.capítulo cuarenta y nueve
LUCY, AL DÍA SIGUIENTE, había decidido recorrer los pasillos de Hogwarts en su hora libre, tratando de buscar un buen sitio para sentarse y leer. La nieve se acumulaba afuera, caía sin parar, la última clase de Herbología del trimestre se había cancelado por el temporal.
Harry había estado tratando de encontrar a Justin durante todo el día, por lo que al final decidió ir él mismo a la biblioteca para buscarlo.
Se había esparcido el rumor de que Harry petrificaría a Justin.
Cuando la pelirroja estaba por girar por el pasillo siguiente, unas voces la detuvieron. Eran Sara y Draco Malfoy, ¿pero qué hacían ésos dos juntos?
Sin querer interrumpir y saber lo que sucedía, Lucy se escondió detrás de la pared y arrimó la cabeza para observar la escena.
—Si sigues molestando... —había dicho Sara, pero Draco la interrumpió.
—Tú no me puedes amenazar a mí, loca —dijo Draco, frunciendo su ceño.
—Puedes meterte conmigo si quieres, pero sigues molestando a mi jefa y... Yo... —la rubia pareció quedar pensando en las palabras, Lucy suspiró pesadamente.
Draco soltó un resoplido divertido, antes de hablar:
—Mejor guardate tus amenazas, McGregor —dijo el rubio, acercándose a la niña, Sara se alejó inconscientemente y Draco rió entredientes—. Sigues siendo la misma niña miedosa.
Dijo antes de marcharse y dejar a Sara parada allí. Lucy suavizó sus facciones y miró a Sara.
La rubia tenía la cabeza gacha y luego de unos segundo se escuchó un gemido de tristeza, la niña estaba llorando.
Lucy se sorprendió de verla así, Sara comenzó a pasarse el dorso de su túnica por los ojos para detener las lágrimas pero no podía.
La pelirroja salió de su escondite y quedando en el medio del pasillo, decidió—, por primera vez— llamar a Sara.
—Sara —la llamó la pelirroja, la rubia se sorprendió de escucharla y giró rápidamente.
—Je-Jefa... Yo... —pero Lucy la interrumpió.
—Eres ingenua —dijo Lucy, provocando que Sara la viera sorprendida y dolida—, torpe e incluso loca —con la crueldad que Lucy lo decía hizo que una mueca se formara en lo labios de Sara—. Pero no dejes que te ofendan, que te pisoteen, ¿no eres una Ravenclaw? —Sara asintió débilmente con la cabeza—. ¡Pues demuestra tu intelecto a las personas! —gritó Lucy, sorprendiendo a Sara—. ¡No eres valiente, pero puedes serlo! ¡Deja de ser torpe y reacciona!
—Yo no... Yo no soy valiente —murmuró Sara—. Soy una cobard...
—¿Sólo porque lo dicen los demás? —preguntó Lucy frunciendo su ceño—. Las personas dicen muchas mentiras, y yo sé que... en el fondo, eres valiente —dijo la pelirroja—. No quiero que vuelvas a llorar por comentarios que no valen la pena —Sara sollozó—. Ya, deja de llorar.
Y fue allí, cuando la última lágrima corrió por las mejillas de Sara.
La niña se limpió rápidamente el rostro con su manga.
—Gracias, jefa —murmuró la niña rubia.
Lucy sonrió levemente.
• • •
—¿A DÓNDE SE LO LLEVAN A HARRY? —preguntó Lucy a Hermione y Ron, viendo cómo McGonagall se lo llevaba por lo pasillos.
—¿No te enteraste? —habló Malfoy, acercándose a la pelirroja con una sonrisa engreída—. Tu novio Potter mató a Finch-Fletchley y al fantasma ése... ¿cómo era? ¡Así! Nick Casi Muerto.
—Decapitado* —le corrigió Ron entre dientes.
—Harry no es capaz de matar a alguien —dijo Lucy ceñuda y antes de irse, se giró a ver a Malfoy y agregó:—. Y no se puede matar a un fantasma, idiota.
Y sin más, se fue, seguida de Ron y Hermione.
—¿Por qué tan enojada? —preguntó Hermione, siguiéndole el paso.
—Solo no estoy de humor para las idioteces de Malfoy y los estúpidos comentarios hacia Harry —dijo la pelirroja aumentando el paso.
A LA MADRUGADA, TODOS LOS ALUMNOS DE GRYFFINDOR dormían plácidamente en sus camas luego de un largo día y terrorífico. A excepción de dos, Lucy bajaba las escaleras en su pijama y su bata, para ir a buscar un poco de agua, pero al ver la silueta de un azabache sentado en el sofá frente a la chimenea ardiente, se detuvo y luego de saber quién era, se acercó.
—¿Largo día? —preguntó Lucy, sentándose al lado de Harry, mientras el azabache se sorprendía y bajaba los pies del sofá para sentarse mejor.
—Largo y malo —bufó Harry, pensando en Justin y en Nick, para luego pensar en lo que le dijo Dumbledore en su despacho.
Lucy lo observó, Harry miraba el fuego de la chimenea con el ceño fruncido.
—No debes hacerles caso —dijo finalmente Lucy, obteniendo la mirada y la atención de Harry—. ¿Son comentarios hirientes? Sí, lo son —asintió la pelirroja—. ¿Son comentarios inteligentes? No —negó Lucy con la cabeza, haciendo soltar una risa a Harry.
Luego ambos volvieron a sumirse en un silencio, Harry volvió a ver el fuego y Lucy imitó su acción.
—Tengo... —Harry dudó unos instantes, pero al darse cuenta que ya tenía la atención de la pelirroja siguió:—, tengo que decirte algo —dijo, sin apartar la mirada del fuego, pero Lucy lo miraba confundida.
—¿Qué cosa? —preguntó Lucy, mirando el perfíl de Harry.
El azabache inhaló y exhaló antes de decir:
—El año anterior... En la selección —Lucy asintió—, el sombrero iba a seleccionarme para Slytherin —Lucy solo lo observó, y Harry giró su cabeza para ver su reacción—. No se los dije a ustedes porque tenía la leve sospecha de que todo eso de que soy el heredero de Slytherin podía ser cierto, ¿crees que podría hacer algo así?
Lucy soltó un suspiro y observó la mano de Harry apoyada en el sofá, antes de poner su mano sobre la de él.
—No importa si el sombrero quería seleccionarte para Slytherin, no importa si tú eres el heredero o no —dijo Lucy mirándolo a los ojos—. Lo que importa es que tú jamás, jámas, harías daño a una persona inocente y lo sé, —miró atentamente el color de los ojos del azabache— porque te conozco, Ry. Y sé que no le harías daño a Justin o a Nick.
Harry sonrió levemente observando los ojos celestes de la pelirroja, ¿era su mente o los ojos de Lucy parecían los más llamativos que había visto en su vida?
—Pero... si quieres volverte malo y destruir... —Harry sonrió ante las ideas de la pelirroja, por lo que la interrumpió divertido.
—Lu —dijo Harry.
—¿Qué? Solo decía —dijo la niña, mientras se recostaba en el hombro del azabache—. ¿Sabes? Serías un gran mago tenebroso...
—Lucy —volvió a decir Harry.
—Ya, ya... —bufó la pelirroja observando el fuego—. Pero...
—No.
Lucy acomodó su cabeza en el hombro de Harry y luego en un murmullo, que el azabache escuchó, dijo:
—Aguafiestas.
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