.capítulo setenta y cinco
—¿EN VERDAD? YO NO ME DI CUENTA —dijo Lucy, mientras caminaba junto a Hermione y Sara por los pasillos, en la tarde del día siguiente al partido.
—Sí —respondió Sara, asintiendo con su cabeza.
—¿Y tú cómo te enteraste? —preguntó Hermione viendo a Sara.
—Todos en Hogwarts ya se enteraron —dijo Sara—. Saben que Sirius Black entró a la habitación de Ron y trató de matarlo.
—Son inventos, de seguro —dijo Hermione, rodando los ojos.
—No, sir Cadogan admitió que Sirius Black se sabía todas las contraseñas, ya que las traía escritas en un papel —explicó Sara.
—¿Cómo es qué las tenía anotada en un papel? —preguntó Lucy confundida.
—A Neville se le perdió el papel —respondió Sara.
—Eso tiene sentido —dijo Hermione y las tres sonrieron.
—¿Lucy Winters? —habló una voz masculina detrás de ellas, haciendo que las tres se detuvieran.
Al girar, se encontraron con el Slytherin que no había dejado de mirar a Lucy cada día. Llevaba en manos un libro rojo con bordados de oro y una cerradura con un rostro de un dragón.
—Sí, soy yo —dijo Lucy confundida.
—¿Quién eres tú? —preguntó Hermione, viendo con desconfianza al chico.
—Te he traído esto, ¿te pertenece, cierto? —dijo el chico, ignorando a las otras dos chicas. Lucy observó el libro y rápidamente lo agarró, Rawraq se puso a la defensiva al sentir las emociones negativas por parte de Lucy.
—¿De dónde lo sacaste? —preguntó Lucy frunciendo su ceño.
Era un libro de la familia Winters, perteneció a la familia durante siglos y siglos, no podía haberlo perdido porque sí. No era tonta como para olvidarselo.
Los ojos de Lucy se intensificaron y se volvieron de un rojo sangre, observando al Slytherin con una fulminante mirada.
—Oye, oye... —el chico alzó las manos, viendo con una sonrisa de lado. Sara y Hermione no parecían felices tampoco, y ni hablar de Rawraq—. Lo encontré...
Lucy lo tomó por el cuello de su uniforme y dijo:
—No seas idiota, jamás me olvidaría de ése libro —dijo Lucy, muy cerca del rostro del chico. Pero en lugar de intimidarse, al chico le encantó la actitud de la pelirroja—. Muy intento, imbécil.
—Me atrapaste, dragoncita —susurró el chico, acercando su rostro al de ella, pero Lucy lo soltó rápidamente, retrocediendo al instante.
¿Qué le sucedía al idiota?
Rawraq estaba a nada de lanzar una llamarada por su boca en dirección al chico.
—Deja en paz a mi jefa —dijo Sara enojada, viendo al Slytherin con furia.
El chico la observó y soltó una leve risa que era más que falsa, pero era burlona.
—¿Y qué harás, loca? —preguntó el chico, Sara se encogió ante el apodo—. No querrás que diga lo que tú y cierto príncipe andan haciendo por ahí, ¿no?
—¿De qué habla, Sara? —preguntó Hermione, viendo a Sara confundida. La rubia desvió la mirada avergonzada.
Era el colmo para Lucy, se estaba metiendo con la vida de su alumna y no lo permitiría.
—Te vuelves a meter con Sara y verás que tan lejos llegará mi pie en tu zona —dijo Lucy, haciendo que el chico la vea con una sonrisa.
—Tu ganas —dijo él, alzando sus manos. Pero se acercó lentamente a Lucy y Rawraq se puso en guardia, por lo que el chico se detuvo a centímetros del rostro de la pelirroja—. Lo tomé para tener una escusa.
—¿De qué mierda hablas? —preguntó Lucy, frunciendo su ceño y con ganas de alejarlo de un empujón.
—Quería una escusa para acercarme a tí —susurró el chico, viendo los ojos rojos de la chica.
¿Podría ser más poderosa? No lo sabía, pero lo quería averiguar.
—Ve-te-a-la-mier-da —deletró Lucy, acercándose un poco al rostro de él para que lo entendiera.
El chico volvió a sonreír arrogante.
—Soy William Keller, un gusto, princesa —dijo el chico y agarró la mano de Lucy para depositar un beso, pero la pelirroja apartó su mano, sin mostrar ningún gesto con su rostro—. Eres dura.
—Y tú un insoportable —soltó Lucy, dándose media vuelta y yéndose, acompañada de Hermione y Sara.
Esta última se dió vuelta y le sacó el dedo del medio, luego de haberle sacado la lengua.
El chico bufó, ¿era en serio? ¿cómo rayos se acercaría a ella si era tan inteligente y calculadora?
Su plan se iba a la mierda y ni lo empezaba.
Tenía que atrapar a Lucinda Winters y no podía hacerlo con toda la gentuza que la rodeaba.
A las siete, Lucy y Hermione se despidieron de Sara y volvieron a la Sala Común, ambas se sentaron en la mesa de siempre y Hermione siguió con sus libros y trabajos, mientras que Lucy inspeccionaba el libro.
A las nueve, Harry y Ron entraron a la Sala Común para ver el tablón de anuncios, donde una multitud de alumnos de Gryffindor se amontonaron para ver.
—¡Hogsmeade el próximo fin de semana! —dijo Ron, estirando el cuello para leer la nueva nota por encima de las cabezas ajenas—. ¿Qué vas a hacer? —preguntó a Harry en voz baja, al sentarse.
—Bueno, Filch no ha tapado la entrada del pasadizo que lleva a
Honeydukes —dijo Harry aún más bajo.
—Harry —dijo una voz en su oído derecho. Harry se sobresaltó. Se volvió y vio a Hermione, sentada a la mesa que tenían detrás, por un hueco que había en el muro de libros que la ocultaba—, Harry, si vuelves otra vez a Hogsmeade... le contaré a la profesora McGonagall lo del mapa.
—¿Oyes a alguien, Harry? —masculló Ron, sin mirar a Hermione.
—Ron, ¿cómo puedes dejarle que vaya? ¡Después de lo que estuvo a
punto de hacerte Sirius Black! Hablo en serio. Le contaré...
—¡Así que ahora quieres que expulsen a Harry! —dijo Ron, furioso—. ¿Es
que no has hecho ya bastante daño este curso?
Hermione abrió la boca para responder, pero Crookshanks saltó sobre su regazo con un leve bufido. Hermione se asustó de la expresión de Ron, agarró a Crookshanks y se fue corriendo hacia los dormitorios de las chicas.
—Genial, ¿es en serio, Ronald? —dijo Lucy, harta de la pelea de Ron y Hermione. Pero más harta de los comentarios del pelirrojo.
Se levantó de su asiento y fue detrás de Hermione.
•. •. •.
EL SÁBADO POR LA MAÑANA, todos se dirigieron a las puertas principales para la visita a Hogsmeade. Hermione observaba a Harry subir las escaleras de mármol para asegurarse de que no iría.
—¡Adiós, Harry! —le dijo en voz alta—. ¡Hasta la vuelta!
Ron le sonrió y guiñó un ojo.
Lucy frunció su ceño, pero los ignoró y siguió caminando junto a Hermione y Sara. Nolan caminaba junto a Ron.
Sara, Hermione y Lucy fueron a Las Tres Escobas por cervezas de mantequilla, Lucy no podía evitar mirar a Sara. La miraba con los ojos entrecerrados, mientras la rubia—, que había pedido una pajita,— absorbía hasta el último poco de la cerveza, haciendo ruido.
—Sara —la llamó la pelirroja, Sara la miró sin dejar de hacer el ruido con la pajita—. ¿No tienes que ir a algún lado? ¿Un persona no te estará esperando por allí como la última vez que desapareciste? —preguntó, mientras Sara negaba con su cabeza.
—Nop, nada —negó la rubia y Lucy bufó.
Miró a Hermione que parecía desanimada.
—Oye, no hagas caso a nada de lo que diga Ron, es un tonto —dijo Lucy, apoyando una mano en el hombro de la chica.
Luego de terminar sus cervezas, las tres salieron del local y comenzaron a caminar por la calle. Hasta que oyeron a el dicho William llamar a Lucy.
—¡Lucinda! —la llamó el chico, pero ninguna de las tres se detuvo, Lucy les dijo que caminarán más rápido.
—¡No me llames así! —gritó la pelirroja harta, y sin voltear a mirarlo.
El chico comenzó a trotar hacia ella, pero algo pasó. Cómo si alguien lo empujara, terminó cayendo.
—¡Ah! —exclamó, sosteniéndose el tobillo y viendo confundido a la nada.
No había nadie allí.
Las tres chicas giraron a verlo y lo miraron con sus ceños fruncidos.
—Vamos, es un idiota —dijo Hermione, dándose vuelta y las demás hicieron lo mismo para seguir su camino.
—¿Cómo se pudo caer solo? Es un tonto —dijo Sara—. Ni yo puedo caerme sola.
Lucy rodó los ojos.
Eso no era cierto, Sara se caía todo el tiempo.
—¡Lucy, espera! —lo escucharon gritar a Will, pero el chico fue callado por una bola de nieve que salió de la nada y terminó en su rostro.
Sin más, se levantó confundido y se fue de allí.
Cuando volvieron a Hogwarts, iban subiendo las escaleras de mármol, cuando McGonagall las detuvo.
—Señorita Winters, señorita Granger —la llamó, haciendo que las tres se detuvieran—. Debo hablar con ustedes. A solas, señorita McGregor —agregó y se despidieron de Sara. Para luego acercarse a McGonagall—. El profesor Hagrid les envía esto —la profesora saca una carta y les extiende, Lucy la toma confundida—. Lo lamento —dijo y se fue.
Hermione y Lucy intercambiaron miradas, Lucy decidió abrir rápidamente la carta.
Queridas Lucy y Hermione:
Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hogwarts, pero van a fijar
la fecha del sacrificio.
A Buckbeak le ha gustado Londres.
Nunca olvidaré toda la ayuda que nos han proporcionado.
Hagrid.
—¿Qué? No... —murmuró Hermione.
Lucy se quedó petrificada, al levantar la mirada, vio a Harry y Ron caminar por el pasillo. Le dió un empujón a Hermione para que se diera cuenta, ambas comenzaron a caminar hacia ellos.
—¿Has venido a darte el gusto? —le preguntó Ron cuando se detuvo la
muchacha—. ¿O acabas de delatarnos?
—No —respondió Hermione. El labio le temblaba—. Sólo creíamos que debían saberlo.
—Hagrid ha perdido el caso —dijo Lucy—. Van a ejecutar a Buckbeak.