✓ DRAGONS, harry potter [#1]

By mspottxr

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░▒▓DRAGONS! Lucy intenta encontrar respuestas a su pasado, mientras se adentra a un colegio lleno de magia y... More

𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐒
𝐆𝐑𝐀́𝐅𝐈𝐂𝐎𝐒
c.000: La carta.
c.001: Invocación.
c.002: Sara McGregor.
c.003: Al tanto.
c.004: Harry Potter.
c.005: La selección.
c.006: Primer día.
c.007 (en proceso)
8. 𝗣𝗥𝗜𝗠𝗘𝗥𝗔 𝗔𝗩𝗘𝗡𝗧𝗨𝗥𝗔
9. 𝗟𝗨𝗖𝗬 𝗛𝗢𝗟𝗠𝗘𝗦
10. 𝗧𝗥𝗢𝗟
11. 𝗖𝗘𝗗𝗥𝗜𝗖 𝗗𝗜𝗚𝗚𝗢𝗥𝗬
12. 𝗙𝗨𝗘 𝗦𝗡𝗔𝗣𝗘
13. 𝗖𝗛𝗔𝗥𝗟𝗜𝗘 𝗪𝗘𝗔𝗦𝗟𝗘𝗬
14. 𝗡𝗔𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗
15. ¿𝗠𝗔𝗠𝗔́? ¿𝗣𝗔𝗣𝗔́?
16. 𝗡𝗜𝗖𝗢𝗟𝗔𝗦 𝗙𝗟𝗔𝗠𝗘𝗟
17. 𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗜𝗗𝗢 𝗗𝗘𝗙𝗜𝗡𝗜𝗧𝗜𝗩𝗢
18. 𝗘𝗟 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢́𝗡 𝗗𝗘 𝗛𝗔𝗚𝗥𝗜𝗗
19. 𝗧𝗥𝗔𝗙𝗜𝗖𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗨𝗡 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢́𝗡
20. 𝗖𝗔𝗦𝗧𝗜𝗚𝗔𝗗𝗢𝗦
21. 𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗩𝗘́𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗠𝗣𝗜𝗟𝗟𝗔
22. 𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗩𝗘́𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗠𝗣𝗜𝗟𝗟𝗔²
23. 𝗣𝗔𝗣𝗔́
━━━𝘼𝘾𝙏𝙊 𝘿𝙊𝙎
24. 𝗦𝗢𝗣𝗛𝗜𝗘
25. 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗗𝗥𝗜𝗚𝗨𝗘𝗥𝗔
26. 𝗔𝗗𝗜𝗢́𝗦, 𝗦𝗢𝗣𝗛𝗜𝗘
27. 𝗘𝗟 𝗖𝗨𝗠𝗣𝗟𝗘𝗔𝗡̃𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗦𝗔𝗥𝗔
28. 𝗛𝗔𝗥𝗥𝗬
29. ¿𝗤𝗨𝗘́ 𝗘𝗦 𝗘𝗦𝗢?
30. 𝗖𝗔𝗟𝗟𝗘𝗝𝗢́𝗡 𝗞𝗡𝗢𝗖𝗞𝗧𝗨𝗥𝗡
31. 𝗦𝗔𝗥𝗔 𝗔𝗟 𝗥𝗘𝗦𝗖𝗔𝗧𝗘
32. 𝗡𝗢 𝗠𝗘 𝗙𝗜́𝗢 𝗗𝗘 𝗘́𝗟
33. 𝗠𝗔𝗧𝗔𝗥𝗘́ 𝗔 𝗥𝗬
34. 𝗗𝗘𝗩𝗨𝗘𝗟𝗧𝗔 𝗔 𝗛𝗢𝗚𝗪𝗔𝗥𝗧𝗦
35. 𝗘𝗟 𝗙𝗔𝗡 𝗗𝗘 𝗥𝗬
36. 𝗗𝗨𝗘𝗡𝗗𝗘𝗖𝗜𝗟𝗟𝗢𝗦
37. 𝗘𝗟 𝗔́𝗟𝗕𝗨𝗠
38. 𝗦𝗔𝗡𝗚𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗜𝗔
39. 𝗖𝗛𝗔𝗥𝗟𝗔 𝗖𝗢𝗡 𝗛𝗔𝗚𝗥𝗜𝗗
40. 𝗟𝗔 𝗜𝗡𝗩𝗜𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡
41. 𝗛𝗔𝗟𝗟𝗢𝗪𝗘𝗘𝗡
42. 𝗟𝗔 𝗦𝗘𝗡̃𝗢𝗥𝗔 𝗡𝗢𝗥𝗥𝗜𝗦
43. 𝗟𝗔 𝗖𝗔́𝗠𝗔𝗥𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗢𝗦 𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗢𝗦
44. 𝗔𝗥𝗔𝗡̃𝗔𝗦
45. 𝗔𝗗𝗜𝗢́𝗦, 𝗗𝗜𝗚𝗡𝗜𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗥𝗬
46. 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗜𝗗𝗢
47. 𝗡𝗘𝗥𝗩𝗜𝗢𝗦
48. 𝗗𝗨𝗘𝗟𝗢𝗦
49. 𝗥𝗘𝗔𝗖𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔, 𝗦𝗔𝗥𝗔
50. 𝗔𝗗𝗜𝗢́𝗦, 𝗛𝗢𝗚𝗪𝗔𝗥𝗧𝗦
51. 𝗠𝗔𝗠𝗔́
52. 𝗦𝗢𝗟𝗢 𝗘𝗦 𝗨𝗡𝗔 𝗠𝗨𝗡̃𝗘𝗖𝗔
53. 𝗗𝗔𝗥𝗜́𝗔 𝗠𝗜 𝗩𝗜𝗗𝗔 𝗣𝗢𝗥 𝗟𝗔 𝗧𝗨𝗬𝗔
54. ¡𝗡𝗢 𝗟𝗔 𝗧𝗢𝗤𝗨𝗘𝗦!
55. 𝗥𝗘𝗖𝗢𝗡𝗖𝗜𝗟𝗜𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡
56. 𝗗𝗜́𝗔 𝗗𝗘 𝗦𝗔𝗡 𝗩𝗔𝗟𝗘𝗡𝗧𝗜́𝗡
━━━𝘼𝘾𝙏𝙊 𝙏𝙍𝙀𝙎
57. 𝗥𝗔𝗪𝗥𝗔𝗤
58. 𝗡𝗢 𝗖𝗥𝗘𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗦𝗘𝗔 𝗧𝗢𝗡𝗧𝗢
59. 𝗨𝗡𝗔 𝗡𝗜𝗡̃𝗘𝗥𝗔
60. 𝗧𝗨́ 𝗟𝗢 𝗧𝗥𝗔𝗡𝗤𝗨𝗜𝗟𝗜𝗭𝗔𝗦
61. 𝗘𝗟 𝗧𝗘́ 𝗗𝗘 𝗟𝗨𝗖𝗬
62. 𝗘𝗟 𝗗𝗘𝗠𝗘𝗡𝗧𝗢𝗥
63. 𝗠𝗔𝗟𝗢𝗦 𝗔𝗨𝗚𝗨𝗥𝗜𝗢𝗦
64. 𝗛𝗜𝗣𝗢𝗚𝗥𝗜𝗙𝗢
65. 𝗕𝗢𝗚𝗚𝗔𝗥𝗧
66. 𝗛𝗢𝗚𝗦𝗠𝗘𝗔𝗗𝗘
67. 𝗟𝗔 𝗛𝗨𝗜𝗗𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗦𝗘𝗡̃𝗢𝗥𝗔 𝗚𝗢𝗥𝗗𝗔
68. 𝗟𝗔 𝗗𝗘𝗥𝗥𝗢𝗧𝗔
69. 𝗝𝗔𝗠𝗘𝗦 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥 𝗬 𝗦𝗜𝗥𝗜𝗨𝗦 𝗕𝗟𝗔𝗖𝗞
70. 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗢 𝗬 𝗚𝗥𝗨𝗡̃𝗢́𝗡
71. 𝗟𝗔 𝗦𝗔𝗘𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗙𝗨𝗘𝗚𝗢
72. 𝗘𝗟 𝗦𝗟𝗬𝗧𝗛𝗘𝗥𝗜𝗡 𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥𝗘𝗦𝗔𝗗𝗢 𝗘𝗡 𝗟𝗨𝗖𝗬
73. 𝗬𝗢 𝗦𝗢𝗬 𝗟𝗔 𝗖𝗛𝗜𝗖𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗖𝗔𝗥𝗧𝗔
74. 𝗖𝗟𝗔𝗥𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗠𝗘 𝗔𝗧𝗥𝗔𝗘 𝗛𝗔𝗥𝗥𝗬
75. 𝗘𝗟 𝗜𝗡𝗦𝗢𝗣𝗢𝗥𝗧𝗔𝗕𝗟𝗘
76. 𝗟𝗔 𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗗𝗘 𝗤𝗨𝗜𝗗𝗗𝗜𝗧𝗖𝗛
77. 𝗟𝗔 𝗘𝗝𝗘𝗖𝗨𝗖𝗜𝗢́𝗡
78. 𝗘𝗟 𝗕𝗘𝗦𝗢 𝗔𝗖𝗖𝗜𝗗𝗘𝗡𝗧𝗔𝗟
79. 𝗘𝗟 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢́𝗡, 𝗘𝗟 𝗣𝗘𝗥𝗥𝗢, 𝗘𝗟 𝗚𝗔𝗧𝗢 𝗬 𝗟𝗔 𝗥𝗔𝗧𝗔
80. 𝗦𝗡𝗔𝗣𝗘 𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗟𝗙𝗢𝗬
81. 𝗔𝗦𝗤𝗨𝗘𝗥𝗢𝗦𝗔 𝗥𝗔𝗧𝗔
82. 𝗩𝗔𝗟𝗘𝗡𝗧𝗜́𝗔
83. 𝗙𝗨𝗜́ 𝗬𝗢
━━━𝘼𝘾𝙏𝙊 𝘾𝙐𝘼𝙏𝙍𝙊
84. 𝗙𝗔𝗬𝗡𝗔 𝗙𝗜𝗡𝗡𝗜𝗚𝗔𝗡
85. 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗔𝗟𝗘𝗖𝗜𝗘𝗡𝗗𝗢 𝗘𝗟 𝗩𝗜́𝗡𝗖𝗨𝗟𝗢
86. 𝗗𝗘 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗦𝗢 𝗔 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗗𝗥𝗜𝗚𝗨𝗘𝗥𝗔
87. 𝗢𝗟𝗩𝗜𝗗𝗢
88. 𝗖𝗘𝗡𝗔 𝗘𝗡 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔
89. 𝗘𝗟 𝗧𝗥𝗔𝗦𝗟𝗔𝗗𝗢𝗥
90. 𝗘𝗡 𝗕𝗨𝗦𝗖𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗚𝗨𝗔
91. 𝗕𝗔𝗚𝗠𝗔𝗡 𝗬 𝗖𝗥𝗢𝗨𝗖𝗛
92. 𝗟𝗔𝗦 𝗠𝗔𝗦𝗖𝗢𝗧𝗔𝗦
93. 𝗟𝗢𝗦 𝗠𝗨𝗡𝗗𝗜𝗔𝗟𝗘𝗦 𝗗𝗘 𝗤𝗨𝗜𝗗𝗗𝗜𝗧𝗖𝗛
94. 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗥𝗖𝗔 𝗧𝗘𝗡𝗘𝗕𝗥𝗢𝗦𝗔
95. 𝗠𝗢𝗥𝗧𝗜𝗙𝗔𝗚𝗢𝗦
96. 𝗖𝗘𝗟𝗘𝗦𝗧𝗘, 𝗥𝗢𝗦𝗔 𝗬 𝗥𝗢𝗝𝗢
98. 𝗘𝗟 𝗧𝗢𝗥𝗡𝗘𝗢 𝗗𝗘 𝗟𝗢𝗦 𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗚𝗢𝗦
99. 𝗥𝗔𝗪𝗥𝗔𝗤 𝗘𝗦 𝗨𝗡 𝗖𝗔𝗦𝗢 𝗘𝗦𝗣𝗘𝗖𝗜𝗔𝗟
100. 𝗧𝗘 𝗘𝗡𝗖𝗔𝗡𝗧𝗔
101. 𝗖𝗟𝗔𝗦𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗡 𝗠𝗢𝗢𝗗𝗬
102. 𝗦𝗘𝗡𝗧𝗜𝗠𝗜𝗘𝗡𝗧𝗢𝗦 𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔𝗡̃𝗢𝗦
103. 𝗜𝗠𝗣𝗘𝗥𝗜𝗢
Interrogatorio exclusivo
104. 𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗧𝗔
105. 𝗩𝗜𝗦𝗜𝗧𝗔𝗡𝗧𝗘𝗦
106. 𝗘𝗟 𝗖𝗔́𝗟𝗜𝗭 𝗗𝗘 𝗙𝗨𝗘𝗚𝗢
107. 𝗘𝗦𝗧𝗔́𝗦 𝗘𝗡𝗔𝗠𝗢𝗥𝗔𝗗𝗔 𝗗𝗘 𝗘́𝗟
108. 𝗟𝗔𝗥𝗚𝗢, 𝗜𝗠𝗕𝗘́𝗖𝗜𝗟
109. 𝗘𝗦 𝗣𝗢𝗥 𝗠𝗜 𝗦𝗔𝗡𝗚𝗥𝗘
110. 𝗘𝗟 𝗣𝗜𝗡 𝗗𝗘 𝗦𝗔𝗥𝗔
111. 𝗘𝗦𝗧𝗔́𝗦 𝗟𝗢𝗖𝗔
112. 𝗔𝗬𝗨́𝗗𝗔𝗠𝗘, 𝗟𝗨𝗖𝗬
113. 𝗣𝗘𝗥𝗩𝗘𝗥𝗧𝗜𝗗𝗔𝗦
114. 𝗖𝗢𝗡𝗖𝗘́𝗡𝗧𝗥𝗔𝗧𝗘, 𝗛𝗔𝗥𝗥𝗬
115. 𝗣𝗥𝗜𝗠𝗘𝗥𝗔 𝗣𝗥𝗨𝗘𝗕𝗔
116. 𝗟𝗔 𝗕𝗜𝗕𝗟𝗜𝗢𝗧𝗘𝗖𝗔
117. 𝗟𝗔 𝗙𝗜𝗘𝗦𝗧𝗔
118. 𝗗𝗘𝗦𝗖𝗔𝗡𝗦𝗔, 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥
119. 𝗗𝗢𝗕𝗕𝗬
120. 𝗟𝗔 𝗜𝗡𝗩𝗜𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡 𝗗𝗘 𝗨𝗡𝗔 𝗩𝗘𝗘𝗟𝗔
121. 𝗨𝗡𝗔 𝗣𝗔𝗥𝗘𝗝𝗔 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗟𝗨𝗖𝗬
122. 𝗟𝗔 𝗜𝗡𝗩𝗜𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡 𝗗𝗘 𝗥𝗢𝗡
123. 𝗘𝗟 𝗕𝗔𝗜𝗟𝗘 𝗗𝗘 𝗡𝗔𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗¹
124. 𝗘𝗟 𝗕𝗔𝗜𝗟𝗘 𝗗𝗘 𝗡𝗔𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗²
125. 𝗘́𝗟 𝗡𝗢 𝗧𝗘 𝗠𝗘𝗥𝗘𝗖𝗘
126. 𝗟𝗔 𝗣𝗥𝗜𝗠𝗜𝗖𝗜𝗔 𝗗𝗘 𝗥𝗜𝗧𝗔 𝗦𝗞𝗘𝗘𝗧𝗘𝗥
127. 𝗛𝗔𝗚𝗥𝗜𝗗
128. 𝗘𝗟 𝗕𝗔𝗡̃𝗢 𝗗𝗘 𝗣𝗥𝗘𝗙𝗘𝗖𝗧𝗢𝗦
129. 𝗔𝗟𝗚𝗢 𝗥𝗔𝗥𝗢
130. 𝗦𝗘𝗚𝗨𝗡𝗗𝗔 𝗣𝗥𝗨𝗘𝗕𝗔
131. 𝗟𝗔 𝗣𝗘𝗡𝗔 𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗛𝗔𝗥𝗥𝗬 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥
132. 𝗘𝗟 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗦𝗢 𝗗𝗘 𝗖𝗔𝗡𝗨𝗧𝗢
133. 𝗔𝗠𝗘𝗡𝗔𝗭𝗔𝗦
134. 𝗡𝗢 𝗗𝗘𝗝𝗔𝗥𝗘́ 𝗤𝗨𝗘 𝗡𝗔𝗗𝗔 𝗠𝗔𝗟𝗢 𝗧𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗘𝗗𝗔
135. 𝗡𝗢 𝗦𝗘 𝗔𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘𝗡 𝗗𝗘 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥
136. 𝗨𝗡 𝗗𝗘𝗦𝗠𝗔𝗬𝗢
137. 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗘𝗥𝗔 𝗣𝗥𝗨𝗘𝗕𝗔¹
138. 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗘𝗥𝗔 𝗣𝗥𝗨𝗘𝗕𝗔²
139. 𝗟𝗔 𝗗𝗘𝗦𝗣𝗘𝗗𝗜𝗗𝗔
140. 𝗘𝗟 𝗖𝗢𝗠𝗜𝗘𝗡𝗭𝗢 𝗗𝗘𝗟 𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟
━━━𝘼𝘾𝙏𝙊 𝘾𝙄𝙉𝘾𝙊
141. 𝗟𝗘𝗫𝗔 𝗖𝗨𝗡𝗛𝗔𝗢
142. 𝗟𝗔 𝗟𝗟𝗔𝗩𝗘
143. 𝗛𝗘𝗥𝗠𝗔𝗡𝗜𝗧𝗢𝗦
144. 𝗥𝗬 𝗘𝗫𝗣𝗨𝗟𝗦𝗔𝗗𝗢
145. 𝗟𝗔 𝗛𝗨𝗜𝗗𝗔
146. 𝗠𝗜 𝗥𝗘𝗬 (+18)
147. 𝗗𝗘 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗦𝗢
148. 𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗜𝗠𝗜𝗘𝗡𝗧𝗢
149. 𝗨𝗠𝗕𝗥𝗜𝗗𝗚𝗘
150. 𝗥𝗢𝗡
151. 𝗟𝗔 𝗖𝗔𝗥𝗧𝗔
152. 𝗥𝗘𝗨𝗡𝗜𝗢́𝗡
153. 𝗘𝗟 𝗘𝗝𝗘́𝗥𝗖𝗜𝗧𝗢
154. 𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗧𝗔
155. 𝗟𝗔 𝗛𝗜𝗦𝗧𝗢𝗥𝗜𝗔
156. 𝗡𝗔𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗
157. 𝗩𝗜𝗦𝗧𝗢
158. 𝗦𝗡𝗔𝗣𝗘
159. 𝗚𝗥𝗔𝗪𝗣
160. 𝗟𝗔 𝗗𝗘𝗥𝗥𝗢𝗧𝗔 (𝗙𝗜𝗡)
SEGUNDA PARTE
NUEVA VERSIÓN

97. 𝗗𝗘 𝗖𝗔𝗠𝗜𝗡𝗢 𝗔 𝗛𝗢𝗚𝗪𝗔𝗥𝗧𝗦

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.capítulo noventa y siete

                    LUCY SE DESPERTÓ POR LOS REVOLTOSOS ruido que Hermione hacía mientras se cambiaba y trataba de recordar si le faltaba algo más para poner en su baúl. Ginny se había sentado en su cama, con el cabello revoltoso y un aire de tristeza, ya que las vacaciones llegaron a su fin.

  Lucy escuchó como la lluvia chocaba contra la ventana, mientras se quitaba su remera de mangas larga (que usaba para dormir) y al no ver la remera que se iba a poner—, la cual había dejado sobre la mesita de luz,—, arrugó su frente, buscándola con la mirada por toda la había.

  La mirada de Ginny cayó sobre los pechos y el brasier de la chica y frunció su ceño, para luego mirar los suyos.

¿Por qué Lucy había salido dotada y ella no?

¿Tal vez era porque tenía sangre de dragón? Todo apuntaba a que sí.

  Pero eso no evitaba que la envidia de Ginny no pudiera aparecer. Su sobrina tenía más pecho que ella, lo cual era muy obvio, porque era la mayor, pero... solo le sacaba un año.

  Los de ella apenas se notaban.

—Hermione, ¿has visto mi remera blanca con un dibujo del fénix en la parte de adelante? —preguntó Lucy frustrada, mientras se pasaba una mano por el cabello para aplastarlo un poco. Parecía un león pelirrojo—. Lo dejé anoche aquí —señaló la mesita, de dónde agarraba su jean celeste.

  Hermione negó con su cabeza, mientras se colocaba las zapatillas. Ginny miró intencionalmente los pechos de Hermione—, que eran cubrimos por un brasier y una remera,— y volvió a fruncír su ceño.

  Hasta Hermione tenía.

—No, tal vez no la dejaste ahí y... —peeo Hermione se calló al ver a Rawraq durmiendo sobre una tela blanca—. Oh, aquí está —señaló Hermione hacía el suelo, dónde Rawraq se había hecho una especie de cama con la remera de Lucy.

  El olor de Lucy lo calmaba. En general, todo lo que fuera referido a si madre lo calmaba.

—Creo que cambiaré de remera entonces —dijo Lucy, viendo unos segundos a Rawraq y luego se quitó sus pantalones de pijama y se puso el jean celeste que estaba doblado en la parte baja—. Anoche durmió tarde, aún no entiendo lo que le sucede, está inquieto desde los mundiales —explicó Lucy, abrochándose el pantalón.

—¿Y si es algo parecido a lo que le está sucediendo a Harry? —preguntó Hermione, poniéndose un suéter arriba de su remera. Lucy la miró por unos segundos y se giró para abrir su baúl y sacar una remera negra normal—. Ya sabes, lo de su cicatriz —dijo Hermione, tratando de ser indirecta, ya que Ginny se encontraba con ellas—. Tal vez sea que tiene un mal presentimiento, ¿tú no lo sientes? —Lucy la miró confundida luego de haber pasado su cabeza por el agujero de la remera y se acomodó el cabello que quedó dentro de la ropa—. Ya que ahora su vínculo es más fuerte.

  Lucy sabía que Hermione había desaprobado el hecho de que ella hubiera hecho la ceremonia con Rawraq, pero fue su decisión y ella había decidido que quería ser la primera en domar un dragón. Y tal vez eso la ayudaría en el futuro. Los ayudaría.

—No, solo siento sus emociones —explicó Lucy, ignorando las últimas palabras bruscas de Hermione—. Sé que está inquieto, es como si algo lo estuviera incomodando o algo así —dijo y luego de meter el final de su remera dentro de su pantalón, se sentó en la cama para ponerse sus zapatillas.

—¿Ustedes creen que la leche verdaderamente funcione? —preguntó Ginny momentos después, cuando Lucy se cerraba la cremallera de su cambera bordo.

—¿De qué rayos hablas? —preguntó Lucy confundida, viendo cómo Ginny se terminaba de peinar y se levantaba de su cama.

  Hermione también miró confundida a la Weasley menor. El cambio de tema no entendió para nada.

—¿Ha qué te refieres, Ginny? —preguntó Herms peinandose el cabello enmarañado.

  Ginny estaba sonrojada, mientras la castaña y la otra pelirroja parecían confundidas.

—Ya saben... —murmuró Ginny avergonzada. La de trece años hizo un ademán hacía sus pechos pequeños.

  Hermione sonrió comprensiva y Lucy se incomodó rápidamente.

—¡Está bien, esto ya se volvió raro! —exclamó Lucy, haciéndose una cola de caballo sin desenredar su cabello—. Tú ten la charla con ella —le dijo a Hermione—. Yo me voy, no quiero oír esto —dijo la pelirroja agarrando rápidamente a Rawraq entre sus manos y salió de la habitación.

—¡Lucy! —exclamó Hermione pidiendo ayuda. Luego miró a Ginny con incomodidad.

  Lucy bajó las escaleras cargando entre sus manos a un Rawraq que se iba despertando perezosamente.
  Encontró a Molly haciendo el desayuno, siendo ayudada por Katherine—, aunque la primera le hubiera dicho que no hacía falta,—. Charlie daba de comer a mini Drogo y Bill leía El Profeta.

—Woah, no creí que serías la primera —dijo Bill, bajando el periódico y mirando a Lucy, la cual tenía mala cara.

—Malos días para tí también —saludó Lucy a Bill, para luego ser abrazada por Molly y saludada con un beso en la mejilla por Katherine. Se dejó caer en un silla al lado de Charlie, el cual le dió un rápido beso en el cabello, diciéndole «Buenos días, cariño»—. No me iba a quedar otro segundo con Ginny en esa habitación, están hablando sobre... partes íntimas —muemuró lo último, dándole un escalofríos.

  Charlie casi escupió su té; Bill dejó los ojos en blanco; Molly pareció emocionada; y Katherine casi tira el sartén.

—¿Q-qué? —preguntó Charlie, pareciendo un tonto. Miró a Lucy, luego de compartir una mirada con Katherine.

—Nada —respondió Lucy, agarrando una tostada y su taza. Dándole un mordisco a su comida.

—¡Iré a darles un consejo! —exclamó Molly, pero antes de que saliera de la cocina, la chimenea se encendió. Salió rápidamente de la cocina, a la vez que Harry, Ron, Nolan y los gemelos bajaban las escaleras—. ¡Arthur! —llamó mirando hacia arriba—. ¡Arthur! ¡Mensaje urgente del
Ministerio!

  Arthur bajó las escaleras y entró a la cocina, con la túnica puesta al revés. Cuando Harry y los demás entraron en la cocina, vieron a la Molly buscando nerviosa por los cajones del aparador («¡Tengo una pluma en algún sitio!», murmuraba) y al Arthur inclinado sobre el fuego, hablando con Amos Diggory

—¿A caso el fuego tiene rostro? —preguntó Nolan sorprendido.

—... Los vecinos muggles oyeron explosiones y gritos, y por eso llamaron a esos... ¿cómo los llaman...?, «pocresías». Arthur, tienes que ir para allá...

—¡Aquí está! —dijo sin aliento la señora Weasley, poniendo en las manos de su marido un pedazo de pergamino, un tarro de tinta y una pluma estrujada.

—... Ha sido una suerte que yo me enterara —continuó la cabeza del señor Diggory—. Tenía que ir temprano a la oficina para enviar un par de lechuzas, y encontré a todos los del Uso Indebido de la Magia que salían pitando. ¡Si Rita Skeeter se entera de esto, Arthur...!

—¿Qué dice Ojoloco que sucedió? —preguntó el señor Weasley, que abrió
el tarro de tinta, mojó la pluma y se dispuso a tomar notas.

  La cabeza del señor Diggory puso cara de resignación.

—Dice que oyó a un intruso en el patio de su casa. Dice que se acercaba
sigilosamente a la casa, pero que los contenedores de basura lo cogieron por sorpresa.

—¿Qué hicieron los contenedores de basura? —inquirió el señor Weasley,
escribiendo como loco.

—Por lo que sé, hicieron un ruido espantoso y prendieron fuego a la
basura por todas partes —explicó el señor Diggory—. Parece ser que uno de los contenedores todavía andaba por allí cuando llegaron los «pocresías».

  El señor Weasley emitió un gruñido.

—¿Y el intruso?

—Ya conoces a Ojoloco, Arthur —dijo la cabeza del señor Diggory,
volviendo a poner cara de resignación—. ¿Que alguien se acercó al patio de su casa en medio de la noche? Me parece más probable que fuera un gato asustado que anduviera por allí cubierto de mondas de patata. Pero, si los del Uso Indebido de la Magia le echan las manos encima a Ojoloco, se la hacargado. Piensa en su expediente. Tenemos que librarlo acusándolo de alguna cosa de poca monta, algo relacionado con tu departamento. ¿Qué tal lo de los contenedores que han explotado?

—Sería una buena precaución —repuso el señor Weasley, con el entrecejo fruncido y sin dejar de escribir a toda velocidad—. ¿Ojoloco no usó la varita? ¿No atacó realmente a nadie?

—Apuesto a que saltó de la cama y comenzó a echar maleficios contra
todo lo que tenía a su alcance desde la ventana —contestó el señor Diggory—, pero les costará trabajo demostrarlo, porque no hay heridos.

—Bien, ahora voy —dijo el señor Weasley. Se metió en el bolsillo el
pergamino con las notas que había tomado y volvió a salir a toda prisa de la cocina.

  La cabeza del señor Diggory miró a la señora Weasley.

—Lo siento, Molly —dijo, más calmado—, siento haber tenido que
molestaros tan temprano... pero Arthur es el único que puede salvar a Ojoloco, y se supone que es hoy cuando Ojoloco empieza su nuevo trabajo. ¿Por qué tendría que escoger esta noche...?

—No importa, Amos —repuso la señora Weasley—. ¿Estás seguro de que no quieres una tostada o algo antes de irte?

—Eh... bueno —aceptó el señor Diggory.

  La señora Weasley agarró una tostada untada con mantequilla de un montón que había en la mesa de la cocina, la puso en las tenacillas de la chimenea y se la acercó al señor Diggory a la boca.

—«Gacias» —masculló éste, y luego, haciendo «¡plin!», se desvaneció.

  Arthur se despidió apresuradamente de Bill, Charlie, Katherine, Lucy, Percy —, que bajaba las escaleras junto a Hermione y Ginny,— y las chicas. A los cinco minutos volvió a entrar en la cocina, con la túnica ya bien puesta y pasándose un peine por el pelo.

—Será mejor que me dé prisa. Que tengan un buen trimestre, muchachos —les dijo el señor Weasley a Harry, Ron y los gemelos, mientras se echaba una capa sobre los hombros y se disponía a desaparecerse—. Molly, ¿podrás llevar tú a los chicos a la estación de King’s Cross?

—Por supuesto que sí —asintió ella—. Tú cuida de Ojoloco, que ya nos
arreglaremos.

  Al desaparecerse el señor Weasley, Bill habló:

—¿Qué ha hecho ahora Ojoloco? —preguntó Bill.

—Dice que alguien intentó entrar anoche en su casa —explicó la señora Weasley.

—¿Ojoloco Moody? —dijo George pensativo, poniéndose mermelada de
naranja en la tostada—. ¿No es el chiflado...?

—Tu padre tiene muy alto concepto de él —le recordó severamente la
señora Weasley.

—Sí, bueno, papá colecciona enchufes, ¿no? —comentó Fred en voz baja, cuando su madre salió de la cocina—. Dios los cría...

—Moody fue un gran mago en su tiempo —afirmó Katherine.

—Es un viejo amigo de Dumbledore, ¿verdad? —dijo Charlie.

—Pero Dumbledore tampoco es lo que se entiende por normal, ¿a que no?
—repuso Fred—. Bueno, ya sé que es un genio y todo eso...

—¿Quién es Ojoloco? —preguntó Harry.

—Está retirado, pero antes trabajaba para el Ministerio —explicó Charlie—. Yo lo conocí un día en que papá me llevó con él al trabajo. Era un auror: uno de los mejores... un cazador de magos tenebrosos —añadió, viendo que Harry seguía sin entender—. La mitad de las celdas de Azkaban las ha llenado él. Pero se creó un montón de enemigos... sobre todo familiares de los que atrapaba... y, según he oído, en su vejez se ha vuelto realmente paranoico. Ya no confía en nadie. Ve magos tenebrosos por todas partes.

  Bill, Katherine y Charlie decidieron ir a despedirlos a todos a la estación de King’s Cross, pero Percy, disculpándose de forma exagerada, dijo que no podía dejar de ir al trabajo.

—En estos momentos no puedo tomarme más tiempo libre —declaró—. Realmente el señor Crouch está empezando a confiar en mí.

—Sí, ¿y sabes una cosa, Percy? —le dijo George muy serio—. Creo que
no tardará en aprenderse tu nombre.

  La señora Weasley tuvo que habérselas con el teléfono de la oficina de correos del pueblo para pedir tres taxis muggles ordinarios que los llevaran a Londres.

—Arthur intentó que el Ministerio nos dejara unos coches —le susurró a
Harry la señora Weasley en el jardín de delante de la casa, mientras observaban cómo los taxistas cargaban los baúles—. Pero no había ninguno libre... Éstos no parecen estar muy contentos, ¿verdad?

  Harry no quiso decirle a la señora Weasley que los taxistas muggles no
acostumbraban transportar lechuzas nerviosas, y Pigwidgeon estaba armando un barullo inaguantable.
  Por otro lado, no se pusieron precisamente más contentos cuando unas cuantas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que prendían con la humedad, se cayeron inesperadamente del baúl de Fred al
abrirse de golpe. Crookshanks se asustó con las bengalas, intentó subirse encima de uno de los taxistas, le clavó las uñas en la pierna, y éste se sobresaltó y gritó de dolor. Por otro lado, al menos Lucy había guardado a Rawraq en su bolsillo.

  El viaje resultó muy incómodo porque iban apretujados en la parte de atrás con los baúles. Crookshanks tardó un rato en recobrarse del susto de las bengalas, y para cuando entraron en Londres, Harry, Ron, Lucy y Hermione estaban llenos de arañazos. Fue un alivio llegar a King’s Cross, aunque la lluvia caía aún con más fuerza y se calaron completamente al cruzar la transitada calle en dirección a la estación, llevando los baúles.
Lucy ya estaba acostumbrada a entrar en el andén nueve y tres cuartos. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad radicaba en hacerlo con disimulo, para no atraer la atención de los muggles. Aquel día lo hicieron
por grupos. Harry, Ron, Lucy y Hermione—, los más llamativos, porque llevaban con ellos a Pigwidgeon y a Crookshanks,—pasaron primero: caminaron como quien no quiere la cosa hacia la barrera, hablando entre ellos despreocupadamente, y la atravesaron... y, al hacerlo, el andén nueve y tres cuartos se materializó allí mismo.

  El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en
oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres,
reunidos en el andén. Harry, Lucy, Ron y Hermione entraron a agarrar sitio, y no tardaron en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones centrales del tren.

  Luego bajaron de un salto otra vez al andén para despedirse de la señora Weasley, de Bill, de Katherine y de Charlie.

—Quizá nos veamos antes de lo que piensas —le dijo Charlie a Lucy,
sonriendo, al abrazarla.

  Katherine depositó un beso en la sien de Lucy.

—¿Por qué? —le preguntó Fred muy interesado.

—Ya lo verás —respondió Charlie—. Pero no le digas a Percy que he dicho nada, porque, al fin y al cabo, es «información reservada, hasta que el
ministro juzgue conveniente levantar el secreto».

—Sí, ya me gustaría volver a Hogwarts este año —dijo Bill con las manos en los bolsillos, mirando el tren con nostalgia.

—¿Por qué? —quiso saber George, intrigado.

—Porque van a tener un curso muy interesante —explicó Bill, parpadeando—. Quizá podría hacer algo de tiempo para ir y echar un vistazo a...

—¿A qué? —preguntó Lucy.

  Pero en aquel momento sonó el silbato, y la señora Weasley los empujó hacia las puertas de los vagones.

—Gracias por la estancia, señora Weasley —dijo Hermione después de que subieron al tren, cerraron la puerta y se asomaron por la ventanilla para hablar con ella.

—Sí, gracias por todo, señora Weasley —dijo Harry.

—El placer ha sido mío —respondió ella—. Los invitaría también a pasar la Navidad, pero... bueno, creo que prefieren quedarse en Hogwarts, porque con una cosa y otra...

—¡Mamá! —exclamó Ron enfadado—. ¿Qué es lo que saben ustedes cuatro
y nosotros no?

—Esta noche les contarán, espero —contestó la señora Weasley con una
sonrisa—. Va a ser muy emocionante... Desde luego, estoy muy contenta de
que hayan cambiado las normas...

—¿Qué normas? —preguntaron Harry, Ron, Nolan, Fred y George al mismo tiempo.

—Seguro que el profesor Dumbledore les lo explicará... Ahora, portense
bien, ¿eh? ¿Eh, Fred? ¿Eh, George?
 
  El tren pitó muy fuerte y comenzó a moverse.

—¡Diganos lo que va a ocurrir en Hogwarts! —gritó Fred desde la
ventanilla cuando ya las figuras de la señora Weasley, de Bill, de Katheriney de Charlie empezaban a alejarse—. ¿Qué normas van a cambiar?

  Pero la señora Weasley tan sólo sonreía y les decía adiós con la mano. Antes de que el tren hubiera doblado la curva, ella, Bill, Katherine y Charlie habían desaparecido.

  Harry, Lucy, Ron y Hermione regresaron a su compartimiento. La espesa lluvia salpicaba en las ventanillas con tal fuerza que apenas distinguían nada del exterior. Ron abrió su baúl, sacó la túnica de gala de color rojo oscuro y tapó con ella la jaula de Pigwidgeon para amortiguar sus gorjeos.

—Bagman nos quería contar lo que va a pasar en Hogwarts —dijo
malhumorado, sentándose al lado de Harry—. En los Mundiales, ¿recuerdan? Pero mi propia madre es incapaz de decir nada. Me pregunto qué...

—¡Shh! —susurró de pronto Hermione, poniéndose un dedo en los labios y señalando el compartimiento de al lado.

  Los cuatro agudizaron el oído y, a través de la puerta entreabierta, oyeron una voz familiar que arrastraba las palabras.

—... Mi padre pensó en enviarme a Durmstrang antes que a Hogwarts.
Conoce al director. Bueno, ya saben lo que piensa de Dumbledore: a ése le
gustan demasiado los sangre sucia... En cambio, en el Instituto Durmstrang no admiten a ese tipo de chusma. Pero a mi madre no le gustaba la idea de que yo fuera al colegio tan lejos. Mi padre dice que en Durmstrang tienen una actitud mucho más sensata que en Hogwarts con respecto a las Artes Oscuras. Los alumnos de Durmstrang las aprenden de verdad: no tienen únicamente esa porquería de defensa contra ellas que tenemos nosotros...

  Hermione se levantó, fue de puntillas hasta la puerta del compartimiento y
la cerró para no dejar pasar la voz de Malfoy.

—Así que piensa que Durmstrang le hubiera venido mejor, ¿no? —dijo
irritada—. Me gustaría que lo hubieran llevado allí. De esa forma no tendríamos que aguantarlo.

—Concuerdo —dijo Lucy, mientras Rawraq salía de su bolsillo y se recostaba en su regazo.

—¿Durmstrang es otra escuela de magia? —preguntó Harry.

—Sí —dijo Hermione desdeñosamente—, y tiene una reputación horrible. Según el libro Evaluación de la educación mágica en Europa, da muchísima importancia a las Artes Oscuras.

—Creo que he oído algo sobre ella —comentó Ron pensativamente—.
¿Dónde está? ¿En qué país?

—Bueno, nadie lo sabe —repuso Hermione, levantando las cejas.

—¿Qué? —murmuró Lucy sorprendida.

—Eh... ¿por qué no? —se extrañó Harry.

—Hay una rivalidad tradicional entre todas las escuelas de magia. A las de
Durmstrang y Beauxbatons les gusta ocultar su paradero para que nadie les pueda robar los secretos —explicó Hermione con naturalidad.

—¡Vamos! ¡No digas tonterías! —exclamó Ron, riéndose—. Durmstrang tiene que tener el mismo tamaño que Hogwarts. ¿Cómo van a esconder un
castillo enorme?

—¡Pero si también Hogwarts está oculto! —dijo Hermione, sorprendida—. Eso lo sabe todo el mundo. Bueno, todo el mundo que ha leído Historia de Hogwarts.

—Sólo tú, entonces —repuso Ron.

—¿Cómo han hecho para esconder un lugar como Hogwarts? —preguntó Lucy interesada.

—Está embrujado —explicó Hermione—. Si un muggle lo mira, lo único que ve son unas ruinas viejas con un letrero en la entrada donde dice: «MUY PELIGROSO. PROHIBIDA LA ENTRADA.»

—¿Así que Durmstrang también parece unas ruinas para el que no pertenece al colegio?

—Posiblemente —contestó Hermione, encogiéndose de hombros—. O
podrían haberle puesto repelentes mágicos de muggles, como al estadio de los Mundiales. Y, para impedir que los magos ajenos lo encuentren, pueden haberlo convertido en inmarcable.

—¿Cómo? —preguntó Lucy.

—Bueno, se puede encantar un edificio para que sea imposible marcarlo en ningún mapa.

—Eh... si tú lo dices... —admitió Harry.

—Pero creo que Durmstrang tiene que estar en algún país del norte —dijo
Hermione reflexionando—. En algún lugar muy frío, porque llevan capas de piel como parte del uniforme.

—¡Ah, piensa en las posibilidades que eso tiene! —dijo Ron en tono soñador—. Habría sido tan fácil tirar a Malfoy a un glaciar y que pareciera un
accidente... Es una pena que su madre no quisiera que fuera allí.

   La lluvia se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el norte. El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya habían encendido las luces. El carrito de la comida llegó traqueteando por el pasillo, y Harry compró un montón de pasteles en forma de caldero para compartirlos con los demás.

  Varios de sus amigos pasaron a verlos a lo largo de la tarde, incluidos
Seamus Finnigan, Dean Thomas y Neville Longbottom, un muchacho de cara redonda extraordinariamente olvidadizo que había sido criado por su abuela, una bruja de armas tomar. Seamus aún llevaba la escarapela del equipo de Irlanda. Parecía que iba perdiendo su magia poco a poco, y, aunque todavía gritaba «¡Troy!, ¡Mullet!, ¡Moran!», lo hacía de forma muy débil y como fatigada. Por último apareció Sara McGregor, la chica que seguía a Lucy a todas partes—, hasta podría llamarse acosadora,—.

—¿Por qué estabas con Malfoy? —preguntó Ron, cuando Sara los fue a visitar, dándole chocolates a los cuatro y sentándose con emoción al lado de Lucy.

  Aunque fuera una chica de catorce años y bella, Sara McGregor seguía siendo la misma niña que seguiría a Lucy hasta el fin del mundo.

—Los padres de Draco y mi papá son amigos —explicó Sara, comiendo un chocolate y manchandose la cara.

—Pobre de tí —soltó Ron, recibiendo una patada por parte de Hermione—. ¡Auh!

—¿Cómo fueron tus vacaciones, Sara? —preguntó Harry, tratando de cambiar de tema. Era más que obvio que hablar de Malfoy era incómodo para todos.

—Normales —respondió la rubia encogiéndose de hombros—. Pero me enteré de que mi jefa se convirtió en la primera bruja en volar en un dragón, ¿lo que dicen es cierto, jefa? —preguntó de emocionada Sara, volteando a ver a Lucy con sus ojos brillosos.

—Sí, yo lo decidí —asintió Lucy.

  Después de una media hora, Hermione, harta de la inacabable charla sobre quidditch y que Lucy no hiciera caso a nadie, se puso a leer una vez más el Libro reglamentario de hechizos, curso 4º, e intentó aprenderse el encantamiento convocador.

  Mientras revivían el partido de la Copa, Neville los escuchaba con envidia.

—Mi abuela no quiso ir —dijo con evidente tristeza—. No compró entradas. Supongo que habrá sido impresionante...

—Lo fue —asintió Ron, Sara asintió en aprobación—. Mira esto, Neville...

  Revolvió un poco en su baúl, que estaba colgado en la rejilla
portaequipajes, y sacó la miniatura de Viktor Krum.

—¡Vaya! —exclamó Neville maravillado, cuando Ron le puso a Krum en su rechoncha mano.

—Lo vimos muy de cerca, además —añadió Ron—, porque estuvimos en la tribuna principal...

—Por primera y última vez en tu vida, Weasley.

—Ahora no, Draco —susurró Sara para si misma, rodando los ojos.

  Draco Malfoy acababa de aparecer en el vano de la puerta. Detrás de él
estaban Crabbe y Goyle, sus enormes y brutos amigotes, que parecían haber crecido durante el verano al menos treinta centímetros cada uno. Evidentemente, habían escuchado la conversación a través de la puerta del compartimiento, que Dean y Seamus habían dejado entreabierta.

—No recuerdo haberte invitado a entrar, Malfoy —dijo Harry fríamente.

  Y en ése momento, algo hizo click en la memoria de Lucy y un pensamiento llegó a su mente: "Harry es lindo de esa forma".

Ese pensamiento era el mismo que había pensado en primer año cuando decidió elegir a Ron antes que a Draco. Se acordó que Harry la atraía cuando defendía algo de aquella manera, le encantaba cuando era grosero o frío.

  Era digno de ver y oír.

—¿Qué es eso, Weasley? —preguntó Malfoy, señalando la jaula de
Pigwidgeon.

  Una manga de la túnica de gala de Ron colgaba de ella balanceándose con el movimiento del tren, y el puño de puntilla de aspecto enmohecido resaltaba a la vista. Ron intentó ocultar la túnica, pero Malfoy fue más rápido: agarró la manga y tiró de ella.

—¡Miren esto! —exclamó Malfoy, encantado, enseñándoles a Crabbe y a Goyle la túnica de Ron—. No pensarás ponerte esto, ¿eh, Weasley?

—Ya basta, Draco —dijo Sara frustrada, su novio era un tarado y de los peores tarados.

—Fueron el último grito hacia mil ochocientos noventa... —siguió Malfoy, ignorando la petición de su prometida.

—¡Vete a la mierda, Malfoy! —le dijo Ron, con la cara del mismo color que
su túnica cuando la desprendió de las manos de Malfoy.

  Malfoy se rió de él sonoramente. Crabbe y Goyle se reían también como tontos.

—¿Así que vas a participar, Weasley? ¿Vas a intentar dar un poco de
gloria a tu apellido? También hay dinero, por supuesto. Si ganaras podrías comprarte una túnica decente...

—¿De qué hablas? —preguntó Ron bruscamente.

—¿Vas a participar? —repitió Malfoy—. Supongo que tú sí, Potter. Nunca
dejas pasar una oportunidad de exhibirte, ¿a que no?

—Malfoy, una de dos: explica de qué estás hablando o vete —dijo Lucy con irritación, mientras Hermione veía por encima de su Libro reglamentario de hechizos, curso 4º.

  Una alegre sonrisa se dibujó en el pálido rostro de Malfoy.

—¡No me digas que no lo saben! —dijo muy contento—. ¿Tú tienes en el
Ministerio a un padre y un hermano, y no lo sabes? Dios mío, mi padre me lo dijo hace un siglo... Cornelius Fudge se lo explicó. Pero, claro, mi padre
siempre se ha relacionado con la gente más importante del Ministerio... Quizá el rango de tu padre es demasiado bajo para enterarse, Weasley. Sí... seguramente no tratan de cosas importantes con tu padre delante.

—Mejor vete a la pu... —pero Hermione tapó rápidamente la boca de Lucy con sus manos.

   Volviendo a reírse, Malfoy hizo una seña a Crabbe y Goyle, y los tres se
fueron. Ron se puso en pie y cerró la puerta corredera del compartimiento dando un portazo tan fuerte que el cristal se hizo añicos.

—¡Ron! —le reprochó Hermione. Luego sacó la varita y susurró—:
¡Reparo! —Los trozos se recompusieron en una plancha de cristal y regresaron a la puerta.

—Bueno... ha hecho como que lo sabe todo y nosotros no —dijo Ron con
un gruñido—. «Mi padre siempre se ha relacionado con la gente más
importante del Ministerio...» Mi padre podría haber ascendido cuando hubiera querido... pero prefiere quedarse donde está...

—Por supuesto que sí —asintió Hermione en voz baja—. No dejes que te moleste Malfoy, Ron.

—¿Él? ¿Molestarme a mí? ¡Como si pudiera! —replicó Ron agarrando uno de los pasteles en forma de caldero que quedaban y aplastándolo.

—Ajá —soltó Lucy sin creerle ni un poco.

  A Ron no se le pasó el malhumor durante el resto del viaje. No habló gran cosa mientras se cambiaban para ponerse la túnica del colegio, y seguía sonrojado cuando por fin el expreso de Hogwarts aminoró la marcha hasta detenerse en la estación de Hogsmeade, que estaba completamente oscura.

  Cuando se abrieron las puertas del tren, se oyó el retumbar de un trueno.  Lucy puso a Rawraq en el bolsillo de su túnica, Hermione envolvió a Crookshanks con su capa, y Ron dejó la túnica de gala cubriendo la jaula de Pigwidgeon antes de salir del tren bajo el aguacero con la cabeza inclinada y los ojos casi cerrados. La lluvia caía entonces tan rápida y
abundantemente que era como si les estuvieran vaciando sobre la cabeza un cubo tras otro de agua helada.

—¡Eh, Hagrid! —gritó Harry, viendo una enorme silueta al final del andén.

—¿Todo bien, Harry? —le gritó Hagrid, saludándolo con la mano—. ¡Nos veremos en el banquete si no nos ahogamos antes!

  Era tradición que los de primero llegaran al castillo de Hogwarts
atravesando el lago con Hagrid.

—¡Ah, no me haría gracia pasar el lago con este tiempo! —aseguró
Hermione enfáticamente, tiritando mientras avanzaban muy despacio por el oscuro andén con el resto del alumnado.

—¡¿Cómo es que no tienes frío?! —preguntó Ron, pero se retractó rápido al recordar lo que Lucy les había explicado en las vacaciones.

  Cien carruajes sin caballo los esperaban a la salida de la estación, aunque para Lucy, habían caballos se tonalidades oscuras y raros, pero pasó de largo aquella parte. Harry, Ron, Lucy, Hermione, Sara y Neville subieron agradecidos a uno de ellos, la puerta se cerró con un golpe seco y un momento después, con una fuerte sacudida, la larga procesión de carruajes traqueteaba por el camino que llevaba al castillo de Hogwarts.

¡AHORA SÍ!

¡FESTEJEMOS QUE TODOS JUNTOS LLEGAMOS A LOS 100K!

Loco, todo lo que se viene es tan... Ufff (culpen a mi amiga si algo no les gusta, hoy le conté hasta el final del libro y entre las dos pensamos en muchas cosas).

Solo digo que preparen bien sus ojos para llorar... Ndeaaah mentira, era joda

... (?

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