Los diarios de Jehane de Caba...

By katiealone

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«Había una vez una orden de caballeros que protegían a una dama. Había una vez una dama que se convirtió en i... More

Dedicatoria
Epígrafe
Los diarios
Sinopsis y personajes
1.- Secretos
2.- El día en que todo empezó
3.- Antoine, el que todo lo sabe
4.- Una visita interesante
5.- Los chicos de la orden
6.- Rumbo oriente
7.- Problemas en la escuela
8.- Actea
9.- Una buena pista
10.- El palacio de los espectros
11.- Novedades de terror
12.- Provenza
13.- La gente del futuro
14.- Primera profecía
15.- Más secretos
16.- Los herederos de Trencavel
17.- Visitantes inesperados
18.- Los años infelices
19.- Desesperación
21.- El niño de las profecías
22.- Años de olvido
23.- Todo tiene su tiempo
24.- El día de la verdad
25.- Ahora o nunca
26.- Tiempo de cambio
27.- La controladora
28.- La verdad inventada
29.- Promesa
30.- La ira de los dioses [Parte 1]
30.- La ira de los dioses [Parte 2]
31.- Memorias [Final]
📜 Notas finales 📜
Epílogo
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20.- Falsa felicidad

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By katiealone

25 de mayo de 1233

Me pregunto si podré resistir a Bruna. Nunca pude, jamás la dejaré. Inútilmente pienso en resistirme, en alejarme de su presencia. ¿Para qué luchar contra la diosa inmortal que me arrebató la libertad?

Caí en su abismo hace tanto que ya no puedo alejarme. Soy su sombra.


****************


30 de mayo de 1233

Desde que Bernard me advirtió de la llegada de su madre, no he dejado de pensarla. Sé que los demás lo han notado, aunque ni él ni yo lo hemos comentado con nadie. Supongo que Bernard me tiene fe, que piensa que esta vez todo será diferente.

Se equivoca, y me lastima saber que voy a defraudarlo. Nadie debería confiar en mí, no sirvo para eso. No sirvo para nada. Aún tengo la carta que el señor Amaury me dio para su buen amigo Guillaume, y no he sido capaz de entregarla. Debí decirle que no confiara su secreto conmigo, que iba a dejarlo en el olvido. Debí decirle que soy mala.

Una parte de mí piensa que lo mejor será advertir a mis padres para que me saquen de Carcasona, así evitaré volver a verla. Podría ir a Béziers, pero quizá ella vaya allá primero. Después de todo es la villa que la vio nacer. O quizá venga directo aquí, todos están en Carcasona, incluyendo el señor Guillaume y su hijo.

Quiero huir tanto como quiero quedarme. Esta angustia que me embarga cuando pienso en ella me hace sentir como si estuviera muriendo. Me ahogo, me duele el pecho, mis manos tiemblan, mi corazón late tan fuerte que siento como si fuera a estallar. Y lloro mucho, me desespero. No puedo, Dios mío, no puedo vivir de esta manera. ¿Por qué la sola idea de volver a verla me hace tanto daño?


****************


01 de junio de 1233

Mamá lo ha notado. Siempre ha sido una mujer muy intuitiva, así que al verme solitaria y callada, temió por mí. Me encontró llorando desesperada, temblando, con el corazón latiendo alocado en mi pecho como si quisiera matarme. Me abrazó fuerte y se quedó a mi lado hasta que me calmé. 

El monje Nicolás de Abarca nos enseñó que respirar hondo varias veces puede ayudar a calmar esta angustia, pero si no hay nadie a mi lado para recordármelo, no logro hacerlo. Así que mamá me guió para respirar con normalidad.

Es ella, ¿verdad? Fue lo primero que me dijo. Y yo no fui capaz de mentirle, asentí y contuve las lágrimas.

Bernie dice que llegará en cualquier momento.

No... murmuró preocupada. 

No quiero, mamá. Por favor. No quiero estar aquí cuando ella venga, tengo miedo lloré otra vez, y ella me abrazó. Acarició mis cabellos y besó mi coronilla, yo me aferré fuerte a ella.

Te sacaré de aquí, mi pequeña. Volveremos a casa en Béziers. Dejemos que esa bruja venga a ver a su familia, pero nosotras nos iremos. No dejaré que se acerque a ti, te lo prometo me besó la frente, y yo me sentí aliviada de inmediato. A veces mamá es dura conmigo, pero sé que me ama y quiere lo mejor para mí.

Llévame le pedí. Me sentí tan bien por decir esa palabra. Yo que soy incapaz de resistirme a Bruna, al fin logré pedir ayuda.

No sé si eso significa algo, pero lo intento con todas mis fuerzas.


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10 de junio de 1233

Fui ingenua, ambas lo fuimos. Ni siquiera estaba en el palacio vizcondal, y aun así ella nos encontró. ¿En qué estuve pensando? Cuando Bruna quiere algo, solo basta con pedirlo para que lo consiga. Su voluntad se hace realidad con el poder de su palabra. A ella no le costó mucho encontrarnos en la casa de los Maureilham.

Hace unos días dejamos Carcasona. Mamá le explicó a mi padre lo que estaba por suceder, y él aceptó darnos una escolta para que nos acompañara hasta Béziers. No podíamos ir más lejos, aunque el nuevo vizconde estuviera ganando esta campaña, aún había peligro en los alrededores. La guerra seguía, pues había resistencia de los francos. Padre quería tenernos cerca en un lugar seguro, y Béziers fue la mejor opción.

El señor Arnald nos ofreció quedarnos en el palacio vizcondal. Al final nos decidimos por alguna de las casas que le pertenecen a la familia Maureilham, Bruna no podría encontrarnos si acaso pasaba por Béziers.

Nos equivocamos. Apenas ella llegó a Provenza y se enteró que su villa volvió a manos de un Trencavel, no pudo resistir la tentación de visitarla. Y no nos hubiera encontrado pues no estábamos en su camino, pero hizo algunas preguntas y pronto llegó a nosotras.

Cuando apareció ante mí lucía la sonrisa más hermosa de todas. Vi felicidad en sus ojos, emoción, ilusiones. Sé que no fue a buscarme con mala intención, o eso quiero creer. Y toda mi fortaleza se derrumbó en el instante en que la vi. ¿Cómo pude pensar en alejarme de ella? La necesito como el aire que respiro. Al tenerla al frente, la angustia desapareció, su sola presencia era milagrosa. Cuando no está sufro porque sé que una vez más me perderé, pero cuando llega ya no puedo pensar en dolor porque ella todo lo cura.

Mamá y yo sucumbimos pronto a su encanto. Nos sentamos a beber un poco de vino y a conversar. Ella quería saber de nuestra boca todo lo que pasó en esta campaña de reconquista, así que mamá le contó los pormenores que conocía tan bien, y yo le conté lo poco que sabía. En ese momento no lo noté, estaba tan entusiasmada y encantada que ni me importó, pero ahora al escribirlo reflexiono sobre eso. 

Bruna está interesada en Raimon II, en mi nuevo vizconde. Quizá es porque le recuerda al suyo, al que la amó y que murió en prisión asesinado por los francos.

Me gustaría ir pronto a Carcasona comentó Bruna, animada—. Mi hijo me espera, y Guillaume también agregó sonriente, y con las mejillas rojas. Increíble que a pesar de los años, ella lo siguiera amando como el primer día, que incluso aún enrojeciera con solo nombrarlo—. Y me gustaría conocer al nuevo vizconde, he oído que es la viva imagen de su padre.

Son muy parecidos, Bruna le confirmó mi madre—. Me refiero solo al aspecto, por supuesto. No habrá en el mundo nadie como Raimon Roger. Fue un gran hombre.

Lo sé dijo sonriendo de lado, quizá con algo de tristeza—. He pensado en él varias veces durante estos años, y he descubierto que me sigue doliendo el vacío de su ausencia. Quizá nunca superé del todo la muerte de mi primer amor.

Algo como eso no se supera nunca, mi señora comenté yo. Me puse en su lugar. Si Caleb muriera, yo lo lloraría por siempre.

Es cierto, sobre todo porque hubo quienes hicieron lo posible para apartarme de él dijo Bruna, miró de lado a mi madre, juzgándola. Mamá bajó la mirada, y Bruna soltó un hondo suspiro—. En fin, mañana temprano partiré a Carcasona, necesito llegar pronto. ¿Vendrás conmigo, Jehane?

Por supuesto contesté entusiasmada. Ni siquiera lo pensé un poco. Soy muy débil.

Qué bueno noté que miró de lado a mamá, quería ver sus reacciones. Quería ver su tristeza. Era su venganza, no solo porque alguna vez mamá le provocó un aborto, sino porque años antes se encargó de poner distancia entre ella y el vizconde por el bien de la orden—. Verás lo bien que la pasaremos juntas.

Seguro que sí decía yo, sonriente. 

Ahora siento la culpa por mi felicidad en ese momento, por sus palabras. No he visto a mamá desde hace buen rato, quizá está sufriendo porque sabe que me iré como siempre, y que ella jamás podrá hacer nada.


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12 de junio de 1233

Siento culpa. Por mi debilidad, por mi madre, por ser feliz otra vez. O por la ilusión de felicidad, mejor dicho. Porque esto es producto del encanto de Bruna, yo sé que no soy feliz ni buena ni nada. Pero sonrío como nunca, rio, bailo, canto. Sé lo terrible que es estar bajo la influencia de Bruna, y aun así entiendo por qué no quiero escapar. Al menos así puedo fingir que soy feliz, puedo ser la de antes.

Llegamos a Carcasona el día de ayer por la tarde. Noté las miradas llenas de susto de los que me aman. Primero mi padre, quién se apartó pronto, y al verme al lado de Bruna dedujo que había pasado lo que quisimos evitar. Luego Luc. Pude ver el terror en sus ojos, y luego su amabilidad provocada por el encanto de la inmortal. Todos los que sabían de mi problema se entristecieron al menos un instante. Incluso Reginald, quién siempre parece desdeñoso conmigo, me miró con compasión. 

Durante el día estuve feliz con Bruna, pero apenas ella desapareció con su amado Guillaume, me fui corriendo a llorar a solas.

Siento asco de mí misma. De ser tan débil, tan inútil. Odio que sientan pena por mí, odio pensar que hablan de mi desgracia a escondidas, que les provoco lástima cuando me ven feliz porque saben que todo es falso.

Pero ese no es el único motivo por el que me siento mal. Hace ya un tiempo que el nuevo vizconde me dijo que tenía miedo de caer en el encanto de Bruna. Que temía que ella lo arrastre al mismo abismo en el que se hundió su padre años antes. Y no sé si eso ha pasado ya, porque estuvieron frente a frente. Él se ha comportado con ella como lo hace con todas, sonriente y galante, alegre y atento. Ella se mostró encantada con solo verlo, supongo que en verdad Raimon es igual a su padre tal como siempre han dicho. Para Bruna habrá sido como ver a su primer amor otra vez, y nada le costó atraerlo.

Ahora tengo miedo de que ella le haya nublado el juicio, que le haya encantado como lo hizo conmigo. Necesitamos a nuestro vizconde fuerte y firme para luchar por sus tierras, para que nos ayude a recuperar lo que nos pertenece. Temo que todo cambie a partir de ahora, que el daño sea irreparable. Raimon no merece ser encantado.

A pesar de la falsa felicidad que me da la compañía de Bruna, pienso que no debió volver nunca.


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22 de junio de 1233

Los días han pasado llenos de fiesta y alegría, lo que en realidad es malo. El conde de Foix y sus hijos, incluyendo Caleb, esperan para negociar con los regentes de Cabaret para así retomar los castillos de Lastours. Pero no nos hemos movido de Carcasona porque el vizconde no quiere hacerlo. Luc y yo estamos seguros que es por Bruna.

Ella apenas se da cuenta del pasar de los días. Dedica su tiempo al señor Guillaume y a Bernie, después de todo ha venido por su familia desde oriente. Pero el vizconde y el resto de sus nobles fieles, encantados por su presencia, buscan excusas para dar fiestas con ella como invitada de honor. Solo cuando Luc y yo nos alejamos de Bruna, cosa que no es frecuente, podemos hablar sobre lo que está pasando. Luc me ha contado algo que Bernie le dijo. Que su padre está celoso del vizconde.

En el pasado, antes de que ella se hiciera inmortal, el padre de Raimon y el señor Guillaume fueron caballeros en la finn' amor de Bruna. Los tuvo a ambos a la vez, y aunque eso fue común en los viejos tiempos, quizá ellos no lo llevaron muy bien. Ahora entiendo que Raimon Roger fue el primer amor y primer caballero de Bruna, Guillaume llegó después. Y quizá el enredo entre los tres hubiera continuado por años, si es que el vizconde no hubiera muerto en la cruzada.

Bruna está llena de dicha al tener a su amado Guillaume cerca, a su querido hijo, y a un hombre semejante al que amó alguna vez. Uno que además la colma de atenciones y deja de lado sus deberes con tal de complacerla. Algunos están preocupados por el retraso de Trencavel para la campaña, y más de uno ha murmurado "bruja" para mencionar a Bruna. 

Casi es como antes, como cuando éramos niños y solo disfrutábamos. Bernard está la mayoría del tiempo con su familia, Luc y yo estamos juntos. Nos cuidamos de alguna forma. Él es más fuerte que yo, me ayuda a resistir mis ansias de buscar la compañía de Bruna, aunque casi siempre es inevitable. Aun así prefiero que él esté a mi lado, me da fortaleza para resistir. Ahora mismo, mientras escribo, Luc me hace compañía.

Estoy sentada en el scriptorium. Luc está al frente, acomodando unos pergaminos. Hasta hace poco su presencia me mortificaba, pensaba que solo nos preparábamos para casarnos en cualquier momento. Sigo firme en la decisión de no casarme con él, y lo pienso cumplir. Pero ya no me desagrada su presencia, no quiero alejarlo. Siempre ha sido mi gran amigo, y yo lo quiero tanto.


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26 de junio de 1233

Trencavel y sus hombres se pusieron en marcha, todo gracias a Bernard. Fue él quien le sugirió a Bruna que corte todo ese ambiente festivo para ir a pasar una temporada a solas con la familia. Y claro, al notar que todo se había paralizado, ella ordenó al vizconde con su encantamiento que entrara en acción. 

Ha llegado la hora de negociar la rendición de Lastours. Es muy probable que para inicios de Julio, el castillo de Cabaret sea otra vez propiedad de mis padres. Mío también.

Esta mañana se han ido a Cabaret, entre ellos está mi padre, el señor Arnald y Luc. Voy a extrañarlo, me había acostumbrado a que él me hiciera compañía para evitar que corriera tras de Bruna. Al final eso es lo que ha pasado. Me he quedado en Carcasona con la familia del señor Guillaume, eso incluye a Bruna. Partiremos mañana a Saissac.


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30 de junio de 1233

No he tenido noticias de la negociación para la entrega de Lastours. Espero que todo esté yendo bien, porque si los francos deciden no entregar los castillos, entonces las cosas van a complicarse. Sé que un asedio no es viable, pero de alguna forma tienen que presionar.

Nosotros estamos de vuelta en Saissac. He vivido estos días con alegría, pues no solo paso el tiempo rodeada de la dicha que me da la compañía de Bruna. También con Valentine y Adeline, quién poco a poco se ha vuelto una buena amiga. Pero no es esa la razón por la que decidí coger la pluma hoy para escribir. Todo se trata de la visita que me ha hecho Reginald.

El hijo legítimo del señor Guillaume se ha casado con aquella dama de Tolosa que le fue prometida. Apenas me enteré de eso al llegar, quizá no tuve interés en preguntarlo antes, o si lo mencionaron mi cabeza estuvo en otro lado.

Así que hoy, mientras estaba intentando concentrarme en un bordado, pues Bruna no ha aparecido durante el día, él se acercó a mí. No suele hacer eso, sé que me detesta. Eso es al menos lo que siempre he pensado. 

Reginald parecía serio en un inicio, y no entendí bien qué era lo que quería conmigo. No hasta que de una bolsa de tela sacó varios pliegos de pergamino y los puso a mi lado.

Son para ti dijo con frialdad. Lo quedé mirando perpleja.

¿Por qué me das esto?

Se dice gracias, Jehane me recriminó, yo enrojecí avergonzada.

Gracias contesté.

Pensé que te gustarían.

¿Acaso son tuyos?

Si me dijo, despreocupado—. Se supone que debo practicar mi caligrafía, mi madre me los dio hace mucho. Prefiero leer a escribir.

Entiendo contesté mientras cogía los pergaminos—. Muchas gracias, me iban a hacer falta.

Bien dijo. Parecía algo incómodo, la verdad es que nunca nos hemos hablado tanto—. Mi madre se siente algo indispuesta, pero quería hablar contigo.

Ohhh...

Me temo que va a contarte alguna de sus profecías. Yo tragué saliva. Así que se trataba de eso—. Ehhh... No creas que he venido a traerte pergaminos porque ella me lo pidió, solo se me ocurrió hacerlo.

Claro... murmuré. Empecé a sentirme mal otra vez, la angustia me invadió.

Lo lamento, Jehane.

¿A qué has venido, Reginald? le reclamé de pronto—. Nunca te he importado, y de pronto te acercas solo para atormentarme. No quiero saber de profecías, no tenías que decirme eso.

Cálmate me dijo él con molestia—. Eres tú la que siempre me ha tratado con desprecio, jamás te he hecho nada, Jehane. Jamás. ¿Es que no te das cuenta de cómo son las cosas? Bernard es hijo de Bruna. Y ustedes siempre están tras ella. ¿Qué podría querer yo con ustedes? ¿Escuchar lo hermosa y perfecta que es? No tenemos nada en común, pero no es motivo para que me desprecies.

Bernard no tiene la culpa de la madre que tiene respondí, es que es increíble que de pronto quiera justificar su mal comportamiento diciendo que nosotros lo apartamos.

Ese no es el punto dijo, exasperado—. Nunca he tenido nada en particular contra vos, pero en serio lamento lo que vives. Yo, por suerte, estoy libre del encantamiento de Bruna. Sé lo que te hace, y odio pensar en eso. Sé lo mal que te sientes y lo que sufres, lo he escuchado. No es justo que ella te haga daño, esa desgraciada debería quedarse en oriente y dejar de arruinar a la gente agregó con rencor.

Yo no... No quiero hablar de esto... En serio, no contesté, intentando mantener la calma. Siempre trato de evitar ese tema, es duro para mí. Me cuesta hablarlo, no puedo. Apenas me abrí del tema con Caleb, no hay forma de que haga lo mismo con Reginald a quien no aprecio—. Solo sientes pena por mí.

Si, es cierto admitió—. Pero al menos siento algo. No como ella. A ella no le importas. Me lastimaron sus palabras.

Basta ya. Déjame sola, por favor.

Sabes que es cierto.

Por favor...

Ve a ver a mi madre en cuanto puedas. Fueron sus últimas palabras antes de despedirse. No pienso ir a ver a Sybille de Montpellier.


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03 de julio de 1233

Los regentes de Lastours entregaron los castillos al fin. El señor Guillaume nos dio la noticia hace unos días. En la mesa estábamos Bruna, Bernard, la señora Mireille, sus hijos y yo. La alegría nos invadió de inmediato, el nuevo vizconde Trencavel al fin había reconquistado todas las tierras de su padre. 

Al fin podré volver a Cabaret. Es poco lo que recuerdo de ese lugar, pero siempre he soñado con volver, no puedo evitar alegrarme.

Y ahora que todo parece ir en orden, es probable que los planes para mi boda con Luc se aceleren. Ya no hay excusas para retrasarlo. De hecho, esta mañana llegó una misiva en nombre de mi padre para solicitar que me presente pronto en Cabaret. El señor Guillaume ha aceptado asignarme una escolta que me lleve, así que no hay más que decir.

Eso también significa que debo despedirme de Bruna. Solo pensarlo hace crecer en mí la angustia, porque pronto volveré a ser la misma dama melancólica que sufre en silencio. Sin la presencia de Bruna, toda mi alegría va a desvanecerse. Será mi condena. He decidido prolongar mi estadía en Saissac, fingiré estar enferma. Es una buena excusa para quedarme unos días más, así incluso Bruna me prestará atención.

Desde que volvió no he hecho más que rondarla, y ella apenas me ha mirado. Lo entiendo, prefiere estar con el señor Guillaume y su hijo, incluso en la compañía de Raimon Trencavel. Pero es que yo también la necesito, no soporto que ignore mi presencia, quiero que vuelva a mirarme y a contarme de sus historias, a hablarme de los inmortales. Quiero pedirle que acabe con mi melancolía, que me haga una mujer feliz como antes.


****************


09 de junio de 1233

Hay cosas que no pueden evitarse. Me he fingido indispuesta por varios días, pero sé que ellos saben que he estado mintiendo. Lo noté cuando Bernie fue a verme, y a él le mentí con total descaro. Él asintió y fingió creerme, me dijo que descanse y me mejore, pero su mirada me rogaba que dejara de mentir. Que sea fuerte y me aleje.

La prueba final de que saben de mi mentira fue que hoy mismo vino Bruna a verme. Se acercó a mí con una esplendorosa sonrisa como siempre, acomodó mis cabellos y con voz dulce me preguntó cómo me sentía. Era su encantamiento.

Bien, me encuentro bien respondí con sinceridad, poniéndome en evidencia.

Oh, cariño, ¿entonces por qué estás en cama? Deberías estar afuera, disfrutando de tu vida.

Es que yo... No quiero... No quiero irme.

¿Por qué?

Porque no quiero alejarme de vos, mi señora. Partirá a oriente, y quién sabe si volveré a verla.

No digas eso contestó tranquila—. No puedes quedarte aquí, tienes cosas que hacer. Tu padre te espera en Cabaret, y sabes que ese fue mi viejo hogar. Es un sitio hermoso, amarás vivir allá otra vez. ¿Acaso no está en Cabaret ese muchacho que amas? ¿Es que no quieres verlo?

Quiero, pero... la miré a los ojos. No supe qué decirle.

Jehane, he estado practicando más con mi encantamiento me dijo ella posando una mano sobre la mía—. Actea habló sin querer ante Esmael, y él se quedó muy sorprendido con... Bueno, tu situación. Ni él sabía que se podía mantener el encantamiento durante un tiempo tan prolongado. Así que, aunque no creo estar lista para ayudarte, puedo hacer una prueba ahora.

¿Una prueba? 

Jehane, ¿qué es lo que deseas?

Ya no quiero sufrir admití conteniendo las lágrimas—. No quiero ser melancólica, no quiero sentir angustia. Solo quiero ser la de antes.

Entiendo contestó muy seria—. Jehane, hay algo que debo decirte. Voy a quedarme más tiempo con mi familia por esta vez.

Eso es grandioso le dije con una sonrisa—. Bernard estará muy feliz, ni hablar del señor Guillaume. Los hará muy felices, ellos viven esperándola.

Lo sé. Ella también sonreía, en ese momento me hizo muy feliz la noticia. Si ella se quedaba, significaba más tiempo para gozar de su compañía. Para ser feliz—. Sabes bien que en mi condición no puedo disponer de mi vida como quisiera. Nosotros seguimos a un líder.

Fue Esmael quién os permitió quedaros más tiempo esta vez, ¿verdad? cuestioné, y ella asintió.

Es él quien siempre pone las condiciones, Jehane. Y sé que aquí todos piensan que soy una inmortal muy poderosa que puede hacer lo que se me plazca, pero lo cierto es que obedezco a la voluntad de otro. Él es el dueño del mundo, querida. Y algún día sé que podré hacerle frente y liberarme asentí despacio. 

No sé si eso sea posible, pero ojalá lo logre. Esmael es un ser demasiado extraño, ya me demostró que es capaz de convertir a los humanos como yo en espectros sin alma.

Y mientras tanto continuó luego de soltar un suspiro—, tengo que hacer lo que tengo que hacer.

¿Y qué es eso, mi señora?

No sé si puedo curar tu melancolía, pero te haré feliz y libre por un tiempo. Ya no habrá dolor en tu corazón, ni lágrimas en tus mejillas.

Por favor, hágalo le rogué.

Siempre hay un precio para estas cosas, Jehane.

No importa lo que sea. Prefiero morir a vivir un día más de esta manera noté la sorpresa en sus ojos, pero finalmente asintió.

Vas a olvidarlo todo.

Y sí, lo he olvidado. Esto es lo último que recuerdo de nuestra conversación. Bruna le ha hecho algo a mi cabeza que no puedo recordar.


***************


11 de junio de 1233

Mañana partiré a Cabaret. He revisado lo que escribí hace unos días, acerca de mi extraña conversación con Bruna. En verdad no sé qué fue lo que pasó, me da algo de temor. Sé que nuestra conversación no acabó ahí, hay un vacío en mi memoria. Dijo que tenía que olvidar todo, y mi siguiente recuerdo es en la cena de ese mismo día. 

Me sentía perdida, como en las nubes, sin comprender qué había pasado y por qué no recordaba nada. Intenté relajarme. Ella prometió que estaría bien y que el dolor iba a desaparecer.

Estoy lista para volver a mi verdadero hogar, pero es necesario que haga algo antes de irme. La señora Sybille lleva días recluida en su habitación, y sé que es por la presencia de Bruna. No quiere verla, lo entiendo. Pero Reginald no ha hecho otra cosa que mirarme insistente, fue su forma de decirme que deje de huir de mi destino y vaya a ver a su madre. Ese momento llegó al fin.

Tuve miedo, porque la última vez que Sybille me dictó sus profecías, me quedé perturbada por varios días. ¿Qué iba a suceder? ¿Qué cosas horribles tenía preparadas para mí? Al entrar en su habitación la encontré acompañada de Reginald. Él se mostró sorprendido de verme, pero  al final solo se hizo a un lado y se fue. Yo llevé mis pergaminos bajo el brazo, lista para escribir como pudiera. De hecho, ahora mismo tengo las notas de lo que ella me contó. Lo escribí todo con rapidez.

El temor al futuro me ha invadido. Solo que esta vez el mensaje no es tan desesperanzador, o eso quiero creer. La mayoría de cuestiones no las entiendo, pero aun así las escribiré a detalle. Algún día alguien las entenderá. El niño, o el hombre.

Jehane me dijo con calma la señora Sybille una vez estuvimos solas—. ¿Cómo te sientes?

Extraña, señora contesté con sinceridad—. Algo me ha pasado, y no logro comprenderlo.

¿Y acaso tiene relación con Bruna? 

No sabía si contarle o no. Si Bruna se entera que me reúno con Sybille en secreto puede molestarse, ya sería demasiado si además le cuento nuestros secretos.

Sabes que puedes confiar en mí, no le dirijo la palabra hace años, y sin duda no lo haría para hablarle de ti. Estás sola, Jehane. Necesitas que alguien te escuche, necesitas pedir ayuda. Reginald y yo siempre estaremos aquí para eso.

Eso me extrañó. Reginald. Él parece estar bien enterado de todo, su madre es una profetisa al fin y al cabo. Pero, aunque pueda confiar en Sybille, dudo mucho que pueda abrir mi alma ante su hijo.

Señora... Es que... No lo sé, ha pasado algo extraño con Bruna.

¿A qué te refieres?

Ella dijo que había practicado nuevas cosas con su encantamiento y podía ayudarme. Yo le pedí que detuviera mis... mis problemas. Me imagino que lo vos lo sabéis.

Tu melancolía me dijo, y yo asentí.

Dijo que lo haría.... Y luego... luego olvidé me expliqué confundida, Sybille me miraba con atención—. No sé qué pasó después, no lo recuerdo. Es como si el mundo se hubiera suspendido un momento, o como si el tiempo hubiera saltado para mí. ¿Es eso posible?

No lo sé, Jehane contestó pensativa—. Cada inmortal es único, y eso vos lo sabéis muy bien. Cada uno tiene un poder con grandes alcances que van explorando poco a poco al pasar los años. Quizá lo que Bruna ha probado en ti es algo nuevo que jamás se ha hecho. ¿Y acaso te sientes mejor desde que pasó aquello?

Es difícil de explicar. No he sentido la angustia que me oprime el pecho, y tampoco me he sentido triste. Todo lo contrario, me siento muy animada de volver a Cabaret con mi familia. Es solo eso, que aún me siento confundida por lo que pasó, me asusta un poco.

Quizá solo debes esperar me dijo para calmarme—. Sabes que no me fío ni un poco de esa inmortal, así que no puedo saber qué se trae ante manos. Lo que sé es algo sobre tu futuro, el futuro de todos. Y tu conexión con ellos.

¿Mi conexión? pregunté, confundida—. ¿Cómo podría yo estar relacionada con el futuro? Estaré muerta en ese año que mencionó en sus profecías. El 2018.

La muerte es solo un estado, Jehane. Nada se va en verdad. Que no estés en este mundo en el 2018 no quiere decir que no existas más. Todos existiremos en el lugar de la eterna espera, ahí donde el tiempo es tan delgado que parece no existir.

Ajá... murmuré. En ese momento empecé a temer.

Lo que voy a contarte no es una profecía, es más bien algo que tú debes saber. Un asunto personal.

Está bien, os escucho.

Tus diarios, esas memorias que escribes, son tu forma de conectarte a la gente del futuro. Tú eres la forma en que ellos se sentirán cercanos a nosotros, que buscarán entendernos y así cumplir sus objetivos. Entre ellos hay un niño, ya te lo he contado. O mejor dicho, será un niño cuando conozca parte de tu historia. Será un hombre cuando necesite tu ayuda.

¿Mi ayuda? ¿Cómo podría yo hacer algo como eso?

A veces las barreras no existen, Jehane. Ni el tiempo, ni la muerte. Piensa en eso cada vez que tomes la pluma para escribir. Piensa que él leerá cada palabra que escribas.

De solo pensarlo enrojecí de pura vergüenza. He escrito cosas muy íntimas aquí, me asusta pensar que todo se descubrirá algún día. Peor, que un hombre va a leerlo.

No sé si eso me agrada.

Es lo que tienes que hacer. Porque tus palabras vivirán en el futuro gracias a él. Todos nosotros viviremos a través de tus manuscritos. Cuando tengas que escribir, háblale a él.

Sus extrañas palabras me llenan de incertidumbre. Sybille empezó a dictarme una serie de acciones y acontecimientos a tomar en cuenta. He escrito con rapidez, quizá solo yo entiendo mi letra. Lo trascribiré luego. Ojalá, niño del futuro, que tú puedas entenderlo.


****************


16 de junio de 1233

Hace unos días que volví a casa y descubrí que amo estar aquí. La vista desde lo alto de la montaña negra es hermosa, tal como la describieron los trovadores que escuché cantar desde niña. Puedo ver el río Orb y el valle desde la habitación que me asignaron. 

Me contó mi madre que esta habitación le perteneció a nada más y nada menos que a Orbia de Pennautier, la dama loba. Ex miembro de la orden del Grial, antigua amante del conde de Foix, madre de uno de sus hijos, esposa de mi tío Jourdain de Cabaret, y una gran dama icono del finn' amor en nuestras tierras. Muchos la recuerdan, y yo siempre he escuchado hablar de ella como si fuera una leyenda. De alguna forma me siento honrada de estar aquí.

Como es obvio, las cosas se han acelerado. Pronto deberé celebrar mi boda con Luc, y el reencuentro con él no fue tan triste como esperé. La verdad es que lo he extrañado mucho, es mi amigo. ¿Tenéis amigos así, niño del futuro? Seguro lo entendéis. Amigos a los que conoces desde que tienes memoria y de los que no quieres separarte nunca. Aunque a vos seguro no os forzarán a casaros con nadie para establecer una alianza provechosa. No lo sé, quizá sí. No tengo idea de cómo cambiarán las formas de emparejarse en tu tiempo, así que es probable que no lo entiendas.

Caleb está aquí, ya imaginarás lo complicado que es. Yo me siento extraña ahora mismo, como si de pronto ya no escribiera para mí, sino para vos. Hay un antes y después en estos diarios. Cuando era apenas una muchacha llena de incertidumbre y curiosidad, y ahora que sé que leerás esto. Niño del futuro, ¿puedo poneros un nombre? ¿Cómo puedo llamaros en mis diarios? Ya lo pensaré, Sybille no me ha dicho tu nombre.

Como os decía, Caleb está aquí. Lo he notado algo disgustado, y no hemos tenido oportunidad de vernos a escondidas como antes, apenas instantes fugaces en los que nos besamos y trato de explicarle las cosas. No sé qué podría decirle. Que lo amo ya lo sabe, que daría lo que sea para estar con él también. Pero ambos sabemos que no podemos ir más lejos con nuestro amor, que estamos condenados. Pronto él me verá casarme con Luc, aunque dudo que eso pase. Por ahora el pobre tiene que conformarse con verme en compañía de mi prometido.

Pero también reclama sus derechos como mi caballero en la finn' amor, algo que me alegra mucho. ¿Habrá finn' amor en tus tiempos, niño? Quizá no lo entiendes, y os parece extraña la costumbre de los nobles de estos años. Nosotros nos casamos por alianzas, es lo que hay que hacer. Las damas entregamos el cuerpo a nuestros maridos para que hagan con ellos lo que se les plazca, y solo somos de utilidad para dar herederos. Es en nuestro vientre que está nuestro valor.

Nunca conseguí pensar de esa manera. Las mujeres tenemos que valer más que eso. Sobre todo yo, que estoy convencida de que no puedo ser madre. Yo creo que el alma inmortal que poseemos y que habita al morir en ese lugar de la eterna espera vale mucho más. Y por eso en la finn' amor nosotras entregamos el alma a un caballero, y el caballero se entrega por completo a nosotras. Amamos así, con canciones, poesías, bailes y roces disimulados. Se supone que no debemos tocarnos más porque es un amor de almas, no de cuerpos. Bueno, creo que a estas alturas, y si habéis leído todo lo anterior, sabéis bien que me salté esa parte.

Como mi caballero, Caleb puede pasar momentos a solas conmigo, pero en público. Tomar mis manos, besarlas y acariciar mis mejillas. No solo eso, también dedicarme canciones, o mandar a que los trovadores las escriban y canten para mí. Eso tiene disgustado a Luc. Como es obvio, no le hace nada de gracia compartir mi amor con él. Aunque él nunca ha tenido mi amor de esa manera, no sé cómo hacer que lo entienda.


******************


20 de junio de 1233

Voy a perder a Caleb. Nunca lo he tenido en realidad. Aunque Bruna dijo que me curaría la melancolía, estoy desolada otra vez. Y ya no sé decir si esta tristeza es tan profunda que no hay forma de arreglarla. Tampoco debería enojarme, pues hace tiempo tuve que aceptar como serían las cosas entre Caleb y yo. Solo dama y caballero, solo dos personas condenadas a amarse en la distancia y a escondidas.

Ayer por la noche se dio la última fiesta para despedir a la comitiva de Foix. Ellos tienen que volver con Trencavel después de asegurar la conquista de Lastours, y pronto todo se fortificará para evitar que el próximo año los francos reclamen nuestras tierras. Aprovechando las circunstancias, el conde de Foix anunció los compromisos de sus hijos. 

El heredero Roger Bernard con una dama de Aquitania. Odón, el hijo de Orbia, con la hija de los señores de Donosa. Y mi Caleb con la señora de Conserans, una dama que quedó huérfana durante la campaña de reconquista de las tierras de Trencavel. Los otros matrimonios pueden esperar, ese no. Caleb tiene que casarse pronto con ella, quizá en los próximos días.

Yo he retrasado todo lo que he podido mi boda, Luc me ha apoyado con eso. Pero lo de Caleb no podrá ser de esa manera, pues es orden del conde de Foix, y él no puede desafiar a su padre. Oh, niño, ¿qué puedo hacer? Ojalá nunca sientas este dolor que me inunda el pecho. Nadie se lo merece. Ojalá jamás te enamores locamente de alguien con el que no tienes futuro. No te deseo ese sufrimiento.

Caleb intentó hablar conmigo cuando terminó la fiesta. Estaba tan dolida por lo que escuché que ni siquiera quise verlo. Pero hoy en la mañana lo consiguió.

Jehane, sé que entiendes como son las cosas. Mi padre ha dispuesto ese matrimonio para así poder heredarme el señorío de Conserans, es lo que quiere. Mi madre aún no está enterada, y no creo que le guste la idea. Mi vida siempre ha estado en Aragón, es allá a dónde pertenezco y quiero volver.

Pero no será así, ¿verdad? Te marcharás a casarte con ella le reclamé. Ahora pienso que es tonto que lo haga, puesto que yo estoy en las mismas circunstancias.

Y tú con Luc contestó, como si leyera mis pensamientos—. Ninguno de los dos puede decidir nada al respecto. ¿Pero sabes qué es lo que sí podemos hacer? Amarnos aunque todos se empeñen en poner distancia entre nosotros.

Ojalá todo sea tan fácil como lo pintas le dije conteniendo las lágrimas. No tenemos otra alternativa, lo sé bien.

Ha pasado tanto desde que no siento su piel junto a la mía. Creo que fue desde antes de que estallara la guerra. Así que, de alguna forma, decidimos sellar nuestras promesas de amarnos así. Lejos, sin compromiso, disfrazando todo de finn' amor para encontrarnos a escondidas. Hace mucho que no me sentía de esta manera, tan dichosa de vivir el amor en los brazos del hombre que más quiero.


****************


23 de junio de 1233

Me siento mal. Extraña. Algo está pasando y no logro entenderlo. Hoy bajamos de la montaña negra para partir a Béziers, es allá donde me casaré con Luc. Mi estadía en Cabaret no ha sido muy larga, ya que como señora de Béziers que seré me corresponde vivir con mi marido. Caleb y los de Foix se marcharon hace unos días, y yo aún siento en mi piel la despedida llena de besos y placer que me regaló Caleb. Luc viaja a mi lado, listo para convertirse en mi esposo.

Pero no es esa la razón por la que escribo. Algo me está pasando. Si bien es cierto que estos días no me he sentido mal, como si el dolor se hubiera apagado, algo está volviendo a mí. Una extraña certeza. Tengo que hacer algo, y aún no sé bien qué es. Solo estoy a la espera de que una señal aparezca para poder actuar.

Algo está por suceder. Algo que Bruna me ha pedido y no lo recuerdo. La memoria es traicionera.


****************


24 de junio de 1233

Hoy me iré. Lo he recordado todo y escribo para despedirme. Bruna probó en mí una nueva forma de usar su encantamiento. A una orden suya he recordado todo, o parte de eso. Y sé que no puedo oponerme solo actuar y guardar la calma, porque así ella lo ha pedido. Dejaré los pergaminos a buen recaudo, pero me llevaré los pliegos que me dio Reginald. Necesito hacer eso, escribir será la única forma de aferrarme a la cordura.

Hoy he recordado lo que Bruna me pidió. Me ha usado como moneda de cambio. Por más tiempo para que ella se quedé en Provenza al lado de su familia, yo debo partir.

Su tiempo, a cambio de mí. Voy al encuentro de Esmael, el ángel oscuro. De pronto he recordado cada una de las palabras del encantamiento de Bruna aquel día, las que desaparecieron de mi memoria. Al amanecer de este día debo partir a escondidas, a la salida de la ciudad me encontraré con unos siervos de Bruna, ellos me llevarán con Esmael y el resto de los inmortales. Al parecer dejarán un tiempo oriente pues se dedicarán a explorar el norte. Inglaterra y otros lugares, todo parte de un plan mayor de Esmael.

Así que, guardando la calma tal como Bruna me ordenó, es que escribo mis últimas palabras en estos pergaminos. De ahora en adelante no sé cómo será mi vida, solo tengo la seguridad de que voy a escribir por ti. 

Niño del futuro, ahora entiendo lo que quiso decir Sybille. Voy a pasar tiempo con los inmortales, y tú necesitas saber cada detalle. Te prometo que lo haré, aun a costa de mi vida.



Carta encontrada dentro de los diarios de Jehane en un pergamino suelto

Familia querida,

Me despido hoy. Lo lamento mucho, tengo prohibido quedarme. He recibido la orden de partir al encuentro de los inmortales. Os ruego que no me sigan, eso pondría en riesgo sus vidas.

No sé cuándo volveré, lamento tanto no poder daros esperanzas. Tampoco sé si en realidad voy a volver. Los amo, y quiero que tengan claro que esto no es voluntad mía, y tampoco logré poner resistencia. No he recordado nada hasta hoy, así me fue ordenado.

Díganle a Luc que lo lamento, y que deseo con todo mi corazón que sea feliz. Díganle a Caleb que lo amo, y que debe ser feliz sin mí. Que lo amaré todo lo que me permita el encantamiento que me obliga a dejarlo.

Adiós a todos,

Jehane de Cabaret



*****************

Hello, hello, hello!

Mi densa querida se va con los inmortales me mueraaaaaaaa kdjfjja agárrense de la silla que vendrás cosas peores, así dice en la biblia #okno

¡Hasta la próxima!





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