.capítulo sesenta y siete
—¿QUÉ TE SUCEDE, LUCY? —preguntó Harry, viendo lo pálida que estaba.
—Solo... Vi una cosa espantosa —dijo la chica, seguía teniendo ganas de vomitar.
Odiaba esos tipos de afectos. Los afectos de pareja.
—Aquí tienes —dijo Ron—. Hemos traído todos los que pudimos.
Un chaparrón de caramelos de brillantes colores cayó sobre las piernas de Harry. Ya había anochecido, y Ron, Lucy y Hermione acababan de hacer su aparición en la sala común, con la cara enrojecida por el frío viento y con pinta de habérselo pasado mejor que en toda su vida, a excepción de Lucy, que había vuelto con el rostro pálido y ganas de devolver la cerveza de mantequilla que tomó.
Rawraq aletió hasta el hombro de Harry, agitando sus alas felíz.
—Gracias —dijo Harry, agarrando un paquete de pequeños y negros diablillos de pimienta—. ¿Cómo es Hogsmeade? ¿A dónde han ido?
A juzgar por las apariencias, a todos los sitios. A Dervish y Banges, la tienda de artículos de brujería, a la tienda de artículos de broma de Zonko, a Las Tres Escobas, para tomarse unas cervezas de mantequilla caliente con espuma, y a otros muchos sitios...
—¡La oficina de correos, Harry! ¡Unas doscientas lechuzas, todas descansando en anaqueles, todas con claves de colores que indican la
velocidad de cada una! Honeydukes tiene un nuevo caramelo: daban muestras gratis. Aquí tienes un poco, mira.
—Nos ha parecido ver un ogro —dijo Lucy—. En Las Tres Escobas hay todo tipo de gente... —luego miró a Harry—Ojalá te hubiéramos traído cerveza de mantequilla. Realmente te reconforta.
Harry sonrió levemente viéndola.
—¿Y tú que has hecho? —le preguntó Hermione—. ¿Has trabajado?
—No —respondió Harry—. Lupin me invitó a un té en su despacho. Y entró
Snape...
Les contó lo de la copa. Ron se quedó con la boca abierta.
—¿Y Lupin se la bebió? —exclamó—. ¿Está loco?
Hermione miró la hora.
—Será mejor que vayamos bajando El banquete empezará dentro de cinco
minutos.
Pasaron por el retrato entre la multitud, todavía hablando de Snape.
—Pero si él..., ya saben... —Hermione bajó la voz, mirando a su alrededor
con cautela—. Si intentara envenenar a Lupin, no lo haría delante de Harry.
—También pienso lo mismo, Snape no de atrevería frente a algún testigo —dijo Lucy.
—Sí, quizá tengan razón —dijo Harry mientras llegaban al vestíbulo y lo
cruzaban para entrar en el Gran Comedor.
Lo habían decorado con cientos de
calabazas con velas dentro, una bandada de murciélagos vivos que
revoloteaban y muchas serpentinas de color naranja brillante que caían del techo como culebras de río.
La comida fue deliciosa. Incluso Lucy, Hermione y Ron, que estaban que reventaban de los dulces que habían comido en Honeydukes, repitieron. Harry no paraba de mirar a la mesa de los profesores. El profesor Lupin parecía alegre y más sano que nunca. Hablaba animadamente con el pequeñísimo profesor Flitwick, que impartía Encantamientos.
Lucy miró hacia la mesa de Ravenclaw, Sara comía normalmente, animada y hablando rápidamente. Luego vió como la rubia dejaba de hablar con una de sus compañeras y miraba hacia la mesa de Slytherin, Lucy también miró hacia allí.
Y sí, Draco y Sara se estaban mirando.
Lucy juraría que iba a vomitar di los seguía viendo.
—¿Lu, estás bien? —preguntó Harry, el cual seguía teniendo a Rawraq en el hombro. El azabache miraba a Lucy, la chica parecía no poder masticar y tuvo que beber de su copa.
Rawraq comía alegremente los trozos de carne que le daba Harry. Harry miró sorprendido como Lucy se tomaba todo su jugo de una sola vez.
—Sí —asintió la pelirroja. Quería más jugo de calabaza. Luego vió la copa de oro de Harry—. ¿Puedo beber de tu copa? —preguntó, mientras dejaba la suya sobre la mesa.
Hermione, Harry y Ron la miraban sorprendidos.
—Claro, o si quieres te puedo... —pero antes de que Harry acabara, Lucy agarró su copa y bebió de ella—... servirte —finalizó, viendo asombrado como Lucy bebía y luego apoyaba su codo en la mesa, para luego apoyar su mentón en la palma de su mano, agitando en círculos la copa y viendo el jugo, deseando que aquello fuera una poción para olvidar.
—¿Qué rayos te sucede? —preguntó Ron, viendo a Lucy.
—Quiero olvidarme de algo —dijo Lucy, viendo de reojo a Malfoy y Sara.
El banquete terminó con una actuación de los fantasmas de Hogwarts. Saltaron de los muros y de las mesas para llevar a cabo un pequeño vuelo en formación. Nick Casi Decapitado, el fantasma de Gryffindor; cosechó un gran éxito con una representación de su propia desastrosa decapitación.
Fue una noche tan estupenda que Malfoy no pudo enturbiar el buen humor de Harry al gritarle por entre la multitud, cuando salían del Gran Comedor:
—¡Los dementores te envían recuerdos, Potter!
Lucy lo miró de reojo.
⟨«¿Qué mierda le vió Sara a ése menso?»⟩. Pensó Lucy, frunciendo su ceño.
Y Lucy tenía razón en sus dudas. Sara McGregor y Draco Malfoy eran totalmente opuestos.
Harry, Ron, Lucy y Hermione siguieron al resto de los de su casa por el camino de la torre de Gryffindor, pero cuando llegaron al corredor al final del cual estaba el retrato de la señora gorda, lo encontraron atestado de alumnos.
—¿Por qué no entran? —preguntó Ron intrigado.
—Estoy cansada —murmuró Lucy, abrazando a Harry por la espalda y arrecostando su cabeza en la espalda del azabache.
Harry haría de su almohada hasta que tuviera la verdadera.
Harry miró delante de él, por encima de las cabezas. El retrato estaba
cerrado.
—Dejenme pasar; por favor —dijo la voz de Percy. Se esforzaba por abrirse paso a través de la multitud, dándose importancia—. ¿Qué es lo que ocurre? No es posible que nadie se acuerde de la contraseña. Dejenme pasar, soy el Premio Anual.
La multitud guardó silencio entonces, empezando por los de delante. Fue como si un aire frío se extendiera por el corredor. Oyeron que Percy decía con una voz repentinamente aguda:
—Que alguien vaya a buscar al profesor Dumbledore, rápido.
Las cabezas se volvieron. Los de atrás se ponían de puntillas. Lucy se alejó de Harry, prestando atención a lo que estaba sucediendo.
—¿Qué sucede? —preguntó Ginny, que acababa de llegar.
Al cabo de un instante hizo su aparición el profesor Dumbledore, dirigiéndose velozmente hacia el retrato. Los alumnos de Gryffindor se apretujaban para dejarle paso, y
Harry; Ron, Lucy y Hermione se acercaron un poco para ver qué sucedía.
—¡Por Dumbledore...! —exclamó Hermione, agarrándose al brazo de Harry.
—¿Qué mierda...? —murmuró Lucy, viendo el retrato.
La señora gorda había desaparecido del retrato, que había sido rajado tan
ferozmente que algunas tiras del lienzo habían caído al suelo. Faltaban varios trozos grandes.
Dumbledore dirigió una rápida mirada al retrato estropeado y se volvió. Con ojos entristecidos vio a los profesores McGonagall, Lupin y Snape, que se acercaban a toda prisa.
—Hay que encontrarla —dijo Dumbledore—. Por favor; profesora
McGonagall, dígale enseguida al señor Filch que busque a la señora gorda por todos los cuadros del castillo.
—Ingeniense —dijo una voz socarrona.
Era Peeves, que revoloteaba por encima de la multitud y estaba encantado, como cada vez que veía a los demás preocupados por algún
problema.
—¿Qué quieres decir, Peeves? —le preguntó Dumbledore, tranquilamente.
La sonrisa de Peeves desapareció. No se atrevía a burlarse de Dumbledore.
Adoptó una voz empalagosa que no era mejor que su risa.
—Le da vergüenza, señor director. No quiere que la vean. Es un desastre
de mujer. La vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor; esquivando los árboles y gritando algo terrible —dijo con alegría—. Pobrecita —añadió sin convicción.
—¿Dijo quién lo ha hecho? —preguntó Dumbledore en voz baja.
—Sí, señor director —dijo Peeves, con pinta de estar meciendo una bomba
en sus brazos—. Se enfadó con ella porque no le permitió entrar, ¿sabe? —. Peeves dio una vuelta de campana y dirigió a Dumbledore una sonrisa por entre sus propias piernas—. Ese Sirius Black tiene un genio insoportable.
¿SIRIUS BLACK?
OMG... xd
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MARATÓN NAVIDEÑO 6/¿?