LOST | 2da TEMPORADA

By kidrauhlshawtys

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Holaa❤ Esta es la segunda temporada de "Lost" y espero que les guste muchísimo. Les recuerdo que es adaptada... More

Capítulo 1 "No puedes ser joven por siempre"
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Nota
Capitulo 21 "Saber esperar"
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27

Capítulo 18

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By kidrauhlshawtys

A pesar de que llevaba cuarenta y cinco minutos aproximadamente sentada en la silla de metal con pequeños agujeros, no me sentía menos acalorada, ni tan siquiera menos agobiada que cuando salí de la habitación de Justin. Con el ceño fruncido, observé el suelo, de repente sintiéndome mal. Prefería haberme quedado en casa; todo hubiese sido mucho mejor si no hubiera salido en primer lugar. No estaba lista para esto ahora. No sólo tenía que lidiar con mi aspecto horrible y mi posible trauma con respecto al accidente de tránsito y un acosador, sino que ahora ni mi novio podía recordarme.

Poco a poco, todos se estaban yendo. Incluso él.

-¿Sigue siendo tu favorito? -dijo una voz suave. Una mano blancuzca con las uñas pintadas de rojo me extendía un vaso térmico con el logo de Starbucks. Lo tomé y subí la mirada, sorprendiéndome de lo que vi.
-¿Cómo estás? -preguntó Megan, sentándose delicadamente a mi lado. Bufé.
-Como si te importara -respondí bruscamente. Ella guardó silencio y tomó silenciosamente de su café, también. Miré mi vaso con desdén, contorneando el borde con mi dedo sonrojado. Debido al momento que había pasado dentro de la habitación, toda la sangre se había acumulado en mi rostro y en mis manos, haciéndome parecer, quizás, un tomate. Que no me recordara a mí... Eso sí que es quedarse corto.
-¿Sabes? Esta mañana vi una chica con unos zapatos Kate Spade que no combinaban con su vestido -se rió, tamborileando los dedos a los lados de su vaso -. Fue ridículo.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté con voz muerta.
-Acompañándote, duh -me dijo. Reprimí la necesidad de decir algo sarcástico en respuesta, debido al sencillo hecho de cómo me sentía en todos los sentidos.
-¿Tú también te has enterado? -le pregunté a suspiros. Ella vaciló, contorneando sus dientes con su lengua. Finalmente, asintió.
-Sí -casi susurró, y tomó otro sorbo de su café. Miré el mío, e hice lo mismo, a pesar de que tenía ganas de vomitar aquí y ahora. ¿Podía vomitar la realidad, tal vez?
-¿Puedes creer que no me recordó? -musité, sin poder creérmelo yo misma. Era como una trágica película en la que todos terminan muriendo o algo así. -No puedes ni imaginarte cómo se siente eso. Quiere decir que nunca fui importante para él, de todas formas.

Ella guardó silencio, contorneando su vaso, también. De repente, me entraron unas ganas tremendas de estrujar el vaso hasta sentir que el café me quemaba la piel y salir corriendo de ahí, llegar a casa, y darme cuenta de que el viejo Justin estaba ahí. Pero no podía.

-Cuando menos te lo esperas aparece alguien que cambia todo, y lo amas con todo el puto corazón. Entonces pasa algo como esto, y... Y te das cuenta de que algunas personas que son importantes para ti, tú nunca fuiste importante para ellas -suspiré, deseando llorar. -Estoy cansada de poner mis sentimientos en personas que no valen la pena.
-____, ¿qué entiendes tú por amor? -me preguntó, ladeando la cabeza. Resoplé.
-¿Qué?
-¿Qué entiendes por amor? -repitió, sonriéndome. Bajé la mirada.
-Nada -dejé salir todo el aire que tenía, frunciendo el ceño, y dejando caer una lágrima de rabia.
-Amor no es no poder vivir sin alguien, ¿sabes? A eso se le llama dependencia. Amor es poder vivir sin alguien y aún así no querer hacerlo -explicó suavemente. - ¿Qué escoges tú?

Me levanté de la silla, mirando todo a mi alrededor con asco. Seguidamente, dejé caer el café en el suelo marmoleado blanco, y obligué a mis pies a retroceder, dándome la vuelta y echando a correr lo más rápido que me permití.

***

Corrí, corrí hasta que me dolieron los pulmones a causa del aire seco que entraba por mis pulmones. Sentí la libertad de nuevo corriendo por mis venas, drenando toda la angustia que me ahogaba. Mis Converse de color negro ahora gastados y deshilachados golpeaban el suelo pesadamente mientras mis brazos se abrían contra el viento seco, cerrando los ojos.
La carretera estaba atestada de autos. Los conductores probablemente estaban queriendo morir, ya que el tráfico estaba bloqueado por un choque violento entre dos autobuses. Lo miré con desdén cuando pasé corriendo, y miré hacia atrás los demás autos, estancados, paralizados. Ellos deseaban correr como yo. Ellos deseaban abrir la puerta de su puto auto y salir corriendo, ¿no es así? ¡Ellos querían correr como yo! ¡Pero no podían! ¡Y yo sí! ¡Porque soy jodidamente libre! ¡Libre! ¡No tengo a nadie, por lo que nadie puede detenerme!

-¡Síiiiiiiiiiiiii! -grité histéricamente, abriendo los brazos contra el Sol que lentamente se ponía. Seguidamente, reí. Reí muy fuerte, de una manera desenfrenada, más bien. Me quedé mirando a la nada, pensando en nada, y riéndome muy fuerte, sintiendo el dolor de panza.

Habían pasado aproximadamente dos semanas desde que Justin había salido del hospital -aún sin recordar nada-, lo que sumaba más o menos un mes. Me había recuperado en la Universidad, el anónimo seguía jodiendo y mis heridas estaban casi todas cerradas. Bueno... casi todas, valga la redundancia.

Mamá iba a casarse con Byron en cualquier momento, pero yo no iba a decirle que él me asustaba. Sin embargo, tenía a mi verdadero padre ahora, y salíamos de vez en cuando.

Los días, lentamente, se iban convirtiendo en supervivencia. Y se me hacía cada vez más difícil.

Así que ahora sólo prefería reírme, reírme de todo en absoluto, como si no hubiera nada más absurdo que tomarse la vida enserio. Estaba sola, pero ya qué. A la mierda. Después de todo, los sentimientos son justo como las cartas de póquer: hay que esconderlos hasta que estés completamente seguro de que vas a ganar. Y por ahora, yo no podía estar segura de eso. Había perdido demasiado.

Poco a poco anochecía, y yo observaba el crepúsculo entre las luces titilantes de un trozo gigante de tierra al que todos iban a vomitar. Sí, a vomitar. Atrás se alojaba un club nocturno repleto de lesbianas y drogas.
Sostenía una botella de Vodka en mi mano derecha, acariciando la tapa sellada con el dedo pulgar, cerrando los ojos. La abrí desesperadamente, y tomé un gran trago, sintiendo la amargura en mi garganta, y el ardor en mis ojos y en mi estómago. Miré al cielo, cerrando los ojos. Dios, esto se sentía tan bien.
Tomé otro sorbo, sonriendo.

Me mantuve con los ojos cerrados, recostada en una piedra, manchando mis pantalones con el polvo inherente del suelo. Pero no me importaba. No me importaba en lo absoluto.
Ladeé la cabeza, llevándome la botella de Vodka a la boca, teniendo que alzar su peso con ambas manos para que no se me derramara en el rostro. Suspiré.

Escuché unas pisadas a lo lejos acercarse cada vez más, pero las ignoré. De seguro era alguien que venía a vomitar, o una parejita que iba a hacerlo entre los arbustos. Me reí bajito.

-El secreto estará a salvo conmigo -murmuré, riéndome. Acaricié la botella helada, proporcionándome tranquilidad al acomodarme sobre la tierra, y mi cabeza sobre la roca. Quería olvidarme de todo ahora. Y ahora que no tenía a nadie, era fácil hacerlo.
-¿Qué haces aquí? -preguntó una voz ronca que yo conocía muy bien, y que heló todos mis sentidos. Abrí los ojos de golpe, y lo observé.
-Oh -dije -, woah. Qué lindo verte.
-Yo...
-¿Sabes dónde estás? ¿Tengo que volver a recordarte mi nombre? -me reí, y él sólo bajó la mirada, negando con la cabeza. Suspiré.
-Es como volver a empezar todo de nuevo -sonreí, mirando al cielo. -Alucinante.
-Convencí a Pattie de estar en casa de nuevo -musitó con su voz ronca. Qué lástima que, prácticamente, ya no procedía de la misma persona que yo conocía. - ¿Tú vives conmigo?
-Oh, sí -sonreí, acariciando la botella, fingiendo que toda mi atención estaba con ella.
-Aún no estoy seguro de lo que hago... -musitó, frotándose la sien. Me reí de nuevo.
-Eres un jodido criminal -susurré, riéndome a todos los vientos. El alcohol había estado haciendo estragos en mí en los últimos diez minutos. Asintió, decepcionado, y se acomodó junto a mí. Miré su rostro de nuevo tan de cerca. Casi había olvidado sus ojos mieles y sus labios en forma de corazón, aunque no podía dejar de pensar en ellos por la noche. Tragué saliva, borrando la sonrisa.
-Voy a recuperar todo lo que tenía. Trocito a trocito -susurró. -Te lo prometo.
-¿Nunca significó nada para ti, de todos modos? -pregunté, achicando los ojos cristalizados.
-Supongo que sí -respondió -, es una de las cosas que intento averiguar.

Resopló.

-No sabes lo que es estar perdido en tu propia mente -se humedeció los labios. Guardé silencio.
-Todavía me pregunto cuándo voy a poder recordar todo -susurró.
-Quiero que vuelvas -mascullé -, porque realmente te necesito, ¿entiendes?
-Lo siento -musitó. -Yo también me siento... tan solo -musitó, con los ojos cristalizados. Coloqué mi mano en la suya, sintiendo un impulso eléctrico alrededor de mi cuerpo, y me di cuenta de lo perra que estaba siendo. -Estoy jodido.
-Voy a esperar por ti -susurré, derramando una lágrima. -Voy a ayudarte.

Giró la vista hacia mí, y yo sonreí, entre lágrimas. Me estrechó entre sus brazos. -Te amo -susurré.

Dejé la botella de Vodka medio llena en la mesita de la sala de frente al televisor, y observé el sillón de cuero. Era extraño que habíamos pasado tantas cosas ahí, y que ahora ya no quedaba casi nada. ¿De qué sirve todo eso, si él no recordaba nada, y probablemente nunca lo haría? Miré el interior de mi muñeca arrugando el entrecejo y apretando los ojos, dejando salir una lágrima. Sus ojos mieles en blanco y negro me observaban detenidamente desde mi piel. Parecían tener vida propia. Parecían decirme "contra todos", de verdad. Pero no lo hacían.
No sé. Últimamente sentía como que me estaba volviendo loca. Y estaba deseando que de verdad fuera así. Porque al menos, estaría retorciendo la realidad, y nada de esto sería relativamente cierto.
Mientras subía las escaleras hacia la habitación, me froté los ojos, asegurándome de estar lo suficientemente seca como para entrar. Una figura hermosa estaba quitándose la camisa y observando sus tatuajes frente al espejo, contorneándolos con los dedos. Me oculté detrás de la puerta, deslizando mis ojos a lo largo de todo su cuerpo hermoso.
Se observó las cicatrices y los moratones en el abdomen definido, tocándolas con su mano abierta y gruñendo del dolor, mientras respiraba entre dientes. Me alejé, dando zancadas apresuradas hacia el baño. Rápidamente entré, y cerré la puerta detrás de mí, apoyándome sobre la puerta de color blanca, sintiendo la madera helar en mi espalda, y me deslicé por ella, dejándome caer sobre mi trasero. Miré a mi alrededor, respirando entrecortadamente, intentando no volver a llorar.
Las lágrimas picaban en mis ojos, y todos mis músculos se sentían agarrotados.
Maldito anónimo. Muérete. Tú siempre ganas.
Pero esta vez había sido la gota que derramó el puto vaso. Esto había sido demasiado. ¡Qué bien, no nos mató, pero hizo que uno perdiera la memoria y la otra tuviera un trauma de por vida! Sólo... sólo... ¿por qué me odiaba tanto? ¿Cuál podía ser la satisfacción de destruir tanto a una persona?
No sólo me lastimó a mí, sino que lo lastimó a él. Él era casi todo lo que había en el mundo. Quizás lo único que me quedaba. Era como si se le estuviera escapando la vida junto con la mía, huyendo, y, créeme, quedarse sin vida estando viva es lo peor que te puede suceder.
Me levanté del suelo, sintiendo la rabia hervir en mi sangre. Bien. Una vez más, ese cabrón había ganado. ¿Pero tenía que dejar que se diera cuenta de eso? Mejor dicho, no había ganado todavía. Nunca iba a ganarme. Existían posibilidades de que Justin recuperara la memoria, e intenté con todas mis fuerzas aferrarme a esa posibilidad.
Salí del baño una vez me hube deslizado mi pijama favorita por encima de los brazos. Estaba cansada de llorar, y de reír para no tener que llorar. Entré a la habitación. Justin estaba sentado sobre la cama con ambas plantas de sus pies pegadas una a la otra, y su codo posicionado en su rodilla, mientras miraba a la ventana, con el puño sobre su boca. Se había vuelto a poner las cadenas que siempre tenía, y vislumbré su tatuaje en el interior de su muñeca. Me acerqué a él lentamente, y me senté a su lado, colocándome en la misma posición que él. No se veía tan bien en una chica, pero a la mierda.
Lo miré. Sus ojos mieles titilaban en la oscuridad con la luz que se filtraba a través de las ventanas. Por primera vez en el tiempo que llevaba conociendo su habitación, las cortinas se hallaban totalmente abiertas, y ambas puertas de la ventana trasparente, también, dejando el aire gélido entrar libremente y esparcirse por la habitación.
-Estaba intentando recordar por qué nunca construí un balcón en esa cosa -masculló, y yo solté una risita.
-No tienes tiempo para ver desde un balcón -le expliqué, y él asintió lentamente. Se veía tan... vulnerable. Tragué saliva, y él no apartó su mirada de la ventana. Me miró, y sus ojos se deslizaron por mi pijama Victoria's Secret. Frunció el ceño.
-Nunca podré entender por qué demonios las mujeres usan ropa tan complicada -masculló.
Me encogí de hombros. -Supongo que es nuestra manera de expresarnos.
-¿Qué quieres decir? -ladeó la cabeza.
-Ustedes tienen todas las maneras para expresarse. Nosotras nos conformamos con... ropa y zapatos -susurré, riéndome, y él sonrió con dificultad, pero le salió una mueca bastante triste. Seguidamente, volvió a fijar su vista en la ventana. Miré la cama distendida por el lado izquierdo, donde yo siempre dormía. Justin volteó también, y su mirada se quedó clavada en la cama, al igual que yo. Me humedecí los labios.
-No tienes que hacerlo si no quieres -susurré.
-Quiero hacerlo -me miró, y yo sonreí. Seguidamente, gateé hasta meterme debajo de las sábanas, y me hundí en suspiros, cerrando los ojos. Lentamente, se levantó de la cama, y se metió debajo de las sábanas, también. Sentí su peso hundir el colchón del lado contrario, y apreté los párpados, obligándome a dormir.
Suspiré hondo, intentando pensar en algo bonito. Si es que aún quedaban cosas bonitas en mi vida.
Entonces, sentí el roce de una mano hacerme cosquillas en mi brazo. Abrí los ojos de golpe, preguntándome si era el tacto de la misma persona que creía. Tragué saliva, mordiéndome la mejilla. Eso se había sentido increíble. A continuación, mis ojos se alzaron y siguieron la mano bronceada de Justin, que puso frente a mí, encima de las sábanas blancuzcas, un trozo de papel cuadriculado, ya arrugado y algo mojado. Lo leí, frunciendo el ceño.
"Te amo demasiado como para dejarte pensar que puedo vivir sin ti", decían las letras garabateadas, pertenecientes a Justin. Fruncí el entrecejo, al tiempo que las lágrimas nublaban casi la totalidad de mi visión.
-Será nuestro pacto, ¿vale? -susurró su voz ronca en mi oído. Me hice una bola en la cama, apretando los labios para sollozar en silencio. -Prometo que voy a intentarlo.
Seguidamente, su brazo protector me rodeó por encima, y sentí unos labios presionarse por un largo tiempo contra mi sien.
***
Esa mañana me desperté de un salto, apartando el brazo protector de Justin por encima de mi cintura. Volteé para mirarlo, como siempre. Sonreí al darme cuenta de lo hermoso que se veía cuando dormía. Su cabello estaba hecho un desastre, sus párpados sellados temblaban constantemente, y emitía pequeños ronquidos que no pude pasar por alto en la noche. Suspiré.
Corrí hacia el baño, lanzándome agua fría al rostro, despertando todos mis sentidos con lentitud. Cuando me incliné hacia el lavabo, sentí la columna agarrotada. Me cepillé los dientes violentamente, cerrando los párpados con fuerza, respirando hondamente. Hoy era el día. Ese anónimo no iba a joder mi vida, y mientras estuviera viva, no iba a permitir que se la jodiera a las personas que amo.
Apreté los dientes al ver un avioncito de papel estancado con una piedra en la tapa del inodoro cerrada. Lo tomé con violencia, dejando caer la piedra al suelo, y abrí el papel, rompiendo una de sus esquinas. Lo leí con frenetismo.
"¿Cuál es tu objetivo, chica mala? Si no tienes cuidado, tendré que borrarte la memoria también".
Cabrón. Arrugué el papel, y lo tiré dentro del inodoro, bajando la palanca de golpe.
Entré al cuarto ignorando la presencia de Justin, quien de seguro no recordaba haberme visto desnuda. Pero, sin embargo, comencé a desvestirme con frenetismo, mirándome repetidas veces las marcas al espejo. Cosas como éstas, sólo me motivaban a salir adelante, y a ayudar a Justin a que recuperara algo que era de él indudablemente: su memoria.
Me deslicé el pantalón, amarrándolo sin dificultad. Había perdido unos cuantos kilos debido a la falta de alimentos sólidos durante tantos días de reposo y desgano mental y físico. Así que la ropa me quedaba más holgada que antes.
Entonces, sentí la mirada penetrante de alguien casi perforar mi cuerpo. Me giré. Justin estaba despierto y mirándome. Su brazo estaba extendido con su mano sosteniendo su cabeza, al tiempo que me perforaba los pechos con los ojos y se mordía el labio.
-Tu pelo es una maraña, pero me gusta -sonreí, y él apretó los labios.
-¿Vas a salir? Hoy es sáb...
-Vístete -le interrumpí, dándome la vuelta y mirándome de nuevo al espejo. -Vamos a recuperarte la memoria.

-Justin's POV-:

Nos detuvimos abruptamente frente a una motocicleta negra aparcada en el garaje de la casa. Recordaba haberla visto en algún lado, pero, por supuesto, no podía recordar en dónde. ____ se cruzó de brazos, e hizo una inclinación de cabeza, instándome hacia la motocicleta.

Me acerqué a ella y toqué el manubrio, sintiendo automáticamente la placentera sensación del frío metal bajo mis dedos. Encerré el manubrio derecho en mi puño izquierdo, respirando hondamente e intentando recuperar los recuerdos de cuándo había manejado esta motocicleta, o, al menos, para no forzar tanto a mi mente de mierda que no sabía actuar como una mente, decidí comenzar por la última vez que la había visto. Se sentía como que había sido hacía muchísimo tiempo, pero a la vez podía imaginarme conduciéndola.

-¿Y? ¿Vamos a quedarnos parados aquí? -dijo ella, sonriendo. Fruncí el ceño.
-¿Estás loca? No recuerdo cómo conducirla -dije con énfasis. Ella se pavoneó hacia mi lado izquierdo, y se subió a la motocicleta, remangándose la chaqueta de blue jean hasta los codos. A continuación, esbozó una sonrisa cómplice hacia mí.
-Por supuesto que lo recuerdas -me dijo suavemente -. Mueve el culo, no tenemos nada que perder.

Y era cierto. Lo único que nos había faltado en el accidente había sido morir. Y si algo recordaba de mí mismo, era que era un hombre de retos. Sonreí también, y me subí a la motocicleta, olisqueando el cuero y el perfume de jazmín de ____, quien acomodó sus brazos alrededor de mi abdomen, y, para mi sorpresa, introduciendo sus manos dentro de mi camisa, y acariciando mi abdomen con sutileza. Ladeé la cabeza, respirando con dificultad, sintiendo el aire inundar mis pulmones completamente.

-____... -fruncí el ceño.
-Conduce -me interrumpió suavemente, descansando su cabeza en mi espalda. Sonreí, mordiéndome el labio. No recordaba lo bien que se sentía esto. Saqué las llaves que me había dado ____ de mi bolsillo, y entonces encendí la moto, sintiendo el hormigueo familiar de las vibraciones de la misma. Asentí, eso lo recordaba. Lo recordaba bien.

Me mordí el labio mientras intentaba hacerla andar. Suspiré. Era como si mis extremidades estuvieran liándose en contra de mí. Me humedecí los labios, intentándolo de nuevo. La moto se echó bruscamente hacia delante, y me detuve, recordando el impacto del auto en mi cabeza y después todo volviéndose negro. Gruñí, respirando agitadamente. Yo no podía hacer esto. Saqué las llaves de la ranura con brusquedad y me puse de pie, mirando todo a mi alrededor, de repente sintiendo que daba vueltas sobre mi propio eje.

Apreté los párpados, sosteniéndome las sienes con los dedos. Tragué saliva. ¿Por qué coño todo estaba saliéndome tan mal?

Sentí unas manos sostener mis dedos de mi mano libre, y abrí los ojos con dificultad. Ella estaba mirándome. Un toque de preocupación en sus ojos.

-Escucha... -suspiró.
-No voy a hacerlo -la interrumpí abruptamente.
-Sólo tienes que tratar... Relajarte...
-¡No! -grité -. ¡No voy a relajarme! -apreté la mandíbula, sintiendo la sangre drenar violentamente por mi rostro. -¡Perdí cuatro años de memoria, ____! ¡Todos me tratan como un maldito lisiado, no puedo, no puedo hacerlo!
-Una vez, una persona me dijo que el miedo es para cobardes -musitó. -No debiste haber olvidado eso -susurró en mi rostro, y luego se alejó hacia la puerta del garaje, con los brazos cruzados sobre el pecho. Fruncí el ceño al escuchar algo como "gilipollas" en un tono demasiado bajo, casi audible. Me giré hacia ella, pero ya se hallaba caminando hacia la salida.
-No lo soy -gruñí, y ella alzó su mano en señal de "déjalo-ya", y siguió caminando. Miré a mi alrededor, a punto de estallar en pequeñas partes luminosas de rabia. No soy un cobarde. Nunca lo he sido, y nunca voy a ser un cobarde de mierda que es incapaz de montar una motocicleta. Giré la cabeza, y me apresuré hacia la motocicleta, estrujando mi cerebro para recordar esto.

Ahora, más que nunca, era cuando necesitaba que mi cerebro se comportara como un cerebro.

Me dirigí hacia la moto, enterré las llaves en la ranura, y entonces la encendí. En un segundo, mis manos se movían involuntarias controlando el manubrio metálico gélido, y mis pies ya no tocaban el suelo. Sentí el viento seco azotar contra mi rostro y levantar mis cabellos por encima de la banda blanca que me apartaba el pelo de la cara. Una tranquilidad y satisfacción profundas invadieron mi cuerpo, extendiéndose a través de él como morfina.

____ estaba sonriéndome, frotando sus manos sobre su pantalón de blue jean roto estratégicamente en las rodillas y los muslos. Yo debí haberla conocido bien como para saber que ella estaría planeando esto en primer lugar.

Hice un movimiento de cabeza hacia el asiento trasero de la moto.

-¿Te subes? -le guiñé un ojo, y ella se echó a reír, corriendo hacia mí. Se encaramó en la motocicleta, y rodeó sus brazos alrededor de mí, introduciendo sus manos dentro de mi camisa. Casi la escuché sonreír, y luego sentí su cabeza apoyarse en mi espalda.

Hice sonar el motor de la moto por puro placer, y arranqué a toda hostia, sintiendo el aire holgar mi ropa y filtrarse dentro de mi camisa, rodeando también las manos de ____. Esta pequeña parte de la vida, supuse que se denominaba 'libertad'. La había saboreado durante muchos momentos en mi vida, a pesar de que no recordaba haberlo hecho en los últimos cuatro años. Sin embargo, mi mentalidad de matar personas era como pisar insectos, es tan fácil como suena, y tan placentero quitarte a todos de encima. Y ahora mismo era como darme cuenta de que existía otra libertad, que no entraba en la categoría de darme el poder para matar gente.

_____ iba diciéndome hacia dónde dirigirme, y aunque no tenía ni idea de hacia dónde íbamos, la seguí. De todos modos, ¿qué tenía que perder, después de todo?

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