mejilla depositando un corto beso.

—Buenas noches.

***

Había pasado una semana exacta desde mi salida con él puto enamoron sexual, que por un instante pensé que iba a comenzar hacer mi amigo. Pero me equivoqué, el me ignora.

Estaba con Jazmín caminando a nuestra primera clase, la cuál para mi desgracia, era literatura. Una semana había pasado, pues volvía a tocar la jodida literatura.

Me senté en mi asiento habitual, después de haber respondido algunos saludos. Algunos digo, ya que no era santa de devoción, de una gran parte del grupo de chicas.

Dylan entró de la mano con Melany, riendo ambos. Pasaron por mi lado, ignorando completamente mi existencia. Por alguna razón, Jazmín se giró a mirarme, le sonreí haciéndole saber que todo estaba bien.

Cinco minutos después entró Jason, para mis adentros me alegré, cuanto antes terminará esta tortura, mejor. Para mí sorpresa, y la de todos, el profesor dejaba ver a la vista, un moretón en su pómulo derecho. Buen guantazo le han metido al tipo.

Mi alegría aumentaba a segundos.

—Prof, yo que usted no habría venido así a la universidad. Dará mucho de que hablar.

Ese comentario lo hizo el mismo chico que dice "Profe, ¿va a corregir el examen?" Imbecil lambe bolas.

El profesor ignoró el comentario, y comenzó con su clase como solía hacerlo siempre. Al terminar, todo mundo tomó sus cosas saliendo del aula, yo como siempre me demoré un poco más, pero por esta vez, guardando mis cosas, para mi fortuna, Jazmín me esperaba.

—Jazmín, ¿me permites hablar con Madison?

Jazmín se disculpó conmigo con la mirada, y salió. Claro, ella nunca le diría que no a algún profesor, por su beca. Aveces me preguntaba que cuidaba Jazmín más, su beca, o su flor. Ya se lo preguntaré.

—¿Necesita algo? —Pregunté ya con mis cosas guardadas.

—Dile a Dylan que no se vuelva acercar a mí, la próxima vez no le permitiré que me venga a poner una mano encima.

Mí rostro debió reflejar mi desconcierto. ¿Dylan le había hecho eso?

—¿A que no lo sabías? Ese bestia me hizo esto.

Comencé a reír en su cara, de la misma manera que Dylan lo hizo en la mía, por el golpetazo que me hice por su jodida culpa.

—Pues me alegro, la verdad bien merecido te lo tienes, jodido cobarde.

Me acerqué a él, observándolo despectivamente con una sonrisa en mi rostro.

—Y por favor, sé hombre y deja de humillarte diciéndome esto, ve y díselo tú.

Dicho aquello, tomé mis cosas saliendo del aula.

Era hora del almuerzo, por lo que me dirigí hasta la cafetería, encontrando a Jazmín en la fila. Me cole tras ella.

—¿Ha pasado algo?

—Nada grave.—Respondí.

Ella asintió. Ambas pedimos nuestro almuerzo, llevando yo una ración doble de puré de patatas, estaba muy gustosa la verdad. Nos ubicamos en nuestra habitual mesa, en la cuál, para mi mala fortuna, tenía visión gratuita a la mesa donde se encontraban Melany, Dylan, otros de deportes, y teatro.

Le conté lo que me había dicho el profesor, a lo que su respuesta sonriendo fue; Ve hablar con él.

Estaba de coña si pensaba que haría eso.

—Madre mía Mad, deja de mover el pie.—Me pidió Jaz, exasperada.

Lo detuve al instante, sonriendo hacía ella en señal de disculpas.

—Ve a por él. Deben hablar.

—¿Estas loca? Ese puto engendro no valora mi amistad. Después de haber salido juntos al bar, no me hablo más.

—Ya me lo dijiste Mad. De igual forma, ve.

De sobra está decir que al contarle todo a Jaz, oculte la parte de los moretones en la piel de Dylan. Eso no era mi prob..Un momento, ¿esos morenotes se los había hecho el idiota de Jason?

Debía hablar con Dylan.

Y eso hice, sin pensármelo mucho, me acerqué a la mesa donde él se encontraba abrazando a Melany. Todos me observaron al instante, unos saludando, otras rodando los ojos. Era curioso, pero habían chicas que por muy mal que yo les cayera, de igual forma, su atención era mía.

—Dylan, ¿podemos hablar?

Él, que ya miraba a Melany, suspiró con cansancio al escucharme. Puto crío. ¿Qué coño tenía, la puta menstruación?

—Claro. Ya vuelvo, bonita.

Al escucharlo decir aquello, no puedo negar que me sentí un poco traicionada. Pero decidí dejarlo estar.

Cuando ambos nos alejamos, hasta un pasillo donde pasaban pocas personas, él habló.

—Entonces, dime.

—¿Tú golpeaste a Jason? Al profesor, digo.

Él miró al cielo, como quién pide clemencia, en el proceso lo escuche murmurar; Jodido hablador.

Guarde silencio, esperando que me diera una explicación, y gracias a Dios, no tardo demasiado en hacerlo.

—Sí, me molestó lo que te hizo, por lo que antes de salir de la universidad lo busqué, y le pedí de buena manera que te pidiera disculpas, a lo que él se negó.. Entonces, entre palabras de él, palabras mías, nos fuimos a los golpes.

Deje escapar una risa que carecía de gracia. Por la misma frustración talle mi rostro con molestia.

—Dylan, no necesito un héroe, entérate. Tú has dejado en claro que siquiera somos amigos, así que no te metas en mis asuntos.

Él asintió en mi dirección, dándome la razón. Esa simple acción, aumentó mi molestia.

—Jodido idiota.

Al insultarle, me di la vuelta dispuesta a irme. Pero recordé algo.

—¿Jason fue quién dejó así tu espalda?

Dylan me miró sorprendido, no se esperaba esa pregunta. Más sin embargo, su expresión cambió, por una mucho más seria.

—Tú lo has dicho, no somos amigos. Así que deja de ser un jodido grano en culo, y no preguntes. Solo olvídalo.

Y me dejo tirada.

EK.

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