Un Chico Enigmático

By HarukoMinLee

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Nunca pensó que un accidente cambiaría su vida por completo dándole una segunda oportunidad. *Este trabajo se... More

Sinopsis
1.
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19.
20.
21.
Final

2.

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By HarukoMinLee

Hi! Se me había olvidado que ya había empezado a publicar este fanfic 😅😂
Aquí les traigo un nuevo capítulo ♥️

♾️♂️♾♀️♾♂️♾♀️♾

Minho reprimió un juramento y agarró el volante con fuerza mientras caían rayos del cielo. Las gotas de lluvia chocaban como piedras contra el auto en un diluvio amenazador. Pisó el acelerador, deseando salir de aquella tormenta y encontrar un pueblo y un lugar en donde hospedarse. Estaba cansado, harto de la nada. Harto de dar vueltas perdido.

Cuando la lluvia se hizo más intensa formándose una cortina de agua redujo la velocidad. La carretera estaba llena de charcos que desviaban a un lado u otro la dirección. El auto los pasaba salpicando, y de inmediato Minho volvía a retomar el control.
De pronto vio una sombra oscura delante de él y torció el volante para evitarla. Era una camioneta, comprendió nada más verla desaparecer en la oscuridad. Algún idiota había dejado el vehículo en medio de la carretera, pero al menos eso significaba que no estaba solo, pensó aliviado incrementando la velocidad.

Justo delante una corriente de agua atravesaba la calzada de lado a lado. Minho no la había visto y había acelerado, y fue a parar directo al infierno. Primero se escuchó el ruido del golpe del auto contra la corriente de agua e, instantes después, el vehículo fue arrastrado por el torrente antes de que Minho pudiera pisar el freno. La fuerte corriente arrastró el auto sacándolo de la calzada y haciéndolo girar una, dos, tres veces. Minho se dio con la cabeza contra la puerta. Un impacto más y por fin el vehículo se detuvo.

Choi Minho consiguió desabrocharse el cinturón, pero el agua le impedía abrir la puerta a pesar de los esfuerzos. El sistema electrónico de apertura no funcionaba. Trató de abrir la puerta del copiloto, pero también estaba cerrada. Antes de que tuviera tiempo de pensar, un montón de rocas entraron en el auto golpeándolo todo. El impacto sobre su cabeza volvió a mandarlo contra la puerta. Minho vio las estrellas con los ojos cerrados. Entonces, a pesar del dolor y de la desorientación, Minho notó que entraba agua en el auto y que comenzaba a inundarlo todo. Iba a ahogarse allí, reflexionó saboreando de pronto el arrepentimiento. En aquel río, en aquella agua turbia, recapacitó perdiendo la conciencia a pesar de sus esfuerzos por mantenerse alerta. Quizá su vida estuviera vacía, pero no sentía deseos de morir, no aún.









El calor y el humo del horno cociendo el pan amenazaban con cocer también a Taemin, de modo que salió al cobertizo a tomar el aire. Estaba a punto de volver a entrar cuando escuchó un ruido fuerte. Le llevó un buen rato reconocerlo. Corrió por una chaqueta, una linterna y una vieja cuerda. Era prácticamente todo lo que tenía.

-Ese golpe ha sonado como metal, cariño, como a un auto. Si hay alguien en peligro tenemos que ayudarlo, no debemos darle la espalda -dijo en voz alta-. ¡Aguanta bebé! -añadió dando unos golpecitos en su vientre en medio de la neblina.

Gracias a Dios la lluvia parecía estar cediendo. Taemin corrió cauteloso por el sendero hasta llegar a la enorme piedra y sacar la cabeza para asomarse. Era efectivamente un auto en medio del río desbordado. Estaba detenido, de momento, en medio de la corriente, bloqueado por una piedra. Pero el agua tiraba de el con fuerza, amenazando con llevárselo río abajo. Tenía que actuar deprisa si quería rescatar a los
pasajeros.

Aunque quizá no hubiera nadie dentro, recapacitó Lee. Quizá todos hubieran salido. Quizá el vehículo se hubiera estropeado y su dueño lo hubiera dejado abandonado en medio de la carretera, como él lo hizo con la camioneta. Quizá no necesitara arriesgar a su bebé.

Taemin se mordió el labio y dirigió la luz de la linterna hacia el interior del automóvil. La sombra de una figura se encontraba detrás del volante.

-Bueno, entonces decidido -musitó guardándose la linterna en el bolsillo.

Ató un cabo de la cuerda al árbol y el otro sobre su vientre de ocho meses. Respiró hondo y se internó en la corriente. Dejó que ésta lo arrastrará hacia el auto y se agarró a una punta que sobresalía en medio de las aguas. Palmo a palmo luchó por subirse a aquella piedra que sobresalía justo delante del vehículo, rezando y rogando a Dios en voz alta.

Sacó la linterna y enfocó la sombra humana. La luz apenas dejaba adivinar los detalles, cabellos castaño, mandíbula firme, hombros anchos y fuertes, indudablemente masculinos. Tenía los ojos cerrados pero... Lee trató de mirar a través de las gotas de lluvia del parabrisas. Sí, aquel pecho se movía. Estaba inconsciente, pero vivo.

El suspiro de alivio de Taemin se convirtió de pronto en un grito al darse cuenta de otro problema, había agua en el interior del vehículo, de hecho cubría ya hasta el salpicadero. Aquel hombre iba a morir a menos que él hiciera algo. Y pronto.

Había piedras sobre la enorme roca a la que estaba subido. Lee tomó la más grande y la arrojó contra el parabrisas, repitiendo el proceso hasta romper el cristal en un estallido de pequeños trozos. Entonces se inclinó y miró por el agujero que había hecho. Un intenso calor erótico lo recorrió. Aquella excitación era completamente inadecuada dadas las circunstancias, pero era innegable. A pesar de la urgencia, Taemin no pudo evitar contemplar a aquel hombre durante unos instantes. Era increíblemente masculino, y terriblemente atractivo. Incluso inconsciente emanaba un sex appeal, pensó.

Tenía que sacarlo del vehículo antes de que se ahogara. ¿Pero cómo? Parecía alto, fuerte y pesado, y él estaba embarazado de más de ocho meses. Ni siquiera se sentía capaz de alargar el brazo lo suficiente como para tocarlo.
Taemin se mordió el labio inferior de nuevo. Luego, respirando hondo, hizo lo único que se le ocurrió... gritar.







El arrepentimiento seguía ahí, en su conciencia, al comenzar a despertar
lentamente. Así que aquello era lo que se sentía cuando se estaba muerto, reflexionó Minho.

¿Pero qué era aquel ruido infernal?

-¡Maldita sea, despierta! ¡Vamos, hombre, abre los ojos!

Minho gimió y obedeció. ¿Dónde...? ¿Aún estaba en el auto?, se preguntó. El parabrisas parecía la tela de una araña excepto por el agujero que había en el centro. A través de aquella abertura, Minho pudo mirar. Había oído hablar de aquella experiencia. Se suponía que tenía que seguir la luz.

De pronto apareció un rostro con una sensual, lasciva boca y unos enormes ojos azules. Aquel rostro estaba rodeado de un halo místico. Era un ángel, un ángel sacado de un cuadro, pensó.

-Eso es, despierta.

Minho parpadeó. Lo veía todo borroso, no estaba muy seguro de si había uno o dos ángeles. Los límites de las siluetas se confundían mientras el ángel gesticulaba frenético. Cerró los ojos. De ese modo se sentía mejor.

-¿Estás herido? -preguntó el ángel. Un montón de sensaciones aparecieron entonces en la conciencia de Minho. Tenía frío, estaba mojado y todo le dolía. Sobretodo la cabeza-. ¡Contéstame! -gritó de nuevo el ángel asustado. Pero los ángeles no se asustaban, ¿no?, se preguntó Minho-. ¿Puedes moverte?

Aquel ángel, desde luego, lo estaba. Resultaba palpable su temor.

-Sí... -dijo levantando una mano para demostrarlo.

-Bueno, entonces vamos, no hay tiempo que perder. Sal por el parabrisas.

No, se dijo Minho. La cabeza le estallaría en cuanto se moviera. Era mejor quedarse muy quieto.

-No quiero -musitó Minho.

-No te he preguntado si quieres o no, te he dicho que te muevas. ¡Ahora mismo!

Maldito ángel mandón, pensó Minho comenzando a escalar por encima del
volante ante su insistencia y apretando los dientes de miedo.

Una eternidad más tarde, Minho consiguió sacar la cabeza fuera del parabrisas. Una pequeña mano angelical agarró su camisa uniendo sus esfuerzos a los de Choi. Por fin salió del auto para tumbarse sobre una roca, dura y mojada. Su salvador estaba sentado a su lado, respirando con fuerza. Respirando, recapacitó de pronto. Pero entonces no podía ser un ángel ni él podía estar muerto. Sí, pensó. De pronto todo le parecía obvio. Seguía vivo. Porque el cuerpo le dolía demasiado como para estar muerto.
Choi abrió los ojos brevemente y se quedó mirando una pierna, preguntándose de quién sería. No lograba enfocarlo correctamente, no lograba concentrarse en nada excepto en que tenía que darle las gracias.

-Gracias -dijo mientras sus párpados volvían a cerrarse y esperaba a que se le pasara el mareo y la desorientación.

-No me lo agradezcas todavía -respondió una voz llena de preocupación.

-¿Por qué no? -consiguió preguntar a pesar de que las palabras le daban vueltas en la cabeza-. Me has sacado del auto, me has salvado la vida.

-Aún no.

-Casi -añadió Minho con los ojos cerrados, presionando contento la mejilla contra la piedra. Aquella escasa lluvia apenas lo molestaba. Se echaría una siesta y luego...

De pronto una fragancia a vainilla lo alertó. Aquellas manos de ángel acariciaban suavemente sus sienes. Su corazón, no obstante, debía de ser de hierro, y las palabras que dijo entonces se lo demostraron.

-Estás empapado, y esto es casi un desierto. La noche y la oscuridad caerán muy pronto. ¿Has oído alguna vez hablar de la hipotermia? ¡Vamos, arriba!

Maldito Ángel, reflexionó Minho. Le debía la vida, pero... Minho consiguió ponerse de rodillas. Y entonces comenzó a vomitar.

-Lo siento -se disculpó en cuanto su estómago lo dejó tranquilo.

-Calma, creo que yo también tengo parte de culpa -contestó él con voz amable y cálida en aquella ocasión.

Minho no captó sus palabras, pero no importó. Un segundo más tarde el grupo de salvamento consiguió que se pusiera en pie y lo arrastró a través de la tormenta forzándolo a caminar monte arriba durante lo que le parecieron siglos. Vomitó una segunda vez, pero conquistó una alta cima. Cruzó un suelo de madera que crujía a su paso y se preguntó por qué el cielo olía a pan de Gyeongju. Entonces recordó que aún estaba en la nada.

Y de pronto se sintió arropado y cálido, seco, tumbado sobre algo blando y suave. Escuchó a su salvador en la distancia decirle que no se durmiera, pero cada vez que abría los ojos la habitación comenzaba a dar vueltas. La oscuridad, espesa, lo acurrucaba.

Sin embargo estaba vivo. Se le había concedido una segunda oportunidad,
recapacitó curvando los labios en una sonrisa. Bien, tenía que admitirlo, su vida estaba vacía. Pero podía cambiar. Cambiaría, se prometió. Porque se le había concedido una segunda oportunidad, podría llenar ese vacío.

-Gracias, gracias otra vez -susurró Choi suspirando y dejando que la oscuridad se apoderará de su ser.

♾♂️♾♀️♾♂️♾♀️♾

Una segunda oportunidad que tendrá que agradecer a cierta personita 😊🤗
Saludos y mucho love 💕😉

Hasta la próxima actualización 😘❤️

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