Capítulo 6: Revelación

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Senix

—Por favor díganme que soy una X-men.

—Las probabilidades de que lo fueras son altas debido a tus poderes, pero no, no lo eres—reveló el rubio, sentado de piernas cruzadas en el sofá azulado junto a Iris. Ambos tenían expresiones serias y me miraban como si fuera a romperme con lo que sea que dirían.

«Ilusos. Mi vida ya de por sí no era normalita y unas cuantas revelaciones no harían tanta diferencia»

O eso creo yo...

—Siéntate, querida, así estarás más cómoda—dijo Iris, su cabello oscuro estaba atado en un moño mal hecho y apretaba los labios con aparente nerviosismo.

Leo, por su parte, lucía algo confiado e inmutable y desde ese momento envidié esa tranquilidad que poseía. Él y mi madrina se habían sincronizado desde el momento en que se vieron, como si ya se conocieran de toda una vida (lo que no era posible y acababa siendo muy extraño) sin embargo eso ayudó a que mi confianza incrementara en ese rubio de intensos ojos.

Miré mi mochila desparramada en otro sofá y preferí seguir de pie mientras me recostada contra la pared de brazos cruzados, quizás así me daba más seguridad a mí misma.

Iris notó que no me haría cambiar de opinión, así que con un suspiro resignado inició con una pregunta:

—¿Qué sabes sobre los Fénix, querida?

Me la quedé viendo por varios segundos, contrariada.

—Bueno..., según Wikipedia es un ave de larga vida que arde en llamas hasta convertirse en cenizas, luego se regenera. Creo que todo el mundo sabe eso.

Iris suspiró y por primera vez en el día guardé silencio por más de dos minutos.

Ella habló sobre Aves Fénix que se habían unido por medio de un vínculo de sangre con humanos elegidos cuidadosamente, creando una nueva raza de seres con habilidades avanzadas, incluso con dones parecidos o iguales a los míos. El ADN que podía significar que éramos humanos había desaparecido por completo y ahora en nosotros fluían sustancias que ni la ciencia podía llegar a descubrir.

Teníamos sangre, órganos y sentíamos como cualquier otro ser viviente, pero estábamos mejorados. Éramos una nueva creación a base de antigua sangre Fénix y cuerpos humanos.

Las Aves antiguas propusieron nombres para nosotros ya que no podíamos llamarnos fenómenos o alterados, pero los nuevos seres optaron por llamarse como sus antiguos creadores: Fénix. Y cuando dichos Fénix se unían unos con otros creaban criaturas con sangre cada vez más pura, formando una especie de realeza mística de esa nueva raza. Al principio sólo eran los Fénix de Fuego, los primeros y más fuertes, pero después aparecieron los Lunares, los Cósmicos, los Dorados y varios más... Cada uno con dones diferentes gracias a las intervenciones de otras entidades que plantaron los poderes en las Aves, quienes luego los transmitieron de la misma forma que antes. Así nacieron el resto de razas que formaron también sus propios reinos.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Where stories live. Discover now