La Princesa Fénix |Aeternis #...

Por Fergie_MS

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"Los susurros de ángeles y demonios siempre anuncian muertes o claves de salvación. " Senix Fire es descendie... Mais

Sinopsis
Capítulo 1: Senix
Capítulo 2: Mirada intensa
Capítulo 3: El Guardián Lunar
Capítulo 4: Encuentro
Capítulo 5: Confianza
Capítulo 6: Revelación
Capítulo 7: El Cazador
Capítulo 8: Incendios
Capítulo 9: Niebla negra
Capítulo 10: Lumina
Capítulo 11: Cadenas vivientes
Capítulo 12: Sombras y serpientes
Capítulo 13: Cielo rojo
Capítulo 14: Resiliencia
Capítulo 15: ¿Que me escondes?
Personajes
Capítulo 16: No a ella.
Capítulo 17: ¿Poder o maldición?
Capítulo 18: Estas con profesionales
Capítulo 19: El latir de un corazón (1)
Capítulo 20: El latir de un corazón (2)
Capítulo 21: Leo, tus zafiros me hipnotizan
Capítulo 22: ¿Su princesa?
Capítulo 23: Beso complementado
Capítulo 24: El acostumbrado peligro aún es tentador
Capítulo 25: Horizonte infinito
Capítulo 26: Trasformación
Capítulo 27: Fuego Celestial
Capítulo 28: Alza tus alas y emprende tu vuelo
Capítulo 29: Deseo compartido
Capítulo 30: Los Ángeles de Luz
Capítulo 31: Juramento de lealtad
Capítulo 32: Son mi esperanza
Capítulo 33: El retorno de Senix
Capítulo 34: La Llegada a Mifnix
Capítulo 35: Aquí el blanco es pureza
Capítulo 36: Erika Dark (1)
Capítulo 38: Formación Retorno
Capítulo 39: El Imperio
Capítulo 40: Estoy roto por dentro
Capítulo 41: Mestizo
Capítulo 42: Respuestas
Capítulo 43: Inevitable
Capítulo 44: Te reto a destruirme
Capítulo 45: Destello
Capítulo 46: Choques destructivos
Capítulo 47: Caída
Capítulo 48: Ayuda
Capítulo 49: Consecuencia
Capítulo 50: Neutral
Capítulo 51: Salvación
Capítulo 52: Universo
Capítulo 53: Reflexión
Capítulo 54: Despedida
Capítulo 55: Celos
Capítulo 56: Mellandry
Capítulo 57: Tienes unos ojos realmente bonitos, Ryan
Capítulo 58: Resiste, Lisa
Capítulo 59: ¿Quieres ser un príncipe?
Capítulo 60: No eres tan sorprendente
Capítulo 61: Muñeca Mecánica
Capítulo 62: Blanco, negro y rojo
Capítulo 63: Serleny
Capítulo 64: Juicio
Capítulo 65: Oro, plata y Sol
Capítulo 66: Kia
Capítulo 67: Diamantes, rubíes y zafiros
Capítulo 68: Ritual
Capítulo 69: Cuchillos y galletas
Capítulo 70: Compartir
Capítulo 71: Historia
Capítulo 72: Sangre, flechas y marcas
Capítulo 73: La carta
Capítulo 74: Destino
Capítulo 75: Atardecer final
AGRADECIMIENTOS
CURIOSIDADES Y PREGUNTAS
Respuestas y otros desastres
Extra #1 [Especial de Navidad]
Extra #2 [Problemas en la playa]

Capítulo 37: Arthur Fire (2)

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Por Fergie_MS

✦✧ En Mifnix, hace mucho tiempo atrás, en el pasado y círculo de amistad de Arthur Fire; Ahora rey del Imperio de Fénix. ✧✦

El nivel de euforia que contenía el cuerpo de Arthur era extraordinario. Sentía su piel cálida, más de lo normal, pero el esfuerzo después de lo que había hecho valía la pena. Corrió hacia el grupo de fénix que parecían conversar y reír entre sí. Todos lo vieron llegar y abrieron mucho los ojos, asombrados de lo desaliñado que Arthur lucía, todos eran sus amigos, sin embargo, aún les extrañaba notar al príncipe de los fénix de fuego en tales condiciones, parecía un guerrero desarreglado y exageradamente enérgico.

Lyniss fue la primera en hablar:

—¡Por todas las Lunas! ¿Que es lo que te a pasado?—Los bellos ojos azul intenso de Lynnis observaron detalladamente el cuerpo de Arthur. Frunció el ceño y rió nerviosamente. Sabía que Arthur no tenía remedio.

Lynnis era una de las fénix lunar más hermosa que hubiera pisado los sagrados suelos de Mifnix, y es que su bondad, sencillez y atractivo rostro de facciones suaves habían cautivado a todos los que la veían. No tenía descendencia real, pero estaba claro que merecía ser desposada por alguien de la corona. Su linaje lunar era puro, y todos los que la admiraban esperaban que en un futuro muy cercano la pureza... Se mantuviera con su descendencia.

Se escuchaban rumores entre los fénix que sobrebolaban el cielo de Mifnix que decían que Lynnis era aún más hermosa que la mismísima princesa Leyla, también lunar, pero esos rumores eran acallados casi inmediatamente. Arthur no sabría decir quién de las lunares era más hermosa, conocía a Lynnis, y la admiraba enormemente, pero no a Leyla, a la princesa no la había visto jamás en su vida. A la pobre la mantenían cautiva en su enorme castillo de la Legión Lunar con la esperanza de que desarrollará sus dones lunares muy pronto, esperaban la bendición de la Luna Llena para poder planear su brillante futuro. Pues también se rumoreaba que ella había nacido sin poderes, ni uno, y eso alarmaba a sus padres y a toda su legión pura. Pero como se contaba, eran solo rumores, nadie sabía la verdad...

—Solo... —Arthur carraspeó, intentando toser el humo y cenizas que aún contenían sus pulmones... —Fui al volcán Flamante a lanzarme dentro de el para poder encender de un vivo color sangre este hermoso rubí —Alzó su mano y monstruo un pequeño anillo dorado que era eclipsado por la piedra que lo decoraba, un rubí tan rojo que parecía arder en flamantes llamas.

Todos los jóvenes se veían consternados, incrédulos ante la valentía o estupidez de su príncipe de fuego.

Habían siete jóvenes en total, contando a Arthur, todos con rasgos únicos y atrayentes. Sinfonía, una fénix blanca de enorme inteligencia y sabios consejos, lo regaño como sólo ella sabía hacer: — ¡Eres un ignorante, Arthur Fire! ¡Como se te ocurre lanzarte al mero volcán que siempre se mantiene en erupción! ¡Se que eres inmune al fuego... Las llamas y el excesivo calor que podría derretirnos a nosotros, pero no es para que presumas tus estúpidas hazañas dignas de un cabeza dura como tú que solo quiere fama!

El regaño se propagó hasta seguir y seguir y seguir, tornándose tan tortuoso que los demás chicos taparon sus orejas con ambas manos e hicieron gestos de pesar a Arthur, que empezaba a lamentar su terrible idea.

—¿Acabaste? —preguntó el pelirrojo, muy cohibido a como acostumbraba a comportarse.

—Acabé —Afirmó Sinfonía, pasando las manos por su cabello rubio pálido, casi blanco y, murmurando palabras que sólo su raza de fénix blancos lograban entender.

—Estás loco, hermano—Dijo en tono burlón Thom, otro fénix de fuego que alardeaba sobre su valentía y fuerza cuando no había hecho casi ninguna hazaña que lo hiciera merecedor de un título heróico.

—Sinfonía, eres la mayor de nosotros y la más sensata, ¿Me das permiso de darle una descarga?—Pregunto Mell, una fénix de rayo que formaba parte del especial grupo, dirigiéndose a la imponente Sinfonía que aún fruncía el ceño mientras mantenía sus brazos cruzados.

—Adelante. —Le concedió.

Arthur se alarmó, si bien era inmune al fuego... Los rayos... No le iban muy bien que digamos—¿Que? ¡No! Aleja tus manos eléctricas de mi cuerpo real.

—Solo no te muevas. — Canturreo Mell, tratando de atrapar al escurridizo príncipe que corría rodeando a cada fénix del grupo, evitando a toda costa a Mell.

—¡Todos están en mi contra! ¡Qué injusticia! Soy un príncipe, Mell, te ordenó que pares tus juegos. —Dijo Arthur, tratando de defenderse de los seis fénix a su alrededor que bien podían dominarlo si unían sus fuerzas.

—Nos has dado demasiada confianza como para que ahora vengas a ordenar. —Espetó Mell.

—Exactamente, atente a las consecuencias. —Se burló Syron, un fénix esmeralda que acompañaba a todos lados a su princesa; La Real princesa Esmeralda.

Arthur pareció ver por primera ves a Esmeralda, sin duda desde el primer día que se encontraron trató de portarse un poco... Mucho galante con ella, pero se dió cuenta al instante que no podían llegar a más. Ella amaba a Syron, desde que era una niña y Arthur no estaba seguro de sus sentimientos hacia nadie. Entendió que quería a Esmeralda como a una hermana menor. Y desde entonces, formó parte de su grupo de locos que tenía junto con Sinfonía, Lynnis, Mell y Thom. Uniéndose también Syron, que nunca se alejaba de ella.

—Mi preciosa Esmeralda, mi linda y cautivante Esmeralda... Librame de semejantes fieras—Suplicó Arthur, dramatizando sus gestos.

Todos rieron y Mell dejó de perseguir a Arthur para alborotar más su propio y corto cabello azul eléctrico.

—¿Porque no simplemente escogiste el rubí más brillante e hiciste el anillo con el? —le preguntó Lynnis.

—No sería lo mismo—Irónizo Arthur.

—¿Y porque tú mismo no lo encendiste? Presumes tus incandescentes llamas-destruye-todo. Sería fácil. —Volvió a dudar Lynnis.

—Lynnis, hermosa y...

—Ay, para ya con tus coqueterías tontas. —Se quejó.

Arthur se carcajeo por su actitud. Lynnis era mucho más fuerte y dura que cualquier otro lunar que el hubiera conocido.

—No es lo mismo... No comprendes, el volcán Flamante tiene el poder de encender una pieza de valor para que permanezca intacta por todos los siglos, generando energía y para acelerar tus poderes mientras los incrementa. —Le explicó.

—Eso mejor lo hubiera explicado yo. —Se quejo Sinfonía, haciendo un puchero melancólico, esos que hacía seguido cuando iba a dar una de sus científicas y muy extendidas explicaciones y todos la callaban.

—Aprecio el resumen de nuestro alteza real—Asintió Thom. Su sonrisa burlesca aún no desaparecía. Resaltando sus ojos castaños y su cabello del mismo tono, combinando con sus mechones tintados naturalmente por ser un Fuego con un ligero tono naranja rojizo.

—¿Y para que querías más poder?—Pregunto dulcemente Esmeralda, todos se voltearon hacia ella, atraídos por su musical voz y sus grandes ojos de un verde claro.

—Sí, exacto... ¿Para que querías más? —Indagó Lynnis, saliendo del trance "Esmeralda" y recuperando su compostura.

—No era para mí... —Murmuró Arthur.

—Oh, ya comprendo— Syron sonrió de manera complice con Thom, esos dos eran polos totalmente opuestos, un Esmeralda y un Fuego, sin embargo, se llevaban tan bien que parecían mejores amigos, quizás lo eran.

—Igual yo—Estuvo de acuerdo Thom. —¿Es para alguna dama en especial? ¿Alguna Fuego te calentó los circuitos?

Arthur frunció el ceño—Eh... Nop.

—¿Una lunar? —aporto Mell, Arthur negó.

—¿Fénix blanca? —Indagó Lynnis, viendo sospechosamente a Sinfonía que le dio una mirada de reproche. Escandalizada.

—Estoy segura de que no es un fénix blanco —Dijo— ningún Blanco con suficiente paciencia podría aguantar a Arthur.

—Estoy de acuerdo con eso—Aceptó el pelirrojo.

—¡¿Entonces?! —Exclamaron todos al unísono.

—Quédense con la duda.

Y corrió hacia atrás mientras desplegaba sus alas y se dirigía al Palacio de los Fuego, con una sonrisa estampada en la cara y sosteniendo el anillo con el rubí que parecía palpitar caliente y constante contra su pecho. O quizás solo era su corazón martillando de la emoción porque iría de incógnito nuevamente a verla.

A ella.

Solo a ella.

*****

Arthur cruzó volando la ventana principal de su enorme dormitorio como una estrella fugaz. Nadie lo había notado. Eso esperaba. Había sido muy rápido y había hecho uso de sus nuevos dones de semi-invisiblidad si lograba concentrarse. Sus padres le habían prohibido que volara en su plena trasformación de fénix dentro del Palacio. No era correcto, eso decían.

Pero en este caso era primordial llegar lo antes posible a su dormitorio y rebuscar entre todas sus cosas la pulcera de hilos azules que había robado del museo especial del Palacio. Esta pulcera era lunar, y parecía contener fragmentos del portal Zafiro, y no importaba que no fueras lunar, o que el sol y la luna no estuvieran alineados, podrías hacer uso del portal cuando quisieras... Como quisieras y cuanto quisieras. En este caso. Era muy importante.

Arthur anhelaba enfermizamente volver a ver a Erika.

*****

En Drynox.

—¿Entonces...?—Indagó Arthur, sus ojos parecían achicarse por el temor del desagrado de Erika hacia el obsequio que le había traído —¿Te gusta?

Erika, oscura y malévola Erika, por dentro estaba encantada, la... ¿Felicidad? Quizás esa extraña emoción la embargaba al ver el precioso anillo dorado con el encendido rubí rojo que parecía flamear. Desde el primer día que había conocido a Arthur había tratado de evitarlo cuando llegaba de visita a Drynox con sus padres, pero el príncipe era escurridizo y para nada obediente, siempre lograba descubrir la ubicación de Erika y ambos acababan riendo por las tonterías que Arthur decía, sus anécdotas y chistes... Todo eso, la había ablandado por dentro, y no se sentía mal o culpable, o traidora. Se sentía bien. Se sentía en paz.

Con Arthur así era.

No habían dejado de pelear desde entonces, pero ahora eran prácticas mutuas que ambos se enseñaban para aprender el uno del otro de su raza contraria. Erika, por supuesto, no había dejado su lenguaje soez y grosero hacia Arthur, todo lo contrario, y a pesar de eso, a él le encantaba escucharla insultarlo todo lo que quisiera para liberar sus atormentados demonios.

Era algo extraño. ¿Obsesión? Quizás.

Ambos se sentían atraídos el uno por el otro.

Ambos se querían de una extraña manera.

Ambos, al final, acabarían destruidos.

—Es horriblemente hermoso—musitó, tan bajo que creyó que Arthur no la escucharía, pero se equivocaba, los sentidos de todos los fénix eran muchísimos más agudo que los de otras razas y especies.

Arthur sonrió dulcemente— Fue creado especialmente para ti. Admito que costó un poco lograr encenderlo en el volcán Flamante...

—¿Tú que?—Lo interrumpió Erika, había escuchado sobre el poderoso volcan de Mifnix, ¿Arthur se había arriesgado solo para encender el anillo que le daría a ella? Fue un gesto... Dulce. Y eso que no usaba jamás palabras como esas.

—Solo disfrútalo, es tuyo. Te dará energía siempre, no tendrás que depender de las fuerzas de Vitalidad del reino, ya que e escuchado que están escaseando.

—Siempre es así, estamos cortos y con necesidad de energía. —Dijo Erika, recordando las luchas sangrientas de los fénix oscuros por la Vitalidad.

—Quizás algún día eso cambie. Cuando haya un tratado de paz entre ambos mundos. —Le dijo Arthur, esperanzado.

Erika negó —No creo que funcione.

—¿Porque no?

—¿Que no lo ves? Jamás ambas razas se verán conviviendo en armonía. Ustedes son luz, nosotros oscuridad. Nunca existirá combinación que logre unirnos, ustedes nos odian, odian todo lo que tenga que ver con nosotros, los Oscuros. Nosotros... La raza de fénix oscuros repudia a todas las razas de luz. Son... Bondad, esperanza... Amor. Eso no cabe en nosotros.

—¿Porque estás tan segura? Puede que en un futuro (esperemos cercano) podamos llegar a un acuerdo que nos estabilice. Que desvanezca toda enemistad entre todos.

—Tienes demasiada esperanza. —Erika acaricio suavemente el anillo con sus pálidos dedos, trazando los bordes del rubí rojo. Se sentía cálido.

—Soy un fénix de fuego, un luz, eso me hace ser un idiota apuesto que se lanza dentro de volcanes en erupción. Eso incluye tener una esperanza abrumadora. —Dijo Arthur, orgulloso de sus hazañas.

—Ciertamente, eres un idiota.

—No has golpeado a este idiota justo ahora. Estamos avanzando con tu perseverancia.

—Oh, no estés tan seguro. Ya estoy considerando golpearte.

—Mejor no hubiera hablado, ¿Cierto?

—Cierto—concordó Erika, sonriendo a medias. Su sonrisa encantaba a Arthur, sus labios rojos como la sangre lo instaban a probarlos.

—Hey mira—Arthur apunto a la lejanía, observando por encima de la roca gris en la que estaban y en la que siempre se reunían.

—¿Que?—Erika centro su atención hacia la dirección que Arthur apuntaba. Ladeando su cabeza y haciendo que su negro cabello cayera abundante en sus hombros.

El pelirrojo aprovecho la oportunidad y acercó su rostro suavemente al de Erika.

—No había na... —Erika volteó repentinamente, estampado sus labios contra los de Arthur.

Ella no se movió, no lo detuvo, no lo empujó. Solo se quedó allí, paralizada por la sorpresa y la tentación que empezaba a surgir en su interior. Quería corresponder el beso de fuego de Arthur.

Y lo hizo. Moviendo sus labios al compás del desenfreno que empezaba a tornarse a su alrededor.

Ambos sabían que lo que pasaba entre los dos era prohibido, los acuerdos de paz que querían lograr era solo para evitar las guerras. Prohibiendo todo acercamiento futuro entre los dos mundos, el tipo de acercamiento que generará descendientes poderosamente divididos entre sus dos esencias. Querían evitar eso. Querían que nadie, absolutamente nadie de Drynox y Mifnix se mezclarán en relaciones amorosas y pasionales, porque eso, a fin de cuentas, solo traería más caos.

¿Pero... Todos obedecieron cuando los acuerdos de paz fueron destinados a firmarse por sus líderes?

¡No! Hubieron sus rebeldes ocultos, aquellos que encontraron cierta atracción insaciable por la raza oscura.

Aquellos insensatos y tontos fénix de luz que quisieron crear vínculos con sus antiguos enemigos de nacimiento.

Arthur había sido el originario de cierta rebeldía, él en un inicio fue el que se mezcló con una fénix oscura, ¿se enamoró realmente?

Extraño, pero sí. Arthur se enamoró inmplacablemente de Erika cuando solo era un joven príncipe de rebelde corazón.

¿Si Erika también se enamoró?

Muchísimo más extraño aún. Y es que también ella quedó prendada y "Jodida" como se decía a ella misma tiempo después, en referencia a lo que sentía por el idiota de Arthur. Al único que llegó a amar verdaderamente en toda su desdichada vida.

—Yo... Lo siento—murmuró Arthur contra los gruesos labios de Erika.

Erika lo ignoro, gruñó por el hecho de que se había alejado y lo jalo por el cuello de su camisa roja, estampando nuevamente sus labios con los del pelirrojo.

—Te amo. —Susurró el chico—Te amo, Erika Dark.

Erika se alejo solo unos centímetros de su rostro, midiendo cada detalle del varonil y atractivo rostro de Arthur. Sus ojos de un verde claro estaban más oscuros que de costumbre, sus iris dilatados. Su piel era de un blanco suave, casi levemente bronceada. Erika pasó ambas manos por el cabello corto de Arthur, acariciando los suaves mechones rojos que combinaban con el intenso naranja. Los labios de él estaban enrojecidos por el fogoso beso. Y ambos anhelaban más del otro. Mucho más.

Erika sonrió contra sus labios—También te amo, idiota y entrometido fénix de fuego. —juntaron sus manos y sintieron la calidez de uno y la frialdad del otro. —Te amo, Arthur Fire.

*****

—¿Estas ahí? ¿Estas vivo?

Una mano paso enfrente de los idos e hipnotizados ojos de Arthur, perdido en sus pensamientos. —¿Qué? ¿Ah?

—¡Que en qué estas tan adsorto, Arthur Fire! —Volvió a gruñir Lynnis, perdiendo la paciencia.

—Ah sí... Este, pienso en los misterios de la vida...

—¿En qué, o en quién están centrados tus pensamientos justo ahora, hermano?—pregunto Thom.

Otra vez estaba reunido el grupo completo, los siete yacían en el enorme cuarto de Arthur, en el palacio de los Fuego. Algunos de ellos estaban tumbados despreocupadamente en un cómodo sofá que levitaba en el aire, o en pleno suelo o registrando los libros en la gran biblioteca que Arthur tenía y que no hacía casi uso de ella (Pero podemos imaginar que fénix estaba ahí justo ahora)

—¿La misma fénix a la cual le regalaste el anillo y por la que casi te chamuscas? —Pregunto divertida Mell, colgando de una especie de tubo que atravesaba de una pared a la otra. Habían muchos otros tubos esparcidos de esa manera, como una especie de estímulo para los ejercicios riesgosos. Y a Mell le encantaban esos ejercicios. Su cabello corto y azul caía hacia abajo.

—Sí... —admitió Arthur—¿Cómo es que aún no estas mareada? ¿No sientes la sangre bajar a tu cabeza?

—No estoy mareada—Respondió Mell—Me encantan estas cosas, me siento en tranquilidad si veo todo de cabeza. Osea... de lado, invertido. Ustedes parecen que están patas para arriba como murciélagos.

—Estas completamente loca.

—Lo sé—admitió ella. Balanceándose peligrosamente del tubo. A unos diez metros del suelo.

Arthur enfocó su vista en todas las paredes que constituían su habitación desigual. Eran de un color naranja apagado, su cama estaba en otro gran cuarto, su biblioteca; en otro, y así sucesivamente con todo. Eran como cuartos y cuartos unidos en una sola habitación de inmensidad incomparable.

—Dinos quien es—Pidió Esmeralda, sentada alrededor de una mesa redonda jugando con Syron a "Reinos y Razas"

—No... No puedo—Balbuceo Arthur.

—¿Porque no?—Indagó Syron, sus curiosos ojos verde selva brillaban como nunca.

—Porque no. Es un secreto.

—¿Ella tiene novio? ¿Está comprometida? ¡Debe ser algo así! —Exclamó eufórico Thom. Su cabello flameo por su energía —¡Son amantes y ambos no quieren que se sepa!

¿Que hacía Arthur? ¿Confirmar esa suposición falsa o decir la verdad?

—Sí... Algo así —Él no podía decir la verdad. Podría meterse en problemas el mismo y a Erika. No quería eso.

—¡Lo sabía!—Thom sonrió.

—No me terminas de convencer. —Habló Sinfonía asomando su cabeza desde el cuarto en donde estaba la biblioteca —Pero es tu vida y tu sabrás que hacer con ella. —siguió diciendo—Solo no metas la pata.

Puff—pensó Arthur —¿Y desde cuando yo no meto la pata?

—No lo haré— le respondió.

—Arthur—lo llamo Lynnis.

—¿Si?

—Justo ayer cuando te fuiste como un loco volando hacia la chica que le llevabas el anillo... Se me olvidó decirte la noticia estelar que escuché entre los míos.

—Dime—La insto a continuar.

Todos centaron su atención en ella. He incluso Mell, que se había puesto colorada por la acumulación de sangre en su cabeza y pidió que la bajaran, ya que estaba mareada. Thom se ofreció y la bajo con sumo cuidado, raro en él ya que era todo salvajidad.

—Los líderes lunares decían que pasado mañana... Osea hoy, tendrían una ceremonia la cual festejar.

—Ustedes los lunares siempre están festejando. —La interrumpió Arthur. Todos lo callaron. —De acuerdo de acuerdo, lo siento. Sigue por favor.

Lynnis siguió:— Se afirma que la llegada de la princesa Leyla al Reino de los Fuego traería esperanza de una unión entre ambas razas, logrando así lo que se propusieron los fénix antiguos  en el pasado; Unir a las dos razas más grandes y poderosas. Los padres y reyes de la princesa Leyla ah tenido conversaciones secretas con los reyes de Fuego, tus padres —Dijo dirigiéndose a Arthur—para planear lo que sería su unión... La tuya y la de Leyla.

Silencio. Ningún sonido.

—¿No sabías nada de eso? —preguntó Lynnis, un tanto arrepentida de lo que le confesó a su buen amigo Arthur. El desconcierto era claro en su rostro. Pareció apagado.

—No... —Dijo él. Tragó saliva, nervioso—¿Cu... Cuando será esa visita? ¿Cuando vendrá la princesa Leyla a este palacio?

—Justo...—Iba a decir Lynnis, pero fue interrumpida bruscamente por una fuerte voz femenina:

—¡Arthur Fire! Hijo mío, tienes una visita muy especial. — Era la madre de Arthur, la reina Fugaz, que gritaba desde el pasillo. Se acercaba cada ves más y corría el riesgo de ver a su hijo tan abatido que podría suponer que ya se sabía el porqué de su estado.

—... Ahora—Logró terminar Lynnis—La visita es justo ahora.

Arthur se sentía de esa manera apagada porque sabía lo que eso quería decir, dejaría a Erika. La... La abandonaría... La cambiaría como había hecho el fénix oscuro que le había roto el corazón.

Él no quería hacer eso.

Él la amaba. Amaba a Erika.

No tenía nada en contra de Leyla. Ni siquiera la conocía.

Pero lo único que quería evitar era generarle más dolor a Erika.

Ella ya había tenido suficiente desde el momento de nacer y ser abandonada por sus propios padres.

Arthur no tuvo otra opción más que salir y enfrentar a lo que sería su futura esposa. La verdadera y única mujer a la que tendría que estar pegado el resto de su vida. No tendría otra opción. Sus padres no le darían otra opción.

Ninguna.

Él creía que todo sería malo. Pero no fue así.

En el sólo momento de ver a Leyla su alma cayó a sus pies. Incapaz de pronunciar palabras. Los dejaron solos en una de las tantas salas reales del castillo. Miró detenidamente a Leyla, su cabello rubio dorado... Sus ojos azules y quedó desde ese instante enamorado.

¿Amor a primera vista? Quizás. Cliché pero cierto.

Hablaron... Se conocieron y él descubrió lo inteligente, dulce y agradable que era la princesa.

Arthur aceptó su destino. Él se casaría con Leyla. No estaba obligado, lo había aceptado. Aceptaba que la amo desde el momento en que vio su rubia cabellera y su sonrisa de ángel.

Desde ese momento acepto que su corazón se dividiría en dos partes, en dos personas, en dos chicas contrarias que lo habían cautivado.

¿Se puede amar a dos personas?

En su caso, así fue.











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¿Qué les pareció el capítulo?

¿Se esperaban todo lo que sucedió hace muchos años en Mifnix y Drynox?

¡Porque yo no! Jajaja okno.

Capítulo mucho más largo que de costumbre, espero lo hayan disfrutado.

¿Qué tal el círculo de amistad de Arthur? ¿Les gustaron los personajes de los que quizás pudieron notar (Cof cof) descienden nuestro moderno grupo de amigos? ¿Quién les gustó más?

Es todo, los quiero.




Fergie M.

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