PRÓLOGO.
LA CARTA.
«¿Mi vida es una mierda?»
Tal vez muchos disfrutaban de una vida feliz, otros con amor, algunos con riquezas, pero lamentablemente ninguno de esos era el caso de la pequeña Lucy. Había crecido de un asqueroso orfanato, rodeada de niñas dramáticas, monjas y novicias que no la dejaban respirar, y sin padres que le dijeran lo que está bien o mal.
—Mi vida es una mierda.
—Vocabulario, señorita. —la reprendió la mujer que vestía su hábito.— No puedes hablar así en una iglesia.
—Supongo que tendré que ir afuera y entonces diré cuanto quiera. —pasó de ella y salió del comedor hacia el patio.
El orfanato la "Croix Céleste" era dirigido por la iglesia, un orfanato solo de niñas donde si no vestías bien tu uniforme debías ser castigada o reprendida. Lucy no era la mejor ni la peor en él, de hecho se controlaba mejor de lo que muchas lo hacían, aunque había veces en las que quería gritarles por hacerla limpiar la cocina tras comerse una manzana fuera de la hora de la comida.
Caminó esquivando a sus compañeras que jugaban a la rayuela, fue hacia el manzano y se sentó en el suelo sabiendo que más tarde la castigarían por tener el uniforme manchado. Sacó el libro que traía bajo la chaquetilla y lo abrió para seguir su lectura. Los libros de cuentos, novelas o cualquier otro que no estuviera relacionado con la religión o la historia de Inglaterra, estaba totalmente prohibido. Había conseguido una novela de Sherlock Holmes gracias a que la enviaban por los productos algunas veces, esa vez fue a la farmacia y lo vio, mientras el hombre buscaba los medicamentos ella escondió el libro bajo su ropa. Claro que se había arrepentido, pero pasar horas rodeada de libros religiosos, deberes y estudios, un libro que disfrutaba era su momento de reconfort.
—¡Amber! ¡Que compartamos la habitación no significa que puedas agarrar mis zapatos! —una de las niñas salió gritando mientras corría hacia la susodicha, pero la otra entró rápidamente—. ¡Oye, vuelve aquí! ¡Devuélveme mis zapatos! ¡Amber!
—¡Sin correr! ¡No griten! —gritó la hermana.
Melanie, una niña de trece años, se acercó a Lucy viendo la escena, soltó un bufido y volteó a verla:
—Siempre es lo mismo con las gemelas —dijo con pesadez.
—Mientras no me jodan.
—Sophie se enojaría si te escuchara —dijo Melanie pero Lucy ni siquiera levantó la mirada de su libro—. ¡Oh, cierto! —se acercó y le extendió una carta. Lucy la agarró confundida—. La hermana Morgan me ha dicho que no te la dé, pero en cuanto leí que era de un colegio supe que era importante —susurró rápidamente, como si no quisiera que alguien más la escuchara.
—¿Me estás diciendo que le robaste a la hermana Morgan?
—Lo he hecho porque un colegio te ha aceptado.
Lucy miró el sobre.
"Srta. Lucinda Thompson.
Del orfanato Croix Céleste.
Habitación N° 5.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA.
Director: Albus Dumbledore.
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos).
Querida señorita Thompson:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por Favor, observé la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el primero de Septiembre. Esperamos su respuesta antes del 31 de Julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall."
—¿Colegio de magia? —murmuró Melanie cerca de su oído.
No sabía si reír o quemar el papel. Leer "Lucinda" o "Thompson" fue suficiente para despertar enojo en ella. Claro que todas en el orfanato sabían cuanto ella odiaba su nombre y apellido.
—¿Lucy?
—Tsk... debe ser una de las tonterías de Amber —arrugó y guardó el pedazo de papel en el bolsillo de su vestido.
—¿Estás segura? Se veía muy real, hasta tenía un sello —dijo Melanie.
—Seguro lo robó de algún libro y se lo puso —se excusó, levantándose—. Nos vemos en el almuerzo, Melanie.
—Pero...
—Adiós.
«¿Un colegio de magia? A quién carajos piensa engañar.»
No era la primera vez que Amber les jugaba una broma, Lucy era una de las pocas que no había sido aceptada en un colegio aún sabiendo que este año debía entrar, decían que ya no había espacio para una más. Patrañas.
(...)
(Autora del futuro)
Cómo odiaron a Lucy
acá jajajajaja