Capítulo 50: Neutral

543 76 31
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Senix

Leo...

¿Por qué gritaba?

Ah, por mí.

Gritaba por mí. Y en su desgarrada voz solo se podía escuchar mi nombre. No quería que siguiera gritando de esa forma porque la creciente sensación en mi interior al escucharlo era de una melancolía dolorosa.

Parpadeé repetidas veces, tratando de enfocarlo. ¿Leo me veía claramente? Porque yo a él no. Todo se estaba volviendo borroso... tan pero tan borroso...

Quise tenerlo cerca para decirle algo simple que solamente él escuchara: No grites, yo estoy bien.

Pero no estaba bien, lo sabía.  Estaba muriendo lentamente... sin darme cuenta de lo que acontecía a mi alrededor.

Quería saber qué ocurría con mis amigos, asegurarme de que estaban bien y decirles que no se preocuparan por mí.

Intenté hablar, pero se me era imposible, ni siquiera podía ver bien.

«Debo aguantar» pensé, «Debo resistir sólo un poco más. »

No.

No podía.

No se podía aguantar algo que iba a suceder pasara lo que pasara. Era inevitable. Así como tampoco podía desear que el tiempo se detuviera y aplazara el momento de mi muerte.

Pero debía intentar... Intentar al menos resistir la inconsciencia que amenazaba con hacerme perder el sentido por completo.

¡Ja! Que gracioso fue eso último. No iba a perder el sentido si me dejaba llevar por la neutralidad de la nada, no, no iba a perder eso... Lo que perdería sería la vida. Simple y sencillamente la vida.

Me hubiera reído por ese absurdo pensamiento de no ser porque no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Ni siquiera sentía mis extremidades.

Muy dentro de mi mente; en donde aún perduraba un poco de raciocinio y energía intenté visualizar todo y a todos a mi alrededor, era difícil, pues sólo podía escuchar la risa afilada de Erika y su presencia acercarse cada vez más a mí. ¿Qué hacía ahora ésta desgraciada atraviesa Senix? ¿Qué quería hacer, burlarse? Supongo que eso.

No pienses en ella, me regañé, sólo aclara tu mente. Resiste.

Cerré los ojos con fuerza y  parpadeé varias veces, tratando de también aclarar mis ojos empañados en lágrimas que no sabía si derramaba o no.

—¿Qué se siente, eh, Senix Fire? ¿Qué se siente literalmente estar rota por dentro?—preguntó Erika, sobresaltádome por su presencia tan cerca. Supe que había soltado la lanza y se había puesto en cuclillas para estar a mi altura. Las ondas de poder que emanaba a un no habían reducido su potencia, seguía igual de poderosa. O mejor dicho, igual de peligrosa.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora